“En una conocida esquina de alguna gran ciudad, de esas tan grandes que hasta el más bienaventurado corre el riesgo de perder su salvación, aunque sea por unas cuantas horas y previa confesión, tres mujeres de ceñidas faldas esperaban con paciencia de santas que alguno de los pocos carros que doblaban sospechosamente por ese preciso lugar, las viera, se detuviera por completo, bajara su vidrio e invitara a alguna de ellas a comerciar, directa y sucintamente, una simple transacción, un estricto acuerdo entre dos partes, un negocio y ya: mi dinero por tu cuerpo.”
Última actualización 11 de julio de 2025.
Historia
Temas
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Escritor y editor chileno 1983Citas similares

“Traducción: «La única salvación para los vencidos es no esperar salvación alguna.»”
Una salus victis nullam sperare salutem.
«Una salus victis nullam sperare salutem».
Fuente: Eneida, II, 354.