Frases sobre paz
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“El poder de las viejas es inmenso. No es verdad que las manden a esta Casa para que pasen sus últimos días en paz, como dicen ellos. Esto es una prisión, llena de celdas, con barrotes en las ventanas, con un carcelero implacable a cargo de las llaves. Los patrones las mandan a encerrar aquí cuando se dan cuenta de que les deben demasiado a estas viejas y sienten pavor porque estas miserables, un buen día, pueden revelar su poder y destruirlos. Los servidores acumulan los privilegios de la miseria. Las conmiseraciones, las burlas, las limosnas, las ayuditas, las humillaciones que soportan los hacen poderosos. Ellas conservan los instrumentos de la venganza porque van acumulando en sus manos ásperas y verrugosas esa otra mitad de sus patrones, la mitad inútil, descartada, lo sucio y lo feo que ellos, confiados y sentimentales, les han ido entregando con el insulto de cada enagua gastada que les regalan, cada camisa chamuscada por la plancha que les permiten que se lleven. ¿Cómo no van a tener a sus patrones en su poder si les lavaron la ropa, y pasaron por sus manos todos los desórdenes y suciedades que ellos quisieron eliminar de sus vidas? Ellas barrieron de sus comedores las migas caídas y lavaron los platos y las fuentes y los cubiertos, comiéndose lo que sobró. Limpiaron el polvo de sus salones las hilachas de sus costuras, los papeles arrugados de sus escritorios y sus oficinas. Restablecieron el orden en las camas donde hicieron el amor legítimo o ilegítimo, satisfactorio o frustrador, sin sentir asco ante esos olores y manchas ajenos. Cosieron los jirones de sus ropas, les sonaron las narices cuando niños, los acostaron cuando llegaron borrachos y limpiaron vómitos y meados, zurcieron sus calcetines y lustraron sus zapatos, les cortaron las uñas y los callos, les escobillaron la espalda en el baño, los peinaron, les pusieron lavativas y les dieron purgantes y tisanas para la fatiga, el cólico o la pena. Desempeñando estos menesteres, las viejas fueron robándose algo integral de las personas de sus patrones al colocarse en su lugar para hacer algo que ellos se negaban a hacer… y la avidez de ellas crece al ir apoderándose de más cosas, y codician más humillaciones y más calcetines viejos regalados como dádivas, quieren apoderarse de todo.”

The Obscene Bird of Night

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“Blanca, en cambio, se había acostumbrado a vivir sola. Terminó por encontrar paz
en sus quehaceres de la gran casa, en su taller de cerámica y en sus Nacimientos de
animales inventados, donde lo único que correspondía a las leyes de la biología era la
Sagrada Familia perdida en una multitud de monstruos. El único hombre de su vida era
Pedro Tercero, pues tenía vocación para un solo amor. La fuerza de ese
inconmovible sentimiento la salvó de la mediocridad y de la tristeza de su destino.
Permanecía fiel aun en los momentos en que él se perdía detrás de algunas ninfas de
pelo lacio y huesos largos, sin amarlo menos por ello. Al principio creía morir cada vez
que se alejaba, pero pronto se dio cuenta de que sus ausencias duraban lo que un
suspiro y que invariablemente regresaba más enamorado y más dulce. Blanca prefería
esos encuentros furtivos con su amante en hoteles de cita, a la rutina de una vida en
común, al cansancio de un matrimonio y a la pesadumbre de envejecer juntos
compartiendo las penurias de fin de mes, el mal olor en la boca al despertar, el tedio
de los domingos y los achaques de la edad. Era una romántica incurable. Alguna vez
tuvo la tentación de tomar su maleta de payaso y lo que quedaba de las joyas del
calcetín, e irse con su hija a vivir con él, pero siempre se acobardaba. Tal vez temía
que ese grandioso amor, que había resistido tantas pruebas, no pudiera sobrevivir a la
más terrible de todas: la convivencia. Alba estaba creciendo muy rápido y comprendía
que no le iba a durar mucho el buen pretexto de velar por su hija para postergar las
exigencias de su amante, pero prefería siempre dejar la decisión para más adelante.
En realidad, tanto como temía la rutina, la horrorizaba el estilo de vida de Pedro
Tercero, su modesta casita de tablas y calaminas en una población obrera, entre
cientos de otras tan pobres como la suya, con piso de tierra apisonada, sin agua y con
un solo bombillo colgando del techo. Por ella, él salió de la población y se mudó a un
departamento en el centro, ascendiendo así, sin proponérselo, a una clase media a la
cual nunca tuvo aspiración de pertenecer. Pero tampoco eso fue suficiente para Blanca.
El departamento le pareció sórdido, oscuro, estrecho y el edificio promiscuo. Decía que
no podía permitir que Alba creciera allí, jugando con otros niños en la calle y en las
escaleras, educándose en una escuela pública. Así se le pasó la juventud y entró en la
madurez, resignada a que los únicos momentos de placer eran cuando salía
disimuladamente con su mejor ropa, su perfume y las enaguas de mujerzuela que a
Pedro Tercero cautivaban y que ella escondía, arrebolada de vergüenza, en lo más
secreto de su ropero, pensando en las explicaciones que tendría que dar si alguien las
descubría. Esa mujer práctica y terrenal para todos los aspectos de la existencia,
sublimó su pasión de infancia, viviéndola trágicamente. La alimentó de fantasías, la idealizó, la defendió con fiereza, la depuró de las verdades prosaicas y pudo convertirla
en un amor de novela.”

The House of the Spirits

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“El pueblo antiguo que deseaba tener una clara armonía moral en el mundo, ordenaba primero su vida nacional; los que deseaban ordenar su vida nacional regulaban primero su vida familiar; los que deseaban regular su vida familiar cultivaban primero sus vidas personales; los que deseaban cultivar sus vidas personales enderezaban primero sus corazones; quienes deseaban enderezar sus corazones hacían primero sinceras sus voluntades; los que deseaban hacer sinceras sus voluntades llegaban primero a la comprensión; la comprensión proviene de la exploración del conocimiento de las cosas.

Cuando se gana el conocimiento de las cosas se logra la comprensión; cuando se gana la comprensión, la voluntad es sincera; cuando la voluntad es sincera, el corazón se endereza; cuando el corazón se endereza, se cultiva la vida personal; cuando la vida personal se cultiva, se regula la vida familiar; cuando se regula la vida familiar, la vida nacional es ordenada, y cuando la vida nacional es ordenada, el mundo está en paz.

Desde el Emperador hasta el hombre común, el cultivo de la vida personal es el cimiento para todo. Es imposible que cuando los cimientos no están en orden se halle en orden la superestructura. Jamás ha habido un árbol de tronco delgado cuyas ramas superiores sean pesadas y fuertes.

Hay una causa y una secuencia en las cosas, y un comienzo y un fin en los asuntos humanos.

Conocer el orden de precedencia es tener el comienzo de la sabiduría.”

Confucio (-551–-479 a.C.) filósofo chino
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“Cuando volví a verlo, cuando iniciamos esta segunda amistad que espero no terminará ya nunca, dejé de pensar en toda forma de ataque. Quedó resuelto que no le hablaría jamás de Inés ni del pasado y que, en silencio, yo mantendría todo aquello viviente dentro de mí. Nada más que esto hago, casi todas las tardes, frente a Roberto y las caras familiares del café. Mi odio se conservará cálido y nuevo mientras pueda seguir viviendo y escuchando a Roberto; nadie sabe de mi venganza, pero la vivo, gozosa y enfurecida, un día y otro. Hablo con él, sonrío, fumo, tomo café. Todo el tiempo pensando en Bob, en su pureza, su fe, en la audacia de sus pasados sueños. Pensando en el Bob que amaba la música, en el Bob que planeaba ennoblecer la vida de los hombres construyendo una ciudad de enceguecedora belleza para cinco millones de habitantes, a lo largo de la costa del río; el Bob que no podía mentir nunca; el Bob que proclamaba la lucha de los jóvenes contra los viejos, el Bob dueño del futuro y del mundo. Pensando minucioso y plácido en todo eso frente al hombre de dedos sucios de tabaco llamado Roberto, que lleva una vida grotesca, trabajando en cualquier hedionda oficina, casado con una mujer a quien nombra “mi señora”; el hombre que se pasa estos largos domingos hundido en el asiento del café, examinando diarios y jugando a las carreras por teléfono.

Nadie amó a mujer alguna con la fuerza con que yo amo su ruindad, su definitiva manera de estar hundido en la sucia vida de los hombres. Nadie se arrobó de amor como yo lo hago ante sus fugaces sobresaltos, los proyectos sin convicción que un destruido y lejano Bob le dicta algunas veces y que sólo sirven para que mida con exactitud hasta donde está emporcado para siempre.

No sé si nunca en el pasado he dado la bienvenida a Inés con tanta alegría y amor como diariamente le doy la bienvenida a Bob al tenebroso y maloliente mundo de los adultos. Es todavía un recién llegado y de vez en cuando sufre sus crisis de nostalgia. Lo he visto lloroso y borracho, insultándose y jurando el inminente regreso a los días de Bob. Puedo asegurar que entonces mi corazón desborda de amor y se hace sensible y cariñoso como el de una madre. En el fondo sé que no se irá nunca porque no tiene sitio donde ir; pero me hago delicado y paciente y trato de conformarlo. Como ese puñado de tierra natal, o esas fotografías de calles y monumentos, o las canciones que gustan traer consigo los inmigrantes, voy construyendo para él planes, creencias y mañanas distintos que tienen luz y el sabor del país de juventud de donde él llegó hace un tiempo. Y él acepta; protesta siempre para que yo redoble mis promesas, pero termina por decir que sí, acaba por muequear una sonrisa creyendo que algún día habrá de regresar al mundo de las horas de Bob y queda en paz en medio de sus treinta años, moviéndose sin disgusto ni tropiezo entre los cadáveres pavorosos de las antiguas ambiciones, las formas repulsivas de los sueños que se fueron gastando bajo la presión distraída y constante de tantos miles de pies inevitables.”

Juan Carlos Onetti (1909–1994) Escritor uruguayo

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“De hecho, en el momento en que dejas de juzgar y aceptas lo que es, eres libre de la mente. Has creado espacio para el amor, para la alegría, para la paz.”

Eckhart Tolle (1948) escritor contemporáneo de origen alemán

Practicando el poder del ahora: Enseñanzas, meditaciones y ejercicios esenciales extraídos de El poder del Ahora

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“La finalidad primordial de mi vida ya se ha realizado. Me siento en paz conmigo mismo.”

Mijaíl Gorbachov (1931) político de la Unión Soviética

Fuente: José María Albaigès Olivart. Un siglo de citas. Planeta, 1997. ISBN 8423992543. p. 538.

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“Que la paz, la concordia y la unanimidad reinen entre todos los cristianos … porque sin paz no podemos agradar a Dios.”

Carlomagno (748–814) rey de los francos desde 768 hasta su muerte

Original: «Let peace, concord and unanimity reign among all Christian people...for without peace we cannot please God».
Fuente: Treasure, Geoffrey. The Huguenots. Edición ilustrada. Editorial Yale University Press, 2013. ISBN 9780300193886. p. 26.

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“Para mí Josefina es alguien que habría merecido ya que le prestaran atención, que ha estado ahí desde que nos casamos y desde antes de que nos casáramos, como ha contado. Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos deben domesticar. Naturalmente hay que estar siempre en esa línea por la paz, por la desigualdad y por la libertad.”

Marcelino Camacho (1918–2010) sindicalista y político español (1918-2010)

Hablando de su esposa Josefina Samper.
Fuente: Ramos Espejo, Antonio. Andaluzas protagonistas a su pesar: de la mirada de Virginia Woolf al cante de liberación de la Piriñaca. Historia (Centro de Estudios Andaluces (Sevilla, España). Editorial Centro de Estudios Andaluces, 2010. ISBN 9788493785512. p. 165.

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“Les decimos a los señores de las Farc: ni se les ocurra bajar la bandera de la paz.”

Gustavo Petro (1960) político, economista y exmilitante del M-19 colombiano

Durante pronunciamiento oficial en la Plaza de Bolívar.
Fuente: Las 10 frases más polémicas del discurso de Petro http://www.elespectador.com/noticias/bogota/10-frases-mas-polemicas-del-discurso-de-petro-articulo-463234

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“Paz es aceptar la diferencia del otro.”

Mario Benedetti (1920–2009) escritor uruguayo

Fuente: Benedetti, Mario. Hasta aquí: poemas, relatos, ensayos, discursos... Editorial La Línea, 1974. Procedencia del original: Universidad de California. Digitalizado: 22 de marzo de 2007, p. 38.

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“La justicia se defiende con la razón y no con las armas. No se pierde nada con la paz y puede perderse todo con la guerra.”

Juan XXIII (1881–1963) papa número 261 de la Iglesia católica entre 1958 y 1963

Lema papal, Citas de San Juan XXIII

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“Creo más en la tolerancia y la paz que en los actos bélicos, con estos últimos apenas tendríamos menos de media humanidad, o tal vez un solo Adán secular.”

Fuente: https://www.autoreseditores.com/libro/10705/hermes-varillas-labrador/frases-metaforas-y-reflexiones-de-un-potosino.html

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“Esfuerzo y perseverancia es a la paz como el sacrificio al absurdo acto de guerra.”

Fuente: http://formandociudadano.blogspot.com/2016/11/frases-metaforas-y-reflexiones-de-un.html

“Hay personas tan irracionales quienes torpemente y a fuerza de mil golpes, pretenden imponer la paz.”

Fuente: http://formandociudadano.blogspot.com/2016/11/frases-metaforas-y-reflexiones-de-un.html

“La poesía siempre será una actividad que per se irradie luz con creatividad para hallar paz espiritual.”

Fuente: https://yo.poematrix.com/autores/lety-cia/poemas/luz#comment-611331

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“Si quieres hacer la paz con tu enemigo tienes que trabajar con él. Entonces se convierte en tu compañero.”

Nelson Mandela (1918–2013) político sudafricano

Largo camino a la libertad (1995)

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“Que cada uno en su ley busque en paz su luz.”

Blaise Pascal (1623–1662) Matemático, físico, filósofo cristiano y escritor
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“La paz obtenida con el filo de la espada no es más que una simple tregua.”

Pierre Joseph Proudhon (1809–1865) político francés

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“Primero la verdad que la paz.”

Miguel de Unamuno (1864–1936) escritor y filósofo español

[Sin fuentes] ** Nota: frase grabada en la fachada de la Casa Museo de Unamuno - Salamanca.

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“A mi juicio, el mejor gobierno es el que deja a la gente más tiempo en paz.”

Walt Whitman (1819–1892) poeta, enfermero voluntario, ensayista, periodista y humanista estadounidense

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“Desde tiempos inmemoriales la gente ha hablado de paz, pero no la ha conseguido. ¿Será sencillamente que carecemos de suficiente experiencia? Aunque hablamos de paz, hacemos la guerra. A veces hasta guerreamos en el nombre de la paz. […] Puede que la guerra sea una parte tan intrínseca de la historia que no pueda eliminarse… jamás.”

Elie Wiesel (1928–2016) escritor húngaro

From time immemorial, people have talked about peace without achieving it. Do we simply lack enough experience? Though we talk peace, we wage war. Sometimes we even wage war in the name of peace. . . . War may be too much a part of history to be eliminated—ever.
Fuente: ¿Está la paz mundial en el horizonte?, citado en "The Watchtower" (15 de abril de 1991).

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“Paz, Amor y Empatía.”

Kurt Cobain (1967–1994) músico estadounidense
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