Alejandra Pizarnik: Citas de tendencias (página 4)

“Todo hace el amor con el silencio. Me habían prometido un silencio como un fuego, una casa de silencio. De pronto el templo es un circo y la luz un tambor.”

“La soledad es no poder decirla.”

“Los muebles crujen. El cuerpo. La necesidad de darlo, la de amar.”

“Nada más peligroso, cuando se necesita ayuda, que recibir ayuda.”

“Cierra las puertas de tu rostro para que no digan luego que aquella mujer enamorada fuiste tú.”

“Me expulsa, me mantiene a distancia, me impide, me evita, me encadena, me hace danzar, me asola, me afea mi soledad, me corroe, me corrompe, me martiriza, me hace sufrir, padecer, llorar todo el día y gran parte de la noche. Y no lo sabe, y no se cree responsable y no quiere saber que sabe que en mí se venga de lo que no es.”

“Ninguna dificultad se compara a la de explicar pacientemente a un a persona mediocre la razón de nuestro desencasillamiento. De nuestro disconformismo. De nuestra INMORALIDAD.”

“¿Y si nos vamos anticipando
de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza?”

“¡Siento que mi lugar no está acá! (ni en ninguna parte quisiera decir).”

“Porque nadie tiene más sed de tierra, de sangre y de sexualidad feroz que estas criaturas que habitan los fríos espejos.”

“No puedes con el lenguaje. El lenguaje no puede por ti.”

“Mira las flores hasta sentir tu inocencia.”

“La muerte ha restituido al silencio su prestigio hechizante.”

“Siento un deseo espantoso de devorar todos los libros. Pero al mismo tiempo, mi represión ética me advierte que más vale depositar mi hambre en uno solo.”

“¿Tendré tiempo para hacerme una máscara cuando emerja de la sombra?”

“¿cómo podés irte y dejarme a solas conmigo, a solas con mis manos poderosamente nostálgicas esta noche?”

“Hay cicatrices que se rebelan para volver a su condición primera: heridas. Y su frenesí no se conforma tampoco con retroceder un ciclo: quieren el acto nuevamente.”

“Heredé de mis antepasados las ansias de huir. Dicen que mi sangre es europea. Yo siento que cada glóbulo procede de un punto distinto. De cada nación, de cada provincia, de cada isla, golfo, accidente, archipiélago, oasis. De cada trozo de tierra o de mar han usurpado algo y así me formaron, condenándome a la eterna búsqueda de un lugar de origen. Con los labios expresamente dibujados para exhalar quejas. Con la frente estrujada por todas las dudas. Con la malicia instintiva de la prohibición. Heredé el paso vacilante con objeto de no estatizarme nunca con firmeza en lugar alguno. ¡En todo y en nada! ¡En nada y en todo!”

“seguirás siendo alguien muy ridícula, muy melancólica, pintoresca y graciosa durante unos minutos, fatigante y atrozmente aburrida en la convivencia diaria.”