
“Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja.”
La reina era coja, y nadie en la corte se atrevía a nombrar siquiera el tema. Sin embargo, Quevedo apostó con sus amigos a que se lo diría en público y en la corte. Entonces cogió un ramo de claveles blancos y otro de rosas rojas y se dirigió a la reina con la mencionada frase. Por supuesto ganó la apuesta.[Sin fuentes]
Fuente: VV. AA. Curiosidades históricas de España. Editorial Litres, 2017. ISBN 978-5-17-085099-0, p. 38.