„Y de nuevo, cuando terminó de repente con un pasaje del discurso de Goethe sobre Shakespeare, nuestra excitación se desvanecio bruscamente. Y de nuevo como en la víspera, se apoyó exhausto en la mesa, el semblante pálido, pero todavía surcado por pequeños temblores y estremecimientos de los nervios y en la mirada brillaba extrañamente la voluptuosidad de la efusión todavía viva como la de la mujer que acaba de desasirse de un poderoso abrazo.“
— Stefan Zweig, libro La confusión de los sentimientos
La Confusion des sentiments