Qué triste paradoja.
¿Valemos por lo que poseemos?
“Qué triste paradoja”
Qué triste paradoja hermano,
ya nadie quiere dioses de barro,
será porque el barro no brilla,
como el que llaman oro cochano.
Nuestra sociedad ha llegado
a un punto en que ya no adora,
al otrora becerro dorado
sino al oro vil y su sucedáneo.
Cuestión de avaricia tal vez,
sed de poseer solo de humanos,
que nos lleva irremediablemente
a un mundo deshumanizado.
Cuánto tienes, cuánto vales,
es el único credo del avaro
por los siglos de los siglos,
no vale el buen samaritano.
y las mejores lecciones
nos ha de importar un carajo.
Si de pronto asolamos el orbe,
dilema para reflexionarlo
no valdrán montañas de oro
para poder alimentarnos.
Bendita seas Pachamama
que a tus hijos vas juzgando
en príncipes de falso oropel
o humildes seres solidarios.
Inspirado en la frase: