Frases sobre flauta

Una colección de frases y citas sobre el tema del flauta, veces, mujeres, hombres.

Frases sobre flauta

Octavio Paz Foto
Robin S. Sharma Foto

“«Cuando trabajas, tú eres la flauta que convierte en música el susurro de las horas. Amar”

Sabiduría cotidiana del monje que vendió su Ferrari

Marguerite Yourcenar Foto
Carlos Gardel Foto

“Mira Pibe, cuida la Flauta que la sonata es larga.”

Carlos Gardel (1890–1935) cantante, compositor musical y actor nacionalizado argentino, cuyo lugar de nacimiento es disputado

Frase de don Carlos (como le decían), a un amigo al encontrarlo a la salida de un Cabaret de Buenos Aires.

Wolfgang Amadeus Mozart Foto
Léopold Sédar Senghor Foto
Robert Jordan Foto

“No soy un señor, milady. Soy un pastor, y toco la flauta en las posadas”

The Great Hunt
Variante: No soy un señor, milady. Soy un pastor, y toca la flauta en las posadas

Mika Waltari Foto
Gerald Durrell Foto
Carlos Gardel Foto
Irvine Welsh Foto
Patrick Rothfuss Foto

“Dado que Imre era un refugio para la música y el teatro, quizá penséis que yo pasaba mucho tiempo allí, pero nada podría estar más lejos de la verdad. Solo había estado en Imre una vez. Wilem y Simmon me habían llevado a una posada donde tocaba un trío de hábiles músicos: laúd, flauta y tambor. Pedí una jarra de cerveza pequeña que me costó medio penique y me relajé, dispuesto a disfrutar de una velada con mis amigos…
Pero no pude. Apenas unos minutos después de que empezara a sonar la música, casi salí corriendo del local. Dudo mucho que podáis entender por qué, pero supongo que si quiero que esto tenga algún sentido, tendré que explicároslo.
No soportaba oír música y no formar parte de ella. Era como ver a la mujer que amas acostándose con otro hombre. No. No es eso. Era como…
Era como los consumidores de resina que había visto en Tarbean. La resina de denner era ilegal, por supuesto, pero había partes de la ciudad en que eso no importaba. La resina se vendía envuelta en papel encerado, como los pirulís o los tofes. Mascarla te llenaba de euforia. De felicidad. De satisfacción.
Pero pasadas unas horas estabas temblando, dominado por una desesperada necesidad de consumir más, y esa ansia empeoraba cuanto más tiempo llevabas consumiéndola. Una vez, en Tarbean, vi a una joven de no más de dieciséis años con los reveladores ojos hundidos y los dientes exageradamente blancos de los adictos perdidos. Le estaba pidiendo un «caramelo» de resina a un marinero, que lo sostenía fuera de su alcance, burlándose de ella. Le decía a la chica que se lo daría si se desnudaba y bailaba para él allí mismo, en medio de la calle.
La chica lo hizo, sin importarle quién pudiera estar mirando, sin importarle que fuera casi el Solsticio de Invierno y que en la calle hubiera diez centímetros de nieve. Se quitó la ropa y bailó desenfrenadamente; le temblaban las pálidas extremidades, y sus movimientos eran patéticos y espasmódicos. Entonces, cuando el marinero rio y negó con la cabeza, ella cayó de rodillas en la nieve, suplicando y sollozando, agarrándose desesperadamente a las piernas del marinero, prometiéndole que haría cualquier cosa que le pidiera, cualquier cosa…
Así era como me sentía yo cuando oía tocar a unos músicos. No podía soportarlo. La ausencia diaria de mi música era como un dolor de muelas al que me había acostumbrado. Podía vivir con ello. Pero no soportaba ver cómo agitaban delante de mí el objeto de mi deseo.”

The Name of the Wind

Anthony Burgess Foto
Julio Cortázar Foto