“Se quedan un momento inmóviles y en silencio, mirándose, hasta que Wenceslao sacude la cabeza en dirección al cordero y dice:
—Lo despenamos y en paz.
Más adelante será una res roja, vacía, colgando de un gancho, después se dorará despacio al fuego de las brasas, sobre la parrilla, al lado del horno, después será servido en pedazos sobre las fuentes de loza cachada, repartido, devorado, hasta que queden los huesos todavía jugosos, llenos de filamentos a medio masticar que los perros recogerán al vuelo con un tarascón rápido y seguro y enterrarán en algún lugar del campo al que regresarán en los momentos de hambruna y comenzarán a roer tranquilos y empecinados sosteniéndolos con las patas delanteras e inclinando de costado la cabeza para morder mejor, dando tirones cortos y enérgicos, hasta dejarlos hechos unas láminas o unos cilindros duros y resecos que los niños dispersarán, pateándolos o recogiéndolos para tirárselos entre ellos en los mediodías calcinados en que atravesarán el campo para comprar soda y vino en el almacén de Berini, objetos ya irreconocibles que quedarán semienterrados y ocultos por los yuyos en diferentes puntos del campo durante un tiempo incalculable, indefinido, en el que arados, lluvias, excavaciones, cataclismos, la palpitación de la tierra que se mueve continua bajo la apariencia del reposo, los pasearán del interior a la superficie, de la superficie al interior, cada vez más despedazados, más irreconocibles, hechos fragmentos, pulverizados, flotando impalpables en el aire o petrificados en la tierra, sustancia de todos los reinos tragada incesantemente por la tierra o incesantemente vuelta a vomitar, viajando por todos los reinos —vegetal, animal, mineral— y cristalizando en muchas formas diferentes y posibles, incluso en la de otros corderos, incluso en la de infinitos corderos, menos en la de ese cordero hacia el que ahora se dirige Wenceslao llevando el cuchillo y la palangana.”

El limonero real

Última actualización 22 de mayo de 2020. Historia

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“Un hueso para el perro no es caridad. La caridad es el hueso compartido con el perro cuando estás tan hambriento como el perro.”

Jack London (1876–1916) escritor estadounidense

Original: «A bone to the dog is not charity. Charity is the bone shared with the dog when you are just as hungry as the dog».
Variante: Tirarle el hueso al perro no es caridad. Caridad es compartir el hueso con el perro cuando se está tan hambriento como él
Fuente: Novels and Social Writings.
Fuente: London, Jack. Novels and Social Writings. Volumen 2 de Library of America Jack London Edition Series. The Library of America. Editor Donald Pizer. Edición reimpresa. Editorial Library of America, 1982. ISBN 9780940450066. Página 191. https://books.google.es/books?id=HJKfh-uaLEUC&pg=PA191&dq=A+bone+for+the+dog+is+not+charity.+Charity+is+sharing+the+bone+with+the+dog,+when+you+are+as+hungry+as+the+dog&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjah5qX3-ngAhWFgM4BHcvOBTUQ6AEIKDAA#v=onepage&q=A%20bone%20for%20the%20dog%20is%20not%20charity.%20Charity%20is%20sharing%20the%20bone%20with%20the%20dog%2C%20when%20you%20are%20as%20hungry%20as%20the%20dog&f=false

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“«El mismo lobo tiene momentos de debilidad, en que se pone del lado del cordero y piensa: Ojalá que huya».”

Adolfo Bioy Casares (1914–1999) escritor argentino

Bioy Casares, 1959, 41
Citas de sus libros, Guirnalda con amores (1959)
Variante: "El mismo lobo tiene momentos de debilidad, en que se pone del lado del cordero y piensa: Ojalá que huya."

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