Frases sobre cena

Una colección de frases y citas sobre el tema del cena, bueno, vida, fe.

Frases sobre cena

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“La esperanza es un buen desayuno pero una mala cena.”

Francis Bacon (1561–1626) filósofo, político, abogado y escritor

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“No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés.”

Adam Smith (1723–1790) economista y filósofo escocés

Fuente: Citado en Amate Pou, Jordi.Paseando por una parte de la Historia: Antología de citas. Editorial Caligrama, 2017. ISBN 9788417321871. p. 43.
Fuente: La riqueza de las naciones

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“John Cena no tiene puertas en su casa, tiene muros que va derribando.”

Héctor del Mar (1942–2019) locutor de radio y televisión español de origen argentino

“John Cena es más difícil que hacer un fuera de juego en un futbolín.”

Héctor del Mar (1942–2019) locutor de radio y televisión español de origen argentino
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“Hoy, Lúculo cena con Lúculo.”

Lúculo (-117–-56 a.C.)

Frase que dirigió a su mayordomo un día que no tenía invitados, significando que no por ello debería ser menor el lujo de su cena.

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“En especial me gustan las chicas que saben compartir la conversación, y no sólo hablan de sí mismos. Creo que una película, seguida de la cena es una primera cita perfecta. Para una cita romántica - patinaje sobre hielo.”

Corbin Bleu (1989) actor, cantautor, modelo, bailarin y productor de cine ítalo-estadounidense

Cotizaciones, Tigerbeat entrevista (agosto de 2006)

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“Su antepasado Sebastián d’Anconia había salido de España varios siglos atrás, en una época en que aquél era el país más poderoso del mundo, y aquel hombre era uno de sus personajes más orgullosos. Había tenido que marcharse cuando un alto funcionario de la Inquisición le había sugerido ciertos cambios en su manera de actuar durante una cena en la corte, y Sebastián d’Anconia le había arrojado un vaso de vino a la cara. Había logrado escapar, dejando atrás su fortuna, sus fincas, su palacio de mármol y la mujer a la que amaba, y había partido hacia un nuevo mundo. Su primera propiedad en la Argentina fue una cabaña de madera a los pies de los Andes. El sol resplandecía como un faro sobre el escudo de plata de los d’Anconia, clavado sobre la puerta, mientras Sebastián d’Anconia excavaba la tierra en busca de cobre en su primera mina. Pasó varios años, pico en mano, rompiendo rocas desde el amanecer hasta la puesta del sol, con ayuda de unos cuantos aventureros, desertores del ejército español, convictos fugados e indígenas hambrientos. Quince años después de haber salido de España, Sebastián d’Anconia mandó buscar a la mujer que amaba y que lo estaba esperando. Al llegar, ella encontró el escudo de plata sobre la entrada de un palacio de mármol, en medio de un inmenso jardín, y, más lejos, las montañas estriadas por las rojas vetas del metal. La tomó en sus brazos para cruzar el umbral y a ella le pareció más joven que cuando lo había visto por última vez.”

Ayn Rand (1905–1982) filósofa y escritora estadounidense

La Rebelión de Atlas

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“Buen chico.
Y yo dije:
—Gracias por la cena —porque eso es ser educado.”

The Curious Incident of the Dog in the Night-Time

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“Me acerqué a pedirle al encargado que me diera la nueva llave, me arrastré hasta mi apartamento y estudié mi nueva cerradura. Grande, metálica y brillante. No tenía ni un rasguño. Incluso la llave tenía grabada una muesca extraña, que le proporcionaba un sistema a prueba de ladrones. Chúpate esa, Su Majestad.
Abrí la puerta, entré y la cerré de nuevo. Me descalcé, estremeciéndome por el dolor en el estómago. Iba a tardar mucho tiempo en curarse por completo, pero al menos ya había dejado de sangrar.
Me había relajado. Mañana ya me preocuparía de Hugh d'Ambray, Andrea y Roland, pero de momento me sentía muy contenta. Ah, mi casa. Mi hogar, mis esencias, mi querida alfombra bajo mis pies, mi cocina, mi Curran sentado en la silla de la cocina… ¡Espera un momento!
-¡Tú! -Miré la cerradura, lo miré a él. Era demasiado bueno para la puerta a prueba de ladrones.
Con mucha parsimonia, acabó de escribir algo en un trozo de papel, se levantó y se dirigió hacia mí. Mi corazón se desbocó. Unas pequeñas chispas doradas danzaban en sus ojos grises. Me tendió el trozo de papel y sonrió.
-No puedo quedarme.
Me quedé mirándolo como una idiota.
Inhaló mi aroma, abrió la puerta y se marchó. Entonces miré el papel.
Voy a estar ocupado las próximas ocho semanas, así que lo dejamos para el quince de noviembre.
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Quiero un filete de cordero o de venado. Patatas asadas con mantequilla dulce. Mazorcas de maíz. Panecillos. Y una tarta de manzana, como la que preparaste la otra vez. Me gustó muchísimo. La quiero con helado.
Me debes una cena desnuda, pero no soy un completo animal, por lo que puedes llevar sujetador y braguitas si lo deseas. Las azules con lazo me encantan.
Curran
Señor de las Bestias de Atlanta”

Magic Strikes

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