“Lo siento. Takata me miró a los ojos con el ceño fruncido. -Tú padre siempre me dijo que yo era un cabrón egoísta. Y tenía razón. -Tú das algo-dije suavemente-. Lo que pasa es que lo entregas a los extraños por miedo a que, si se los das a las personas que amas, lo puedan rechazar.”