Frases sobre aspecto
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“Véase la preocupación de uno de esos salteadores políticos en obtener a ruegos el asentimiento de la mayoría para, en cualquier momento, poder alienar la responsabilidad. Pues ésta una de las principales razones por las que esa especie de actividad política es despreciable y odiosa a todo hombre de sentimientos decentes y, por tanto, también de valor, al tiempo que atrae a todos los caracteres miserables - aquellos que no quieren asumir la responsabilidad de sus acciones, sino que antes procuran huir, no pasando de cobardes villanos. Las consecuencias se dejarán sentir tan pronto como tales mediocres formen el gobierno de una Nación. Faltará entereza para obrar y se preferirá aceptar las más vergonzosas humillaciones antes de erguirse para adoptar una actitud resuelta, pues nadie habrá allí que por sí solo esté personalmente dispuesto a arriesgarlo todo en pro de la ejecución de una medida radical. Existe una verdad que no debe ni puede olvidarse: es la de que tampoco en este caso una mayoría estará capacitada para sustituir a la personalidad en el gobierno. La mayoría no sólo representa siempre la estupidez, sino también la cobardía. Y del mismo modo que de cien cabezas huecas no se hace un sabio, de cien cabezas no surge nunca una decisión heroica. Cuanto menos grave sea la responsabilidad que pese sobre el Jefe, mayor será el número de aquellos que, dotados de ínfima capacidad, se crean igualmente llamados a poner al servicio de la Nación sus "imponderables fuerzas". Con impaciencia esperan que les llegue el turno; forman una larga fila y cuentan, con doloridos lamentos, el número de los que esperan delante de ellos y casi calculan la hora sobre cuándo, posiblemente, alcanzarán su deseo. De ahí que sea para ellos motivo de regocijo el cambio frecuente de funcionarios en los cargos que ellos apetecen y que celebren todo escándalo que reduzca la fila de los que por delante esperan. En el caso de que uno de ellos no quiera dejar la posición alcanzada, casi se considera eso como una quiebra de una combinación sagrada de solidaridad común. Entonces es cuando ellos se vuelven intrigantes y no descansan hasta que el desvergonzado, al final vencido, pone su lugar nuevamente a disposición de todos. Por eso mismo, no alcanzará él tan pronto esa posición. Cuando una de estas criaturas es forzada a desistir de su puesto, procurará inmediatamente entrometerse de nuevo en la hilera de los que están a la expectativa, a no ser que lo impidan, entonces, los gritos y las injurias de los demás. La consecuencia de todo esto es la espeluznante rapidez con que se producen modificaciones en las más importantes jefaturas y oficinas públicas de un organismo estatal semejante, con un resultado que siempre tiene influencia negativa y que muchas veces llega a ser hasta catastrófico, porque no sólo el estúpido y el incapaz son lesionados por esos métodos de proceder, sino incluso los verdaderos jefes, si algún día el Destino los sitúa en esas posiciones de mando. Después que se verifica la aparición de un hombre excepcional, inmediatamente se forma un frente cerrado de defensa, sobre todo si una cabeza tal, no saliendo de las propias filas, osara penetrar en esa sublime sociedad. Lo que ellos quieren fundamentalmente es permanecer entre sí, y es considerado enemigo común todo aquél que pueda sobresalir en medio de tales nulidades. En este sentido, el instinto es tanto más agudo cuanto es inoperante en otros aspectos. El resultado será siempre un creciente empobrecimiento espiritual de las clases dirigentes. Cualquiera, desde el momento que no pertenece a ese clan de `jefes", puede juzgar cuáles serán las consecuencias para la Nación y para el Estado.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

Mi Lucha

“La calle del Faubourg Saint-Antoine era muy larga. Comenzaba en lo que antes había sido un faubourg, un barrio de las afueras, situado al este de la ciudad antigua. Mucho antes de la Revolución, ya era una zona de artesanos, donde se encontraban la mayoría de los carpinteros y ebanistas. Pese a las ideas republicanas, y a veces radicales, que en general defendían, muchos de aquellos hábiles artesanos y pequeños comerciantes eran, como Petit, muy conservadores en lo que concernía al núcleo familiar. No obstante, más de un monarca había podido comprobar en el pasado que, cuando se echaban a la calle, eran implacables. Petit emprendió la caminata con paso febril. La nieve se había fundido y las calles estaban secas. Al cabo de poco, llegó al lugar donde antes se alzaba la fortaleza de la Bastilla y que entonces no era más que un gran espacio vacío sobre el que flotaba un cielo gris de negros presagios. Allí comenzaba la ciudad antigua. A partir de ese punto, la calle ya no se denominaba faubourg, sino simplemente calle Saint-Antoine. Al cabo de un centenar de metros, volvía a cambiar de nombre, adoptando el de Rivoli. Con aquel prestigioso nombre, conducía a la antigua plaza del mercado de la Grève, contigua al río, donde habían reconstruido el ayuntamiento, el Hôtel de Ville, al que le habían conferido un aspecto de enorme y ornamentado castillo. Después pasó por el antiguo Châtelet, donde en la Edad Media administraba justicia el preboste. Aunque había aminorado el paso, Petit todavía caminaba deprisa y, pese al frío, sudaba un poco. Finalmente, se cepilló con gesto inconsciente las mangas del abrigo cuando entró en la zona más regia de la calle de Rivoli, con la larga serie de arcadas que se sucedían frente al solemne palacio del Louvre y los jardines de las Tullerías, hasta que llegó al vasto espacio despejado de la plaza de la Concordia. Llevaba caminando más de una hora. Su ira se había transformado en una sombría y amarga rabia impregnada de desesperación. Torció hacia el bonito templo clásico de la Madeleine. Justo al oeste de la Madeleine, empezaba otro de los grandes bulevares residenciales proyectados por el barón Haussmann. El bulevar de Malesherbes partía de allí en diagonal para acabar en una de las puertas noroccidentales de la ciudad, más allá del final del parque Monceau. El serio carácter del bulevar adquiría un aire más moderno en los sectores próximos a la Madeleine, precisamente en la zona donde se encontraba, en un gran edificio de la Belle Époque, el piso de Jules Blanchard.”

Edward Rutherfurd (1948) escritor británico

París

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“En uno de sus poemas –Contribución a la estadística- Wislawa Szymborska enumera cuántas de cada cien personas son las dispuestas a admirar sin envidia –dieciocho-, las capaces de ser felices –como mucho, ventitantas-, las que de la vida no quieren más que cosas –cuarenta, aunque quisiera equivocarse-, las inofensivas de una en una pero salvajes en grupo –más de la mitad seguro-, las dignas de compasión –noventa y nueve- y acaba: “Las mortales: cien de cien. Cifra que por ahora no sufre ningún cambio”. Y sigue sin cambiar porque ayer la propia autora del poema acaba de confirmar la estadística con su fallecimiento.

En otros muchos aspectos, por el contrario, fue la excepción que desafía lo probable y rutinario. Su poesía es reflexiva sin engolamiento ni altisonancia, de forma ligera y fondo grave, directa al sentimiento pero sin chantaje emocional. Breve y precisa, escapa a ese adjetivo alarmante que tanto satisface a los partidarios de que importe el tamaño: torrencial. Sobre todo nos hace a menudo sonreír, sin incurrir en caricaturas ni ceder a la simpleza satírica. Lo más trágico de la poesía contemporánea no es lo atroz de la vida que deplora o celebra, sino la falta de sentido del humor de los poetas. Se les nota especialmente a los que quieren ser festivos y son sólo grotescos o lúgubres (aunque los entierros también son fiestas, claro y más precisamente fiestas de guardar).

De esta frecuente maldición escapa, risueña y agónica, Szymborska: ¿cómo podría uno renunciar a ella? Hija –y luego, con los años, algo así como hada madrina poética- de un país europeo que apuró el siglo XX hasta las heces y padeció dos totalitarismos sucesivos, en su caso la duradera atrocidad jugó a favor de su carácter: le dio modestia, le dio recato, le dio perspicacia y le permitió distinguir entre lo que cuenta y lo que nos cuentan. Carece de retórica enfática pero eso no disminuye su expresividad, sino que la hace más intensa por inesperada. Cuando comenzamos a leer uno de sus diáfanos poemas nos ponemos a favor del viento, para recibir la emoción de cara, pero nos llega por la tangente y no para derribarnos sino para mantenernos en pié. Confirma nuestros temores sin pretender desalentarnos: sabe por experiencia que todo puede ser política pero también nos hace experimentar que la política no lo es todo. Se mantiene fiel, aunque con ironía y hasta con sarcasmo, a la pretendida salvación por la palabra y sin embargo nunca pretende decir la última palabra: porque en ese definitivo miramiento estriba lo que nos salva.

Nadie ha sabido conmemorar con menos romanticismo y con mayor eficacia el primer amor, cuya lección inolvidable se debe a no ser ya recordado…y por tanto acostumbrarnos a la muerte. Se dedicó a las palabras con delicadeza lúdica, jugando con ellas y contra ellas pero sin complacerse en hacerlas rechinar. Como todo buen poeta, fue especialmente consciente de su extrañeza y hasta detalló las tres más raras de todas, las que se niegan a sí mismas al afirmar: “Cuando pronuncio la palabra Futuro, la primera sílaba pertenece ya al pasado. / Cuando pronuncio la palabra Silencio, lo destruyo. / Cuando pronuncio la palabra Nada, creo algo que no cabe en ninguna no-existencia”.”

Fernando Savater (1947) filósofo español
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“Lewis, describe lo que se siente al seguir a Dios cuando se mira severa y profundamente hacia adentro. Eustaquio, un muchacho, se convierte en un enorme y horrible dragón como consecuencia de ser egoísta, testarudo e incrédulo. Quiere cambiar y volver a ser un muchacho, pero no puede hacerlo por sí mismo. Llegado el momento, el gran león Aslan (que representa a Jesús) se le aparece y lo conduce a un maravilloso manantial para que se bañe. Pero como es un dragón, no puede entrar al manantial. Aslan le dice que se desvista. Eustaquio recuerda que se puede despojar de la piel como una serpiente. Se quita una capa, la deja caer al suelo y se siente mejor. Entonces, mientras se mueve hacia el estanque, se da cuenta que todavía tiene otra capa dura, áspera y escamosa encima. Frustrado, adolorido y ansioso de llegar a ese bello baño, se pregunta a sí mismo: «¿De cuánta piel debo despojarme?» Después de tres capas, se rinde, dándose cuenta que no puede hacerlo. Aslan dice entonces: «Tendrás que dejar que te desnude». A lo que Eustaquio replica: Tenía miedo de sus garras, te puedo decir, pero ya estaba poco menos que desesperado. De manera que me dejé caer de espalda y dejé que él lo hiciera. La primera desgarradura que hizo fue tan profunda que pensé me había llegado directamente al corazón. Y cuando comenzó a tirar de la piel, dolió más que cualquier cosa que antes hubiera sentido … Despellejó las cosas bestiales —tal como pensé que lo había hecho yo mismo las otras tres veces; únicamente que no habían dolido— y ahí yacían sobre la yerba; solo que eran mucho más gruesas y oscuras, y de aspecto más espinoso de lo que habían sido las otras. Y allí estaba yo tan terso y suave … Entonces él me sujetó … y me tiró al agua. Esto provocó un escozor sin igual pero solo por un momento. Después de eso se hizo perfectamente deliciosa y tan pronto comencé a nadar y chapotear descubrí que todo el dolor de mi brazo había desaparecido. Me convertí en un muchacho de nuevo … Al ratito el león me sacó y me vistió … con sus garras … en estas ropas nuevas que llevo puestas. [énfasis añadido]4 C. S. Lewis lo describe bien: Cuando se va en esta dirección radicalmente nueva se siente como si las garras de Dios fueran tan dentro de nosotros que nos cercenan el corazón.”

Una iglesia emocionalmente sana: Una estrategia para el discipulado que de veras cambia vidas

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“Plotino, el filósofo nacido en nuestro tiempo, tenía el aspecto de quien se siente avergonzado de estar en un cuerpo.”

Porfirio (233–301) Filósofo Neoplatónico

Fuente: Plotino. Enéadas. Ediciones Colihue SRL, 2007. ISBN 978-95-0563-032-5, p. 3.
Fuente: Porfirio, Vida de Plotino 1, 1.9.

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“Este regimen se ha deslegitimado, un elemento indispensable, el carácter fundamental en una república, es el carácter temporal del mandato, del ejercicio del poder, en una república se exige que el mandato sea limitado, solo en las monarquías hay un poder indefinidido, ni los peores dictadores de nuestra historia, ni siquiera Juan Vicente Gómez, ignoraron ese aspecto republicano.”

María Corina Machado (1967) política Venezolana

Fuente: Diputada Machado en asamblea popular: En Venezuela no hay gobierno. Publicado en El Noticiero Digital el 12 de enero de 2013. http://www.noticierodigital.com/2013/01/diputada-machado-en-asamblea-popular-en-venezuela-no-hay-gobierno/ Consultado el 30 de abril de 2019.

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“Abastecimiento de materias primas: la falta de un abastecimiento regular y adecuado de materias primas ha sido causa de una aguda crisis de nuestra industria. Esta provisión debe facilitarse en toda forma. También en este aspecto deben evitarse los intermediarios y debe darse, en lo posible, prioridad a la materia prima nacional.”

Arturo Frondizi (1908–1995) abogado y político argentino. Presidente de la Nación Argentina (1958-1962)

Diputado, "La industria argentina y el desarrollo nacional", Radio Belgrano, octubre de 1956
Fuente: Titto y Luna, 2010, p. 58.

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“La gente se rige conforme a la ley del poder. La naturaleza social está gobernada completamente por el poder, éste es el valor más alto para el cual la gente se esfuerza y son dirigidos. Pero no es como uno acepta toda regla sin más, el poder exterior decide todo pero en última instancia es el poder interior el corazón del aspecto de poder, que como él, madura históricamente gradualmente y apoya al poder exterior y bajo su protección él gana su madurez.”

Friedrich von Wieser (1851–1926) Economista austriaco

Die Menschen stehen unter dem Gesetze der Macht. Das ganze gesellschaftliche Wesen wird durch die Macht regiert, sie ist der höchste Wert, nach welchem die Völker streben und nach welchem sie gezählt, gewogen und gerichtet werden. Doch ist es nicht, wie man in aller Regel annimmt, die äußere Macht, die alles entscheidet, sondern im letzten Grunde ist die innere Macht der Kern der Machterscheinung, der, wie er geschichtlich nach und nach ausreift, das Gehäuse der äußeren Macht sprengt, unter dessen Schutz er seine Reife gewinnt.
Das Gesetz der Macht (La Ley del Poder), 1926.

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“Es indudable que en todo lo humano, como en los Silenos de Alcibíades, hay dos aspectos muy diferentes entre sí, de tal modo, que el exterior de ellos es la imagen de muerte, y el interior, la imagen de la vida.”

Fuente: Erasmo de Rotterdam (prólogo de Paulina [Rivero Weber]). Elogio de la locura. Editorial Oceano, 2016. ISBN 6077359696, 9786077359692 https://books.google.es/books?id=uHCkDAAAQBAJ&printsec=frontcover&dq=erasmo+de+rotterdam&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjkz7HB--3hAhXQxoUKHWzEAocQ6AEIQjAE#v=onepage&q=Alcibiades&f=false En Google Books. Consultado el 26 de abril de 2019.
Fuente: Elogio de la locura.

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“Debemos aprender a examinar las cuestiones en todos sus aspectos, a ver no sólo el anverso de las cosas sino también su reverso. En determinadas condiciones, una cosa mala puede conducir a buenos resultados, y una cosa buena, a resultados malos.”

Mao Zedong (1893–1976) Presidente del Partido Comunista de China

Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo. (27 de febrero de 1957)
1957

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“Nunca debemos adoptar una actitud altanera de chovinismo de gran potencia, ni envanecernos por la victoria de nuestra revolución o por los éxitos logrados en la construcción. Toda nación, grande o pequeña, tiene sus aspectos positivos y negativos.”

Mao Zedong (1893–1976) Presidente del Partido Comunista de China

Discurso de apertura en el VIII Congreso Nacional del Partido Comunista de China. (15 de septiembre de 1956)
1956

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“Aunque poseíamos perfectamente el español, nos costó trabajo entender por el tono chillón de la voz que preguntaba ¿Quién es? Cuando miramos hacia arriba observamos que la persona que nos dirigía esta pregunta no tenía un aspecto muy decente; pues tenía los vestidos prendidos con el mayor descuido y desaliño demostrando a la vez el mayor desaseo…”

Elizabeth Heaphy de Murray (1815–1882) Pintora británica y escritora de relatos de viajes

select;query=publication:%22El%20Eco%20del%20Comercio%22%20AND%20year:1859%20AND%20month:10%20AND%20day:08;xslt=list-es;lang=es;sort=%2Bpage;=query_summary=El%20Eco%20del%20Comercio,%2008/10/1859 Traducción. Capítulo XIII. Una visita en Santa Cruz de Tenerife], El Eco del Comercio, 776, 2-3, Santa Cruz de Tenerife, 22 de mayo de 2016]

“Los núcleos base, recogen el aspecto mas importante de la organización torrijista porque están afianzados en todas y casa una de las comunidades que integran la nación panameña.”

Rómulo Escobar Bethancourt (1927–1995) abogado, Ministro de Estado y rector de la Universidad de Panamá

Escobar, Rómulo / Reorganización: Tarea vital del PRD, Articulo en Revista del P.R.D. año 1 N°4, Marzo de 1987.

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“El mensaje de San Francisco es un mensaje universal. Te queda fascinados, no hay nada que hacer! Pero yo soy un pecador como todos los demás. Hago atención a la naturaleza y doy tanta importancia a los demás. El otro debe ser respetado siempre, y este aspecto del mensaje de San Francisco pruebo en particular manera meterlo en práctica con humildad.”

Carlo Conti (1900) locutor italiano

Original: «Il messaggio di San Francesco è un messaggio universale. Ne rimani affascinato, non c'è niente da fare! Ma sono un peccatore come gli altri. Faccio attenzione alla natura e do tanta importanza agli altri. L'altro va rispettato sempre ed è questo aspetto del messaggio di San Francesco che provo in particolar modo a mettere in pratica con umiltà».

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“La naturaleza de la luz es un tema que no tiene importancia material para las preocupaciones de la vida o para la práctica de las artes, pero es en muchos otros aspectos muy interesante.”

Thomas Young Davis (1773–1829) científico inglés

Fuente: Thomas Young: Conferencia 39, On the Nature of Light and Colours, A Course of Lectures on Natural Philosophy and the Mechanical Arts (1845), Vol. 1, 359.