“Como la mujer del César, que debía estar libre de sospecha, los jueces deben superar cualquier duda razonable que cuestione su apariencia de imparcialidad. Así lo determinan los Derechos Humanos, la jurisprudencia Constitucional española y la propia ética.”

Última actualización 26 de agosto de 2024. Historia

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“La mujer de César debe estar por encima de la sospecha.”

Julio César (-100–-44 a.C.) líder militar y político de la República romana tardía

Literal.
Según Plutarco: «La mujer de César no debe estar ni siquiera bajo sospecha».
Según cuenta Plutarco en sus Vidas paralelas, un patricio romano llamado Publio Clodio Pulcro, dueño de una gran fortuna y dotado con el don de la elocuencia, estaba enamorado de Pompeya, la mujer de Julio César. Tal era su enamoramiento, que en cierta ocasión, durante la fiesta de la Buena Diosa —celebración a la que sólo podían asistir las mujeres— el patricio entró en la casa de César disfrazado de ejecutante de lira, pero fue descubierto, apresado, juzgado y condenado por la doble acusación de engaño y sacrilegio. Como consecuencia de este hecho, César reprobó a Pompeya, a pesar de estar seguro de que ella no había cometido ningún hecho indecoroso y que no le había sido infiel, pero afirmando que no le agradaba el hecho de que su mujer fuera sospechada de infidelidad, porque no basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo. La expresión, con el tiempo, comenzó a aplicarse en todo caso en el que alguien es sospechado de haber cometido alguna ilicitud, aún cuando no hubiera dudas respecto de su inocencia, en la forma «No basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo».
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