Frases sobre entraña

Una colección de frases y citas sobre el tema del entraña, hombre, hombro, vida.

Frases sobre entraña

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“La envidia es una carcoma que roe y consume las entrañas de los envidiosos.”

Pachacútec (1380–1460) Emperador Inca

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“Miserables de aquellos que vacilan cuando la tiranía se ceba en las entrañas de la patria.”

Esteban Echeverría (1805–1851) escritor y poeta de Argentina

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“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-lita: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.”

Lolita
Variante: Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.

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“Ante todo, hay que precisar que leer poesía es un acto de fe en el que el lector sabe de antemano que deberá esforzarse para penetrar en las entrañas de cada palabra vomitada por el autor”

Ruth Baza (1972) Escritora y periodista española

Fuente: Jugadores de palabras (Ruth Baza) publicado en el suplemento cultural Evasión del diario El Correo. Publicado el 11 de enero de 2002. https://hemeroteca.elcorreo.com/

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“Cualquiera que sea el talento que se revele en la dirección de una propaganda, no conseguirá el éxito si no se toma en consideración siempre e intensamente un postulado fundamental: ella tiene que conformarse con poco; sin embargo, ese poco tendrá que ser repetido constantemente. La persistencia, en este caso, es, como en muchos otros de este mundo, la primera y más importante condición para el éxito. Los temas de propaganda, precisamente, no pueden ser dirigidos por estetas, ni por "blasés". Los primeros imprimen, por la forma y por la expresión, un sello a la propaganda que, dentro de poco, sólo tiene poder de atracción en los círculos literarios; los segundos, deben ser cuidadosamente evitados, pues su falta de sensibilidad hace que se busquen constantemente nuevos atractivos. Esas personas se cansan de todo con facilidad; lo que ellos desean es la variedad y son incapaces de una comprensión de las necesidades de sus conciudadanos todavía no contaminados por su pesimismo. Ellos son siempre los primeros críticos de la propaganda, o, mejor dicho, de su contenido, el cual les parece demasiado arcaico, etcétera. Sólo quieren novedades, sólo buscan variedad y se vuelven de esa forma enemigos mortales de una conquista eficiente de las masas, desde el punto de vista político. Después que una propaganda, en su organización y en su contenido, comienza a orientarse por las necesidades de aquéllos, pierde toda unidad y se dispersa completamente. La propaganda, por consiguiente, no fue creada para proporcionar a esos señores blasés una distracción interesante y sí para convencer a la masa. Ésta necesita -por ser de más lenta comprensión- de un determinado período de tiempo, antes de estar en condiciones de tomar conocimiento de un hecho y, solamente después de repetirles millares de veces los conceptos más elementales, es cuando su memoria entrará a retenerlos. La variación en la propaganda no debe alterar jamás el sentido de aquello que es el objeto de esa propaganda, sino que desde el principio hasta el fin debe significar siempre lo mismo. El motivo en cuestión puede ser considerado desde puntos de vista diferentes, mas es condición esencial que toda exposición entrañe en resumen, invariablemente, la misma fórmula. Sólo de esta suerte es posible hacer que la propaganda sea eficaz y uniforme. Sólo la línea maestra, que nunca debe ser abandonada, es capaz, guardando la acentuación uniforme y coherente, de hacer madurar el éxito final. Sólo entonces se podrá constatar con asombro cuán formidables y casi incomprensibles resultados es capaz de producir una persistencia tal. El éxito de toda propaganda, sea en el campo del comercio o en el de la política, supone una acción perseverante y la constante uniformidad de su aplicación. También en esto fue ejemplar la”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

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“Las palabras de un hombre muerto se modifican en las entrañas de los vivientes.”

Wystan Hugh Auden (1907–1973) poeta y ensayista británico

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“En las entrañas de América se gesta el futuro de la humanidad.”

Carlos Bernardo Gonzalez Pecotche (1901–1963) biografía, educador y humanista argentino, fundador del método logosófico

De la revista Logosofía.

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“el sujeto entraña pensamientos de los que nada sabe; esto es, como una percepción endopsíquica de lo reprimido.”

Sigmund Freud (1856–1939) médico neurólogo austriaco, considerado el padre del psicoanálisis

Análisis de un caso de neurosis obsesiva

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“Se ha argumentado a menudo que teólogos, moralistas, comisarios políticos e intolerantes y fanáticos de todos los signos han recelado siempre de la novela, y siguen haciéndolo, por la misma razón por la que todas las dictaduras y sistemas totalitarios han procurado prohibirla o mantenerla bajo control: porque no hay novela digna de tal nombre que no entrañe un gesto de insumisión, una forma de rebeldía o protesta o desobediencia, una impugnación de la realidad, en la medida en que, a través de la ficción, la novela postula una realidad distinta a la de la experiencia diaria, no sometida a las constricciones e imperativos de ésta; todo lo anterior me parece válido, pero yo añadiría que los recelos y deseos de prohibición y de control que a lo largo de su historia han perseguido a la novela no guardan sólo relación con ello, sino también (y quizá principalmente) con el hecho de que las ambigüedades, ironías, equívocos y certezas huidizas y contradictorias que constituyen el nervio de las novelas —y en especial de las novelas del punto ciego, que son las que giran por completo en torno a ellas— irritan y desconciertan a los dogmáticos, los sublevan porque sienten o intuyen con razón que representan una ofensiva en toda regla contra las certidumbres sin fisuras y las verdades eternas con las que se sostienen. Antes”

Javier Cercas (1962) escritor y periodista español

El punto ciego: Las conferencias Weidenfeld 2015

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“Y sordo, sordo en mis propias entrañas, al alboroto de los que huyen en pánico, o se rehúsan a la ofrenda mística de su ser, siempre he ignorado el gesto que renuncia…”

Hipólito Yrigoyen (1852–1933) político argentino

Fuente: Yrigoyen, Hipólito. . Compilación y Prólogo de Gabriel del Mazo. El pensamiento escrito de Yrigoyen. Buenos Aires, 1945. pp.161.

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