“Creo, sin embargo, con toda sinceridad, que los hombres cargamos sobre nuestras espaldas con un pasado espantoso. Todos hemos cometido algpun acto inconfesable. Somos irremediablemente pecadores. (…) Debo confesar que la evocación de ciertas situaciones aún me intimida, pero siempre hay algo que me reconcilia con amabilidad (otras veces, con espanto) con el pasado ya remoto e irrecuperable, y no puedo ocultar cierta emoción o dolor al evocarlo.”