Frases sobre gesto
página 2

Mario Benedetti Foto
Anaïs Nin Foto
Stefan Zweig Foto
Javier Marías Foto

“Hay quien no conoce más fantasías que las cumplidas, quien no es capaz de imaginarse nada y es poco previsor por eso, imaginar evita muchas desgracias, quien anticipa su propia muerte rara vez se mata, quien anticipa la de los otros rara vez asesina, es preferible asesinar y matarse con el pensamiento, no deja secuelas ni tampoco huella, incluso con el gesto lejano del brazo que agarra, todo es cuestión de distancia y tiempo, si se está un poco lejos el cuchillo golpea el aire en vez de golpear el pecho, no se hunde en la carne morena o blanca sino que recorre el espacio y no sucede nada”

A Heart So White
Variante: (...) quien anticipa su propia muerte rara vez se mata, quien anticipa la de los otros rara vez asesina, es preferible asesinar y matarse con el pensamiento, no dejar secuelas ni tampoco huella, incluso con el gesto lejano del brazo que agarra, todo es cuestión de distancia y tiempo, si se está un poco lejos el cuchilla golpea el aire en vez de golpear el pecho, no se hunde en la carne morena o blanca sino que recorre el espacio y no sucede nada, su recorrido no se computa ni se registra y se ignora, no se castigan las intenciones

Javier Marías Foto
Steve Martin Foto
Mario Vargas Llosa Foto
Francisco de Quevedo Foto
Gabriel García Márquez Foto
Nicole Krauss Foto
Arturo Pérez-Reverte Foto
Milan Kundera Foto
David Trueba Foto

“Hay pasado por todas partes. El pasado está posado sobre nosotros como el polvo sobre los muebles. Hay pasado en el presente y hay pasado en el futuro. Impregnado, agarrado, diluido, difuminado, mezclado, empastado, desenfocado. Hay pasado en el recuerdo, en el gesto, en las frases por decir, en las soluciones. Hay pasado en la imaginación, que a veces es un proyector de experiencias vividas. Hay pasado en los pasos por dar, en la carrera por delante, en la mirada, en el cuento, en el invento, en los sabores. Las canciones están hechas de pasado. No hay canciones futuristas, es un arte sin ciencia ficción.”

David Trueba (1969) escritor español

Tierra de campos
Variante: Hay pasado por todas partes. El pasado está posado sobre nosotros como el polvo sobre los muebles. Hay pasado en el presente y hay pasado en el futuro. Impregnado, agarrado, diluido, difuminado, mezclado, empastado, desenfocado, Hay pasado en el recuerdo, en el gesto, en las frases por decir, en las soluciones. Hay pasado en la imaginación, que a veces es un proyector de experiencias vividas. Hay pasado en los pasos por dar, en la carrera por delante, en la mirada, en el cuento, en el invento, en los sabores. Las canciones están hechas de pasado. No hay canciones futuristas, es un arte sin ciencia ficción.

“La calle del Faubourg Saint-Antoine era muy larga. Comenzaba en lo que antes había sido un faubourg, un barrio de las afueras, situado al este de la ciudad antigua. Mucho antes de la Revolución, ya era una zona de artesanos, donde se encontraban la mayoría de los carpinteros y ebanistas. Pese a las ideas republicanas, y a veces radicales, que en general defendían, muchos de aquellos hábiles artesanos y pequeños comerciantes eran, como Petit, muy conservadores en lo que concernía al núcleo familiar. No obstante, más de un monarca había podido comprobar en el pasado que, cuando se echaban a la calle, eran implacables. Petit emprendió la caminata con paso febril. La nieve se había fundido y las calles estaban secas. Al cabo de poco, llegó al lugar donde antes se alzaba la fortaleza de la Bastilla y que entonces no era más que un gran espacio vacío sobre el que flotaba un cielo gris de negros presagios. Allí comenzaba la ciudad antigua. A partir de ese punto, la calle ya no se denominaba faubourg, sino simplemente calle Saint-Antoine. Al cabo de un centenar de metros, volvía a cambiar de nombre, adoptando el de Rivoli. Con aquel prestigioso nombre, conducía a la antigua plaza del mercado de la Grève, contigua al río, donde habían reconstruido el ayuntamiento, el Hôtel de Ville, al que le habían conferido un aspecto de enorme y ornamentado castillo. Después pasó por el antiguo Châtelet, donde en la Edad Media administraba justicia el preboste. Aunque había aminorado el paso, Petit todavía caminaba deprisa y, pese al frío, sudaba un poco. Finalmente, se cepilló con gesto inconsciente las mangas del abrigo cuando entró en la zona más regia de la calle de Rivoli, con la larga serie de arcadas que se sucedían frente al solemne palacio del Louvre y los jardines de las Tullerías, hasta que llegó al vasto espacio despejado de la plaza de la Concordia. Llevaba caminando más de una hora. Su ira se había transformado en una sombría y amarga rabia impregnada de desesperación. Torció hacia el bonito templo clásico de la Madeleine. Justo al oeste de la Madeleine, empezaba otro de los grandes bulevares residenciales proyectados por el barón Haussmann. El bulevar de Malesherbes partía de allí en diagonal para acabar en una de las puertas noroccidentales de la ciudad, más allá del final del parque Monceau. El serio carácter del bulevar adquiría un aire más moderno en los sectores próximos a la Madeleine, precisamente en la zona donde se encontraba, en un gran edificio de la Belle Époque, el piso de Jules Blanchard.”

Edward Rutherfurd (1948) escritor británico

París

Francisco Martín Moreno Foto
Virginia Woolf Foto
Charles Baudelaire Foto
Roberto Bolaño Foto
Julio Cortázar Foto
Julio Cortázar Foto
Javier Cercas Foto

“Se ha argumentado a menudo que teólogos, moralistas, comisarios políticos e intolerantes y fanáticos de todos los signos han recelado siempre de la novela, y siguen haciéndolo, por la misma razón por la que todas las dictaduras y sistemas totalitarios han procurado prohibirla o mantenerla bajo control: porque no hay novela digna de tal nombre que no entrañe un gesto de insumisión, una forma de rebeldía o protesta o desobediencia, una impugnación de la realidad, en la medida en que, a través de la ficción, la novela postula una realidad distinta a la de la experiencia diaria, no sometida a las constricciones e imperativos de ésta; todo lo anterior me parece válido, pero yo añadiría que los recelos y deseos de prohibición y de control que a lo largo de su historia han perseguido a la novela no guardan sólo relación con ello, sino también (y quizá principalmente) con el hecho de que las ambigüedades, ironías, equívocos y certezas huidizas y contradictorias que constituyen el nervio de las novelas —y en especial de las novelas del punto ciego, que son las que giran por completo en torno a ellas— irritan y desconciertan a los dogmáticos, los sublevan porque sienten o intuyen con razón que representan una ofensiva en toda regla contra las certidumbres sin fisuras y las verdades eternas con las que se sostienen. Antes”

Javier Cercas (1962) escritor y periodista español

El punto ciego: Las conferencias Weidenfeld 2015

Fernando Pessoa Foto
Eduardo Sacheri Foto
Héctor Aguilar Camín Foto
Haruki Murakami Foto
Arturo Pérez-Reverte Foto
Virginia Woolf Foto
Arturo Uslar Pietri Foto
André Breton Foto

“(…) Sí, por las tardes, hacia las siete, le gusta encontrarse en un vagón de segunda mano del metro. La mayoría de los pasajeros son personas que regresan de sus trabajos. Se sienta entre ellos, trata de sorprender en sus caras el motivo de sus preocupaciones. Naturalmente, están pensando en lo que acaban de abandonar hasta mañana, sólo hasta mañana, y también en lo que les espera esta noche, lo cual les alegra o les preocupa aún más. Nadja se queda mirando fijamente algo definido: «Hay buenas personas». Más alterado de lo que quisiera mostrarme, ahora sí me enojo: «Pues no. Además tampoco se trata de eso. El hecho de que soporten el trabajo, con o sin las demás miserias, impide que esas personas sean interesantes. Si la rebeldía no es lo más fuerte que sienten, ¿cómo podrían aumentar su dignidad sólo con eso? En esos momentos, por lo demás, usted les ve; ellos ni siquiera la ven a usted. Por lo que a mí se refiere, yo odio, con todas mis fuerzas, esa esclavitud que pretenden que considere encomiable. Compadezco al hombre por estar condenado a ella, porque por lo general no puede evitarla, pero si me pongo de su parte no es por la dureza de su condena, es y no podría ser más que por la energía de su protesta. Yo sé que en el horno de la fábrica, o delante de esas máquinas inexorables que durante todo el día imponen la repetición del mismo gesto, con intervalos de algunos segundos, o en cualquier otro lugar bajo las órdenes más inaceptables, o en una celda, o ante un pelotón de ejecución, todavía puede uno sentirse libre, pero no es el martirio que se padece lo que crea esa libertad. Admito que esa libertad sea un perpetuo librarse de las cadenas: será preciso, por añadidura, para que ese desencadenarse sea posible, constantemente posible, que las cadenas no nos aplasten, como les ocurre a muchos de los que usted me habla. Pero también es, y quizá mucho más desde el punto de vista humano, la mayor o menor pero, en cualquier caso, la maravillosa sucesión de pasos que le es dado al hombre hacer sin cadenas. Esos pasos, ¿les considera usted capaces de darlos? ¿Tienen tiempo de darlos, al menos? ¿Tienen el valor de darlos? Buenas personas, decía usted, sí, tan buenas como las que se dejaron matar en la guerra, ¿verdad? Digamos claro lo que son los héroes: un montón de desgraciados y algunos pobres imbéciles. Para mí, debo confesarlo, esos pasos lo son todo. Hacia dónde se encaminan, ésa es la verdadera pregunta. De algún modo, acabarán trazando un camino y, en ese camino, ¿quién sabe si no surgirá la manera de quitar las cadenas o de ayudar a desencadenarse a los que se han quedado en el camino? Sólo entonces será conveniente detenerse un poco, sin que ello suponga desandar lo andado». (Bastante a las claras se ve lo que puedo decir al respecto, sobre todo a poco que decida tratarlo de manera concreta.) Nadja me escucha y no intenta contradecirme. Tal vez lo último que ella haya querido hacer sea la apología del trabajo.”

Nadja

Martín Caparrós Foto
Stephen King Foto
Francis Scott Fitzgerald Foto
Thomas Mann Foto
Patrick Rothfuss Foto
Juan Carlos Onetti Foto

“Si aquella noche el rostro de Inés se me mostró en las facciones de Bob, si en algún momento el fraternal parecido pudo aprovechar la trampa de un gesto para darme a Inés por Bob, fue aquella, entonces, la última vez que vi a la muchacha. Es cierto que volví a estar con ella dos noches después en la entrevista habitual, y un mediodía en un encuentro impuesto por mi desesperación, inútil, sabiendo de antemano que todo recurso de palabra y presencia sería inútil, que todos mis machacantes ruegos morirían de manera asombrosa, como si no hubieran sido nunca, disueltos en el enorme aire azul de la plaza, bajo el follaje de verde apacible en mitad de la buena estación.

Las pequeñas y rápidas partes del rostro de Inés que me había mostrado aquella noche Bob, aunque dirigidas contra mí, unidas a la agresión, participaban del entusiasmo y el candor de la muchacha. Pero cómo hablar a Inés, cómo tocarla, convencerla a través de la repentina mujer apática de las dos últimas entrevistas. Cómo reconocerla o siquiera evocarla mirando a la mujer de largo cuerpo rígido en el sillón de su casa y en el banco de la plaza, de una igual rigidez resuelta y mantenida en las dos distintas horas y los dos parajes; la mujer de cuello tenso, los ojos hacia delante, la boca muerta, las manos plantadas en el regazo. Yo la miraba y era “no”, sabía que era “no” todo el aire que la estaba rodeando.”

Juan Carlos Onetti (1909–1994) Escritor uruguayo

Cuentos completos

Esta traducción está esperando su revisión. ¿Es correcto?
Annie Clark Foto
Carmen Conde Foto

“Con gestos vas gastando la noche de tu cuerpo, y ya te trasparentó; soy tú para la vida. No se acaban tus ojos; son los otros los ciegos. No te juntan a mí; nadie sabe que es tuya esta mortal ausencia que se duerme en mi boca cuando clama la voz en desiertos de llanto.”

Carmen Conde (1907–1996) maestra, poetisa y narradora española

Fuente: Jiménez Faro, Luz María. Panorama antológico de poetisas españolas: (siglos XV al XX). Editorial Torremozas, 1987, p. 111.

Francois Rabelais Foto

“Los gestos, en el amor, son incomparablemente más atractivos, efectivos y valiosos que las palabras.”

Francois Rabelais (1494–1553) escritor, médico y humanista francés

Original: «Gestures, in love, are incomparably more attractive, effective and valuable than words».
Fuente: 1001 Quotations to inspire you before you die. Arp, Robert. Hachette UK, 2018. ISBN 9781788400510. https://books.google.es/books?id=FGNADwAAQBAJ&pg=PT191&dq=Gestures,+in+love,+are+incomparably+more+attractive,+effective+and+valuable+than+words.+Fran%C3%A7ois+Rabelais&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjTzcC4nNLmAhWG3YUKHTzKDmQQ6AEIMjAB#v=onepage&q=Gestures%2C%20in%20love%2C%20are%20incomparably%20more%20attractive%2C%20effective%20and%20valuable%20than%20words.%20Fran%C3%A7ois%20Rabelais&f=false En Google Books. Consultado el 7 de junio de 2019.

Papa Francisco Foto
Papa Francisco Foto
Hipólito Yrigoyen Foto

“Y sordo, sordo en mis propias entrañas, al alboroto de los que huyen en pánico, o se rehúsan a la ofrenda mística de su ser, siempre he ignorado el gesto que renuncia…”

Hipólito Yrigoyen (1852–1933) político argentino

Fuente: Yrigoyen, Hipólito. . Compilación y Prólogo de Gabriel del Mazo. El pensamiento escrito de Yrigoyen. Buenos Aires, 1945. pp.161.

Oliverio Girondo Foto
Auguste Rodin Foto
Juan Guaidó Foto
Brigitte Vasallo Foto

“Nunca bastó ni un cambio de nomenclatura ni un gesto grandilocuente para hacer caer un sistema: partimos de lo que somos para soñar imaginarios nuevos, pero nuestros sueños se nutren con un poso que arrastramos y nos arrastra.”

Brigitte Vasallo (1973) escritora y activista

Fuente: http://www.pikaramagazine.com/2014/10/el-poliamor-is-the-new-black/ El poliamor "is the new black", Pikara Magazine]

Isadora Duncan Foto
Warren Zevon Foto

“El dar un agradecimiento con humildad y sinceridad es un bello gesto que nos hace más grandes ante los ojos de Dios.”

Fuente: “Nuevos paradigmas” https://es.calameo.com/read/00593040897894e32c6fc

“No solo de pan vive el hombre… se puede alimentar del perdón, un noble gesto que en la cruz, Jesús enseñó a la humanidad.”

Cita tomada de mi obra "Sin ser dueño de la verdad". Disponible gratuitamente en PDF. Solo debes escribir y hacer la solicitud al correo [email protected]