Frases sobre aldea

Una colección de frases y citas sobre el tema del aldea, mundo, pueblo, mundo.

Frases sobre aldea

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“Prefiero ser el primero en una aldea que el segundo en Roma.”

Julio César (-100–-44 a.C.) líder militar y político de la República romana tardía

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“Tengo, efectivamente, el proyecto de hacer una noveleja, y aun algunos capítulos escritos, sin pies ni cabeza. Será aldeana montañesa de pura casta sin sabios heterodoxos, ni jóvenes escrupulosas, ni políticas corruptoras. Pura aldea, con sus tipos y resabios congénitos. Mucha naturaleza, mucho viento sur… y nada entre tres platos…”

José María de Pereda (1833–1906) escritor español

Carta a Benito Pérez Galdós (26 de marzo de 1881)
Se refiere a El sabor de la tierruca (1882)
Fuente: [Gutiérrez Sebastián], Raquel. «Hacia el modelo de novela regional: El sabor de la tierruca de José María de Pereda.» EN: Díaz Larios, Luis F. et al. (eds.). La elaboración del canon en la literatura española del siglo XIX: II Coloquio de la Sociedad de Literatura Española del Siglo XIX (Barcelona, 20-22 de octubre de 1999). http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/hacia-el-modelo-de-novela-regional--el-sabor-de-la-tierruca-de-jos-mara-de-pereda-0/html/ffbbd3a6-82b1-11df-acc7-002185ce6064_4.html Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Consultado el 19 de noviembre de 2019.

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“Y si vieras las mareas surgir, y si vieras las aldeas pasar. Vas buscando un libro, un paraíso eterno hacia allá.”

Luis Alberto Spinetta (1950–2012) Músico argentino

Citas de canciones por banda, Spinetta y Los Socios del Desierto

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“Para decirlo con toda franqueza, en todas las aldeas se necesita un breve período de terror.”

Mao Zedong (1893–1976) Presidente del Partido Comunista de China

Marzo de 1927
1927

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“Los guardias armados, policías y alguaciles andan escondidos y no se atreven a ir a las aldeas a extorsionar.”

Mao Zedong (1893–1976) Presidente del Partido Comunista de China

Marzo de 1927
1927

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“Tengo una visión del mundo como una aldea global, un mundo sin fronteras. ¡Imagina un profesor de historia que hace historia!”

Christa McAuliffe (1948–1986) Astronauta estadounidense

Fuente: Christa McAuliffe 1948-1986 Framingham State College - Biblioteca Henry Whittemore http://www.framingham.edu/henry-whittemore-library/curriculum-library-archives-and-special-collections/christa-mcauliffe.html

“La Palabra Celeste llegará a una aldea de España y se le escuchará.”

Benjamín Solari Parravicini (1898–1974) artista argentino

En 1938

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“Por entonces había muchas serpientes en la aldea. Desde el bosque atravesaban el río hasta los campos, de los campos pasaban a los huertos, de los huertos a los patios y de los patios a las casas. Allí se ovillaban de día tras las escaleras, y de noche se bebían la leche fría de los cubos.

Las mujeres llevaban consigo a sus hijos pequeños cuando salían a trabajar al patio o al huerto. Los metían en canastas de mimbre, entre mantas, y dejaban las canastas a la sombra de los árboles. Arrancaban manojos de hierba de los bancales con raíz y terrón incluidos. Tomaban aliento, volvían a escardar y sudaban.

Ella vivía a la orilla del pueblo. Aquel día estaba en el huerto y había dejado al niño en la canasta de mimbre, bajo el árbol. Junto a la canasta había una botella de leche. Estaba escardando la hierba del bancal de patatas. Olía a sudor. De pronto miró hacia el sol, puso a un lado el azadón y se dirigió al árbol.

La mirada se le vació, la ropa se le pegó a la piel. Se quedó paralizada. Levantó bruscamente al niño, sollozó y gritó, y mientras se tambaleaba sobre la hierba, la serpiente salió de la canasta arrastrándose lenta y perezosa por el suelo, y la mujer encaneció en cuestión de segundos.

En el huerto se quedaron el azadón y la canasta de mimbre bajo el árbol. La serpiente se había bebido la leche de la botella.

El pelo le quedó blanco a la mujer y la gente del pueblo tuvo por fin la prueba de que era una bruja.”

En tierras bajas

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“habiendo algunos fanáticos en el valle de Shah-i-Kot, en la provincia de Paktia. Una vez más la información era inexacta: no eran un puñado, sino centenares. Al ser afganos los talibanes derrotados, tenían a donde ir: sus aldeas y pueblos natales. Allí podían escabullirse sin dejar rastro. Pero los miembros de Al Qaeda eran árabes, uzbekos y, los más feroces de todos, chechenos. No hablaban pastún y la gente del pueblo afgano los odiaba, de manera que solo podían rendirse o morir peleando. Casi todos eligieron esto último. El mando estadounidense reaccionó al chivatazo con un plan a pequeña escala, la operación Anaconda, que fue asignada a los SEAL de la Armada. Tres enormes Chinook repletos de efectivos despegaron rumbo al valle, que se suponía vacío de combatientes. El helicóptero que iba en cabeza se disponía a tomar tierra, con el morro levantado y la cola baja, la rampa abierta por detrás y a solo un par de metros del suelo, cuando los emboscados de Al Qaeda dieron el primer aviso. Un lanzagranadas hizo fuego. Estaba tan cerca que el proyectil atravesó el fuselaje del helicóptero sin explotar. No había tenido tiempo de cargarse, así que lo único que hizo fue entrar por un costado y salir por el otro sin tocar a nadie, dejando un par de boquetes simétricos. Pero lo que sí hizo daño fue el incesante fuego de ametralladora desde el nido situado entre las rocas salpicadas de nieve. Tampoco hirió a nadie de a bordo, pero destrozó los controles del aparato al horadar la cubierta de vuelo. Gracias a la habilidad y la genialidad del piloto, pocos minutos después el moribundo Chinook ganaba altura y recorría cuatro kilómetros hasta encontrar un sitio más seguro donde proceder a un aterrizaje forzoso. Los otros dos helicópteros se retiraron también. Pero un SEAL, el suboficial Neil Roberts, que se había desenganchado de su cable de amarre, resbaló en un charquito de fluido hidráulico y cayó a tierra. Resultó ileso, pero inmediatamente fue rodeado por miembros de Al Qaeda. Los SEAL jamás abandonan a uno de los suyos, esté vivo o muerto. Poco después de aterrizar regresaron en busca de Roberts, al tiempo que pedían refuerzos por radio. Había empezado la batalla de Shah-i-Kot. Duró cuatro días, y se saldó con la muerte del suboficial Neil Roberts y otros seis estadounidenses. Había tres unidades lo bastante cerca como para acudir a la llamada: un pelotón de SBS británicos por un lado y la unidad de la SAD por el otro; pero el grupo más numeroso era un batallón del 75 Regimiento de Rangers. Hacía un frío endemoniado, estaban a muchos grados bajo cero. La nieve, empujada por el viento incesante, se clavaba en los ojos. Nadie entendía cómo los árabes habían podido sobrevivir en aquellas montañas; pero el caso era que allí estaban, y dispuestos a morir hasta el último hombre. Ellos no hacían prisioneros ni esperaban serlo tampoco. Según testigos presenciales, salieron de hendiduras en las rocas, de grutas invisibles y nidos de ametralladoras ocultos. Cualquier veterano puede confirmar que toda batalla degenera rápidamente en un caos, y en Shah-i-Kot eso sucedió más rápido que nunca. Las unidades se separaron de su contingente, los soldados de sus unidades. Kit Carson se encontró de repente a solas en medio de la ventisca. Vio a otro estadounidense (pudo identificarlo por lo que llevaba en la cabeza: casco, no turbante) también solo, a unos cuarenta metros. Un hombre vestido con túnica surgió del suelo y disparó contra el soldado con su lanzagranadas. Esa vez la granada sí estalló; no dio en el blanco sino que explotó a los pies del soldado.”

Frederick Forsyth (1938) novelista británico

La lista

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“Mi madre ya no llora con esas cartas. Pero no acierta a recordar cuándo ni dónde las guardó, ni por qué será que prácticamente las da por perdidas. Son las cartas de Mimí. Y vienen de Ingeniero Lartigue, una aldea de treinta casas y cien labriegos, que alguien olvidó en Asturias, muy cerca y muy lejos de León, en un monte escarpado y silencioso que era zona de hambruna en la posguerra.”

Jorge Fernández Díaz (escritor) (1960) periodista y escritor argentino

Citas por obras, Mamá
Fuente: Capítulo I. https://books.google.es/books?id=m9a9gPxZfecC&printsec=frontcover&dq=Jorge+Fern%C3%A1ndez+D%C3%ADaz&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwiq2LCKjNLhAhWHsBQKHb35AMgQ6AEIKDAA#v=snippet&q=Mi%20madre%20ya%20no%20llora%20con%20esas%20cartas.%20Pero%20no%20acierta%20a%20recordar%20cu%C3%A1ndo%20ni%20d%C3%B3nde%20las%20guard%C3%B3%2C%20ni%20por%20qu%C3%A9%20ser%C3%A1%20que%20pr%C3%A1cticamente&f=false

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