Frases sobre cueva

Una colección de frases y citas sobre el tema del cueva, hombres, hombre, hombro.

Frases sobre cueva

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“EL PRIVILEGIO DE PENSAR

¡Ah, reconcentrarse, y pensar!
Decirse, esto es, ahora pienso
sentado sobre el banco junto a la ventanilla amiga.
¡Puedo pensar! Quema los ojos, el rostro,
por la verriondez de Piazza Vittorio,
la mañana, y mísero, adhesivo,
mortifica el olor del carbón
la avidez de los sentidos: un dolor terrible
pesa en el corazón, así de nuevo vivo.

Bestia vestida de hombre
niño arrojado solo al mundo,
con su abrigo y sus cien liras,
heroico y ridículo me voy a trabajar,
yo también, para vivir… Poeta, es verdad,
pero mientras heme aquí en este tren,
cargado tristemente de empleados
como por broma, blanco de cansancio,
heme aquí sudando mi salario,
dignidad de mi falsa juventud,
miseria de quienes con humildad interna
y aspereza ostentada me defiendo…
¡Pero pienso! Pienso, en el rincón amigo,
en la íntegra mediahora del recorrido,
desde San Lorenzo a las Capannelle,
desde las Capannelle hasta el aeropuerto,
pensando, buscando infinitas lecciones
en un solo verso, en un trocito de verso.
¡Qué estupenda mañana! ¡A ninguna otra
igual! Ahora hijos de débil
neblina, ignorada detrás de los murallones
del acueducto, recubierto
de casitas pequeñas como perreras,
y calles arrojadas allá, abandonadas,
frecuentadas sólo por aquella pobre gente.
Ahora arrebatos de sol, sobre praderas de grutas
y cuevas, barroco natural, con verdes
extendidos por un Corot pordiosero: ahora soplos de oro
sobre las pistas donde con deliciosas grupas marrones
corren los caballos, montados por muchachos
que parecen aún más jóvenes, y no saben
cuánta luz en el mundo hay en torno a ellos.”

Pier Paolo Pasolini (1922–1975) escritor, poeta y director de cine italiano

Poems

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“Son muy pocos aquellos de entre nosotros que no se han despertado a veces antes del alba, o después de una de esas noches sin sueños que casi nos hacen amar la muerte, o de una de esas noches de horror y de alegría monstruosa, cuando se agitan en las cámaras del cerebro fantasmas más terribles que la misma realidad, rebosantes de esa vida intensa, inseparable de todo lo grotesco, que da al arte gótico su imperecedera vitalidad, puesto que ese arte bien parece pertenecer sobre todo a los espíritus atormentados por la enfermedad del ensueño. Poco a poco, dedos exangües surgen de detrás de las cortinas y parecen temblar. Adoptando fantásticas formas oscuras, sombras silenciosas se apoderan, reptando, de los rincones de la habitación para agazaparse allí. Fuera, se oye el agitarse de pájaros entre las hojas, o los ruidos que hacen los hombres al dirigirse al trabajo, o los suspiros y sollozos del viento que desciende de las montañas y vaga alrededor de la casa silenciosa, como si temiera despertar a los que duermen, aunque está obligado a sacar a toda costa al sueño de su cueva de color morado. Uno tras otro se alzan los velos de delicada gasa negra, las cosas recuperan poco a poco forma y color y vemos cómo la aurora vuelve a dar al mundo su prístino aspecto. Los lívidos espejos recuperan su imitación de la vida. Las velas apagadas siguen estando donde las dejamos, y a su lado descansa el libro a medio abrir que nos proponíamos estudiar, o la flor preparada que hemos lucido en el baile, o la carta que no nos hemos atrevido a leer o que hemos leído demasiadas veces. Nada nos parece que haya cambiado. De las sombras irreales de la noche renace la vida real que conocíamos. Hemos de continuar allí donde nos habíamos visto interrumpidos, y en ese momento nos domina una terrible sensación, la de la necesidad de continuar, enérgicamente, el mismo ciclo agotador de costumbres estereotipadas, o quizá, a veces, el loco deseo de que nuestras pupilas se abran una mañana a un mundo remodelado durante la noche para agradarnos, un mundo en el que las cosas poseerían formas y colores recién inventados, y serían distintas, o esconderían otros secretos, un mundo en el que el pasado tendría muy poco o ningún valor, o sobreviviría, en cualquier caso, sin forma consciente de obligación o de remordimiento, dado que incluso el recuerdo de una alegría tiene su amargura, y la memoria de un placer, su dolor.”

The Picture of Dorian Gray

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“Siempre me preocupó el problema el mal, cuando desde chico me ponía al lado de un hormiguero, armado de un martillo y empezaba a matar bichos sin ton ni son. El pánico se apoderaba de los sobrevivientes, que corrían en cualquier sentido Luego echaba agua con la manguera. ¡Inundación! Ya me imaginaba las escenas dentro, obras de emergencia, las corridas, las órdenes y contraórdenes para salvar depósitos de alimentos, huevos, seguridad de reinas, etc. Finalmente, con una pala removía todo, abría grandes boquetes, buscaba las cuevas y destruía frenéticamente: Catástrofe General. Después me ponía a cavilar sobra el sentido general de la existencia, y pensar sobre nuestras propias inundaciones y terremotos. Así fui elaborando una serie de teorías, pues la idea de que estuviéramos gobernados por un dios omnipotente, omnisciente y bondadoso, me parecía tan contradictoria que ni siquiera creía que se pudiese tomar en serio. Concluí elaborando las siguientes posibilidades: 1ª-Dios no existe. 2ª-Dios existe y es un canalla. 3ª-Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia. 4ª-Dios existe, pero tiene accesos de locura, esos accesos son nuestra existencia. 5ª-Dios no es omnipresente: no puede estar en todas partes. 6ª-Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado grande para sus fuerzas. Lucha contra la materia como un artista con su obra. Algunas veces, en algún momento, logra ser Goya, pero generalmente es un desastre.”

Ernesto Sabato (1911–2011) escritor argentino
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“Los valientes y los locos a menudo viven en la misma cueva, decimos nosotros.

Binabik”

Tad Williams (1957) escritor estadounidense

The Dragonbone Chair

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“He tenido que prometer permanecer un año a su disposición, en el monasterio de Lanchen en invierno y cerca de su cueva en verano. No será divertido ni confortable. Son cuartuchos en los que se alojan los monjes tibetanos…, será muy duro, pero increíblemente interesante.”

Alexandra David-Néel (1868–1969) exploradora famosa por su visita a Lhasa

Refiriéndose al compromiso que le exigió el superior, o gonchem del monasterio de Lanchem para aceptarla como discípula. Al final permaneció dos años.

“Fue un momento muy especial para nosotras. Aydeé (Vargas) y yo lo mirábamos y no podíamos creer que era él (…), pusimos una red en la entrada de la cueva y lo atrapamos. El hallazgo nos permitió que el murciélago nariz de espada sea incluido en el Libro Rojo de especies amenazadas y se genere una estrategia para su protección.”

Kathrin Barboza Márquez (1983) Bióloga boliviana

Fuente: Kathrin Barboza, la bióloga que redescubrió un murciélago que se creía extinto en Bolivia. Publicado en Página 7 el 20 de junio de 2017. https://www.paginasiete.bo/gente/2017/6/20/kathrin-barboza-biloga-redescubri-murcilago-crea-extinto-bolivia-141707.html#! Consultado el 8 de enero de 2019.

“Los hombres pueden navegar en el mar toda la vida y rara vez entran en contacto con los monstruos de pesadilla que habitan las cuevas y los acantilados del fondo del océano.”

Fuente: «Fuego en el brasero de la cocina»
Fuente: Outerson, William: «Fuego en el brasero de la cocina.» EN: VV. AA.; Nebreda, José María (edición). Mares tenebrosos: Una antología de cuentos de terror en el mar. Madrid: Valdemar, 2011 ISBN: 97884-7702-693-8