“en un embudo subterráneo de sufrimiento; un desolador paisaje de fuego, azufre, aguas residuales, monstruos y el mismísimo Satán en su centro. En”

—  Dan Brown , libro Inferno

Inferno

Última actualización 22 de mayo de 2020. Historia
Dan Brown Foto
Dan Brown 50
escritor estadounidense 1964

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Paul Gauguin Foto

“En un paisaje de Corot hay árboles, hiedras, aguas límpias donde las ninfas viene a bañarse a su gusto. Las ninfas de Corot danzan como ninfas y no como mortales de hoy. Todo crece con serenidad y recogimiento y las aguas profundas no han ahogado nunca a nadie. Todo el alma de Corot ha pasado a sus paisajes, el aire respira bondad, mientras que sus esbeltos troncos de árbol respiran gracia y nobleza. Él ha comprendido a Grecia con sus gozos sacados de la naturaleza.”

Paul Gauguin (1848–1903) pintor francés

Diciembre de 1888.
Citas propias
Fuente: [Solana], Guillermo; Richard [Shiff], Guy [Cogeval]. Gauguin y los orígenes del simbolismo, pp. 20-22, 33. Editorial Nerea, 2004. https://books.google.es/books?id=fGxSznZfsV0C&dq=gauguin&hl=es&source=gbs_navlinks_s En Google Books. Consultado el 27 de abril de 2019.

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“Desde entonces, aquél recuerdo de León fue como el centro de su hastío; chisporroteaba en él más fuerte que en una estepa de Rusia, un fuego de viajeros abandonado en la nieve.”

Gustave Flaubert (1821–1880) escritor francés (1821-1900)

Página 116.
De Madame Bovary
Fuente: Citado en Díaz-Plaja, Guillermo. Literatura y contorno vital. Editorial Bello, 1978. p. 150.

“Esa noche la soñé, con bigotes y oliendo a azufre. Le perdí el respeto.”

Jorge Ibargüengoitia (1928–1983) escritor mexicano

El episodio cinematográfico cuento de La ley de Herodes.

Charles Baudelaire Foto

“Oh, tú, el más sabio y bello de los ángeles,
Dios traicionado por el destino y de alabanzas privado,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Oh, Príncipe del exilio, a quien se ha agraviado,
y que, vencido, siempre más poderoso vuelves a levantarte,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que todo lo sabes, gran Rey de las cosas subterráneas,
tú, familiar sanador de las angustias humanas,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que, hasta a los leprosos y los parias malditos,
enseñas mediante el amor el sabor del Paraíso,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Oh tú que de la Muerte, esa amante vieja y poderosa,
engendras la Esperanza, esa adorable loca,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que das al condenado esa mirada en torno al cadalso
que, arrogante y serena, a todo un pueblo condena,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que sabes en qué rincón de las tierras ansiosas
el celosos Dios ocultó sus piedras preciosas,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú cuya clara mirada conoce los profundos arsenales
en donde duerme amortajado el pueblo de los metales,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú cuya extendida mano oculta los precipicios
al sonámbulo que vaga al borde de los edificios,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que, mágicamente, haces flexibles los viejos huesos
del borracho rezagado al que los caballos atropellaron,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que, para consolar al frágil que sufre,
nos enseñas a mezclar el salitre y el azufre,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que pones tu marca, oh cómplice sutil,
en la frente del Creso despiadado y vil,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Tú que pones en el corazón de las muchachas
el culto a las heridas y el amor a los harapos,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Báculo del desterrado, lámpara del inventor,
confesor del ahorcado y del conspirador,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!

Padre adoptivo de aquellos a quienes, en su negra cólera,
Dios padre del Paraíso terrenal expulsó,

¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria!¡Gloria y alabanza a ti, Satán, en las alturas
del Cielo, donde reinas, y en las profundidades
del Infierno, donde, vencido, en silencio sueñas!
¡Haz que mi alma un día, bajo el árbol de la Ciencia,
cerca de ti descanse, en la hora en que sobre tu frente
como un Templo nuevo sus ramas se extiendan!”

Les Fleurs du Mal

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“Estuviera donde estuviese, siempre era el centro de todas las miradas, -Kvothe frunció el seño-. No me interpretéis mal. No quiero decir que fuera llamativa, ni vanidosa. Si miramos el fuego es porque parpadea, porque resplandece. Lo que hace que un hombre se acerque al fuego no tiene nada que ver con su resplandor. Lo que te atrae del fuego es el calor que sientes cuando te acercas a él. Con Denna pasaba lo mismo.”

The Name of the Wind
Variante: Estuviera donde estuviese, siempre era el centro de todas las miradas.— Kvothe frunció el ceño—. No me interpretéis mal. No quiero decir que fuera llamativa, ni vanidosa. Si miramos el fuego es porque parpadea, porque resplandece. Lo que atrae nuestra mirada es la luz, pero lo que hace que un hombre se acerque al fuego no tiene nada que ver con su resplandor. Lo que te atrae del fuego es el calor que sientes cuando te acercas a él.

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