Frases sobre masa

Una colección de frases y citas sobre el tema del masa, puede, mismo, grano.

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“En una reacción química ordinaria la masa permanece constante, es decir, la masa consumida de los reactivos es igual a la masa obtenida de los productos.”

Antoine-Laurent de Lavoisier (1743–1794) químico francés

Ley de Lavoisier o ley de conservación de la masa en las reacciones químicas.

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Esta traducción está esperando su revisión. ¿Es correcto?
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“Lo que más me preocupó en la cuestión del parlamentarismo fue la notoria falta de un elemento responsable. Por funestas que pudieran ser las consecuencias de una ley sancionada por el Parlamento, nadie lleva la responsabilidad ni a nadie le es posible exigirle cuentas. ¿O es que puede llamarse asumir responsabilidad el hecho de que después de un fiasco sin precedentes dimita el gobierno culpable, o cambie la coalición existente, o, por último, se disuelva el Parlamento? ¿Puede acaso hacerse responsable a una vacilante mayoría? ¿No es cierto que la idea de responsabilidad presupone la idea de la personalidad? ¿Puede prácticamente hacerse responsable al dirigente de un gobierno por hechos cuya gestión y ejecución obedecen exclusivamente a la voluntad y al arbitrio de una pluralidad de individuos? ¿O es que la misión del gobernante - en lugar de radicar en la concepción de ideas constructivas y planes- consiste más bien en la habilidad con que éste se empeñe en hacer comprensible a un hato de borregos lo genial de sus proyectos, para después tener que mendigar de ellos mismos una bondadosa aprobación? ¿Cabe en el criterio del hombre de Estado poseer en el mismo grado el arte de la persuasión, por un lado, y por otro la perspicacia política necesaria para adoptar directivas o tomar grandes decisiones? ¿Prueba acaso la incapacidad de un Führer el solo hecho de no haber podido ganar en favor de una determinada idea el voto de mayoría de un conglomerado resultante de manejos más o menos honestos? ¿Fue acaso alguna vez capaz ese conglomerado de comprender una idea, antes de que el éxito obtenido por la misma revelara la grandiosidad de ella? ¿No es en este mundo toda acción genial una palpable protesta del genio contra la indolencia de la masa? ¿Qué debe hacer el gobernante que no logra granjearse el favor de aquel conglomerado para la consecución de sus planes? ¿Deberá sobornar? ¿O bien, tomando en cuenta la estulticia de sus conciudadanos, tendrá que renunciar a la realización de medidas reconocidas como vitales, dejando el gobierno, o quedarse en él a pesar de todo? ¿No es cierto que en un caso tal el hombre de verdadero carácter se coloca frente a un conflicto insoluble entre su comprensión de la necesidad y su rectitud de criterio o, mejor dicho, su honradez? ¿Dónde acaba aquí el límite entre la noción del deber para la colectividad y la noción del deber para la propia dignidad personal? ¿No debe todo Führer de verdad rehusar que de ese modo se le degrade a la categoría de traficante político? ¿O es que, inversamente, todo traficante deberá sentirse predestinado a "especular" en política, puesto que la suprema responsabilidad jamás pesará sobre él, sino sobre un anónimo e inaprensible conglomerado de gentes? Sobre todo, ¿no conducirá el principio de la mayoría parlamentaria a la demolición de la Idea-Führer? Pero, ¿es que aún cabe admitir que el progreso del mundo se debe a la mentalidad de las mayorías y no al cerebro de unos cuantos? ¿O es que se cree que tal vez en el futuro se podría prescindir de esta condición previa, inherente a la cultura humana? ¿No parece, por el contrario, que ella es hoy más necesaria que nunca?”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

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“Aquello que de ordinario denominamos "opinión pública" se basa sólo mínimamente en la experiencia personal del individuo y en sus conocimientos; depende más bien casi en su totalidad de la idea que el individuo se hace de las cosas a través de la llamada "información pública", que es persistente y tenaz. Del mismo modo que el credo religioso resulta de la educación, al paso que el sentimiento religioso duerme en lo más íntimo del ser, de la misma manera la opinión política de la masa es el resultado final del trabajo, a veces increíblemente arduo e intenso, de la inteligencia humana. La prensa es el factor responsable de mayor volumen en el proceso de la "educación" política, a la cual en este caso se le asigna con propiedad el nombre de propaganda; la prensa se encarga ante todo de esta labor de "información pública" y representa así una especie de escuela para adultos, sólo que esa "instrucción" no está en manos del Estado, sino bajo las garras de elementos que en parte son de muy baja ralea. Precisamente en Viena tuve en mi juventud la mejor oportunidad de conocer a fondo a los propietarios y fabricantes espirituales de esa máquina de educación colectiva. En un principio debí sorprenderme al darme cuenta del tiempo relativamente corto en que este pernicioso poder era capaz de crear un determinado ambiente de opinión, y esto incluso tratándose de casos de una mixtificación completa de las aspiraciones y tendencias que, a no dudar, existían en el sentir de la comunidad. En el transcurso de pocos días, esa prensa sabía hacer de un motivo insignificante una cuestión de Estado notable e, inversamente, en igual tiempo, relegar al olvido general problemas vitales o, más simplemente, sustraerlos a la memoria de las masas.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

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“Cualquiera que sea el talento que se revele en la dirección de una propaganda, no conseguirá el éxito si no se toma en consideración siempre e intensamente un postulado fundamental: ella tiene que conformarse con poco; sin embargo, ese poco tendrá que ser repetido constantemente. La persistencia, en este caso, es, como en muchos otros de este mundo, la primera y más importante condición para el éxito. Los temas de propaganda, precisamente, no pueden ser dirigidos por estetas, ni por "blasés". Los primeros imprimen, por la forma y por la expresión, un sello a la propaganda que, dentro de poco, sólo tiene poder de atracción en los círculos literarios; los segundos, deben ser cuidadosamente evitados, pues su falta de sensibilidad hace que se busquen constantemente nuevos atractivos. Esas personas se cansan de todo con facilidad; lo que ellos desean es la variedad y son incapaces de una comprensión de las necesidades de sus conciudadanos todavía no contaminados por su pesimismo. Ellos son siempre los primeros críticos de la propaganda, o, mejor dicho, de su contenido, el cual les parece demasiado arcaico, etcétera. Sólo quieren novedades, sólo buscan variedad y se vuelven de esa forma enemigos mortales de una conquista eficiente de las masas, desde el punto de vista político. Después que una propaganda, en su organización y en su contenido, comienza a orientarse por las necesidades de aquéllos, pierde toda unidad y se dispersa completamente. La propaganda, por consiguiente, no fue creada para proporcionar a esos señores blasés una distracción interesante y sí para convencer a la masa. Ésta necesita -por ser de más lenta comprensión- de un determinado período de tiempo, antes de estar en condiciones de tomar conocimiento de un hecho y, solamente después de repetirles millares de veces los conceptos más elementales, es cuando su memoria entrará a retenerlos. La variación en la propaganda no debe alterar jamás el sentido de aquello que es el objeto de esa propaganda, sino que desde el principio hasta el fin debe significar siempre lo mismo. El motivo en cuestión puede ser considerado desde puntos de vista diferentes, mas es condición esencial que toda exposición entrañe en resumen, invariablemente, la misma fórmula. Sólo de esta suerte es posible hacer que la propaganda sea eficaz y uniforme. Sólo la línea maestra, que nunca debe ser abandonada, es capaz, guardando la acentuación uniforme y coherente, de hacer madurar el éxito final. Sólo entonces se podrá constatar con asombro cuán formidables y casi incomprensibles resultados es capaz de producir una persistencia tal. El éxito de toda propaganda, sea en el campo del comercio o en el de la política, supone una acción perseverante y la constante uniformidad de su aplicación. También en esto fue ejemplar la”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

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“Este partido está pudriéndose por la inmensa gusanera de caciques y caciquillos. Tienen más que los monárquicos. En cada capital hay cincuenta que quieren imponer los caprichos de su vanidad y de su ambición a todos sus correligionarios… Y si nada más hubiera esos cincuenta, menos mal. Luego vienen los caciques de distrito y los de barrio… ¡Oh!! Esos vejestorios endiosados de Comité local y de barriada! ¡Papas rojos, que se creen infalibles e indiscutibles!
Para hacer la revolución, lo primero, lo indispensable, sería degollarlos a todos. Si éstos trajeran la República, estaríamos peor que ahora. Sería cosa de emigrar. Suerte que no hay miedo a que la traigan. ¡Hay cada revolucionario que tiene un miedo feroz a la revolución!… Hubiera usted visto a algunos de ellos cuando la semana roja de Barcelona, cuando aquí se dijo que iba a estallar la huelga general, irse huyendo de Madrid como ratas… No sé qué diablos ocurría entonces, que a todos les salían negocios en provincias, o tenían por esas tierras de dios parientes enfermos de gravedad, que los llamaban… ¡Y para ver este espectáculo me vine yo de Santander e interrumpí mi veraneo!… Luego, son muchos los republicanos que no quieren que venga la República, porque no les conviene; van muy bien en el machito, haciendo la farsa de la oposición, sirviendo de comparsas en esta política repugnante, representando su papel de diputados o de concejales, u otros papeles peores.
En este partido son muy pocos los directores que trabajan desinteresadamente por el ideal; la desorganización es indescriptible, no se puede imaginar; no hay espíritu de disciplina, ni siquiera instinto de conservación… Si no fuera porque veo esos caciquitos ir a su avío, sin saber disimularlo, creería que estaban locos. No se puede hacerlo peor para facilitar la victoria al adversario e imposibilitar la propia… Estoy harto de luchar sin esperanza de salvación entre tanta miseria. Así están disgregando la masa republicana, infiltrando el escepticismo entre los soldados de fila… ¡Oh! Usted no puede darse idea de lo que aquí se persiguen unos odios a otros y unas vanidades a otras… ¡Con qué ensañamiento, con qué perfidia, empleando todos los medios, hasta la difamación y la calumnia!
Ha habido día que pensé meterme en casa y no ocuparme de política. Pero lo he pensado mejor. Voy a irme con Pablo Iglesias. Él y su partido son lo único serio, disciplinado, admirable, que hay en la España política. […] ¡Es por el socialismo por donde llega la aurora!”

Benito Pérez Galdós (1843–1920) novelista, dramaturgo, cronista y político español

Fuente: Anales Galdosianos, volúmenes 19-20. Colaborador University of Pittsburgh. Editorial University of Pittsburgh, 1984, pp. 92-93.
Fuente: El Imparcial, 13 de mayo de 1910, siendo diputado de la Conjunción Republicano-Socialista.

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“Es preciso que los escritorzuelos y haraganes de hoy sepan que las mayores revoluciones de este mundo nunca fueron acaudilladas por escritores de librillos. No, apenas se limitaron a trazar las bases teóricas de las revoluciones. Desde tiempos inmemoriales, la fuerza que impulsó las grandes avalanchas históricas de índole política y religiosa no fue jamás otra que la magia de la palabra hablada. La gran masa cede ante todo al poder de la oratoria. Todos los grandes Movimientos son reacciones populares, son erupciones volcánicas de pasiones humanas y emociones afectivas aleccionadas, ora por la Diosa cruel de la Miseria, ora por la antorcha de la palabra lanzada en el seno de las masas, pero jamás por el almíbar de literatos esteticistas y héroes de salón. Únicamente un huracán de pasiones ardientes puede cambiar el Destino de los pueblos; mas despertar pasión es sólo atributo de quien en sí mismo siente el fuego pasional. Sólo ese entusiasmo inspira las palabras que, como golpes de martillo, consiguen abrir las puertas del corazón de un pueblo. No ha sido elegido para Anunciador de la Voluntad Divina aquél a quien le falta la pasión y se mantiene en un cómodo silencio. Que cada escritor quede junto a su tintero ocupado con "teorías" si su saber y su talento le bastan para eso. ¡Qué para Führer ni nació ni fue elegido!”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

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“La paciencia es una virtud moral que en el individuo aislado puede ser efecto de la religión y de la filosofía; pero que en una masa numerosa sólo puede proceder de las reglas que la gobiernan y de los ejemplos que tiene a la vista y del influjo de los que la mandan.”

Carlos María de Alvear (1789–1852) militar, político y diplomático argentino

Fuente: [Alonso Criado, Matías, Veintemil pensamientos, Tomo II, Buenos Aires, Ediciones Anaconda, 1946, página 237, OCLC 41235835.]

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“Jamás hubo una guerra justa, jamás hubo una guerra honrosa, por la parte de su instigador. Yo miro en lontananza un millón de años más allá, y esta norma no se alterará ni siquiera en media docena de casos. El puñadito de vociferadores (como siempre) pedirá a gritos la guerra. Al principio (con cautela y precaución) el púlpito pondrá dificultades; la gran masa, enorme y torpona, de la nación se restregará los ojos adormilados y se esforzará por descubrir el por qué tiene que haber guerra y dirá con ansiedad e indignación: -Es una cosa injusta y deshonrosa, y no hay necesidad de que la haya-. Pero el puñado vociferará con mayor fuerza todavía. En el bando contrario, unos pocos hombres bienintencionados argüirán y razonarán contra la guerra valiéndose del discurso y de la pluma, y al principio habrá quien les escuche y les aplauda; pero eso no durará mucho; los otros ahogarán su voz con sus vociferaciones y el auditorio enemigo de la guerra se irá raleando y perdiendo popularidad. Antes que pase mucho tiempo verás este hecho curioso: los oradores serán echados de las tribunas a pedradas, y la libertad de palabra se verá ahogada por unas hordas de hombres furiosos que allá en sus corazones seguirán siendo de la misma opinión que los oradores apedreados (igual que al principio), pero que no se atreven a decirlo. Y, de pronto, la nación entera (los púlpitos y todo) recoge el grito de guerra y vocifera hasta enronquecer, y lanza a las turbas contra cualquier hombre honrado que se atreva a abrir su boca; y finalmente, esa clase de bocas acaba por cerrarse. Acto continuo, los estadistas inventarán mentiras de baja estofa, arrojando la culpa sobre la nación que es agredida, y todo el mundo acogerá con alegría esas falsedades para tranquilizar la conciencia, las estudiará con mucho empeño y se negará a examinar cualquier refutación que se haga de las mismas; de esa manera se irán convenciendo poco a poco de que la guerra es justa y darán gracias a Dios por poder dormir más descansados después de este proceso de grotesco engaño de sí mismos.”

Mark Twain (1835–1910) escritor estadounidense

Fuente: El forastero misterioso (1916), Cap. IX.

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“Son hechos los poetas de una masa dulce, suave, correosa y tierna, y amiga de holgar en casa ajena.”

Fuente: Viaje del Parnaso.
Fuente: [Cervantes Saavedra], Miguel de. «Viaje del Parnaso.» Obras de Miguel de Cervantes Saavedra. Volumen 1 de Biblioteca de autores españoles, desde la formación del lenguaje hasta nuestros días. 3ª Edición. Editorial M. Rivadeneyra, 1864. Página 680. https://books.google.es/books?id=dkVvXiP8NAgC&pg=PA680&dq=Son+hechos+los+poetas+de+una+masa+dulce,+suave,+correosa+y+tierna,+y+amiga+de+holgar+en+casa+ajena&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjnlsyUvIzfAhUl4YUKHVrsDIMQ6AEILjAB#v=onepage&q=Son%20hechos%20los%20poetas%20de%20una%20masa%20dulce%2C%20suave%2C%20correosa%20y%20tierna%2C%20y%20amiga%20de%20holgar%20en%20casa%20ajena&f=false En Google Books.

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“Energía equivale a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado.”

Albert Einstein (1879–1955) físico germano-estadounidense, creador de la teoría de la relatividad

E=mc².

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“(El concepto de espacio en la teoría de la relatividad general). Esta teoría nació en principio del intento de comprender la igualdad entre masa inercial y masa gravitatoria.”

Albert Einstein (1879–1955) físico germano-estadounidense, creador de la teoría de la relatividad

De sus libros, "Sobre la teoría de la relatividad especial y general"

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“Sin duda alguna, no tenemos ya necesidad de recurrir al método de las depuraciones en masa.”

Iósif Stalin (1879–1953) Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética

Sin fuentes
Marzo de 1939, ante el Congreso del partido
Cronología de citas, 1939

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“Quiero tranquilizaros: he pasado el índice de masa corporal. Por lo tanto, puedo actuar esta noche tranquilo, y después cenar incluso.”

David Trueba (1969) escritor español

20 de septiembre de 2006, co-presentando la gala del Zinemaldia-Festival de Cine de San Sebastián.

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“(Los diputados socialistas) Antes se suicidarán en masa que perder su puesto en las próximas listas electorales”

Federico Jiménez Losantos (1951) periodista, escritor, locutor y empresario español

Política, Izquierda
Fuente: Libertad Digital, http://libertaddigital.com/opiniones/opi_desa_27897.html .

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“Últimas noticias anuncian el arribo de los invisibles en masa.”

Benjamín Solari Parravicini (1898–1974) artista argentino

En 1939

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“La masa es descartable, hombres grises.”

Benito Mussolini (1883–1945) político y dictador italiano

Sin fuentes
Frase dicha durante la reunión Con Salazar y el ministro Kappra de 1938.

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“Hay un montón de cosas que son desconocidas, pero se supone razonablemente que existen, incluso en las ciencias más básicas. Tal vez un 90 % de la masa-energía del universo se denomina "oscura", porque nadie sabe lo que es.”

Noam Chomsky (1928) lingüista, filósofo y activista estadounidense

Fuente: [Santiago Fernández de Obeso], José Francisco. New York send woman. Edición ilustrada. Editorial Lulu.com, 2016. ISBN 9781326561536, p. 258.

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“Cuando no existen las posibilidades de educarse, de levantar dentro de la masa corpórea la estatua magnífica de un espíritu cultivado, no se es hombre, y mucho menos se puede ser ciudadano.”

Indalecio Prieto (1883–1962) político socialista español

Discurso pronunciado durante la conmemoración del 1 de mayo de 1936 en Cuenca.
Las voces de la democracia. Así hablan los grandes políticos: Indalecio Prieto, biblioteca El Mundo.
Fuente: Citado en Exilios en el mundo contemporáneo: vida y destino. Editores Josep Sánchez Cervelló, Alberto Reig Tapia. Editorial Publicacions Universitat Rovira I Virgili, 2016. ISBN 9788484244615, p. 168.

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“Después de dos o tres estrofas compuestas con toda facilidad y de algunas comparaciones que lo sorprendieron, el don del trabajo se apoderó de él y advirtió la proximidad de lo que se llama inspiración. La correlación de las fuerzas que presiden la creación parecen tomar entonces la iniciativa. La prioridad ya no corresponde a su autor ni a su estado de ánimo, al que trata de dar expresión, sino al lenguaje con que quiere expresarlo. El lenguaje, del cual nace el significado y la belleza adquiere su ropaje, comienza de suyo a pensar y hablar y todo se hace música, no en el sentido de pura resonancia fonética, sino como la consecuencia y duración de su flujo interno. Entonces, lo mismo que la masa corriente de un río, que con su fluir limpia las piedras del fondo y hace girar las ruedas del molino, el lenguaje que fluye, va creando por sí, en su carrera, casi inadvertidamente con la fuerza de sus leyes, el metro y la rima y mil otras formas y relaciones más secretas, desconocidas hasta ese, momento, no singularizadas y sin nombre.
En aquellos momentos Yuri Andréivich se daba cuenta de que no era él quien llevaba a cabo el trabajo esencial, sino algo más grande que él, que por encima de él lo guiaba: la situación del pensamiento y la poesía en el mundo, lo que a la poesía le estaba reservado en el porvenir, el camino que ella tenía que recorrer en su desarrollo histórico. Él era solamenta una ocasión y un punto de apoyo para que ella pudiera ponerse en movimiento.”

Doctor Zhivago

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“La gran divergencia entre los problemas del teorizante y los del político es uno de los motivos por los que casi nunca se encuentra una unión entre los dos, en una misma persona. Esto se aplica sobre todo al llamado político de "éxito", de pequeño porte, cuya actividad de facto no es nada más que el "arte de lo posible", como modestamente Bismarck denominaba a la política. Cuanto más libre se mantiene el político de grandes ideas, tanto más fáciles, comunes, rápidos y también visibles serán sus éxitos. Aunque es verdad también que éstos están destinados al olvido de los hombres y, a veces, no llegan ni a sobrevivir a la muerte de sus creadores. La obra de tales políticos es, de modo general, sin valor alguno para la posteridad, pues su éxito eventual reposa en el alejamiento de todos los problemas e ideas grandiosas que como tales hubieran sido de gran importancia para las generaciones venideras. La realización de ideas destinadas a tener influencia sobre el futuro es poco lucrativa y sí muy raramente comprendida por la gran masa, a la que interesan más las reducciones de precio en la cerveza y en la leche que los grandes planes de futuro, de realización tardía y cuyo beneficio, al final, sólo será usufructuado por la posteridad. Es así como, por una cierta vanidad, la que está siempre asociada a la política, la mayoría de los políticos se apartan de los proyectos realmente difíciles, para no perder la simpatía de la gran masa. El éxito y la importancia de ese político residen exclusivamente en el presente, y son inexistentes para la posteridad. Esos microcéfalos poco se enfadan por eso; ellos se contentan con poco. Diferentes son las condiciones del teorizante. Su importancia casi siempre está en el futuro, por eso no es raro que se le considere lunático. Si el arte del político era considerado el arte de lo posible, se puede decir del idealista que él pertenece a aquellos que sólo agradan a los dioses cuando exigen o quieren lo imposible. Él tendrá casi siempre que renunciar al reconocimiento del presente; adquiere, por ello, en el caso de que sus ideas sean inmortales, la gloria de la posteridad. En períodos raros de la historia de la Humanidad puede acontecer que el político y el idealista se reúnan en la misma persona. Cuanto más íntima fuese esa unión, tanto mayores serán las resistencias opuestas a la acción del político. Él no trabaja ya más para las necesidades al alcance del primer burgués, y sí por los ideales que sólo pocos comprenden. Es por eso que su vida es blanco del amor y del odio. La protesta del presente, que no comprende al hombre, lucha con el reconocimiento de la posteridad por la cual él trabaja. Cuanto mayores fueran las obras de un hombre para el futuro, tanto menos serán éstas comprendidas por el presente; cuanto más dura sea la lucha, tanto más raro el éxito. Si en años nada le sonríe, es posible que en sus últimos días le circunde un tenue halo de gloria venidera. Es cierto que esos grandes hombres son los corredores del maratón de la Historia. La corona de laurel del presente se pone más comúnmente en las sienes del héroe moribundo. Entre éstos se encuentran los grandes luchadores que, incomprendidos por el presente, están decididos a luchar por sus ideas y sus ideales. Son éstos los que, tarde o temprano, tocarán el corazón del pueblo. Hasta parece que cada uno siente el deber de, en el presente, redimir el pecado cometido en el pasado. Su vida y acción están acompañadas de cerca por la admiración conmovedoramente grata, lo que consigue, sobre todo en los días de tristeza, levantar corazones destrozados y almas desesperadas. Pertenecen a esta clase no sólo los grandes estadistas, sino también los grandes reformadores.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

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“No se estudia, por consiguiente, la Historia para no recordar sus enseñanzas, cuando llega la hora de aplicarlas prácticamente, o para pensar que las cosas ahora son diferentes y que, por tanto, sus verdades no son aplicables. Se aprende de ella justamente la enseñanza útil para el presente. Quien no consiga eso, no debe tener la pretensión de ser un Jefe político; será en realidad un ser superficial, aunque muy convencido, y toda su buena voluntad no le disculpará su incapacidad práctica. El arte de todos los grandes conductores de pueblos, en todas las épocas, consiste, en primer lugar, en no dispersar la atención de un pueblo y sí en concentrarla contra un único adversario. Cuanto más concentrada esté la voluntad combativa de un pueblo, tanto mayor será la atracción magnética de un Movimiento y más formidable el ímpetu del golpe. Forma parte de la genialidad de un gran conductor hacer que parezcan pertenecer a una sola categoría incluso adversarios diferentes, por cuanto el reconocimiento de varios enemigos fácilmente conduce a la duda sobre el derecho de su propia causa. Después que la masa vacilante se ve en lucha contra muchos enemigos, surge inmediatamente la objetividad y la pregunta de sí realmente todos están equivocados o sólo el propio pueblo o el propio Movimiento es el que tiene la razón. Con esto aparece el primer colapso de la propia fuerza. de ahí que sea necesario que una mayoría de adversarios sea siempre considerada en bloque, de manera que la masa de los propios adeptos estime que la lucha se dirige contra un enemigo único. Esto fortalece la fe en la propia causa y aumenta la indignación contra el enemigo.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

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