Frases sobre vestido
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“En ese preciso momento el camino se abría y con una exclamación Lucy se encontró fuera del bosque. Luz y belleza la envolvía. Había ido a dar a una pequeña terraza que estaba cubierta de violetas de un extremo a otro.
- ¡Valor! -exclamó su compañero, erguido a unos seis pies de altura respecto a ella-. Valor y amor.
Ella no respondió. A sus pies el suelo se cortaba bruscamente dando paso a la panorámica. Violetas que se agrupaban alrededor de arroyos y corrientes y cascadas, regando la vertiente de la colina de azul, arremolinándose alrededor de los troncos de los árboles, formando lagunas en los agujeros, cubriendo la hierba con manchas de espuma azulada. Jamás volvería a haberlas en tal profusión. La terraza era el principio de lo bello, la fuente original donde la belleza hacía brotar agua que iba a la tierra.
De pie en el margen, como un nadador que se prepara, estaba el buen hombre. Pero no era el buen hombre que ella había pensado, y estaba solo.
George se había vuelto al oír su llegada. Por un momento la contempló, como si fuera alguien que bajaba de los cielos. Vio la radiante alegría en su cara, las flores que batían su vestido en olas azuladas. Los arbustos que la encerraban por encima. Subió rápidamente hasta donde estaba ella y la besó.
Antes de que ella pudiera decir algo, casi antes de que pudiera sentir nada, una voz llamó: ¡Lucy!, ¡Lucy!, ¡Lucy!. La señorita Bartlett, que era una mancha oscura en la panorámica, había roto el silencio de la vida.”

A Room with a View

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“Entonces, mira, a veces una muchacha parte en bicicleta,
la ves de espaldas alejándose por un camino (¿la Gran Vía,
King´s Road, la Avenue de Wagran, un sendero
entre álamos, un paso entre colinas?), hermosa y joven la
ves de espaldas yéndose, más pequeña ya, resbalando en la
tercera dimensión y yéndose,

y te preguntas si llegará, si salió para llegar, si salió
porque quería llegar, y tienes miedo como siempre has
tenido miedo por ti mismo, la ves irse tan frágil y
blanca en una bicicleta de humo, te gustaría estar con ella,
alcanzarla en algún recodo y apoyar una mano en el
/manubrio
y decir que también tú has salido, que también tú quieres
llegar al sur,

y sentirte por fin acompañado porque la estás acompañando,
larga será la etapa pero allí en lo alto el aire es limpio
y no hay papeles y latas en el suelo, hacia el fondo del
valle se dibujará por la mañana el ojo celeste de un lago.
Sí, también eso lo sueñas despierto en tu oficina o en
la cárcel, mientras te aplauden en un escenario o una
cátedra, bruscamente ves el rumbo posible, ves la chica
yéndose en su bicicleta o el marinero con su bolsa al
hombro, entonces es cierto, entonces hay gente que se
va, que parte para llegar, y es como un azote de palomas
que te pasa por la cara, por qué no tú, hay tantas
bicicletas, tantas bolsas de viaje, las puertas de la
ciudad están abiertas todavía,

y escondes la cabeza en la almohada, acaso lloras.
Porque, son cosas que se saben, la ruta del sur lleva
a la muerte,
allá, como la vio un poeta, vestida de almirante espera
o vestida de sátrapa o de bruja, la muerte coronel o
general espera
sin apuro, gentil, porque nadie se apura en los aeródromos,
no hay cadalsos ni piras, nadie redobla los tambores
para anunciar la pena, nadie venda los ojos de los reos
ni hay sacerdotes que le den a besar el crucifijo a la
mujer atada a la estaca, eso no es ni siquiera Ruán y no
es Sing-Sing, no es la Santé,

allá la muerte espera disfrazada de nadie, allá nadie
es culpable de la muerte, y la violencia

es una vacua acusación de subversivos contra la disciplina
y la tranquilidad del reino,

allá es tierra de paz, de conferencias internacionales,
copas de fútbol, ni siquiera los niños revelarán que
el rey marcha desnudo en los desfiles, los diarios
hablarán de la muerte cuando la sepan lejos, cuando se
pueda hablar de quienes mueren a diez mil kilómetros,
entonces sí hablarán, los télex y las fotos hablarán sin
mordaza, mostrarán cómo el mundo es una morgue
/maloliente
mientras el trigo y el ganado, mientras la paz del sur,
mientras la civilización cristiana.

Cosas que acaso sabe la muchacha perdiéndose a lo lejos,
ya inasible silueta en el crepúsculo, y quisieras estar
y preguntarle, estar con ella, estar seguro de que sabe,
pero cómo alcanzarla cuando el horizonte es una sola
línea roja ante la noche, cuando en cada encrucijada
hay múltiples opciones engañosas y ni siquiera una
esfinge para hacerte las preguntas rituales.

¿Habrá llegado al sur?
¿La alcanzarás un día?
Nosotros, ¿llegaremos?

(Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos, una lista de desaparecidos, un viento en el tejado - )

¿Llegaremos un día?

Ella partió en su bicicleta, la viste a la distancia,
no volvió la cabeza, no se apartó del rumbo. Acaso entró
en el sur, lo vio sucio y golpeado en cuarteles y calles
pero sur, esperanza de sur,

sur esperanza. ¿Estará sola ahora, estará hablando
con gente como ella, mirarán a lo lejos por si otras
bicicletas apuntaran filosas?

( - un grito allá abajo en la calle, esa foto del Newsweek - )

¿Llegaremos un día?”

Julio Cortázar (1914–1984) escritor argentino
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“Para Shen, un vestido no era un mero trozo de tela, sino una imagen llena de significados y de asociaciones.”

Qiu Xiaolong (1953) Qiu Xiaolong (Shanghái, 1953, chino simplificado: 裘小龙) escritor chino de novela policíaca. Nació en Shanghái. En…

Seda roja

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“La vida empezó a hacerse dura para Marius. Comerse la ropa y el reloj no significaba nada. Se vio reducido a esa situación inexplicable que se llama comerse los codos, algo terrible que se traduce en días sin pan, noches sin sueños y sin luz, hogar sin fuego, semanas sin trabajo, porvenir sin esperanza; la levita rota en los codos, el sombrero viejo y raído, que hace reír a las jóvenes; la puerta cerrada de noche, porque no se paga a la patrona; la insolencia del portero y del bodegonero, la burla de los vecinos, las humillaciones, la dignidad ultrajada; el trabajo de cualquier clase, aceptado; los disgustos, la amargura, el abatimiento. Marius aprendió a devorarlo todo, y a no tener para devorar más que estas cosas. En ese momento de la existencia en que el hombre tiene necesidad de orgullo, porque tiene necesidad de amor, se vio despreciado, porque iba mal vestido, y se sintió ridículo, porque era pobre. A la edad en que la juventud hincha el corazón con imperial altivez, posó más de una vez los ojos en las botas agujereadas y conoció las injustas afrentas, el punzante bochorno de la miseria. Admirable y terrible prueba, de la cual los débiles salen infames y los fuertes, sublimes. Crisol donde el destino arroja a un hombre muchas veces, cuando quiere hacer de él un ser despreciable o un semidiós.

Porque hay muchas acciones grandes en estas pequeñas luchas. El valor tenaz e ignorado, que se defiende palmo a palmo en la sombra, contra la fatal invasión de las necesidades y de la ignominia. Nobles y misteriosos triunfos que ninguna mirada ve, que ninguna fama recompensa, que ningún aplauso saluda. La vida, la desgracia, el aislamiento, el abandono, y la pobreza son campos de batalla que tienen sus héroes, héroes oscuros, es verdad, pero a veces más grandes que los héroes ilustres.

Hay naturalezas firmes y raras, que han sido creadas así; la miseria, casi siempre madrastra, es algunas veces madre, la desnudez engendra en ocasiones el vigor del alma y del corazón; la miseria suele ser nodriza de la grandeza; la desgracia es una buena leche para los magnánimos.”

Les Misérables

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“habiendo algunos fanáticos en el valle de Shah-i-Kot, en la provincia de Paktia. Una vez más la información era inexacta: no eran un puñado, sino centenares. Al ser afganos los talibanes derrotados, tenían a donde ir: sus aldeas y pueblos natales. Allí podían escabullirse sin dejar rastro. Pero los miembros de Al Qaeda eran árabes, uzbekos y, los más feroces de todos, chechenos. No hablaban pastún y la gente del pueblo afgano los odiaba, de manera que solo podían rendirse o morir peleando. Casi todos eligieron esto último. El mando estadounidense reaccionó al chivatazo con un plan a pequeña escala, la operación Anaconda, que fue asignada a los SEAL de la Armada. Tres enormes Chinook repletos de efectivos despegaron rumbo al valle, que se suponía vacío de combatientes. El helicóptero que iba en cabeza se disponía a tomar tierra, con el morro levantado y la cola baja, la rampa abierta por detrás y a solo un par de metros del suelo, cuando los emboscados de Al Qaeda dieron el primer aviso. Un lanzagranadas hizo fuego. Estaba tan cerca que el proyectil atravesó el fuselaje del helicóptero sin explotar. No había tenido tiempo de cargarse, así que lo único que hizo fue entrar por un costado y salir por el otro sin tocar a nadie, dejando un par de boquetes simétricos. Pero lo que sí hizo daño fue el incesante fuego de ametralladora desde el nido situado entre las rocas salpicadas de nieve. Tampoco hirió a nadie de a bordo, pero destrozó los controles del aparato al horadar la cubierta de vuelo. Gracias a la habilidad y la genialidad del piloto, pocos minutos después el moribundo Chinook ganaba altura y recorría cuatro kilómetros hasta encontrar un sitio más seguro donde proceder a un aterrizaje forzoso. Los otros dos helicópteros se retiraron también. Pero un SEAL, el suboficial Neil Roberts, que se había desenganchado de su cable de amarre, resbaló en un charquito de fluido hidráulico y cayó a tierra. Resultó ileso, pero inmediatamente fue rodeado por miembros de Al Qaeda. Los SEAL jamás abandonan a uno de los suyos, esté vivo o muerto. Poco después de aterrizar regresaron en busca de Roberts, al tiempo que pedían refuerzos por radio. Había empezado la batalla de Shah-i-Kot. Duró cuatro días, y se saldó con la muerte del suboficial Neil Roberts y otros seis estadounidenses. Había tres unidades lo bastante cerca como para acudir a la llamada: un pelotón de SBS británicos por un lado y la unidad de la SAD por el otro; pero el grupo más numeroso era un batallón del 75 Regimiento de Rangers. Hacía un frío endemoniado, estaban a muchos grados bajo cero. La nieve, empujada por el viento incesante, se clavaba en los ojos. Nadie entendía cómo los árabes habían podido sobrevivir en aquellas montañas; pero el caso era que allí estaban, y dispuestos a morir hasta el último hombre. Ellos no hacían prisioneros ni esperaban serlo tampoco. Según testigos presenciales, salieron de hendiduras en las rocas, de grutas invisibles y nidos de ametralladoras ocultos. Cualquier veterano puede confirmar que toda batalla degenera rápidamente en un caos, y en Shah-i-Kot eso sucedió más rápido que nunca. Las unidades se separaron de su contingente, los soldados de sus unidades. Kit Carson se encontró de repente a solas en medio de la ventisca. Vio a otro estadounidense (pudo identificarlo por lo que llevaba en la cabeza: casco, no turbante) también solo, a unos cuarenta metros. Un hombre vestido con túnica surgió del suelo y disparó contra el soldado con su lanzagranadas. Esa vez la granada sí estalló; no dio en el blanco sino que explotó a los pies del soldado.”

Frederick Forsyth (1938) novelista británico

La lista

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“El gran inventor es uno que ha caminado sobre el mundo industrial, no desde las universidades, sino desde los cuchitriles; no vestidos con sedas y adornados con honores, sino vestidos con fustán y manchados con hollín y aceite.”

Isaac Taylor (1787–1865) escritor británico

Original en inglés: «The great Inventor is one who has walked forth upon the industrial world, not from universities, but from hovels; not as clad in silks and decked with honors, but as clad in fustian and grimed with soot and oil».
Fuente: Smiles, Samuel. Industrial Biography: Iron-workers and Tool-makers. Ticknor and Fields, 1864, p. 228. https://books.google.es/books?id=ZMJLAAAAMAAJ&pg=PA228&dq=The+great+Inventor+is+one+who+has+walked+forth+upon+the+industrial+world,+not+from+universities,+but+from+hovels;+not+as+clad+in+silks+and+decked+with+honors,+but+as+clad+in+fustian+and+grimed+with+soot+and+oil&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwi3prDlyPrhAhUCuRoKHYGoCr8Q6AEIKDAA#v=onepage&q=The%20great%20Inventor%20is%20one%20who%20has%20walked%20forth&f=false

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“La señorita Monroe interpreta a una de esas esposas que suelen utilizar vestidos, en palabras extraídas del guión, tan cortos que dejan las rodillas al descubierto.”

Marilyn Monroe (1926–1962) actriz, cantante y modelo de los Estados Unidos

El vestido es rojo, la actriz tiene unas rodillas muy bonitas y, bajo la dirección de Hathaway, brinda una actuación tan sinuosa que a pesar de que el espectador llega a odiarla, al mismo tiempo sigue admirándola, lo que resulta muy adecuado para esta historia
New York Herald Tribune
Otis L. Guernsey, Jr.
Lo que dijo la crítica

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“La tela de su vestido se prendía en el terciopelo de la levita de Rodolfo; inclinó hacia atrás su blanco cuello que se dilataba con un suspiro y desfallecida, deshecha en llanto, con una largo estremecimiento y tapándose la cara, se entregó.”

Gustave Flaubert (1821–1880) escritor francés (1821-1900)

Página 146.
De Madame Bovary
Fuente: Citado en Botrel, Jean-François. Clarín y La regenta en su tiempo: actas del simposio internacional. Editorial Universidad de Oviedo, 1987. ISBN 9788474681239. p. 465.

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“El erotismo es la pornografía vestida por Christian Dior.”

Luis García Berlanga (1921–2010) Director y guionista español

Fuente: [Albaigès Olivart] (1997), p. 450.

Juan José Cañas Foto

“De América en el centro, de volcánica luz siempre vestido, allá muy lejos, con el alma encuentro el lugar donde está mi humilde nido.”

Juan José Cañas (1826–1918) diplomático salvadoreño

Fuente: [Guirnalda Salvadoreña, 1884, http://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/1619/1/Guirnalda%20Salvadore%C3%B1a.pdf]
Fuente: Del poema "Recuerdos de la patria"

“Mis tíos me habían llevado al teatro. De vestido nuevo, de esos que más bien parecen de cristal, tanto hay que cuidarlos cuando una es chica y está entre personas mayores. De zapatos con tiritas, nuevos también y -debido a lo mismo- antipáticos por lo rigídos, no importa cuánto brille su charol.”

Elsa Bornemann (1952–2013) Informacion sobre Elsa Bornermann

Fuente: Elsa Bornemann, El último mago o Bilembambudín, Grupo editorial  Norma,  febrero de 2000, pág. 13 Capitulo 1, ISBN 958-04-3455-7 .

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“Aunque poseíamos perfectamente el español, nos costó trabajo entender por el tono chillón de la voz que preguntaba ¿Quién es? Cuando miramos hacia arriba observamos que la persona que nos dirigía esta pregunta no tenía un aspecto muy decente; pues tenía los vestidos prendidos con el mayor descuido y desaliño demostrando a la vez el mayor desaseo…”

Elizabeth Heaphy de Murray (1815–1882) Pintora británica y escritora de relatos de viajes

select;query=publication:%22El%20Eco%20del%20Comercio%22%20AND%20year:1859%20AND%20month:10%20AND%20day:08;xslt=list-es;lang=es;sort=%2Bpage;=query_summary=El%20Eco%20del%20Comercio,%2008/10/1859 Traducción. Capítulo XIII. Una visita en Santa Cruz de Tenerife], El Eco del Comercio, 776, 2-3, Santa Cruz de Tenerife, 22 de mayo de 2016]

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“He estado destrozando la ciudad con mi vestido blanco puesto
Como una maldita sociópata”

Lana del Rey (1985) cantante compositora estadounidense y modelo

Fuente: Canción hope is a dangerous thing

“Ese vestido negro que solo contigo uso, aquel que hacía que todos cayeran como domino.”

José Madero (1980) cantante, músico, compositor, productor, abogado y escritor mexicano

Fuente: Canción Noche de discoteque
Fuente: Canción Noche de discoteque