“Una sola palabra basta para destruir la dicha de los hombres.”

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Obtenido de Wikiquote. Última actualización 21 de mayo de 2020. Historia

Citas similares

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“La tecnología por sí sola no basta. También tenemos que poner el corazón.”

Jane Goodall (1934) Primatóloga británica, etóloga, antropóloga y mensajera de la paz de la ONU.

en referencia al calentamiento global que es tan solo uno de los muchos problemas ecológicos que se le plantean a la humanidad.

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“Me basta el sentido etimológico: 'ausencia de gobierno'. Hay que destruir el espíritu de autoridad y el prestigio de las leyes. Eso es todo.”

Rafael Barrett (1876–1910) escritor y periodista español

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Citas en sus obras, De Mi anarquismo

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“hay un viejo dicho:
cuando los dioses quieren
destruir a alguien,
primero lo ponen
furioso.”

Charles Bukowski (1920–1994) escritor y poeta estadounidense

Escrutaba La Locura En Busca de La Palabra, El Verso, La Ruta

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“[…] la mera pronunciación de estas dos palabras […] llega a ser algo tan odioso, tan repelente que basta con decir una sola vez y para que uno enseguida sienta unas ganas tremendas de vomitar […]”

László Krasznahorkai (1954) novelista y guionista húngaro

Ha llegado Isaías
Variante: [... ] la mera pronunciación de estas dos palabras [... ] llega a ser algo tan odioso [... ] que basta con decir una sola vez EL BIEN y LO SUBLIME para que uno enseguida sienta unas ganas tremendas de vomitar [... ]

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“No hay más que una sola moral, como no existe sino una sola geometría: son dos palabras que no tienen plural.”

Antoine de Rivarol (1753–1801) escritor francés

Fuente: [Ortega Blake] (2013), p. 2741.

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“La verdadera unidad de los matrimonios y aún de las parejas la traen las palabras, más que las palabras dichas -dichas voluntariamente-, las palabras que no se callan -que no se callan sin que nuestra voluntad intervenga.”

Corazón tan blanco (1992)
Variante: La verdadera unidad de los matrimonios y aun de las parejas la traen las palabras, más que las palabras dichas—dichas voluntariamente—, las palabras que no se callan—que no se callan sin que nuestra voluntad intervenga—.

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