Piotr Kropotkin:
Citas de tendencias
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Piotr Kropotkin:
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“Si solo los economistas predicaran la división permanente y con frecuencia hereditaria, del trabajo, no seria grave. Pero esas ideas se infiltran en los espíritus, los pervierten y de tanto oír hablar de esa división del trabajo, del interés, de la renta, del crédito, etc. Como problemas ya resueltos, todos, incluido el trabajador, terminan por razonar como el economista, por venerar los mismo fetiches.”
“El orden es la miseria y el hambre convertidos en estado normal de la sociedad; es el campesino irlandés muriendo de inanición, el campesino ruso, muriendo de difteria, de tifus, de hambre a consecuencia de la escasez, en medo de montones de trigo que se exportan al extranjero; es el pueblo italiano obligado a abandonar la fértil capiña de su país, para rodar por Europa buscando túneles que perforar y rudos trabajos que hacer, en donde expone su vida diariamente y en donde muere aplastado en plena juventud; es la tierra arrancada al campesino, para destinarla a engordar ganado que sirve para nutrir glándulas; es el suelo baldío, abandonado, sin cultivo, antes que restituírlo a quien le arrancaría con el esfuerzo de su brazos el pan sagrado de su familia. El orden es la mujer que se vende para alimentar a sus hijos, es el niño reducido al presidio de una fábrica, o a morir de hambre; es el obrero sublevado convertido en máquina. Es el fantasma del obrero a las puertas del rico, el pueblo indignado, armado cual gigantesca Némesis, a las puertas de los gobernantes.”
“El orden es la servidumbre, embotamiento de la inteligencia, el envilecimiento de la raza humana, mantenido por el hierro, por el látigo y el fuego; es la muerte contínua por el grisú, sepultando a miles de desventurados mineros, destrozados, convertidos en piltrafas por la rapacidad de los patrones o ametrallados, acribillados a bayonetazos, si intentan quejarse de su suerte negra. El orden, en fin, es el lago de sangre en que ahogaron a la Comune de París; es la muerte de treinta mil hombres, mujeres y niños, destrozados por las bombas y la metralla, enterrados con el blanco sudario de cal viva en las calles de París; es el destino de la juventud rusa condenada a pudrirse en las cárceles y a ser sepultada en las nieves de la Siberia, y los mejores, los más enérgicamente puros, los más heroicos, a morir ahorcados por la cuerda del verdugo. ¡He ahí el orden!.”