Frases sobre empeño

Una colección de frases y citas sobre el tema del empeño, vida, vida, puede.

Frases sobre empeño

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“Podréis quitarme las monedas que llevo encima, podréis quitarme el reloj de mi muñeca y las llaves que llevo en el bolsillo, podéis quitarme hasta la vida; sólo hay una cosa que no podréis quitarme, por mucho empeño que pongáis: el miedo que tengo.”

Pedro Muñoz Seca (1879–1936) escritor español (1879-1936)

Noviembre de 1936, frente al pelotón de fusilamiento.
Fuente: Ruiz Quintano, Antonio ¿Por qué mataron a Muñoz Seca? Periódico ABC. http://www.abc.es/20081104/opinion-firmas/mataron-munoz-seca-20081104.html

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“Siguiendo el ejemplo de Francia, se podría restringir artificialmente la natalidad y de este modo evitar una superpoblación. La Naturaleza misma suele oponerse al aumento de población en determinados países o en ciertas razas, y esto en épocas de hambre o por condiciones climáticas desfavorables, así como tratándose de la escasa fertilidad del suelo. Por cierto que la Naturaleza obra aquí sabiamente y sin contemplaciones; no anula propiamente la capacidad de procreación, pero sí se opone ala conservación de la prole al someter a ésta a rigurosas pruebas y privaciones tan arduas, que todo el que no es fuerte y sano vuelve al seno de lo desconocido. El que entonces sobrevive, a pesar de los rigores de la lucha por la existencia, resulta mil veces experimentado, fuerte y apto para seguir generando, de tal suerte que el proceso de la selección puede empezar de nuevo. Actuando de ese modo brutal contra el individuo y llamándolo de nuevo momentáneamente a desaparecer, por no ser capaz de resistir la tempestad de la vida, la Naturaleza mantiene la Raza, la propia especie vigorosa y la hace capaz de las mayores realizaciones. La disminución del número implica así la vigorización del individuo y con ello, finalmente, la consolidación de la Raza. Otra cosa es que el hombre, por sí mismo, se empeñe en restringir su descendencia. Aquí es preciso considerar no sólo el factor natural, sino también el humano. El hombre cree saber más que esa cruel Reina de toda la sabiduría, la Naturaleza. Él no limita la conservación del individuo, sino la propia reproducción. Eso le parece a él (que siempre se ve a sí mismo y nunca a la Raza) más humano y más justificado que lo otro. Infelizmente, las consecuencias son también inversas. En cuanto a la Naturaleza, liberando la generación, somete, entre tanto, la conservación de la especie a una prueba de las más severas, escogiendo dentro de un gran número de individuos los que juzga mejores, y sólo a éstos preserva para la perpetuación de la especie; el hombre limita la procreación y se esfuerza denodadamente para que cada ser, una vez nacido, se conserve a cualquier precio. Esta corrección de la voluntad divina le parece ser tan sabia como humana, y él se alegra más de una vez por haber sobrepujado a la Naturaleza y hasta haber demostrado la insuficiencia de la misma. Y el hijo de Adán no quiere ver ni oír hablar que, en realidad, el número es limitado, pero a costa del abatimiento del individuo. Siendo limitada la procreación, por disminución del número de nacimientos, sobreviene, en lugar de la natural lucha por la vida (que sólo deja en pie al más fuerte y al más sano), como lógica consecuencia, el prurito de "salvar" a todo trance también al débil y hasta al enfermo, cimentando el germen de una progenie que irá degenerando progresivamente, mientras persista ese escarnio de la Naturaleza y sus leyes. El resultado final es que un pueblo tal perderá algún día el derecho a la existencia en este mundo, pues el hombre puede, durante un cierto tiempo, desafiarlas leyes eternas de la conservación, pero la venganza vendrá, más tarde o más temprano. Una generación más fuerte expulsará a los débiles, pues el ansia por la vida, en su última forma, siempre romperá todas las corrientes ridículas del llamado espíritu de humanidad individualista. En su lugar aparecerá una Humanidad natural, que destruirá la debilidad para engendrar la fuerza.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

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“El arte parece ser el empeño por descifrar o perseguir la huella dejada por una forma perdida de existencia.”

María Zambrano (1905–1991) Filósofa y ensayista española

Fuente: Apuntes sobre el tiempo y la poesía.
Fuente: [Zambrano] (2007), p. 52. https://books.google.es/books?hl=es&id=J_swDwAAQBAJ&q=empe%C3%B1o#v=snippet&q=empe%C3%B1o&f=false En Google Books. Consultado el 22 de noviembre de 2019.

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“La constancia en el empeño es la fuerza que barre las dificultades y cuanto se opone a la voluntad.”

Carlos Bernardo Gonzalez Pecotche (1901–1963) biografía, educador y humanista argentino, fundador del método logosófico

Del libro Logosofía. Ciencia y Método.

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“Lo que más me preocupó en la cuestión del parlamentarismo fue la notoria falta de un elemento responsable. Por funestas que pudieran ser las consecuencias de una ley sancionada por el Parlamento, nadie lleva la responsabilidad ni a nadie le es posible exigirle cuentas. ¿O es que puede llamarse asumir responsabilidad el hecho de que después de un fiasco sin precedentes dimita el gobierno culpable, o cambie la coalición existente, o, por último, se disuelva el Parlamento? ¿Puede acaso hacerse responsable a una vacilante mayoría? ¿No es cierto que la idea de responsabilidad presupone la idea de la personalidad? ¿Puede prácticamente hacerse responsable al dirigente de un gobierno por hechos cuya gestión y ejecución obedecen exclusivamente a la voluntad y al arbitrio de una pluralidad de individuos? ¿O es que la misión del gobernante - en lugar de radicar en la concepción de ideas constructivas y planes- consiste más bien en la habilidad con que éste se empeñe en hacer comprensible a un hato de borregos lo genial de sus proyectos, para después tener que mendigar de ellos mismos una bondadosa aprobación? ¿Cabe en el criterio del hombre de Estado poseer en el mismo grado el arte de la persuasión, por un lado, y por otro la perspicacia política necesaria para adoptar directivas o tomar grandes decisiones? ¿Prueba acaso la incapacidad de un Führer el solo hecho de no haber podido ganar en favor de una determinada idea el voto de mayoría de un conglomerado resultante de manejos más o menos honestos? ¿Fue acaso alguna vez capaz ese conglomerado de comprender una idea, antes de que el éxito obtenido por la misma revelara la grandiosidad de ella? ¿No es en este mundo toda acción genial una palpable protesta del genio contra la indolencia de la masa? ¿Qué debe hacer el gobernante que no logra granjearse el favor de aquel conglomerado para la consecución de sus planes? ¿Deberá sobornar? ¿O bien, tomando en cuenta la estulticia de sus conciudadanos, tendrá que renunciar a la realización de medidas reconocidas como vitales, dejando el gobierno, o quedarse en él a pesar de todo? ¿No es cierto que en un caso tal el hombre de verdadero carácter se coloca frente a un conflicto insoluble entre su comprensión de la necesidad y su rectitud de criterio o, mejor dicho, su honradez? ¿Dónde acaba aquí el límite entre la noción del deber para la colectividad y la noción del deber para la propia dignidad personal? ¿No debe todo Führer de verdad rehusar que de ese modo se le degrade a la categoría de traficante político? ¿O es que, inversamente, todo traficante deberá sentirse predestinado a "especular" en política, puesto que la suprema responsabilidad jamás pesará sobre él, sino sobre un anónimo e inaprensible conglomerado de gentes? Sobre todo, ¿no conducirá el principio de la mayoría parlamentaria a la demolición de la Idea-Führer? Pero, ¿es que aún cabe admitir que el progreso del mundo se debe a la mentalidad de las mayorías y no al cerebro de unos cuantos? ¿O es que se cree que tal vez en el futuro se podría prescindir de esta condición previa, inherente a la cultura humana? ¿No parece, por el contrario, que ella es hoy más necesaria que nunca?”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

Mi Lucha

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“El empeño inteligente es, en toda actuación, factor de triunfo.”

Carlos Bernardo Gonzalez Pecotche (1901–1963) biografía, educador y humanista argentino, fundador del método logosófico

Del libro Logosofía. Ciencia y Método.

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“Jamás hubo una guerra justa, jamás hubo una guerra honrosa, por la parte de su instigador. Yo miro en lontananza un millón de años más allá, y esta norma no se alterará ni siquiera en media docena de casos. El puñadito de vociferadores (como siempre) pedirá a gritos la guerra. Al principio (con cautela y precaución) el púlpito pondrá dificultades; la gran masa, enorme y torpona, de la nación se restregará los ojos adormilados y se esforzará por descubrir el por qué tiene que haber guerra y dirá con ansiedad e indignación: -Es una cosa injusta y deshonrosa, y no hay necesidad de que la haya-. Pero el puñado vociferará con mayor fuerza todavía. En el bando contrario, unos pocos hombres bienintencionados argüirán y razonarán contra la guerra valiéndose del discurso y de la pluma, y al principio habrá quien les escuche y les aplauda; pero eso no durará mucho; los otros ahogarán su voz con sus vociferaciones y el auditorio enemigo de la guerra se irá raleando y perdiendo popularidad. Antes que pase mucho tiempo verás este hecho curioso: los oradores serán echados de las tribunas a pedradas, y la libertad de palabra se verá ahogada por unas hordas de hombres furiosos que allá en sus corazones seguirán siendo de la misma opinión que los oradores apedreados (igual que al principio), pero que no se atreven a decirlo. Y, de pronto, la nación entera (los púlpitos y todo) recoge el grito de guerra y vocifera hasta enronquecer, y lanza a las turbas contra cualquier hombre honrado que se atreva a abrir su boca; y finalmente, esa clase de bocas acaba por cerrarse. Acto continuo, los estadistas inventarán mentiras de baja estofa, arrojando la culpa sobre la nación que es agredida, y todo el mundo acogerá con alegría esas falsedades para tranquilizar la conciencia, las estudiará con mucho empeño y se negará a examinar cualquier refutación que se haga de las mismas; de esa manera se irán convenciendo poco a poco de que la guerra es justa y darán gracias a Dios por poder dormir más descansados después de este proceso de grotesco engaño de sí mismos.”

Mark Twain (1835–1910) escritor estadounidense

Fuente: El forastero misterioso (1916), Cap. IX.

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“Un egoísta es aquel sujeto que se empeña en hablarte de sí mismo cuando tú te estás muriendo de ganas de hablar de ti.”

Jean Cocteau (1889–1963) poeta, novelista, dramaturgo, pintor, ocultista, diseñador, crítico y cineasta francés (1889-1963)

Fuente: [Señor] (1997), p. 201.
Fuente: Citado en la revista Expansión, números 596-600. Editorial Expansión, S. de R.L. de C.V., 1992, p. 88.

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“Las cumbres se alcanzan doblando el empeño.”

Domingo Faustino Sarmiento (1811–1888) político, escritor, docente, periodista y militar argentino

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“¿qué puede justificar la fidelidad, fuera de la palabra empeñada? Pero la palabra empeñada a menudo se empeña a la ligera. Sino se la empeñase así, es probable que se la empeñaría mucho más raramente.”

Jacques Lacan (1901–1981) Psiquiatra y psicoanalista francés

El Seminario / The Seminar of Jacques Lacan: Los Escritos Tecnicos De Freud 1953-1954 / Freud's Papers on Technique, 1953-1954

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“España no alcanzará su pleno florecimiento cultural y político mientras los docentes de todos los grados no acierten a fabricar, en cantidad suficiente, el español que nos hace mucha falta, es decir, un tipo humano tan impersonal por abnegado, tan firme y entero de carácter, tan tolerante y abierto a todas las ideas, tan esforzado y constante en su empeño, tan agudamente sensible a nuestros infortunios que, reaccionando pujantemente contra las causas de nuestro atraso y de nuestros errores, consagre, lo mejor de sus energías y de sus luces a la prosperidad del país, al servicio del Estado y al enaltecimiento de la nación.”

Santiago Ramón y Cajal (1852–1934) neurocientífico español

España
Fuente: Ramón y Cajal, Santiago; Nuñez Pérez, Manuel, et al. «El retorno definitivo de Cajal.» Ramón y Cajal, 1852-1934: Expediente administrativo y otros documentos, p. 12. Ministerio de Educación, 1978. ISBN 8436906284, 9788436906288. https://books.google.es/books?id=PDSU10UUdZgC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false En Google Books. Consultado el 9 de enero de 2010.

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“Cuando el ingenio se queda pequeño, no basta con poner empeño, solo el talento consigue el diseño.”

Lírico (1976)

Máximo Exponente, Genios (álbum de Violadores del Verso)

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“El dramaturgo: … Nada le anima más en su empeño que su propia ignorancia, porque no tiene la inteligencia de comprender la dificultad de lo que pretende realizar; por ello se precipita como un temerario y la diosa Fortuna, que favorece a los idiotas y los atrevidos, a veces se repara en él, por sus dos facetas, y le recibe con gracia. Él tiene otro motivo, y es la ignorancia popular que le acompaña hoy día, en el que sus salidas afectadas se reciben con aplauso, como la oratoria de Oliver Cromwell entre los fanáticos y partidarios de su misma ideología moralizadora y hipócrita. Prefiere escribir en verso más que en prosa porque, al ser el mundo saturado de romances, encuentra fácilmente tramas, pasiones y réplicas y si las convierten en rima, logra así disfrazar su hurto y hacerlo pasar por su propio ingenio…”

Samuel Butler (poeta) (1612–1680)

«Caracteres» (en Remains 1759-obra póstuma)
Original: «A play writer: ... Nothing encourages him more in his undertaking than his ignorance, for he has not wit enough to understand so much as the difficulty of what he attempts; therefore he runs on boldly like a foolhardy wit, and Fortune, that favours fools and the bold, sometimes takes notice of him for his double capacity, and receives him into her good graces. He has one motive more, and that is the concurrent ignorant judgment of the present age, in which his sottish fopperies pass with applause, like Oliver Cromwell's oratory among fanatics of his own canting inclination. He finds it easier to write in rhyme than prose, for the world being over-charged with romances, he finds his plots, passions, and repartees ready made to his hand, and if he can but turn them into rhyme the thievery is disguised, and they pass for his own wit and invention...».
Fuente: Remains, vol. 2 (1759)

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