Jordi Sierra i Fabra: Citas de tendencias (página 3)

“Tengo la razón, la tengo siempre, y estoy equivocada.”

“Siempre habrá una paz, pero no tengo más que una vida.”

“La vida no se mide por los momentos que respiras, sino por los que te dejan sin aliento.”

“Patricia pensó que ni la mejor de las películas podía acercarse mínimamente a la belleza de la novela, ni al personaje descrito por el autor.”

“La relación de una niña con su muñeca es de las más fuertes del universo. Una fuerza descomunal movida por una energía tremenda.”

“Sabes esas chicas que se cortan los brazos con una cuchilla de afeitar, llenándose de heridas y más heridas? Lo hacen para liberar el dolor. Están tan llenas de él que únicamente así superan esa ansiedad.”

“No te quiero, no te quiero, pero puedes persuadirme.”

“¿Salvar a una niña no era como salvar el mundo?”

“¿Por qué los «salvadores» siempre «liberaban» según sus creencias y circunstancias, aunque los «salvados y liberados» no lo quisieran?”

“Hay gente sola en medio de una multitud, y hay gente acompañada en medio del desierto.”

“El ser humano que olvida sus tradiciones está condenado a perderse a sí mismo, sin raíces, sin un código, sin nada a que aferrarse.”

“Lo peor de las decisiones es que siempre se deben tomar, como mínimo, dos. Y se tome la que se tome, queda la incertidumbre de qué habría sucedido en el caso de tomar la otra.”

“Tenía que tomar la primera decisión.
Llevar manga larga siempre, hasta en verano, o pasar de todo y dejar que el mundo las viera.
También podía ponerse pulseras.
Una docena de pulseras y abalorios.”

“¿Qué más quieren si ya salen de noche, practican el sexo y hacen lo que les da la gana? ¿Por qué además han de destruirse? ¿Es eso libertad?”

“Día 1   Miércoles, 23 de agosto de 1950”

“Decía que la vida era igual que una película, pero sin Rita Hayworth.”

“Los pobres nunca salimos de pobres, pero a veces eso también nos mantiene a flote.”

“Queipo de Llano había dicho: «De Madrid haremos una ciudad, de Bilbao una fábrica, de Barcelona un solar». Arrasarlo todo. Como en 1714.”

“Vestía con la misma sobriedad que el hombre de la escopeta: ropas sencillas, discretas, con aire de usadas, pero aun con ellas no perdía el punto de elegancia y clase, la dignidad de la que siempre se había revestido. La misma que no se perdía ni se ganaba con una guerra, porque iba pegada a la piel y al carácter como un sello de poder.”