“Matadlos a todos. Dios reconocerá a los suyos.”
Frase pronunciada durante el asedio a la ciudad de Béziers en 1209, durante la Cruzada albigense, en respuesta a cómo podrían distinguir a los cristianos verdaderos de los herejes.
Fuente: Cesáreo de Heisterbach, monje cisterciense, en su Dialogus miraculorum