“En el pueblo, la diferencia entre lo que se sabe sobre una persona y lo que se desconoce de ella es mínima. Puede haber cierto número de secretos bien guardados, pero, en general, apenas existe el engaño: es casi imposible.
El conocimiento que tiene el pueblo de cada individuo no es mucho menor que el de Dios, aunque su juicio sea diferente. La curiosidad, en el sentido de fisgar o entremeterse, es así escasa, pues no hay necesidad de ella.
Lo misterioso no es lo que se oculta de forma deliberada, sino, como ya he señalado, el hecho de que la gama de lo posible siempre pueda sorprendernos. Y por ello, tampoco hay apenas representación; los campesinos no "representan papeles" como lo hacen los personajes urbanos. Esto no se debe a que sean "sencillos" o más sinceros o menos astutos; simplemente el espacio entre lo que se desconoce de una persona y lo que todo el mundo sabe de ella - y éste es el espacio de la representación - es demasiado pequeño.”