“Hombres de Atenas, no tenemos mucho tiempo para la exhortación, pero para los valientes valen lo mismo pocas palabras que muchas.”

“No digas pocas cosas en muchas palabras, sino muchas cosas en pocas palabras”

Pitágoras (-585–-495 a.C.) filósofo y matemático griego

“Si Atenas te parece grande considera entonces que sus glorias fueron alcanzadas por hombres valientes, y por hombres que aprendieron sus deberes.”

Pericles (-494–-429 a.C.) hombre de Estado griego, orador, y general de Atenas

Sin fuentes

“Pocos hombres nacen siendo valientes, muchos se hacen mediante el entrenamiento y la fuerza de la disciplina.”

Vegecio escritor del Imperio romano del siglo IV

“Los hombres cobardes ven la muerte muchas veces, los hombres valientes sólo una.”

Juan Manuel Fangio (1911–1995) automovilista argentino, quíntuple campeón de Fórmula 1

“Y aunque sus trescientos valientes morirán… sólo siente que tenga tan pocos hombres que sacrificar.”

Frank Miller libro 300

300

“Máximo.- Todas las palabras de un Ferrán, de cien hombres como Ferrán, no valen el silencio de una mujer honrada.”

Alejandro Casona (1903–1965) dramaturgo español

“Las palabras que no van seguidas de los hechos no valen para nada.”

Demóstenes (-384–-322 a.C.) orador y político ateniense

Fuente: Ortega Blake, Arturo. El gran libro de las frases célebres. Editorial Penguin Random House Grupo Editorial México, 2013 ISBN 978-60-7311-631-2.

“Sólo valen las palabras. El resto es charlatanería.”

Eugéne Ionesco (1909–1994) dramaturgo franco rumano

“Tú hablas sin palabras. Todos estamos siempre hablando sin palabras.
—¿Y para qué valen las palabras, entonces?
—No valen para mucho, casi nunca. La mayor parte de las veces, únicamente para ocultar aquello que realmente quieres decir, o algo que quieres saber.”

William Saroyan (1908–1981) escritor estadounidense

My Name is Aram

“Hasta el más valiente de nosotros pocas veces tiene valor para enfrentarse con lo que realmente sabe…”

Friedrich Nietzsche (1844–1900) filósofo alemán

El ocaso de los ídolos o cómo se filosofa a martillazos