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“… la resignación se parece a la lluvia de Ciudad de México, a veces triste, arbitraria e inoportuna.”

“Haz tu ego poroso. La voluntad es de poca importancia, quejarse no es nada, la fama no es nada. La franqueza, la paciencia, la receptividad, la soledad lo son todo.”

“Cuando el ave del corazón comienza a cantar, muy a menudo la razón tapará sus oídos.”

“¡De todo lo que he perdido, lo que más extraño es mi mente!”

“Cuando te sobra el dinero, solo tú olvidas quién eres. Pero cuando no tienes dinero, todo el mundo olvida quién eres. Es la vida.”

“La vida no se trata de cuán popular eres ... Con qué chica o chico estás saliendo o a quién conoces. La vida se trata de ser siempre fiel a quién eres o en lo que crees. Nunca dejes que nadie te convenza de que su manera es mejor que la tuya. Al final, todo lo que tenemos es nuestro corazón ... y nuestra mente. Esta es la razón por la que cantamos ... esta es la razón por la que lloramos ... esto es el porqué vivimos.”

“Hizo entonces un último esfuerzo para buscar en su corazón el sitio donde se le habían podrido los afectos, y no pudo encontrarlo.”

“Mantente fiel a tu llamado a ser hombre. Las mujeres de verdad siempre se sentirán aliviadas y agradecidas cuando los hombres estén dispuestos a ser hombres.”

“Estaba tan vacío como los espacios entre las estrellas.”

“Parecía tan discreto como una tarántula sobre una rebanada de pastel de ángel.”

“No obstante, antes de que ese abrazo y ese beso se constituyeran como los pilares definitivos de esta historia, hubo una primera vez, una en que el amor de esas dos almas, reencontrándose acaso después de cuántas vidas, terminó siendo más fuerte que todos los prejuicios que ya arrastraban acerca de lo que significa amar.”

“Ariel, aun hoy, siente un temor enfermizo al «allá afuera»; un temor que se ha hecho más y más inexpugnable por cada día que ha pasado dentro de este mundo; por cada día que le han mostrado los dientes; por cada día en que lo han hecho callar como si solo él estuviera equivocado.”

“Ya en su vejez, con setenta y cinco años, tras ser internado de gravedad por un severo ataque al corazón, Javier Pérez recordaría que sólo una vez en toda su existencia había creído entender qué era la vida.”

“Pienso, a modo de hipótesis, que el afán del viejito de la Roma de contar historias nació del mismo lugar desde donde suele brotar el afán de la mayoría de los escritores por hacerlo, pero que, en vez de tomar como bandera la escritura, en su caso, su talento se había inclinado hacia la oralidad.”

“Añorábamos ser en medio de alguna neófita mirada de algún ente de biblioteca posmoderna, de alguien redescubriendo el papel.”

“…transformamos lo sublime en una cebolla para seguir sin ser leídos.”

“¿Quién hoy pregunta a tu verso hacia dónde va el país?”

“Él sabe que siempre obró bien, pero teme, tiembla ante la idea de que el Diablo lo convenza de que no fue así.”

“Cómo estar seguro de que nada pasará, cuando no siempre se necesita una razón para convertirse en uno de esos seres malditos y engañadores, de esos entes arrojados de la cuna de Dios.”