“La comida no era tan buena como la que le servían en su casa, pero la atmósfera era muy tranquila. Los sillones del saloncito para fumadores eran antiguos y cómodos, los camareros eran mayores y lentos, el papel de la pared estaba descolorido y la pintura había perdido color. Todavía tenían luz de gas. Los hombres como Walden acudían allí porque sus casas les resultaban excesivamente limpias y femeninas. —Dijo usted que casi lo habían”
El hombre de San Petersburgo
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The Grand Rapids Press, p. D5. (14 de junio de 2004).

“Los juramentos eran un poco como los corazones: roto el primero, los demás resultaban pan comido.”
El laberinto de los espíritus
“Lo dijo un ermitaño en su libre albedrío, amar es beber calmados, luz de un limpio río.”
Fuente: "Lecciones y moralejas por escrito en gotas de cariño"