Carlos Ruiz Zafón: Citas de tendencias (página 15)

“Todo lo que ocurre en la sociedad, en la vida pública, es una escenificación, un simulacro de aquello que intentamos hacer pasar por realidad pero no lo es.”

“Como todas las ciudades viejas, Barcelona es una suma de ruinas. Las grandes glorias de las que se vanaglorian muchos, palacios, factorías y monumentos, insignias con las que nos identificamos, no son más que cadáveres, reliquias de una civilización extinguida.”

“La vida, esa reina de las putas.”

“El juego de la infiltración es similar al de la seducción: el que pide permiso ha perdido antes de empezar. Alicia”

“A media perorata ya me había quedado en blanco, bien por efecto de la fórmula explosiva o por la pirotecnia gramatical desplegada por mi buen amigo.”

“Lo que hace falta en el mundo es más gente mala de verdad y menos cazurros limítrofes.”

“todo eso es diletancia. El matrimonio y la familia no son más que lo que nosotros hacemos de ellos. Sin eso, no son más que un pesebre de hipocresías. Morralla y palabrería. Pero si hay amor de verdad, del que no se habla ni se declara a los cuatro vientos, del que se nota y se demuestra…”

“¿Cómo puedo agradecérselo?
- Viniendo por aquí y leyendo buenos libros, los que a usted le apetezcan, no los que yo o nadie más le diga que tiene que leer.”

“¿Entonces? ¿O es que tienes tan bajo concepto de ti mismo que no crees que valga la pena escribir sobre ti?”

“Adoraba la música, la pintura y todas las materias desprovistas de provecho y beneficio en la sociedad de los hombres.”

“El aya sabia que quien quiere de verdad quiere en silencio, con hechos y nunca con palabras”

“La verdad son las tonterías que dice la gente cuando se cree que sabe algo”

“Dios le da pan a quien no tiene dientes. —Eso le hace falta: dientes. Y ganas de morder.”

“relamiéndose los labios como si aquello le pareciese un chiste”

“tertulia literaria los viernes por la noche a la que no me invitaba porque sabía que todos los asistentes, poetastros frustrados y lameculos que le reían”

“Doña Lorena, una bibliotecaria sabia que rondaba por allí por las tardes, siempre me preparaba una pila de libros que denominaba «las lecturas que toda señorita debe leer y que nadie quiere que lea». Doña Lorena decía que el nivel de barbarie de una sociedad se mide por la distancia que intenta poner entre las mujeres y los libros. «Nada asusta más a un cafre que una mujer que sabe leer, escribir, pensar y encima enseña las rodillas». Durante la guerra la metieron en la cárcel de mujeres y dijeron que se había ahorcado en su celda.”

“En particular, me interesa saber si ha mencionado alguna vez un cementerio de los libros olvidados o muertos, o algo así. Piénsalo bien antes de contestar. ¿Te ha hablado Martín de ese lugar alguna vez?”

“Nada sorprende y asusta más que lo que uno ya sabe.”

“Se enfrenta usted al enigma de la naturaleza, Daniel. La fémina, babel y laberinto. Si la deja usted pensar, está perdido. Recuerde: corazón caliente, mente fría. El código del seductor.”