Frases sobre declive

Una colección de frases y citas sobre el tema del declive, vida, vida, mismo.

Frases sobre declive

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“En los comienzos de un amor, los amantes hablan del futuro; en su declive, hablan del pasado.”

André Maurois (1885–1967) escritor francés

Fuente: [Señor] (1997), p. 41.

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“Es inútil. El vacío auténtico, como un blindaje, acoraza su vida. Se detiene junto a una silla, la toma por el respaldar, hace ruido con ella golpeando las patas contra el piso; pero este ruido es insuficiente para desteñir el vacío teñido de gris. Deliberadamente hace pasar ante sus ojos paisajes anteriores, recuerdos, sucesos; pero su deseo no puede engarfiar en ellos, resbalan como los dedos de un hombre extenuado por los golpes de agua, en la superficie de una bola de piedra. Los brazos se le caen a lo largo del cuerpo, la mandíbula se le afloja. Es inútil cuanto haga para sentir remordimiento o para encontrar paz. Igual que las fieras enjauladas, va y viene por su cubil frente a la indestructible reja de su incoherencia. Necesita obrar, mas no sabe en qué dirección. Piensa que si tuviera la suerte de encontrarse en el centro de una rueda formada por hombres desdichados, en el pastizal de una llanura o en el sombrío declive de una montaña, él les contaría su tragedia. Soplaría el vien­to doblando los espinos, pero él hablaría sin reparar en las estrellas que empezaban a ser visibles en lo negro. Está seguro que aquel círculo de vagabundos comprendería su desgracia; pero allí, en el corazón de una ciudad, en una pieza perfectamente cúbica y sometida a disposiciones del digesto municipal, es ab­surdo pensar en una confesión. ¿Y si lo viera a un sacerdote y se confiara a él? Mas, ¿qué puede decirle un señor afeitado, con sotana y un inmenso aburri­miento empotrado en el caletre? Está perdido, ésa es la verdad; perdido para sí mismo.”

Los lanzallamas

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“La psicología, al fin y al cabo, y en este sentido guarda claras similitudes tanto con el marxismo como con la tradición judeocristiana, propone una narración de autoengaño, sufrimiento necesario, declive y caída, seguida del alumbramiento de una conciencia y conocimiento de uno mismo, autosuperación y, en última instancia, recuperación. A mí me llama la atención, en las memorias de los centroeuropeos nacidos en torno al cambio de siglo, el número de personas (judíos sobre todo) que comentan lo en boga que estaban en aquella época el análisis, la «explicación», las categorías de la nueva disciplina (neurosis, represión, etcétera). Esta fascinación por profundizar más allá de la explicación superficial, por desmontar mistificaciones, por encontrar una historia que resultaba tanto más verdadera cuanto más la negaran aquellos a quienes describía, guarda una asombrosa semejanza con los procedimientos del marxismo.
En la versión freudiana, como en la marxista, la consideración clave es una fe ilimitada en el inevitable éxito del resultado si el proceso en sí mismo es correcto: dicho de otra forma, si se ha entendido correctamente y se ha superado el daño o el conflicto previo, se llega necesariamente a la tierra prometida. Y esta garantía de éxito es de por sí suficiente para justificar el esfuerzo necesario para llegar ahí. En palabras del propio Marx, él no se dedicaba a escribir las recetas de los libros de cocina del futuro; él simplemente prometía que esos libros de cocina futuros existirían si utilizábamos correctamente los ingredientes de hoy.”

Tony Judt (1948–2010) historiador británico

Thinking the Twentieth Century

Robert Sapolsky Foto

“El patrón de la apertura a la experiencia ya había sido estudiado. (…) Una característica era la juventud asociada al proceso creativo. Algunas profesiones se construyen exclusivamente sobre los avances creativos de niños prodigio (como por ejemplo, las matemáticas). Otras son menos extremas del mismo patrón: el número de melodías anuales de un compositor, los poemas de un poeta, los descubrimientos nuevos de un científico marcan un declive general pasado cierto pico de relativa juventud.

Las grandes mentes creativas no sólo suelen generar cada vez menos descubrimientos a medida que pasa el tiempo, sino que están menos abiertas a aceptar los inventos de otros. (…) Como señaló el físico Max Planck, generaciones enteras de científicos sólidamente establecidos nunca aceptan las teorías nuevas, se mueren antes. (…) La estrechez mental da como resultado a un revolucionario envejecido que rechaza precisamente lo que debería haber sido la extensión lógica de su propia revolución.

Tenemos el surgimiento de una pauta consistente: a medida que envejecemos, la mayoría de nosotros (los científicos de más edad fustigando a sus discípulos descarriados, la persona que pasa el día en el coche para ir a trabajar tratando de sintonizar en la radio una emisora que ponga una canción familiar) estamos menos abiertos a las novedades que otros.
(…)
Como la neurobiología no era gran de ayuda en el tema (no existe una región específica de apertura, y la neurogénesis se produce a lo largo de toda la vida, en mayor o menor cantidad), recurrí a la psicología. La producción creativa y la apertura a los nuevos inventos de otros está distorsionda por un factor: no se puede predecir el declive por la edad de la persona, sino por cuánto tiempo haya trabajado en una determinada disciplina. (…) No se trata de edad cronológica, sino de edad "disciplinaria": los eruditos que cambian de disciplina parecen rejuvenecer su apertura mental ante lo novedoso.”

Monkeyluv: And Other Essays on Our Lives as Animals