Frases sobre la pérdida
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“¿Acaso el sueño no es el testimonio del ser perdido, de un ser que se pierde, de un ser que huye de nuestro ser, incluso si podemos repetirlo, volver a encontrarlo en su extraña transformación?”

Gaston Bachelard (1884–1962) Filósofo francés

Fuente: La poética de la ensoñación. Bachelard, Gaston. Traducido por Vitale, Ida. Editorial Fondo de Cultura Económica, 2013. ISBN 9786071614582. https://books.google.es/books?id=g6hDAwAAQBAJ&printsec=frontcover&dq=La+po%C3%A9tica+de+la+enso%C3%B1aci%C3%B3n+Escrito+por+Bachelard,+Gaston&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwji6tucnMPgAhUMoRQKHZmwD0MQ6AEIKDAA#v=onepage&q=%C2%BFAcaso%20el%20sue%C3%B1o%20no%20es%20el%20testimonio%20del%20ser%20perdido%2C%20de%20un%20ser%20que%20se%20pierde%2C%20de%20un%20ser%20que%20huye%20de%20nuestro%20ser%2C%20incluso%20si%20podemos%20repetirlo%2C%20volver%20a%20encontrarlo%20en%20su%20extra%C3%B1a%20transformaci%C3%B3n%3F&f=false

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“Y cada beso que me has negado es un poco que has perdido de mi”

Tiziano Ferro (1979) productor, cantante, cantautor italiano

De Canciones (Albumes), 111 Centoundici (111 Ciento Once)

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“Los únicos brazos entre los cuales nos resignaríamos a pasar la vida son los brazos de las Venus que han perdido los brazos.”

Oliverio Girondo (1891–1967) poeta argentino

Membretes
Fuente: Ruiz Otero, Silvia. Manual para un taller de expresión escrita. Editorial Universidad Iberoamericana, 1997. ISBN 9789688592663. p. 74.

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“La guerra está perdida; pero si por milagro la ganáramos, en el primer barco que saliera de España tendríamos que salir los republicanos, si nos dejaban.”

Manuel Azaña (1880–1940) político español

Recogido por Claudio Sánchez Albornoz ( Entrevista con Sánchez Albornoz http://www.solidaridad.net/articulo3565_enesp.htm, 1976)
Con fuente

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“El atardecer, sentado en mis rodillas se como una naranja: galopan mis días perdidos de ayer, mis días de hoy duermen”

Amaia Montero (1976) Cantautora española

Pablo Benegas, Álvaro Fuentes, Haritz Garde, Amaia Montero y Xabi SanMartín, "Lloran Piedras"
Dile al sol

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“Esta noche olvidaré que estuve perdida”

Amaia Montero (1976) Cantautora española

Amaia Montero, "Por toda una vida"

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“Hoy quiero jugar todo el partido, hoy renunciaré al tiempo perdido”

Amaia Montero (1976) Cantautora española

Amaia Montero, "Por toda una vida"

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“La traducción es un trabajo difícil debido a que las barreras entre idiomas son más altas de lo que generalmente se piensa … saber cómo evitar las trampas no es suficiente para ser un buen traductor. La tarea es más ardua; se trata de transferir de un idioma a otro la fuerza expresiva del texto, y esto es una tarea sobrehumana, y es por ello por lo que algunas traducciones célebres (por ejemplo la de la Odisea al latín y de la Biblia al alemán) han marcado transformaciones en la historia de nuestra civilización.
Sin embargo, ya que escribir es el resultado de una interacción profunda entre el talento creativo del escritor y la lengua en la que se expresa, cada traducción conlleva una pérdida inevitable, comparable a la pérdida en el cambio de moneda. Esta disminución varía en grado, es grande o pequeña de acuerdo con la capacidad del traductor y la naturaleza del texto original. Por regla general, es mínima para los textos técnicos o científicos (pero en este caso el traductor, además de conocer las dos lenguas, tiene que entender lo que está traduciendo, poseer, por así decir, una tercera competencia). Es máxima para la poesía …”

Primo Levi (1918–1987) escritor italiano de origen judío sefardí

Fuente: Citado en: "Primo Levi and Translation" http://www.leeds.ac.uk/bsis/98/98pltrn.htm de David Mendel http://findarticles.com/p/articles/mi_qn4158/is_20070320/ai_n18738601/print, en Bulletin of the Society for Italian Studies (1998)

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“Italianos, por amor de Dios, S. M. no traiga más, que será dinero perdido.”

Sobre la formación del ejército para la campaña de Portugal de 1580.
Fuente: Carta a Felipe II de 20 de febrero de 1580, en la Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. XXXII http://www.archive.org/details/coleccindedocu32madruoft, págs. 9-14.

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“He estado en Chicago perdido con cinco pavos. He confundio dos trenes y por poco no lo cuento, hermano”

ToteKing (1978) cantante de rap español (n. 1978)

Canción: "Como en casa", T.O.T.E

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“Nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo.”

Hopscotch
Rayuela
Variante: ... nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo...

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“Placer dual, esas páginas prohibidas sustentan la sed perdida en ese pecado natural.”

Beto Cuevas (1969) músico chileno

Dirigido a la comunidad gay.
Canción: "1-800 Dual", Álbum Invisible - 1995.

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“Estoy en lo alto, pero con los pies en la tierra, estoy cuerda pero abrumada, estoy perdida pero esperanzada”

Alanis Morissette (1974) cantante, compositora, guitarrista, productora y actriz canadiense

Hand In My Pocket - 1995

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“Sin nada que perder y sin tan perdido, nació el cádaver de la luna.”

Enrique Bunbury (1967) músico español

Esto se hace, eso no se hace - Hellville de Luxe
En solitario, Hellville de Luxe

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“El amor y la muerte se parecen: cuando estamos perdidos acudimos a ellos.”

Silvina Ocampo (1903–1993) escritora, cuentista y poeta argentina

Fuente: El impostor. [ref. insuficiente]

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“Íbamos a ninguna parte, es cierto, y estábamos perdidos: no importaba”

Silvina Ocampo (1903–1993) escritora, cuentista y poeta argentina

La visión)

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“Si Alemania pierde somos perdedores; si Alemania gana estamos perdidos.”

Galeazzo Ciano (1903–1944) político italiano

Sin fuente

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“Mata a más gente el tabaco que los aviones, y he perdido el miedo a volar.”

Lichis (1970) compositor, letrista y productor musical español

Citas de canciones y frases del artista
Fuente: Felicidad

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“Con la edad tenemos perdidas de orina pero a mi jamás se me nota”

Concha Velasco (1939) actriz española

anuncio televisivo de indasex.

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“¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón.”

Fito Páez (1963) Cantautor argentino

Yo vengo a ofrecer mi corazón

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“Desde la creación de las Naciones Unidas, en 1945, han perdido la vida aproximadamente 20 millones de personas debido a más de cien conflictos importantes ocurridos en todo el mundo.”

Boutros Boutros-Ghali (1922–2016) diplomático egipcio

Fuente: Discurso ante la Organización de las Naciones Unidas en 1992. An Agenda for peace.
Fuente: http://www.un.org/en/sc/repertoire/89-92/Chapter%208/GENERAL%20ISSUES/Item%2029_Agenda%20for%20peace_.pdf

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“Que no está perdido aquello que no fue.”

Ismael Serrano (1974) cantautor español

Canción para aún viejo amigo (Ismael Serrano)
Canciones, Sueños de un hombre despierto (2007)

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“No digas que todo era una farsa, siento tanto haber perdido el mapa, que lleva al tesoro dulce y luminoso, que he olvidado donde lo escondimos.”

Ismael Serrano (1974) cantautor español

Vuelvo (Ismael Serrano)
Canciones, Acuerdate de vivir (2010)

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“Nada ni nadie puede compensar a las numerosas víctimas de la lacra terrorista por la irreparable pérdida de sus vidas, por el sufrimiento que genera sus heridas o por la dolorosa huella que dejan sus cicatrices.”

Felipe de Borbón y Grecia (1968) rey de España

Congreso Internacional de Víctimas 22-01-2008 http://web.archive.org/web/20080330195040/http://actualidad.terra.es/nacional/articulo/principe_cooperacion_estados_terrorismo_2194168.htm

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“¡Qué poco valoramos las cosas cuando no las hemos perdido!”

Matilde Asensi (1962) escritora española

The Last Cato

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“Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía al alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo.
Si eso llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar alimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme, lleno de frío, es el único que podría dárselo.
Por eso hay que permanecer alejados de personas que tengan un aliento gélido. Su sola presencia podría apagar el fuego más intenso, con los resultados que ya conocemos. Mientras más distancia tomemos de estas personas, será más fácil protegernos de su soplo. Hay muchas maneras de poner a secar una caja de cerillos húmeda, pero puede estar segura de que tiene remedio.
Claro que también hay que poner mucho cuidado en ir encendiendo los cerillos uno por uno. Porque si por una emoción muy fuerte se llegan a encender todos de un solo golpe producen un resplandor tan fuerte que ilumina más allá de lo que podemos ver normalmente y entonces ante nuestros ojos aparece un túnel esplendoroso que nos muestra el camino que olvidamos al momento de nacer y que nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino. El alma desea reintegrarse al lugar de donde proviene, dejando al cuerpo inerte…”

Like Water for Chocolate

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“Pongamos un ejemplo: Un hombre se ha perdido en el desierto y sufre una sed horrible; siéntese desfallecer y se deja caer en el suelo; ruega a Dios que le asista, y espera; pero ningún ángel viene a traerle agua. Sin embargo, un buen espíritu le ha "sugerido" el pensamiento de levantarse, seguir uno de los senderos que se presentan ante él, y entonces por un movimiento maquinal, se reviste de ánimo, se levanta y marcha a la ventura. Llega a una colina, descubre lejos un arroyuelo, y a esta vista, recobra ánimo. Si tiene fe, exclamará: "Gracias, Dios mío, por el pensamiento que me habéis inspirado y por la fuerza que me habéis dado". Si no tiene fe, dirá: "¡Qué buen pensamiento he tenido! ¡Qué suerte haber tomado el camino de la derecha más bien que el de la izquierda! la casualidad, verdaderamente, nos sirve bien algunas veces. ¡Cuánto me felicito por mi valor en no dejarme abatir!" Pero dirán algunos: "¿por qué el buen espíritu no le dijo bien claro, sigue esta senda, y al extremo encontrarás lo que te hace falta? ¿Por qué no se le ha manifestado, para guiarle y sostenerle en su abatimiento? De este modo le hubiera convencido de la intervención de la Providencia". En primer lugar sucede así para enseñarle que debe ayudarse a sí mismo y hacer uso de sus propias fuerzas, y luego, por tal incertidumbre, Dios pone a prueba la confianza que en El se tiene, así como la sumisión a su voluntad.”

Allan Kardec (1804–1869)

El Evangelio segun los Espiritus

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“Hoy esos hombres y mujeres van a Tailandia, a Filipinas, a Botswana, a Bolivia y a cualquier parte donde esperan encontrar gentes que necesitan con desesperación un trabajo. Van a esos países con la intención deliberada de explotar a los desdichados, a seres que tienen hijos desnutridos o famélicos, que viven en barrios de chabolas y que han perdido toda esperanza de una vida mejor; que incluso han dejado de soñar en un futuro. Esos hombres y mujeres salen de sus fastuosos despachos de Manhattan, de San Francisco o de Chicago, se desplazan entre los continentes y los océanos en lujosos jets, se alojan en hoteles de primera categoría y se agasajan en los mejores restaurantes que esos países puedan ofrecer. Luego salen a buscar gente desesperada.
Son los negreros de nuestra época. Pero ya no tienen necesidad de aventurarse en las selvas de África en busca de ejemplares robustos para venderlos al mejor postor en las subastas de Charleston, Cartagena o La Habana. Simplemente reclutan a esos desesperados y construyen una fábrica que confeccione las cazadoras, los pantalones vaqueros, las zapatillas deportivas, las piezas de automoción, los componentes para ordenadores y los demás miles de artículos que aquéllos saben colocar en los mercados de su elección. O tal vez prefieren no ser los dueños de esas fábricas, sino que se limitan a contratar con los negociantes locales, que harán el trabajo sucio por ellos.
Esos hombres y mujeres se consideran gente honrada. Regresan a sus países con fotografías de lugares pintorescos y de antiguas ruinas, para enseñárselas a sus hijos. Asisten a seminarios en donde se dan mutuas palmadas en las espaldas e intercambian consejos sobre cómo burlar las arbitrariedades aduaneras de aquellos exóticos países. Sus jefes contratan abogados que les aseguran la perfecta legalidad de lo que ellos y ellas están haciendo. Y tienen a su disposición un cuadro de psicoterapeutas y otros expertos en recursos humanos, para que les ayuden a persuadirse de que, en realidad, están ayudando a esas gentes desesperadas.
El esclavista a la antigua usanza se decía a sí mismo que su comercio trataba con una especie no del todo humana, a cuyos individuos ofrecía la oportunidad de convertirse al cristianismo. Al mismo tiempo, entendía que los esclavos eran indispensables para la supervivencia de su propia sociedad, de cuya economía constituían el fundamento. El esclavista moderno se convence a sí mismo (o a sí misma) de que es mejor para los desesperados ganar un dólar al día que no ganar absolutamente nada. Y además se les ofrece la oportunidad de integrarse en la más amplia comunidad global. Él o ella también comprenden que esos desesperados son esenciales para la supervivencia de sus compañías, y que son los fundamentos del nivel de vida que sus explotadores disfrutan. Nunca se detienen a reflexionar sobre las consecuencias más amplias de lo que ellos y ellas, su nivel de vida y el sistema económico en que todo eso se asienta están haciéndole al planeta, ni sobre cómo, finalmente, todo eso repercutirá en el porvenir de sus propios hijos.”

Confesiones de un gángster económico

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“Una historia de libros, de dragones y de rosas, como manda la fecha, pero sobre todo una historia de sombras y ceniza, como mandan los tiempos…” (de los fragmentos perdidos de El Prisionero del”

Rosa de fuego
Variante: Una historia de libros, de dragones y de rosas, como manda la fecha, pero sobre todo una historia de sombras y ceniza, como mandan los tiempos…

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“Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad. La observación de este caso, y sus consecuencias psicológicas, concuerda con un hecho que el médico del campo me hizo notar: la tasa de mortandad semanal durante las Navidades de 1944 y el Año Nuevo de 1945 superó en mucho las estadísticas habituales del campo. En su opinión, la explicación de este aumento de mortalidad no había que buscarla en el empeoramiento de las condiciones de trabajo, ni en una disminución de la ración alimenticia, ni en un cambio climatológico, ni en el brote de nuevas epidemias. A su entender, se trataba sencillamente de la ingenua esperanza que abrigaron la mayoría de los presos de ser liberados por las fiestas navideñas. Según se acercaba esa fecha, y al no recibir ninguna noticia alentadora, los prisioneros perdieron su valor y les venció el desaliento. Muchos de ellos murieron al debilitarse su capacidad de resistencia. Ya advertimos”

El hombre en busca de sentido

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“Se sentía perdido.”

Ken Follett (1949) novelista británico

Trilogía The Century

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“Mi abuela tenia una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del
aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos. Por un
momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles
son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía el alma. En tras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos
se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo. Claro que también hay que poner mucho cuidado en ir encendiendo los cerillos uno a
uno. Porque si por una emoción muy fuerte se llegan a encender todos de un solo golpe producen un resplandor tan fuerte que ilumina más allá de lo que podemos ver normalmente y entonces ante nuestros ojos aparece un túnel esplendoroso que nos muestra el camino que olvidamos al momento de nacer y que nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino. El alma desea reintegrarse al lugar de donde proviene, dejando al cuerpo inerte…”

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Variante: Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo. Claro que también hay que poner mucho cuidado en ir encendiendo los cerillos uno a uno. Porque si por una emoción muy fuerte se llegan a encender todos de un solo golpe producen un resplandor tan fuerte que ilumina más allá de lo que podemos ver normalmente y entonces ante nuestros ojos aparece un túnel esplendoroso que nos muestra el camino que olvidamos al momento de nacer y que nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino. El alma desea reintegrarse al lugar de donde proviene, dejando al cuerpo inerte...

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