“La experiencia es el mejor de los maestros, sólo que la matrícula es muy pesada.” Thomas Carlyle (1795–1881) Maestros
“Veréis, mi espectacular llegada a la Universidad había causado un revuelo considerable. Había entrado en el Arcano en tres días en lugar de en tres bimestres, que era lo habitual. Era el miembro más joven, con casi dos años de diferencia. Había desafiado abiertamente a un maestro delante de toda la clase y me había salvado de la expulsión. Me habían azotado y no había llorado ni sangrado.Por si eso fuera poco, había conseguido enfurecer al maestro Elodin hasta el punto de que él me había empujado desde el tejado de las Gavias. Dejé que esa historia circulara sin corregirla, pues era preferible a la bochornosa verdad.Todo eso era suficiente para generar un constante flujo de rumores sobre mí, y decidí aprovecharme de ello. La reputación es como una especie de armadura, o un arma que puedes blandir en caso de necesidad. Decidí que, ya que iba a ser arcanista, ¿por qué no ser un arcanista famoso?Así que solté unas cuantas informaciones: me habían admitido sin carta de recomendación. Los maestros me habían dado tres talentos en lugar de cobrarme la matrícula. Había sobrevivido varios años en las calles de Tarbean, viviendo de mi ingenio.Incluso lancé unos cuantos rumores que eran auténticas sandeces, mentiras descaradas que la gente repetía pese a que resultaba evidente que no eran ciertas. Tenía sangre de demonio en las venas. Veía en la oscuridad. Solo dormía una hora todas las noches. Cuando había luna llena, hablaba en sueños, en un idioma extraño que nadie entendía.Basil, mi antiguo compañero de litera de las Dependencias, me ayudó a propagar esos rumores. Yo me inventaba la historia, él se la contaba a unos cuantos, y juntos veíamos cómo se extendían como el fuego por un campo. Era un pasatiempo muy entretenido.” Patrick Rothfuss libro El nombre del viento The Name of the Wind De gente , De verdad , De mentira , De sueños
“Cuando, después de recuperarse, mi amigo fue a la universidad local, descubrió una vocación que movilizó su talento creativo, la dirección cinematográfica. Siguiendo esa llamada, se matriculó en una escuela de cine y filmó, a modo de proyecto de fin de carrera, una película que llamó la atención de un director de Hollywood, que le contrató como ayudante y le propuso que trabajase con él en un proyecto de una película de bajo presupuesto. Ese trabajo, a su vez, le granjeó un contrato como director y productor de otra pequeña película basada, esta vez, en un guión suyo, una película que el estudio casi destruye antes de su estreno, pero que sorprendentemente resultó mucho mejor de lo que nadie esperaba. Pero los cortes, supresiones y otros cambios arbitrarios realizados durante el montaje por la dirección del estudio fueron, para mi amigo –que valoraba mucho el control creativo de su obra–, una amarga lección. Por eso, cuando se dispuso a filmar otra película basada en un guión suyo y recibió la propuesta de un gran estudio de Hollywood (que, por aquel entonces, dictaba la pauta) de financiar el proyecto con la condición de poder cambiarlo antes del estreno, mi amigo acabó rechazando la oferta. En lugar de “vender” su control creativo, mi amigo invirtió las ganancias de su primer proyecto en el segundo. Y, cuando estaba casi terminado, se le acabó el dinero. Banco tras banco, le negaron un préstamo hasta que, al llamar a la puerta del décimo, obtuvo el crédito que acabó salvando el proyecto. La película en cuestión se titulaba La guerra de las galaxias. La insistencia de George Lucas en no renunciar, pese a las dificultades financieras, al control creativo de su proyecto refleja una integridad extraordinaria que, como todo el mundo sabe, acabó demostrando ser una empresa sumamente lucrativa. Pero la suya no fue una decisión motivada por la búsqueda de dinero porque, por aquel entonces, los” Daniel Goleman (1946) Focus: Desarrollar la atención para alcanzar la excelencia De mundo , De escuela , Cambio , Decisión