“La muerte era de una naturaleza piadosa, significativa y tristemente bella, es decir, espiritual; pero, al mismo tiempo, también poseía una segunda naturaleza, casi contraria, muy física y material que, desde luego, no se podía considerar bella, ni significativa, ni piadosa, ni siquiera triste. La naturaleza solemne y espiritual se expresaba en la suntuosa mortaja y ataúd del difunto, las magníficas flores y las palmas que, como se sabe, significan la paz celestial (…) Todas aquellas disposiciones claramente hallaban su sentido y su buen fin en la idea de que el abuelo había adoptado su forma definitiva y verdadera para siempre. Pero además, como muy bien captó el pequeño Hans Castorp, aunque no quiso reconocerlo, todo aquello, y especialmente a su vez, la enorme cantidad de flores (y, entre éstas, en particular de nardos) tenía otro sentido y otro fin más prosaico: mitigar ese otro aspecto de la muete que no es ni bello ni realmente triste, sino más bien casi indecente, bajo, indignamente físico; hacer olvidar o impedir tomar conciencia de la muerte (pp.43-44)”
Temas
bien , aspecto , cantidad , forma , paz , tiempo , palma , conciencia , flor , naturaleza , material , paz , idea , segunda , disposición , fin , sentido , muerte , muerte , todas , abuela , mismo , podio , decir , físicas , siquiera , veces , difunto , ataud , hacer , bueno , bajo , pequeño , particular , contrario , definitivaThomas Mann 41
escritor alemán, premio Nobel de Literatura 1875–1955Citas similares

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“poseía un conocimiento más completo de los resortes de la Naturaleza que su amigo.”
El orígen del pensamiento

“Ni siquiera la propia naturaleza sabe que camino va a seguir el electrón.”