“Ha olvidado también el resto de aquella noche, la frialdad de las sábanas de ese lecho hostil, la soledad que trataba de disipar esforzando los ojos para arrancar a la oscuridad algún objeto, algún fulgor, y la angustia que hurgaba su espíritu como un laborioso clavo. ''Los zorros del desierto de Sechuran aúllan como demonios cuando llega la noche; ¿Sabes por qué? Para quebrar el silencio que los aterroriza'' había dicho una vez tía Adelina. Él tenía ganas de gritar para que la vida brotara en ese cuarto, donde todo parecía muerto.”
La ciudad y los perros
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refiriéndose a que un genuino maestro espiritual puede mostrar la verdad, siempre y cuando siga las instrucciones de su propio maestro; así como la Luna solo brilla con la ayuda del Sol.
En Caracas, Venezuela, 19 de febrero de 1975.
Atribuidas

Fuente: «Tierra de hombres» en Obras Completas, Editorial Plaza y Janés 1967, p. 268
“A veces de noche, enciendo la luz para no ver mi propia oscuridad.”
Variante: A veces, de noche, enciendo una luz, para no ver.