Frases sobre revolucionarios
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“Cuando se está en quinto o sexto de bachillerato o se es un poco revolucionario o no se es nada.”

José María Aznar (1953) político español

Refiriéndose a sus escritos de juventud en los que se declaraba falangista independiente. Jerusalén, 10.4.1995
Presidente del PP

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“El escalón más alto que puede alcanzar la especie humana es ser revolucionario.”

Ernesto Guevara (1928–1967) político e ideólogo argentino-cubano

Escrita el 8 de agosto de 1967 en su Diario en la guerrilla en Bolivia. La versión completa es: "esta lucha nos da la oportunidad de convertirnos en revolucionarios, el escalón más alto de la especie humana".
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“No hay teoría revolucionaria sin práctica revolucionaria y viceversa”

Lenin (1870–1924) político ruso, teórico comunista, líder de la facción bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rus…
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“Las masas revolucionarias en alza nunca perdonan la cobardía y la traición.”

León Trotski (1879–1940) político y revolucionario marxista de Rusia

De sus obras, Lecciones de octubre
Fuente: Lecciones de octubre (1975), p. 120.

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“No hay mejor prueba de los puntos de vista revolucionarios que la aplicación de ellos durante la revolución, así como el método de natación se comprueba mejor cuando el nadador se arroja al agua.”

León Trotski (1879–1940) político y revolucionario marxista de Rusia

De sus obras, Lecciones de octubre
Fuente: Lecciones de octubre (1975), p. 120.

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“La guerra interrumpió el movimiento revolucionario que había empezado a desarrollarse, lo aplazó y después lo aceleró por demás.”

León Trotski (1879–1940) político y revolucionario marxista de Rusia

De sus obras, Lecciones de octubre
Fuente: Lecciones de octubre (1975), p. 120.

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“¿Pero acaso —podríase objetar desde luego— renuncia un partido revolucionario a ejercer presión sobre la burguesía y su gobierno? Evidentemente, no.”

León Trotski (1879–1940) político y revolucionario marxista de Rusia

De sus obras, Lecciones de octubre
Fuente: Lecciones de octubre (1975), p. 120.

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“En un partido revolucionario, debe combinarse la dosis necesaria de conservatismo con la ausencia total de rutina; la flexibilidad de orientación y la audacia en la acción.”

León Trotski (1879–1940) político y revolucionario marxista de Rusia

De sus obras, Lecciones de octubre
Fuente: Lecciones de octubre (1975), p. 120.

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“El bolchevismo no es una doctrina, o no es sólo una doctrina, sino un sistema de educación revolucionaria para llevar a cabo la revolución proletaria.”

León Trotski (1879–1940) político y revolucionario marxista de Rusia

De sus obras, Lecciones de octubre
Fuente: Lecciones de octubre (1975), p. 120.

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“No hay más que una alternativa: ¡o la revolución rusa desencadena un movimiento revolucionario en Europa, o las potencias aplastarán la revolución rusa!”

León Trotski (1879–1940) político y revolucionario marxista de Rusia

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De sus obras, Lecciones de octubre, Otras

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“Nosotros no tocamos a los niños, no somos bandidos, somos revolucionarios.”

Alfonso Cano (1948–2011) Guerrillero colombiano

Domingo, 2 de julio de 2000. El Mundo.

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“La verdad histórica es esencialmente revolucionaria.”

Hugo Chávez (1954–2013) político venezolano y expresidente de Venezuela

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2010, en el Foro de Filosofía Celebrado en Caracas.

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“Tenemos que ser creativos continuamente. Hay que buscar la teoría; no hay revolución sin teoría revolucionaria.”

Hugo Chávez (1954–2013) político venezolano y expresidente de Venezuela

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“Gil Robles opinaba que cuantos más revolucionarios se mataran, menos enemigos le quedaban.”

José Díaz Ramos (1895–1942) político español

Tres años de lucha

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“Siempre debemos estar atentos los revolucionarios, más cuando los bandidos están activos y son apoyados por el terrorismo de Estado de Ronald Reagan. Pero podemos confiar en nuestro pueblo.”

Mohammad Najibulá (1947–1996)

Ante la cuestión: «Ud. parece que no se preocupa por su seguridad. Viaja mucho más por el país que lo que sus predecesores.» Der Spiegel, 23/06/1986. http://www.spiegel.de/spiegel/print/d-13519341.html

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“El camarada Gorbachov ha asegurado que la Unión Soviética apoyará a las fuerzas progresistas y revolucionarias. Eso esperamos.”

Mohammad Najibulá (1947–1996)

Der Spiegel, 23/06/1986. http://www.spiegel.de/spiegel/print/d-13519341.html

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“Es decir, las revoluciones proletarias se revisan a sí mismas, y los revolucionarios también.”

Santiago Carrillo (1915–2012) político español

Eurocomunismo y Estado

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“La verdad revolucionaria está en las minorías.”

Glauber Rocha (1939–1981) director de cine brasileño, actor y guionista
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“El nadaísmo es un estado del espíritu revolucionario, y excede toda clase de previsiones y posibilidades.”

Gonzalo Arango (1931–1976) poeta, periodista y filósofo colombiano

Fuente: Pensamiento colombiano del siglo XX, Volumen 1. Editor Santiago Castro-Gómez. Colaborador Pensar, Instituto de Estudios Sociales y Culturales. Edición ilustrada. Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2007. ISBN 9789586839655. p. 210.
Fuente: Primer manifiesto nadaísta, 1958.

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“[Nosotros somos] Marxistas. Pero el concepto de anarquismo de los servicios estatales es un intento de aprovechar para el estado imperialista la vieja disputa entre el marxismo revolucionario y el anarquismo revolucionario. Mas, de acuerdo con esa falsa comprensión del marxismo, Lenin era anarquista y su obra Estado y Revolución sería un libro anarquista.”

Ulrike Meinhof (1934–1976) periodista y militante de izquierdas alemana

Ante la pregunta «¿Cómo se consideran ustedes a sí mismos? ¿Se consideran anarquistas o marxistas?». Fuente. http://es.scribd.com/doc/17114915/Sacristan-M-Escritos-sobre-Ulrike-Meinhof-y-la-Fraccion-del-Ejercito-Rojo-seleccion-1985

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“¿Qué tenían en común todos esos individuos? «No se distinguían por ningún rango u oficio.» Desempeñaban las más variadas ocupaciones. No eran partidarios fanáticos del régimen. Era la gente que, cuando me sentía perdido y desesperado, hacía que volviera a recuperar la fe en la Unión Soviética. Creaban a su alrededor pequeñas islas de orden y dignidad en medio de un océano de caos y absurdidad. Fuera cual fuese el ámbito en el que trabajaban, su influencia se transmitía a su entorno. Y es el conjunto de esas islas humanas, diseminadas por todo el Imperio soviético, lo que mantiene la coherencia de su estructura e impide que se desintegre.    Esos hombres, sean o no comunistas, son «patriotas soviéticos» en el sentido con que esa palabra se usó al principio en la Revolución francesa. No son ni héroes ni santos, y todas sus virtudes cívicas van siempre en contra del régimen al que sirven. Están motivados por un grave sentido de responsabilidad en un país donde todo el mundo teme y elude la responsabilidad; tienen iniciativa y criterio independiente donde la obediencia ciega es la norma; son leales y entregados a sus semejantes en un mundo donde se espera lealtad solo hacia los superiores y entrega solo al Estado. Tienen honor personal y una dignidad de comportamiento inconsciente donde estas palabras son objeto de escarnio.    Aunque hay miles de ellos, constituyen una pequeña minoría, y son siempre las primeras víctimas de cada nueva purga. Aun así, no desaparecen. Los que conocí en Rusia tenían en su mayoría treinta y poco años, y pertenecían a la generación posrevolucionaria. Actualmente vuelvo a encontrar el mismo tipo de personas entre los emigrados rusos de la posguerra, que pertenecen a una generación posterior. Esos hombres rectos, entregados, enérgicos y audaces fueron y son la columna vertebral de un régimen que niega todos los valores que representan. Como comunista, daba su existencia por sentado, ya que creía que eran el producto de la educación revolucionaria, ese «nuevo tipo de hombre» cuyo advenimiento había predicho Marx. Hoy día me doy cuenta de que su existencia es prácticamente un milagro, de que han llegado a ser lo que son no a causa de, sino a pesar de su educación: un triunfo de la indestructible sustancia humana sobre el entorno deshumanizador.”

Arthur Koestler (1905–1983) novelista, ensayista, historiador, periodista, activista político y filósofo social húngaro
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“El núcleo del problema racial, tal como yo lo veo, es este: el negro (y también otros grupos raciales, pero el negro sobre
todo) resulta víctima de los conflictos psicológicos y sociales que ahora forman parte de una civilización blanca que teme una disgregación inminente y no tiene una comprensión madura de la realidad de la crisis. La sociedad blanca es pura y simplemente incapaz de aceptar realmente al negro y asimilarle, porque los blancos no pueden hacer frente a sus propios impulsos, no pueden defenderse contra sus propias emociones, que son extremadamente inestables en una sociedad sobreestimulada y rápidamente cambiante.
Para minimizar la sensación de riesgo y desastre siempre latente en sí mismos, los blancos tienen que proyectar sus miedos en algún objeto exterior a ellos mismos. Claro que la Guerra Fría ofrece amplias oportunidades, y cuanto más inseguros están los hombres, en un bando o en otro, más recurren a paranoicas acusaciones de «comunismo» o «imperialismo», según sea el caso. Las acusaciones no carecen de base, pero siguen siendo patológicas.
Aprisionado en este ineludible síndrome queda el negro, que tiene la desgracia de hacerse visible, con su presencia, su desgracia, sus propios conflictos y su propia división, precisamente en el momento en que la sociedad blanca está menos preparada para arreglárselas con un peso extra de riesgo.
¿Cuál es el resultado? Por un lado, la ternura de los «liberales» se precipita, de modo patético pero comprensible, a dar la bienvenida y a conciliar esa pena trágica. Por otro lado, los inseguros se endurecen de modo enconadamente patológico, se tensan las resistencias, y se confirman en el temor y el odio aquellos que (conservadores o no) están decididos a echar la culpa a otro de sus propias deformidades interiores.
La increíble inhumanidad de esta negativa a escuchar por un momento al negro, de algún modo, y de esta decisión de mantenerle oprimido a toda costa, me parece que proporcionará casi con seguridad una situación revolucionaria desesperanzadamente caótica y violenta. Cada vez más, la animosidad,
la suspicacia y el miedo que sienten esos blancos (y que en su raíz sigue siendo un miedo a su propia miseria interior, que probablemente no pueden sentir tal como es) llegan a hacerse una profecía que se cumple a sí misma. El odio del racista blanco al negro (lo repito, odio, porque aún es una palabra muy suave para indicar lo que hay en los corazones de esa agitada gente) se le hace aceptable cuando lo presenta como un odio del negro a los blancos, fomentado y estimulado por el comunismo. ¡La Guerra Fría y los miedos racistas se ensamblan en una sola unidad! ¡Qué sencillo es todo!
Al negro, claramente, se le invita a una sola reacción. Ha tenido innumerables razones para odiar al hombre blanco. Ahora se reúnen y se confirman sólidamente. Aunque no tenga nada que ganar por la violencia, tampoco tiene nada que perder. ¡Y por lo menos la violencia será un modo decisivo de decir lo que piensa de la sociedad blanca!
El resultado, sin duda, será muy desagradable, y la culpa caerá de lleno en las espaldas de la América blanca, con su inmadurez emocional, cultural y política, y su lamentable negativa a comprender.”

Thomas Merton (1915–1968)

Conjeturas de un espectador culpable

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“Tus ojos
que están llenos de selvas y son un manifiesto,
desordenadamente
me hacen aventurero
y revolucionario”

Luis García Montero (1958) poeta y crítico literario español

Ropa de Calle: Antologia Poetica

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“Evidentemente existen las luchas de clases, porque el capitalismo es una sociedad basada en la concurrencia - siempre hay una lucha en torno a la distribución del valor. Pero hoy en día esa lucha ya no tiene - y en el pasado raramente lo ha tenido - el carácter de una lucha a favor o en contra del capitalismo. Casi siempre sus participantes han presupuesto y aceptado la existencia del valor, del dinero y de la mercancía. Se trata entonces, en gran medida, de luchas al interior de la esfera de la circulación. Desde luego, estas luchas de clases han tenido una gran importancia histórica y han permitido que muchas personas vivan un poco mejor. Sin embargo, salvo en raras ocasiones, su horizonte no era la emancipación con respecto a la forma social fetichista. Se había aceptado ya la existencia y la pretendida necesidad del trabajo. Las acciones reivindicativas de los trabajadores simplemente quisieron liberar al trabajo de los “parásitos” que se encontraban en la esfera de la circulación (trátese de los jefes de fábrica o de los banqueros) Con la decadencia del proletariado clásico, la izquierda ha señalado muchos otros posibles “sujetos revolucionarios” - sean los trabajadores informáticos, los trabajadores precarios, las mujeres o aun la gente del tercer mundo, etc. Pero hemos visto que ninguna categoría que participa en el ciclo del trabajo y del capital está, en tanto que tal, al margen del capital. Por la sola razón de que pertenecen a una clase social, sus miembros no están interesados en la abolición de esas formas sociales o del valor. Al mismo tiempo, esto no quiere decir que no haya conflictos sociales. Por el contrario, el capitalismo crea todos los días situaciones invivibles en el plano económico y ecológico, en el plano del urbanismo, de la vida cotidiana… Todo el tiempo el capitalismo se ve contestado en términos implícitos o explícitos. Pero muy a menudo estos conflictos permanecen en el marco de la lógica abstracta de la valorización. Esta pretende someter todas las exigencias a la sola lógica de la ganancia y se encuentra en conflicto con la buena vida e incluso con la supervivencia de la humanidad. Ya no es posible leer estos tipos de conflictos a través del prisma de las clases sociales ya constituidas. Lo que queda en las fábricas de la antigua capa obrera suele haberse convertido en un grupo social bastante conservador que solamente quiere defender sus intereses materiales inmediatos.”

Anselm Jappe (1962)

Variante: Evidentemente existen las luchas de clases, porque el capitalismo es una sociedad basada en la competencia - siempre hay una lucha en torno a la distribución del valor. Pero hoy en día esa lucha ya no tiene - y en el pasado raramente lo ha tenido - el carácter de una lucha a favor o en contra del capitalismo. Casi siempre sus participantes han presupuesto y aceptado la existencia del valor, del dinero y de la mercancía. Se trata entonces, en gran medida, de luchas al interior de la esfera de la circulación. Desde luego, estas luchas de clases han tenido una gran importancia histórica y han permitido que muchas personas vivan un poco mejor. Sin embargo, salvo en raras ocasiones, su horizonte no era la emancipación con respecto a la forma social fetichista. Se había aceptado ya la existencia y la pretendida necesidad del trabajo. Las acciones reivindicativas de los trabajadores simplemente quisieron liberar al trabajo de los “parásitos” que se encontraban en la esfera de la circulación (trátese de los jefes de fábrica o de los banqueros) Con la decadencia del proletariado clásico, la izquierda ha señalado muchos otros posibles “sujetos revolucionarios” - sean los trabajadores informáticos, los trabajadores precarios, las mujeres o aun la gente del tercer mundo, etc. Pero hemos visto que ninguna categoría que participa en el ciclo del trabajo y del capital está, en tanto que tal, al margen del capital. Por la sola razón de que pertenecen a una clase social, sus miembros no están interesados en la abolición de esas formas sociales o del valor. Al mismo tiempo, esto no quiere decir que no haya conflictos sociales. Por el contrario, el capitalismo crea todos los días situaciones invivibles en el plano económico y ecológico, en el plano del urbanismo, de la vida cotidiana… Todo el tiempo el capitalismo se ve contestado en términos implícitos o explícitos. Pero muy a menudo estos conflictos permanecen en el marco de la lógica abstracta de la valorización. Esta pretende someter todas las exigencias a la sola lógica de la ganancia y se encuentra en conflicto con la buena vida e incluso con la supervivencia de la humanidad. Ya no es posible leer estos tipos de conflictos a través del prisma de las clases sociales ya constituidas. Lo que queda en las fábricas de la antigua capa obrera suele haberse convertido en un grupo social bastante conservador que solamente quiere defender sus intereses materiales inmediatos.

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“Sólo la verdad es revolucionaria”

Último Round

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“En un tiempo de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario.”

Segunda oportunidad: Reinventa tus finanzas y tu vida

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“El patrón de la apertura a la experiencia ya había sido estudiado. (…) Una característica era la juventud asociada al proceso creativo. Algunas profesiones se construyen exclusivamente sobre los avances creativos de niños prodigio (como por ejemplo, las matemáticas). Otras son menos extremas del mismo patrón: el número de melodías anuales de un compositor, los poemas de un poeta, los descubrimientos nuevos de un científico marcan un declive general pasado cierto pico de relativa juventud.

Las grandes mentes creativas no sólo suelen generar cada vez menos descubrimientos a medida que pasa el tiempo, sino que están menos abiertas a aceptar los inventos de otros. (…) Como señaló el físico Max Planck, generaciones enteras de científicos sólidamente establecidos nunca aceptan las teorías nuevas, se mueren antes. (…) La estrechez mental da como resultado a un revolucionario envejecido que rechaza precisamente lo que debería haber sido la extensión lógica de su propia revolución.

Tenemos el surgimiento de una pauta consistente: a medida que envejecemos, la mayoría de nosotros (los científicos de más edad fustigando a sus discípulos descarriados, la persona que pasa el día en el coche para ir a trabajar tratando de sintonizar en la radio una emisora que ponga una canción familiar) estamos menos abiertos a las novedades que otros.
(…)
Como la neurobiología no era gran de ayuda en el tema (no existe una región específica de apertura, y la neurogénesis se produce a lo largo de toda la vida, en mayor o menor cantidad), recurrí a la psicología. La producción creativa y la apertura a los nuevos inventos de otros está distorsionda por un factor: no se puede predecir el declive por la edad de la persona, sino por cuánto tiempo haya trabajado en una determinada disciplina. (…) No se trata de edad cronológica, sino de edad "disciplinaria": los eruditos que cambian de disciplina parecen rejuvenecer su apertura mental ante lo novedoso.”

Monkeyluv: And Other Essays on Our Lives as Animals

Esta traducción está esperando su revisión. ¿Es correcto?
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