Allan Kardec: Citas de tendencias

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“Pongamos un ejemplo: Un hombre se ha perdido en el desierto y sufre una sed horrible; siéntese desfallecer y se deja caer en el suelo; ruega a Dios que le asista, y espera; pero ningún ángel viene a traerle agua. Sin embargo, un buen espíritu le ha "sugerido" el pensamiento de levantarse, seguir uno de los senderos que se presentan ante él, y entonces por un movimiento maquinal, se reviste de ánimo, se levanta y marcha a la ventura. Llega a una colina, descubre lejos un arroyuelo, y a esta vista, recobra ánimo. Si tiene fe, exclamará: "Gracias, Dios mío, por el pensamiento que me habéis inspirado y por la fuerza que me habéis dado". Si no tiene fe, dirá: "¡Qué buen pensamiento he tenido! ¡Qué suerte haber tomado el camino de la derecha más bien que el de la izquierda! la casualidad, verdaderamente, nos sirve bien algunas veces. ¡Cuánto me felicito por mi valor en no dejarme abatir!" Pero dirán algunos: "¿por qué el buen espíritu no le dijo bien claro, sigue esta senda, y al extremo encontrarás lo que te hace falta? ¿Por qué no se le ha manifestado, para guiarle y sostenerle en su abatimiento? De este modo le hubiera convencido de la intervención de la Providencia". En primer lugar sucede así para enseñarle que debe ayudarse a sí mismo y hacer uso de sus propias fuerzas, y luego, por tal incertidumbre, Dios pone a prueba la confianza que en El se tiene, así como la sumisión a su voluntad.”

El Evangelio segun los Espiritus

“Dos hombres acaban de morir: Dios había dicho: "Durante la vida de esos hombres, se pondrá en un saco cada una de sus buenas acciones, y a su muerte, se pesarán los sacos". Cuando estos hombres llegaron a su última hora, Dios se hizo llevar los dos sacos; el uno era grande, ancho, bien lleno, resonaba el metal que lo llenaba; el otro era pequeño, y tan delgado, que se veían los escasos cuartos que contenía; cada uno de estos hombres reconoció el suyo. Este es el mío, dijo el primero, lo reconozco, he sido rico y he dado mucho. Este es el mío, dijo el otro, yo siempre he sido pobre, ¡ay de mí!; casi no tenía nada para distribuir. Pero, ¡oh sorpresa!, puestos los dos sacos en la balanza, el más grande se volvió ligero y el más pequeño pesó tanto, que hizo caer mucho la balanza de su parte. Entonces Dios dijo al rico: Tú has dado mucho, verdad es, pero has dado por ostentación y para ver figurar tu nombre en todos los templos del orgullo, y dando, no te has privado de nada; ve a la izquierda y puedes estar contento si tu limosna se toma en cuenta por alguna cosa. Después dijo al pobre: Tú has dado muy poco, amigo mío; pero cada uno de los cuartos que están en la balanza, representa una privación para ti; si no has hecho limosna, has hecho caridad, y lo mejor es que la has hecho naturalmente, sin pensar que se tomaría en cuenta; tú has sido indulgente, no has juzgado a tu semejante, y aun le has disimulado todas sus acciones; pasa a la derecha y ve a recibir tu recompensa". (Un espíritu protector. Lyon, 1861).”

El Evangelio segun los Espiritus

“¿Pero se ha de tomar literalmente esta máxima? No, lo mismo que la que dice que nos arranquemos el ojo si nos es ocasión de escándalo. Llevada adelante con todas sus consecuencias, seria condenar toda represión, aun cuando fuese legal, y dejar el campo libre a los malos quitándoles todo miedo; si no se pusiera un freno a sus agresiones, muy pronto serían víctimas suyas todos los buenos. El mismo instinto de conservación, que es una ley de la naturaleza, dice que no debe uno presentar voluntariamente el cuello al asesino. Con estas palabras, pues, Jesús no prohibió la defensa; sino que "condenó la venganza". Diciendo que se presenta una mejilla cuando se ha herido la otra, es decir, bajo otra forma, que no debe volverse nunca mal por mal, que el hombre debe aceptar con humildad todo lo que tiende a rebajar su orgullo; que es más glorioso para él ser herido que herir, sobrellevar con paciencia una injusticia que cometerla él mismo; que vale más ser engañado que engañar y ser arruinado que arruinar a los demás. Es, al mismo tiempo, la condenación del duelo que no es otra cosa que un alarde de orgullo. La fe en la vida futura y en la justicia de Dios, que nunca deja el mal impune, puede sólo dar la fuerza para soportar con paciencia los tiros dirigidos a nuestros intereses y a nuestro amor propio y por esto decimos sin cesar: Dirigid vuestras miradas al porvenir, pues cuanto más os elevéis con el pensamiento sobre la vida material, menos os atormentarán las cosas de la tierra.”

El Evangelio segun los Espiritus