Citas del libro
Cien años de soledad

Cien años de soledad

Cien años de soledad es una novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982. Es considerada una obra maestra de la literatura hispanoamericana y universal, así como una de las obras más traducidas y leídas en español.[1]​ Fue catalogada como una de las obras más importantes de la lengua castellana durante el IV Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado en Cartagena de Indias en marzo de 2007.[2]​ Fue incluida en la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX del periódico español El Mundo,[3]​ en la lista de los 100 libros del siglo XX del diario francés Le Monde y en los 100 mejores libros de todos los tiempos del Club de libros de Noruega.[4]​


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“El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad.”

Cien Anos De Soledad/ One hundred Years of Solitude: Gabriel Garcia Marquez, Compendios Vosgos
Cien años de soledad (1967)
Variante: El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad." Cien años de soledad

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“Así padeció el exilio, buscando la manera de matarla con su propia muerte.”

One Hundred Years of Solitude
Variante: Así padeció el exilio, buscando la manera de matarla con su propia muerte...

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“El mundo habrá acabado de joderse el día en que los hombres viajen en primera clase y la literatura en el vagón de carga.”

Cien años de soledad
Cien años de soledad (1967)
Variante: «El mundo habrá acabado de joderse —dijo entonces— el día en que los hombres viajen en primera clase y la literatura en el vagón de carga.»

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“Había tenido que promover 32 guerras, y violar todos sus pactos con la muerte y revolcarse como un cerdo en el muladar de la gloria, para descubrir con casi cuarenta años de retraso los privilegios de la simplicidad.”

One Hundred Years of Solitude
Cien años de soledad (1967)
Variante: Había tenido que promover treinta y dos guerras, y violar todos sus pactos con la muerte y revolcarse como un cerdo en el muladar de la gloria, para descubrir con casi cuarenta años de retraso los privilegios de la simplicidad

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“¡Carajo!- gritó.
Amaranta, que empezaba a meter la ropa en el baúl, creyó que la había picado un alacrán.
- ¿Dónde está? - preguntó alarmada.
- ¿Qué?
- ¡El animal!
Úrsula se puso un dedo en el corazón.
- Aquí- dijo.”

One Hundred Years of Solitude
Variante: ¡Carajo! -gritó.
Amaranta, que empezaba a meter la ropa en el baúl, creyó que la había picado un alacrán.
-¡Dónde está! -preguntó alarmada.
-¿Qué?
-¡El animal! -aclaró Amaranta.
Úrsula se puso un dedo en el corazón.
-Aquí -dijo.

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“El primero de la estirpe está amarrado en un árbol y al último se lo están comiendo las hormigas.”

Cien años de soledad (1967)
Variante: El primero de la estirpe está amarrado a un árbol y al último se lo están comiendo las hormigas.

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“«Los años de ahora ya no vienen como los de antes», solía decir, sintiendo que la realidad cotidiana se le escapaba de las manos.”

Cien años de soledad
Variante: Los años de ahora ya no vienen como los de antes, solía decir, sintiendo que la realidad cotidiana se le escapaba de las manos

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“Aturdido por dos nostalgias enfrentadas como dos espejos, perdió su maravilloso sentido de irrealidad, hasta que terminó por recomendarles a todos que se fueran de Macondo, que olvidaran cuento él les había enseñado del mundo y del corazón humano, que se cagaran en Horacio, y que en cualquier lugar en que estuvieran recordaran siempre que el pasado era mentira, que la memoria no tiene caminos de regreso, que toda primavera antigua es irrecuperable, y que el amor más desatinado y tenaz era de todos modos una verdad efímera”

Cien años de soledad
Variante: Aturdido por dos nostalgias enfrentadas como dos espejos, perdió su maravilloso sentido de la irrealidad, hasta que terminó por recomendarles a todos que se fueran de Macondo, que olvidaran cuanto él les había enseñado del mundo y del corazón humano, que se cagaran en Horacio, y que en cualquier lugar en que estuvieran recordaran siempre que el pasado era mentira, que la memoria no tenía caminos de regreso, que toda primavera antigua era irrecuperable, y que el amor más desatinado y tenaz era de todos modos una verdad efímera.

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