Frases sobre barrio

Una colección de frases y citas sobre el tema del barrio, vida, gente, gente.

Frases sobre barrio

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“Cualquier hombre que haga autoestop a todo lo largo y ancho de la Galaxia, pasando calamidades, divirtiéndose en los barrios bajos, luchando contra adversidades tremendas, saliendo sano y salvo de todo ello, y sabiendo todavía dónde está su toalla, es sin duda un hombre a tener en cuenta.”

Serie The Hitchhiker's Guide to the Galaxy (5 libros)
Fuente: Guía del autoestopista galáctico.
Fuente: Adams, Douglas. Guía del autoestopista galáctico. Editorial Anagrama, 2016. ISBN 9788433927996. https://books.google.es/books?id=2GacDQAAQBAJ&printsec=frontcover&dq=The+Hitchhiker%27s+Guide+to+the+Galaxy&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwinqLjHieTfAhVp8OAKHYJxCNgQ6AEIKDAA#v=onepage&q=Cualquier%20hombre%20que%20haga%20autoestop%20a%20todo%20lo%20largo%20y%20ancho%20de%20la%20Galaxia%2C%20pasando%20calamidades%2C%20divirti%C3%A9ndose%20en%20los%20barrios%20bajos%2C%20luchando%20contra%20adversidades%20tremendas%2C%20saliendo%20sano%20y%20salvo%20de%20todo%20ello%2C%20y%20sabiendo%20todav%C3%ADa%20d%C3%B3nde%20est%C3%A1%20su%20toalla%2C%20es%20sin%20duda%20un%20hombre%20a%20tener%20en%20cuenta&f=false

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“Este partido está pudriéndose por la inmensa gusanera de caciques y caciquillos. Tienen más que los monárquicos. En cada capital hay cincuenta que quieren imponer los caprichos de su vanidad y de su ambición a todos sus correligionarios… Y si nada más hubiera esos cincuenta, menos mal. Luego vienen los caciques de distrito y los de barrio… ¡Oh!! Esos vejestorios endiosados de Comité local y de barriada! ¡Papas rojos, que se creen infalibles e indiscutibles!
Para hacer la revolución, lo primero, lo indispensable, sería degollarlos a todos. Si éstos trajeran la República, estaríamos peor que ahora. Sería cosa de emigrar. Suerte que no hay miedo a que la traigan. ¡Hay cada revolucionario que tiene un miedo feroz a la revolución!… Hubiera usted visto a algunos de ellos cuando la semana roja de Barcelona, cuando aquí se dijo que iba a estallar la huelga general, irse huyendo de Madrid como ratas… No sé qué diablos ocurría entonces, que a todos les salían negocios en provincias, o tenían por esas tierras de dios parientes enfermos de gravedad, que los llamaban… ¡Y para ver este espectáculo me vine yo de Santander e interrumpí mi veraneo!… Luego, son muchos los republicanos que no quieren que venga la República, porque no les conviene; van muy bien en el machito, haciendo la farsa de la oposición, sirviendo de comparsas en esta política repugnante, representando su papel de diputados o de concejales, u otros papeles peores.
En este partido son muy pocos los directores que trabajan desinteresadamente por el ideal; la desorganización es indescriptible, no se puede imaginar; no hay espíritu de disciplina, ni siquiera instinto de conservación… Si no fuera porque veo esos caciquitos ir a su avío, sin saber disimularlo, creería que estaban locos. No se puede hacerlo peor para facilitar la victoria al adversario e imposibilitar la propia… Estoy harto de luchar sin esperanza de salvación entre tanta miseria. Así están disgregando la masa republicana, infiltrando el escepticismo entre los soldados de fila… ¡Oh! Usted no puede darse idea de lo que aquí se persiguen unos odios a otros y unas vanidades a otras… ¡Con qué ensañamiento, con qué perfidia, empleando todos los medios, hasta la difamación y la calumnia!
Ha habido día que pensé meterme en casa y no ocuparme de política. Pero lo he pensado mejor. Voy a irme con Pablo Iglesias. Él y su partido son lo único serio, disciplinado, admirable, que hay en la España política. […] ¡Es por el socialismo por donde llega la aurora!”

Benito Pérez Galdós (1843–1920) novelista, dramaturgo, cronista y político español

Fuente: Anales Galdosianos, volúmenes 19-20. Colaborador University of Pittsburgh. Editorial University of Pittsburgh, 1984, pp. 92-93.
Fuente: El Imparcial, 13 de mayo de 1910, siendo diputado de la Conjunción Republicano-Socialista.

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“Si eres feliz, escóndete. No se puede andar cargado de joyas por un barrio de mendigos. ¡No se puede pasear una felicidad como la vuestra por un mundo de desgraciados!”

Variante: Si eres feliz, escóndete. No se puede andar cargado de joyas por un barrio de mendigos. No se puede pasear una felicidad como la tuya por un mundo de desgraciados.
Fuente: [Señor] (1997), p.237.
Fuente: Prohibido suicidarse en primavera. Acto II.
Fuente: [Alejandro Casona, Obras completas Tomo I] (Aguilar, 1969), p. 513.

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“Crecí en un barrio privado de Buenos Aires… Sí, privado de agua, de luz, de teléfono.”

Diego Armando Maradona (1960) futbolista y entrenador de fútbol argentino

De visita en Bolivia 05/03/2004

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“Yo crecí en un barrio privado de Buenos Aires…. Privado de agua, luz, teléfono…”

Diego Armando Maradona (1960) futbolista y entrenador de fútbol argentino

Recuerdos de sus frases con el diario Olé
Variante: Yo crecí en un barrio privado de Buenos Aires.... Privado de agua, luz, teléfono....
Fuente: http://www.ole.com.ar/seleccion/Frases-maradonianas_0_362963815.html

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“No puede defender igual los colores del Racing un brasileño que Munitis, que ha nacido en el barrio pesquero. Pero nosotros no somos como el Bilbao, no somos xenófobos, aquí puede jugar cualquiera.”

Miguel Ángel Revilla (1943) político español

el 18 de noviembre de 2006, en referencia al club de fútbol cántabro Racing de Santander, comparándolo con el Athletic Club de Bilbao, horas antes de enfrentarse el Racing con el Real Madrid.
Fuente: Diario deportivo Marca http://www.marca.com/edicion/marca/futbol/1a_division/athletic/es/desarrollo/710862.html

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“Portugal es el barrio pobre de Huelva.”

Humor

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“Los amigos del barrio pueden desaparecer, los cantores de radio pueden desaparecer, los que están en los diarios pueden desaperecer, la persona que amas puede desaparecer(…)Pero los dinosaurios van a desaparecer.”

Charly García (1951) músico, compositor, multiinstrumentista, arreglista autor, cantautor y productor argentino

Los Dinosaurios.
Citas de Canciones

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“Todos los barrios de nuestro municipio van a estar representados en el nuevo comité local de Santa Brígida. Mayor cercanía y más diálogo con todos los vecinos debe ser nuestra prioridad.”

Lucas Bravo de Laguna (1975) político de España

Sin fuentes
Declaraciones extraídas de su vídeo de presentación como Presidente Local en la 6ª Asamblea Local del Partido Popular de Santa Brígida

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“Ten cuidao por mi barrio si vienes no querrás volver men.”

Aloy (1986)

Sin fuentes

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“En este país todos los inmigrantes que sean necesarios y uno más. Pero todos con contrato de trabajo. Eso debe ser incuestionable. El fenómeno de la inmigración se coloca en una escalera, se coloca en un barrio y se coloca en una ciudad, pero mi opinión es que ni la escalera, ni la ciudad, ni el barrio, pueden funcionar nunca con la norma del último que se empadrona.”

Celestino Corbacho (1949) político español

Fuente: "El País" http://www.elpais.com/audios/sociedad/Vivir/nuevo/ministro/Trabajo/Inmigracion/Celestino/Corbacho/ha/repasado/nueva/etapa/elpaud/20080413csrcsrsoc_1/Aes/, "Cinco días" http://www.cincodias.com/articulo/economia/Corbacho/defiende/entrada/todos/inmigrantes/sean/necesarios/contrato/cdseco/20080413cdscdseco_7/Tes/, "El Mundo" http://www.elmundo.es/elmundo/2008/04/16/espana/1208334181.html.

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“Hoy esos hombres y mujeres van a Tailandia, a Filipinas, a Botswana, a Bolivia y a cualquier parte donde esperan encontrar gentes que necesitan con desesperación un trabajo. Van a esos países con la intención deliberada de explotar a los desdichados, a seres que tienen hijos desnutridos o famélicos, que viven en barrios de chabolas y que han perdido toda esperanza de una vida mejor; que incluso han dejado de soñar en un futuro. Esos hombres y mujeres salen de sus fastuosos despachos de Manhattan, de San Francisco o de Chicago, se desplazan entre los continentes y los océanos en lujosos jets, se alojan en hoteles de primera categoría y se agasajan en los mejores restaurantes que esos países puedan ofrecer. Luego salen a buscar gente desesperada.
Son los negreros de nuestra época. Pero ya no tienen necesidad de aventurarse en las selvas de África en busca de ejemplares robustos para venderlos al mejor postor en las subastas de Charleston, Cartagena o La Habana. Simplemente reclutan a esos desesperados y construyen una fábrica que confeccione las cazadoras, los pantalones vaqueros, las zapatillas deportivas, las piezas de automoción, los componentes para ordenadores y los demás miles de artículos que aquéllos saben colocar en los mercados de su elección. O tal vez prefieren no ser los dueños de esas fábricas, sino que se limitan a contratar con los negociantes locales, que harán el trabajo sucio por ellos.
Esos hombres y mujeres se consideran gente honrada. Regresan a sus países con fotografías de lugares pintorescos y de antiguas ruinas, para enseñárselas a sus hijos. Asisten a seminarios en donde se dan mutuas palmadas en las espaldas e intercambian consejos sobre cómo burlar las arbitrariedades aduaneras de aquellos exóticos países. Sus jefes contratan abogados que les aseguran la perfecta legalidad de lo que ellos y ellas están haciendo. Y tienen a su disposición un cuadro de psicoterapeutas y otros expertos en recursos humanos, para que les ayuden a persuadirse de que, en realidad, están ayudando a esas gentes desesperadas.
El esclavista a la antigua usanza se decía a sí mismo que su comercio trataba con una especie no del todo humana, a cuyos individuos ofrecía la oportunidad de convertirse al cristianismo. Al mismo tiempo, entendía que los esclavos eran indispensables para la supervivencia de su propia sociedad, de cuya economía constituían el fundamento. El esclavista moderno se convence a sí mismo (o a sí misma) de que es mejor para los desesperados ganar un dólar al día que no ganar absolutamente nada. Y además se les ofrece la oportunidad de integrarse en la más amplia comunidad global. Él o ella también comprenden que esos desesperados son esenciales para la supervivencia de sus compañías, y que son los fundamentos del nivel de vida que sus explotadores disfrutan. Nunca se detienen a reflexionar sobre las consecuencias más amplias de lo que ellos y ellas, su nivel de vida y el sistema económico en que todo eso se asienta están haciéndole al planeta, ni sobre cómo, finalmente, todo eso repercutirá en el porvenir de sus propios hijos.”

Confesiones de un gángster económico

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“La calle del Faubourg Saint-Antoine era muy larga. Comenzaba en lo que antes había sido un faubourg, un barrio de las afueras, situado al este de la ciudad antigua. Mucho antes de la Revolución, ya era una zona de artesanos, donde se encontraban la mayoría de los carpinteros y ebanistas. Pese a las ideas republicanas, y a veces radicales, que en general defendían, muchos de aquellos hábiles artesanos y pequeños comerciantes eran, como Petit, muy conservadores en lo que concernía al núcleo familiar. No obstante, más de un monarca había podido comprobar en el pasado que, cuando se echaban a la calle, eran implacables. Petit emprendió la caminata con paso febril. La nieve se había fundido y las calles estaban secas. Al cabo de poco, llegó al lugar donde antes se alzaba la fortaleza de la Bastilla y que entonces no era más que un gran espacio vacío sobre el que flotaba un cielo gris de negros presagios. Allí comenzaba la ciudad antigua. A partir de ese punto, la calle ya no se denominaba faubourg, sino simplemente calle Saint-Antoine. Al cabo de un centenar de metros, volvía a cambiar de nombre, adoptando el de Rivoli. Con aquel prestigioso nombre, conducía a la antigua plaza del mercado de la Grève, contigua al río, donde habían reconstruido el ayuntamiento, el Hôtel de Ville, al que le habían conferido un aspecto de enorme y ornamentado castillo. Después pasó por el antiguo Châtelet, donde en la Edad Media administraba justicia el preboste. Aunque había aminorado el paso, Petit todavía caminaba deprisa y, pese al frío, sudaba un poco. Finalmente, se cepilló con gesto inconsciente las mangas del abrigo cuando entró en la zona más regia de la calle de Rivoli, con la larga serie de arcadas que se sucedían frente al solemne palacio del Louvre y los jardines de las Tullerías, hasta que llegó al vasto espacio despejado de la plaza de la Concordia. Llevaba caminando más de una hora. Su ira se había transformado en una sombría y amarga rabia impregnada de desesperación. Torció hacia el bonito templo clásico de la Madeleine. Justo al oeste de la Madeleine, empezaba otro de los grandes bulevares residenciales proyectados por el barón Haussmann. El bulevar de Malesherbes partía de allí en diagonal para acabar en una de las puertas noroccidentales de la ciudad, más allá del final del parque Monceau. El serio carácter del bulevar adquiría un aire más moderno en los sectores próximos a la Madeleine, precisamente en la zona donde se encontraba, en un gran edificio de la Belle Époque, el piso de Jules Blanchard.”

Edward Rutherfurd (1948) escritor británico

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“Echemos una ojeada a lo que hemos construido con los primeros miles de millones que tuvimos a nuestra disposición: los barrios de viviendas baratas se han convertido en los peores centros de delincuencia, vandalismo y desesperanza social general, mucho peores que los viejos barrios bajos que intentábamos eliminar; los proyectos de construcción de grupos de viviendas de renta media -auténticas maravillas de monotonía y regimentalización- sellaron a cal y canto las perspectivas de una vida ciudadana llena de vitalidad y dinamismo; los barrios residenciales de lujo, que teóricamente debían mitigar la sordidez de las ciudades, o intentarlo al menos, son hoy escaparates de una insípida vulgaridad; y no hablemos de los centros culturales, en los cuales es difícil encontrar una buena biblioteca; o los centros cívico-recreativos, cuidadosamente evitados por todo el mundo a excepción de los vividores de rigor, esos que no tienen tantos remilgos como los demás para escoger sus lugares de esparcimiento; amén de los centros comerciales imitación sin lustre de los supermercados suburbiales y de todos esos paseos que no vienen de ningún sitio y no van a ninguna parte, pero que tampoco exhiben a ningún paseante; y esas autopistas que destripan las grandes ciudades… Esto no es reordenar las ciudades. Esto es, simplemente, saquearlas.”

Fuente: Jane Jacobs, The Death and Life of Great American Cities. (Edición original publicada por Random House, Inc., Nueva York. Traducción española de Ángel Abad, Muerte y vida de las grandes ciudades. 2. edición 1973 (1. ed. 1967), ) Ediciones Península, Madrid.

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“Yo nací bailando. De niño no fui a la escuela. Aprendí a leer y a escribir solo, preguntando a la gente. Yo he sido siempre muy preguntón y observador. Mi escuela era andar arriba y abajo con los gitanos del barrio de San Juan, donde nací. Viéndoles a ellos empecé a bailar. Pero yo no soy gitano, como la gente cree. Pero sí he sido muy amigo de ellos, a quienes debo mucho.”

Vicente Escudero (1892–1980) bailarín y coreógrafo de flamenco español

Fuente: El legendario bailaor Vicente Escudero. http://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/24410/3/THVI~N67~P82-97.pdf Antonina Rodrigo. Tiempo de Historia, año VI, nº 67, pág. 82-97, 1 de junio de 1980