Frases sobre cazador

Una colección de frases y citas sobre el tema del cazador, ser, vida, vida.

Frases sobre cazador

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“hemos cogido nuestros cuerpos vigorosos y resistentes de cazadores-recolectores y los hemos dejado caer en un mundo artificial de ocio.”

Nacidos para correr: La historia de una tribu oculta, un grupo de superatletas y la mayor carrera de la historia

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“Los cazadores y recolectores tienen miles de fuentes de alimento para subsistir. La agricultura cambió todo eso, generando una dependencia absoluta de unas docenas de fuentes alimenticias. La agricultura permitió el almacenamiento de recursos excedentes y por ende, inevitablemente, el almacenamiento desigual de los mismos, la estratificación de la sociedad y la invención de las clases. Así, ha permitido la invención de la pobreza”

conferencia "Patología social" 22:19-22:46 http://www.youtube.com/watch?v=D0zy_FuJqNA&t=22m19s
Hunter-Gatherers have thousands of wild sources of food to subsist on. Agriculture changed all of that, generating an overwhelming reliance on a few dozen food sources. Agriculture allowed for the stockpiling of surplus resources and thus, inevitably, the unequal stockpiling of them stratification of society and the invention of classes. Thus, it has allowed for the invention of poverty
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“A pesar de su falta de lustre como científico, [Robert] Gallo se trabajó su ascenso en la estructura del poder. Peter Duesberg, pese a su brillantez, se trabajo su descenso… […]…Bob Gallo tenía una muestra de un virus que Luc Montagnier había mandado a Gallo para que lo evaluase, y Bob se había apropiado de él en la búsqueda de su propia carrera…. […]…"Caballeros, ¡hemos encontrado la causa del SIDA!". Y así fue. Gallo y Heckler predijeron que una vacuna y una cura estarían disponibles en un par de años. Era el año 1984. Todos los viejos cazadores de virus del Instituto Nacional del Cáncer pusieron nuevos carteles en sus puertas y se convirtieron en investigadores del SIDA. [Ronald] Reagan mandó alrededor de mil millones de dólares, sólo para ir abriendo boca, y de repente todo el mundo que pudiese proclamar el ser cualquier tipo de científico médico y que no hubiese tenido mucho que hacer últimamente estaba empleado a tiempo completo. Y aún lo están…[…]…llamarlo VIH [Virus de la Inmunodeficiencia Humana] fue un error de miopes que impidió cualquier pensamiento de investigación en la relación causal entre el Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida y el Virus de la Inmuno Deficiencia Humana. Duesberg hizo notar sabiamente desde los márgenes de [la revista] Procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias que no había buena evidencia implicando al nuevo virus. Fue ignorado. Los editores rechazaron sus manuscritos y comités de colegas empezaron a cuestionar su necesidad de tener que continuar dándole fondos para investigar…[…]…Se le dejó [a Peter Duesberg] sin fondos de investigación. Así desarmado, sería una amenaza menor al creciente stablishment del SIDA.”

Kary Mullis (1944–2019)

Kary Mullis, premio Nobel de química 1993.

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“Los jesuitas son grandes cazadores de dotes, accionistas de Bancos, y sostenedores de periódicos reaccionarios.”

Álvaro de Albornoz (1879–1954) político español (1879-1954)

Fuente: El Imparcial (10-10-1931) nº 22239 , pag. 3.

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“Hoy esos hombres y mujeres van a Tailandia, a Filipinas, a Botswana, a Bolivia y a cualquier parte donde esperan encontrar gentes que necesitan con desesperación un trabajo. Van a esos países con la intención deliberada de explotar a los desdichados, a seres que tienen hijos desnutridos o famélicos, que viven en barrios de chabolas y que han perdido toda esperanza de una vida mejor; que incluso han dejado de soñar en un futuro. Esos hombres y mujeres salen de sus fastuosos despachos de Manhattan, de San Francisco o de Chicago, se desplazan entre los continentes y los océanos en lujosos jets, se alojan en hoteles de primera categoría y se agasajan en los mejores restaurantes que esos países puedan ofrecer. Luego salen a buscar gente desesperada.
Son los negreros de nuestra época. Pero ya no tienen necesidad de aventurarse en las selvas de África en busca de ejemplares robustos para venderlos al mejor postor en las subastas de Charleston, Cartagena o La Habana. Simplemente reclutan a esos desesperados y construyen una fábrica que confeccione las cazadoras, los pantalones vaqueros, las zapatillas deportivas, las piezas de automoción, los componentes para ordenadores y los demás miles de artículos que aquéllos saben colocar en los mercados de su elección. O tal vez prefieren no ser los dueños de esas fábricas, sino que se limitan a contratar con los negociantes locales, que harán el trabajo sucio por ellos.
Esos hombres y mujeres se consideran gente honrada. Regresan a sus países con fotografías de lugares pintorescos y de antiguas ruinas, para enseñárselas a sus hijos. Asisten a seminarios en donde se dan mutuas palmadas en las espaldas e intercambian consejos sobre cómo burlar las arbitrariedades aduaneras de aquellos exóticos países. Sus jefes contratan abogados que les aseguran la perfecta legalidad de lo que ellos y ellas están haciendo. Y tienen a su disposición un cuadro de psicoterapeutas y otros expertos en recursos humanos, para que les ayuden a persuadirse de que, en realidad, están ayudando a esas gentes desesperadas.
El esclavista a la antigua usanza se decía a sí mismo que su comercio trataba con una especie no del todo humana, a cuyos individuos ofrecía la oportunidad de convertirse al cristianismo. Al mismo tiempo, entendía que los esclavos eran indispensables para la supervivencia de su propia sociedad, de cuya economía constituían el fundamento. El esclavista moderno se convence a sí mismo (o a sí misma) de que es mejor para los desesperados ganar un dólar al día que no ganar absolutamente nada. Y además se les ofrece la oportunidad de integrarse en la más amplia comunidad global. Él o ella también comprenden que esos desesperados son esenciales para la supervivencia de sus compañías, y que son los fundamentos del nivel de vida que sus explotadores disfrutan. Nunca se detienen a reflexionar sobre las consecuencias más amplias de lo que ellos y ellas, su nivel de vida y el sistema económico en que todo eso se asienta están haciéndole al planeta, ni sobre cómo, finalmente, todo eso repercutirá en el porvenir de sus propios hijos.”

Confesiones de un gángster económico

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“Consideremos nuevamente este punto. Eso es aquí, Es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En él están todos los que amamos, todo los que conoces, todos de quiénes haz oído hablar, y todos los seres humanos, quiens fueran que han vivido sus vidas. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de confiadas religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilizaciones, cada rey y cada campesino, cada joven pareja de enamorados, cada madre y padre, cada esperanzado niño, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí: en una mota de polvo suspendida en un rayo de Sol.

La Tierra es un muy pequeño escalón en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre derramados por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueles visitas que los habitantes de una esquina de ese pixel hicieron contra los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina; la frecuencia de sus malentendidos, la impaciencia por matarse unos a otros, la generación de fervientes odios. Nuestras posturas, nuestra imaginada auto-importancia, la falsa ilusión de tener una posición privilegiada en el Universo, son desafiadas por este pálido punto de luz.

Nuestro planeta es una mota solitaria en la inmensa oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que la ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro cercano, al cual nuestra especie pudiera migrar. ¿Visitar?, Sí. Establecerse, ¿aún no?. Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos.

Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad y construcción de carácter. Quizá no hay mejor demostración de la tontería de la soberbia humana que ésta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amablemente, y de preservar y cuidar el pálido punto azul, el único hogar que jamás hemos conocido”

Carl Sagan (1934–1996) astrofísico, cosmólogo y divulgador científico estadounidense
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“Para cazarte a ti mismo también necesitas ser mejor cazador que el Parásito.”

Miguel Ángel Ruiz Macías (1952) emexicanoy filósofo mexicano

La maestría del amor

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Samuel Butler (poeta) Foto

“El cazador: Es un perro de caza auxiliar que ayuda a unas bestias a someter y exterminar a otras… Sufre también, a su manera, pero aunque lo considero un juego]] y un deporte porque no sirve ningún propósito, hace todo lo que puede para que los demás sepan lo duro que es. Haga lo que haga la liebre, al final le llevará al cazador a la taberna donde este disfrutará inventando sus hazañas…”

Samuel Butler (poeta) (1612–1680)

«Caracteres» (en Remains 1759-obra póstuma)
Original: «A hunter: Is an auxiliary hound that assists one nation of beasts to subdue and overrun another... He takes very great pains in his way, but calls it game and sport because it is to no purpose; and he is willing to make as much of it as he can, and not be thought to bestow so much labour and pains about nothing. Let the hare take which way she will, she seldom fails to lead him at long-running to the alehouse, where he meets with an after-game of delight in making up a narrative...».
Fuente: [Morley] (1891).
Fuente: Remains, vol. 2 (1759)

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“Eran conquistadoras, domadoras de caballos y cazadoras que dieron a luz a sus hijos, pero no los amamantaron ni los criaron. Eran un ala feminista extrema de una raza humana joven, cuyo otro ala extrema consistía en los patriarcados rigurosos.”

Bertha Diener (1874–1948)

«They were conquerors, horse tamers, and huntresses who gave birth to children but did not nurse or rear them. They were an extreme, feminist wing of a young human race, whose other extreme wing consisted of the stringent patriarchies.»
Página 123.
Mothers and Amazons; the first feminine history of culture