Frases sobre política

Una colección de frases y citas sobre el tema del política, político, carrillo, ser.

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“"El resultado no importa: las y los políticos nunca pierden".”

José Baroja (1983) Escritor y editor chileno

Fuente: Entrevista radial

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“En política, lo único verdadero, es lo que no se ve.”

José Martí (1853–1895) escritor y político cubano, precursor de la independencia de su país

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“Dejando a un lado la cuestión de la genialidad de los representantes del pueblo, considérese simplemente el carácter complejo de los problemas pendientes de solución, aparte de los ramos diferentes de actividad en que deben adoptarse decisiones, y se comprenderá entonces la incapacidad de un sistema de gobierno que pone la facultad de la decisión final en manos de una asamblea, entre cuyos componentes sólo muy pocos poseen los conocimientos y la experiencia requeridos en los asuntos a tratar. Pues así como las más importantes medidas en materia económica resultan sometidas a un foro cuyos miembros, en sus nueve décimas partes, carecen de la preparación necesaria. Lo mismo ocurre con otros problemas, dejando siempre la decisión en manos de una mayoría compuesta de ignorantes e incapaces, pues la organización de esa institución permanece inalterada, al paso que los problemas que en ella son tratados se extienden a todos los ámbitos de la vida pública. Es completamente imposible que los mismos hombres que tratan de asuntos de transportes se ocupen, por ejemplo, de una cuestión de alta política exterior. Sería preciso que todos fuesen genios universales, los que tan sólo de siglo en siglo aparecen. Infelizmente, se trata no de verdaderas "cabezas" pero sí de diletantes, tan vulgares que incluso están convencidos de su valor. De ahí proviene también la ligereza con que frecuentemente estos señores deliberan y resuelven cuestiones que serían motivo de honda reflexión aun para los más esclarecidos talentos. Allí se adoptan medidas de enorme trascendencia para el futuro de un Estado como si no se tratase de los destinos de toda una nacionalidad, sino solamente de una partida de naipes, que es lo que resultaría más propio de tales políticos. Sería naturalmente injusto creer que todo diputado de un parlamento semejante se halle dotado de tan escasa noción de responsabilidad. No. De ningún modo. Pero, el caso es que tal sistema, forzando al individuo a ocuparse de cuestiones que no conoce, lo corrompe paulatinamente. Nadie tiene allí el valor de decir: "Señores, creo que no entendemos nada de este asunto; yo al menos no tengo ni idea". Esta actitud tampoco modificaría nada porque, aparte de que una prueba tal de sinceridad quedaría totalmente incomprendida, no por un tonto honrado se resignarían los demás a sacrificar su juego. Quien, además, conoce a los hombres, comprende que en una sociedad tan ilustre nadie quiere ser el más tonto y, en ciertos círculos, honestidad es siempre sinónimo de estupidez. Así es como el representante aún sincero es obligado forzosamente al camino de la mentira y de la falsedad. Justamente la convicción de que la reacción individual poco o nada modificaría, mata cualquier impulso sincero que por ventura surja en uno u otro. A fin de cuentas, se convencerá de que, personalmente, lejos está de ser el primero entre los otros y que con su colaboración tal vez impida males mayores.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

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“Hemos derrotado la frivolidad y la hipocresía de los intelectuales progresistas. Desde 1968 no se podía hablar de moral. Nos habían impuesto el relativismo. La idea de que todo es igual, lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos estudiantes. Nos hicieron creer que la víctima cuenta menos que el delincuente. Que la autoridad estaba muerta, que las buenas maneras habían terminado. Que no había nada sagrado, nada admirable. Era el eslogan de mayo del 68 en las paredes de la Sorbona: Vivir sin obligaciones y gozar sin trabas. Quisieron terminar con la escuela de excelencia y del civismo. Asesinaron los escrúpulos y la ética. Una izquierda hipócrita que permitía indemnizaciones millonarias a los grandes directivos y el triunfo del depredador sobre el emprendedor. Esa izquierda está en la política, en los medios de comunicación, en la economía. Le ha tomado el gusto al poder. La crisis de la cultura del trabajo es una crisis moral. Voy a rehabilitar el trabajo. Dejaron sin poder a las fuerzas del orden y crearon una frase: Se ha abierto una fosa entre la policia y la juventud: los vándalos son buenos y la Policía es mala. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente, inocente. Defienden los servicios públicos, pero jamás usan un transporte colectivo. Aman tanto la escuela pública, pero sus hijos estudian en colegios privados. Dicen adorar la periferia y jamás viven en ella. Firman peticiones cuando se expulsa a algún okupa, pero que no aceptan que se instalen en su casa. Esa izquierda que desde mayo del 68 ha renunciado al mérito y al esfuerzo, que atiza el odio a la familia, a la sociedad y a la República. Esto no puede ser perpetuado en un país como Francia y por eso estoy aquí. No podemos inventar impuestos para estimular al que cobra del Estado sin trabajar. Quiero crear una ciudadanía de deberes.”

Nicolas Sarkozy (1955) político francés

Discursos

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“Poca política y más administración.”

Porfirio Díaz (1830–1915) Presidente de México

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“Mi sable nunca saldrá de la vaina por opiniones políticas.”

José de San Martín (1778–1850) militar, libertador de Argentina, Chile, Perú y Guayaquil
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“El hombre no puede ser separado de Dios, ni la política de la moral.”

Tomás Moro (1478–1535) pensador, teólogo, político, humanista y escritor inglés

Fuente: De John Paul II, Apostolic Letter Motu Proprio Proclaiming Saint Thomas More Patron of Statesmen and Politicians, 1: AAS 93 (2001), 4

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“Usted haga como yo y no se meta en política.”

Francisco Franco (1892–1975) general y dictador español

A Sabino Alonso Fueyo, director del diario falangista Arriba, ante su queja de las presiones que recibía de los distintos sectores y familias del Movimiento Nacional. http://www.antonioburgos.com/sevilla/infanzon/1999/09/in100199.html

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“Jamas en la conduccion politica hay que obligar a nadie, hay que persuadir a todo el que se pueda.”

Juan Domingo Perón (1895–1974) vigésimo séptimo presidente de la Nación Argentina, entre 1946-1952, 1952-1958 y 1973-1977
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“El político debe tener: amor apasionado por su causa; ética de su responsabilidad; mesura en sus actuaciones.”

Max Weber (1864–1920) filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán

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“No me importa que un político no sepa hablar, lo que me preocupa es que no sepa de lo que habla.”

Manuel Azaña (1880–1940) político español

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“La autoridad del Estado no puede ser un fin en sí misma, porque ello significaría consagrar la inviolabilidad de toda tiranía en el mundo. Si por los medios que están al alcance de un gobierno se precipita una nacionalidad en la ruina, entonces la rebelión no es sólo un derecho, sino un deber para cada uno de los hijos de ese pueblo. La pregunta: "¿cuándo se presenta este caso?", no se resuelve mediante disertaciones teóricas, sino por la acción y por el éxito. Como todo gobierno, por malo que sea y aún cuando haya traicionado una y mil veces los intereses de una nacionalidad, reclama para sí el deber que tiene de mantener la autoridad del Estado, el instinto de conservación nacional en lucha contra un gobierno semejante tendrá que servirse, para lograr su libertad o su independencia, de las mismas armas que aquél emplea para mantenerse en al mando. Según esto, la lucha será sostenida por medios "legales" mientras el poder que se combate no utilice otros; pero no habrá que vacilar ante el recurso de medios ilegales si es que el opresor mismo se sirve de ellos. En general, no debe olvidarse que la finalidad suprema de la razón de ser de los hombres no reside en el mantenimiento de un Estado o de un gobierno: su misión es conservar su Raza. Y si esta misma se hallase en peligro de ser oprimida o hasta eliminada, la cuestión de la legalidad pasa a un plano secundario. Entonces poco importará ya que el poder imperante aplique en su acción los mil veces llamados medios "legales"; el instinto de conservación de los oprimidos podrá siempre justificar en grado superlativo el empleo de todo recurso. Sólo así se explican en la Historia ejemplos edificantes de luchas libertarias contra la esclavitud (interna o externa) de los pueblos. En este caso el derecho humano se impone sobre el derecho político. Si un pueblo sucumbe sin luchar por los derechos del hombre, es porque al haber sido pesado en la balanza del Destino resultó demasiado débil para tener la suerte de seguir subsistiendo en el mundo terrenal. Porque quien no está dispuesto a luchar por su existencia o no se siente capaz de ello es que ya está predestinado a desaparecer, y esto por la justicia eterna de la Providencia. ¡El mundo no se ha hecho para los pueblos cobardes!”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

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“Los poderes deben vigilarse y contenerse recíprocamente. Esta vigilancia no debe atribuirse a uno de ellos excluyendo a los otros dos, ya que todos ellos son nombrados por el soberano. La confianza que él ha puesto en todos por igual; ¿Por qué deberíamos suponer que uno de ellos es infalible e incorruptible, y los otros dos, sujetos a error y corrupción? Tal es, sin embargo, el absurdo sistema de aquellos que hacen que el Cuerpo Legislativo sea el supervisor del Ejecutivo y que no le otorguen a éste ningún derecho de inspección sobre el Legislativo. Por lo tanto, se olvida que los tres poderes son como centinelas avanzados para velar por la seguridad del Estado, y que si uno de ellos se aparta de sus funciones, el deber de los otros dos es dar el alarma, para que el pueblo así advertido provea a su salud y a su seguridad. No es probable que tres poderes independientes y celosos se unan para traicionar los intereses del soberano; y es sobre esta probabilidad moral que la seguridad del ciudadano se funda con respecto a la libertad civil y política.”

Francisco de Miranda (1750–1816) político, militar, diplomático, escritor, humanista e ideólogo venezolano

Fuente: Opinión del General Miranda sobre la situación actual de Francia y sobre los remedios adecuados a sus males. 1794.
Fuente: Opinion du général Miranda sur la situation actuelle de la France, et sur les remèdes convenables à ses maux, 2018-07-07, texte, Miranda, Francisco de (1750-1816). Auteur du, 1794, Gallica, FR https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k56808272/f6.image,
Fuente: [Miranda, Francisco de, South American Emancipation: Documents, Historical and Explanatory, Shewing the Designs which Have Been in Progress, and the Exertions Made by General Miranda, for the Attainment of that Object During the Last Twenty-five Years, https://books.google.com.pe/books?id=dEUTAAAAYAAJ&pg=PA175&dq=Deux+conditions+sont+essentielles+%C3%A0+l'ind%C3%A9pendance+absolue+des+pouvoirs.+Le+premier,+que+la+source+dont+ils+%C3%A9manent+est+un.&hl=en&sa=X&ved=0ahUKEwix0sO6w43cAhVMtlkKHSx2BgkQ6AEIKDAA#v=onepage&q=Deux%20conditions%20sont%20essentielles%20%C3%A0%20l'ind%C3%A9pendance%20absolue%20des%20pouvoirs.%20Le%20premier,%20que%20la%20source%20dont%20ils%20%C3%A9manent%20est%20un.&f=false, 2018-07-07, 1810, R. Juigné, fr]
Fuente: [Miranda, Francisco de, Documentos fundamentales, https://books.google.com.pe/books?id=wRYo2nhXM_gC&pg=PA57&lpg=PA57&dq=%22Dos+condiciones+son+esenciales+para+la+independencia+absoluta+de+los+poderes%22&source=bl&ots=ww7o-t3r-r&sig=rR1YtyttFG2Q08wzjvUAdq0yhAk&hl=en&sa=X&redir_esc=y#v=onepage&q=%22Dos%20condiciones%20son%20esenciales%20para%20la%20independencia%20absoluta%20de%20los%20poderes%22&f=false, 2018-08-11, 1992, Fundacion Biblioteca Ayacucho, 9789802761845, es]

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“El político piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación.”

Otto Von Bismarck (1815–1898) político alemán

Fuente: Israel, Ricardo. El libro de las verdades. Citas citables. Editorial RIL Editores, 2011, p. 25.

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“Querido hermano: Recibo atónito tu carta y me asombro de los sanos consejos que en ella me das.
Tienes formado muy mal concepto de las fuerzas republicanas y excesivamente bueno de las monárquicas y de lo que representa el trono.
Siguiendo la monarquía en España, ya conoces el rumbo de la nación. La nobleza, que se considera casta superior, en su mayoría descendientes bastardos de otros nobles, viviendo a costa del país al amparo de la monarquía, con delegaciones regias, negocios dudosos, puestos políticos influyentes, y escarneciendo a las clases inferiores -más morales cuanto más inferiores- con sus desenfrenos de todos conocidos.
El alto clero y las congregaciones, que tienen su principal apoyo en la dinastía reinante, asfixiando las libertades públicas con sus demandas y desafueros, llevándose en forma directa o indirecta un buen trozo del presupuesto, mientras el país languidece y la incultura perdura por falta de escuelas y elementos de enseñanza, pues en los presupuestos no queda dinero para tan perentorias atenciones.
Los príncipes, infantes y demás parientes más o menos cercanos al trono, hacen truculentos negocios con el amparo que les presta el poder.
El ejército, que debiera ser servidor de la nación, hoy sólo sirve al trono y, para proteger a éste, se atreve a ametrallar al pueblo ansioso de recuperar su soberanía, atropellada y escarnecida por la dictadura borbónica.
Mientras, el ejército se apropia el oficio de verdugo de la nación, descuida su eficiencia guerrera y es tan sólo una caricatura de lo que debiera ser.
En cambio, se lleva la tercera parte de los presupuestos nacionales.
La vieja política, desacreditada, dando origen al golpe de Estado del año 23, llegó a aquel punto de descrédito, gobernando, o mejor dicho, desgobernando las clases monárquicas en cooperación con el poder moderador - por no llamarle absoluto - de ese trono que tanto defiendes.
En la monarquía no aparecen valores nuevos. Las mismas causas de antaño producirán los mismos efectos.
Tras una nueva etapa de desgobierno, funesta, desde luego, vendrá otra etapa de dictadura, que completará la labor de la dictadura anterior, terminando de ahogar todo espíritu liberal y ciudadano y convirtiéndonos en lo que son hoy algunas repúblicas americanas.
Los pocos ciudadanos que pueden, para no morir a manos reaccionarias tendrán que emigrar, perdiéndose para España los valores que ellos representan.
Los generales -incapaces- que hoy se agrupan en torno del trono para defenderlo, no llevan otras miras que evitar la llegada de un orden nuevo, en el que por su incapacidad no tendrían puesto decoroso; y para salvar su actual posición privilegiada, defienden a su señor con instinto y dote de esclavos, tratando de poner una vez más el ejército enfrente del pueblo.
Esto, que sucedió otras veces, ya no lo conseguirán, y el soldado y el oficial se pondrán al lado de aquél para ayudarle a sacudir sus yugos legendarios y hacer justicia, su justicia, la verdadera justicia, la justicia popular.
El pueblo paga al ejército y al trono para que le sirvan y no para que lo tiranicen, y cuando se cansa de pagar servidores desleales, está en su legítimo derecho a prescindir de ellos.
El trono rompió la constitución, que es el pacto que tenía con el pueblo; roto el pacto, al pueblo, sólo al pueblo, corresponde rehacerlo o elegir el régimen de gobierno que le ofrezca más sólida garantía de progreso y bienestar.
Un régimen que por evoluciones parlamentarias y no por revoluciones sangrientas consiga que no sea un mito el significado de las tres palabras "Libertad, Igualdad, Fraternidad".
Ese régimen no puede ser ya la monarquía, puesto que ha demostrado cumplidamente que sólo satisface sus egoísmos, sin importarle un ardite las necesidades del país.
El mundo en pocos años ha evolucionado rápidamente. Casi todas las naciones de Europa están hoy constituidas en repúblicas, lo están todas las de América. Los que sentimos el culto de la patria, debemos quererla republicana, única forma de que progrese y se coloque al nivel del resto de Europa, respecto al cual vamos atrasados muchos años.
Una república moderada sería la solución al actual estado de cosas.
Ella atraería a la gobernación del país a las clases privilegiadas sin espantarlas ni ponerles enfrente, como sucedería con el establecimiento de una república radical.
Los elementos más radicales la respetarían, porque verían siempre en ella la posibilidad de evolucionar hacia sus ideales, tratando de ganar puestos en los comicios con su conducta, sus programas y una adecuada propaganda.
El país se gobernaría en definitiva como quisiera y evitaríamos la llegada de una revolución que camina con pasos de gigante y que cuanto más tarde más violenta ha de ser.
Dices en tu carta con un profundo desconocimiento que las izquierdas son averiada mercancía. ¡Mercancía y bien averiada son las derechas! ¡Ya hemos visto cómo se vendían o alquilaban! Lo poco bueno que en ellas quedaban, se ha marchado a la república, por no convivir con tanto profesional de la indignidad y de la falta de decoro. Los partidos monárquicos ¡¡ésos sí que son averiada mercancía!!”

Francisco Franco (1892–1975) general y dictador español

Carta de Ramón Franco a su hermano
Fuente: "Autobiografía del general Franco" de Manuel Vázquez Montalbán.

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“Si (la política) fuera solo el arte de lo posible sería el arte de la resignación.”

Raúl Alfonsín (1927–2009) cuatrigésimo tercer presidente de la República Argentina

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“es propio de gente cuerda y política, porque bien claro está que si ellas no lo quisiesen de veras nunca hubieran sido robadas.”

Heródoto (-484–-425 a.C.) historiador y geógrafo

Los nueve libros de la historia

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“Bajo el concepto de lectura, concibo cosas muy diferentes de lo que piensa la gran mayoría de los llamados intelectuales. Conozco individuos que leen muchísimo, libro tras libro y letra por letra, y sin embargo no pueden ser tildados de "lectores". Poseen una multitud de "conocimientos", pero su cerebro no consigue ejecutar una distribución y un registro del material adquirido. Les falta el arte de separar, en el libro, lo que es de valor y lo que es inútil, conservar para siempre en la memoria lo que en verdad interesa, pudiendo saltarse y desechar lo que no les comporta ventaja alguna, para no retener lo inútil y sin objeto. La lectura no debe entenderse como un fin en sí misma, sino como medio para alcanzar un objetivo. En primer lugar, la lectura debe auxiliar la formación del espíritu, despertar las inclinaciones intelectuales y las vocaciones de cada cual. Enseguida, debe proveer el instrumento, el material de que cada uno tiene necesidad en su profesión, tanto para simple seguridad del pan como para la satisfacción de los más elevados designios. En segundo lugar, debe proporcionar una idea de conjunto del mundo. En ambos casos, es necesario que el contenido de cualquier lectura no sea aprendido de memoria de un conjunto de libros, sino que sea como pequeños mosaicos en un cuadro más amplio, cada uno en su lugar, en la posición que les corresponde, ayudando de esta forma a esquematizarlo en el cerebro del lector. De otra forma, resulta un bric-á-brac de materias memorizadas, enteramente inútiles, que transforman a su poseedor en un presuntuoso, seriamente convencido de ser un hombre instruido, de entender algo de la vida, de poseer cultura, cuando la verdad es que con cada aumento de esa clase de conocimientos, más se aparta del mundo, hasta que termina en un sanatorio o como político en un parlamento.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

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“Uno de los castigos por rehusarte a participar en política, es que terminarás siendo gobernado por hombres inferiores a ti.”

Platón (-427–-347 a.C.) filósofo griego clásico que creo la teoría de las ideas

Fuente: [Dut], Javier. Un recuerdo a contraluz. Ediciones Kiwi, 2016.

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“La política no es una ciencia exacta.”

Otto Von Bismarck (1815–1898) político alemán

Fuente: Malnati, Isabella; Montel, Alessandro. Frases célebres. Editorial Parkstone International, 2013. ISBN 9788431554644
Fuente: Discurso ante el Reichstag, 18 de diciembre de 1863.

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“Ustedes, señores, están convencidos de que la economía alemana ha de levantarse sobre la idea de la propiedad privada. Pero ustedes sólo podrán sustentar en la práctica esta idea de la propiedad privada si la misma está fundamentada lógicamente de alguna forma. Esta idea ha de extraer su justificación ética de la visión de la necesidad natural… Es necesario por lo tanto fundamentar estas formas tradicionales que se han de conservar, de forma que puedan considerarse como absolutamente necesarias, lógicas y justas. Y aquí tengo que decir que la propiedad privada sólo se puede justificar en el plano ético y moral si parte del presupuesto de que las prestaciones de los individuos son distintas… Pero, admitido esto, es un disparate afirmar que en el terreno económico hay diferencias de valor, pero no así en el terreno político. Es absurdo construir la vida económica sobre la idea del rendimiento, del valor personal y, por consiguiente, en la práctica sobre la autoridad de la personalidad, y negar esta autoridad de la personalidad en el terreno político y poner en su sitio la ley de la mayoría, la democracia… En el terreno económico, el equivalente de la democracia política es el comunismo.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

Discurso pronunciado por Hitler el 27 de enero de 1932 en el Düsseldorfer Industrieklub, en M. Domarus (ed.), Hitler, Reden Und Proklamationen 1932–1945, vol. 1, Würzburg, 1962, páginas 68 y siguientes, sobre todo páginas 72 y 87.

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“Si, pues, el Estado es la vasta maquinaria de la delincuencia y de la agresión institucionalizadas, la "organización de los medios políticos" con el objetivo de enriquecerse, esto quiere decir que nos hallamos ante una organización criminal y que, por consiguiente, su categoría moral es radicalmente distinta de la de cualquiera de los legítimos dueños de propiedades. (…) Significa, por poner un ejemplo, que nadie tiene la obligación moral de obedecerle. En cuanto que es una organización criminal, cuyas rentas e ingresos proceden de impuestos delictivos, el Estado no puede poseer ningún justo derecho de propiedad. De donde se concluye que no puede ser ni inmoral ni injusto negarse a pagar los impuestos del Estado, ni adueñarse de sus propiedades (porque son propiedades en manos de agresores), ni rechazar órdenes, ni quebrantar contratos hechos con él (ya que no puede ser injusto romper pactos con criminales). En el terreno de la moral, y desde el punto de vista de una auténtica filosofía política, 'robar' al Estado significa arrancar la propiedad a unas manos criminales. (…). También es, a fortiori, moralmente lícito engañar al Estado. (…) Lo dicho no significa, por supuesto, que aconsejemos ni menos que exijamos la desobediencia civil, ni incitamos a la rebelión fiscal ni a robar y mentir al Estado. Estas actitudes son poco recomendables, sobre todo si se tiene en cuenta que el aparato estatal dispone de una 'force majeure'. Lo que pretendemos decir es que estas acciones son justas y moralmente lícitas. Las relaciones con el Estado deben guiarse por consideraciones de simple prudencia y pragmatismo, que implican que los individuos deben tratar con el Estado como un enemigo que es, por el momento, más poderoso.”

La ética de la libertad

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“Yo no milito en las filas de ningún partido político, no me he inscrito en los registros de ninguna agrupación partidarista; mi conducta ha estado normada siempre por la inspiración de mi propia conciencia, en la más absoluta libertad.”

José María Arguedas (1911–1969) escritor y antropólogo peruano

Fuente: [Arguedas, José María]. «Rectificación a una publicación en La Tribuna». En La Prensa, 18-9-47. Pág.3.

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“No es posible democratizar la enseñanza de un país sin democratizar su economía y sin democratizar, por ende, su superestructura política.”

José Carlos Mariátegui (1894–1930) escritor, periodista y pensador político peruano

Fuente: Ensayo «El proceso de la instrucción pública» publicado en los Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana en 1928.

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“El que no se atreve a ser inteligente, se hace político.”

Enrique Jardiel Poncela (1902–1952) dramaturgo

Fuente: [Albaigès Olivart] (1997), p. 386.

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“Debo empezar por unas disculpas ("mal comienzo", decía mi abuela).

¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados? ¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más absurdo y represivo del que se tenga memoria? ¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos? ¿De habernos preparado bien y a conciencia antes de iniciar? ¿De haber llevado fusiles al combate, en lugar de arcos y flechas? ¿De haber aprendido a pelear antes de hacerlo? ¿De ser mexicanos todos? ¿De ser mayoritariamente indígenas? ¿De llamar al pueblo mexicano todo a luchar de todas las formas posibles, por lo que les pertenece? ¿De luchar por libertad, democracia y justicia? ¿De no seguir los patrones de las guerrillas anteriores? ¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no traicionarnos? ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? ¿Los que, durante años y años, se sentaron ante una mesa llena y se saciaron mientras con nosotros se sentaba la muerte, tan cotidiana, tan nuestra que acabamos por dejar de tenerle miedo? ¿Los que nos llenaron las bolsas y el alma de declaraciones y promesas? ¿Los muertos, nuestros muertos, tan mortalmente muertos de muerte "natural", es decir, de sarampión, tosferina, dengue, cólera, tifoidea, mononucleosis, tétanos, pulmonía, paludismo y otras lindezas gastrointestinales y pulmonares? ¿Nuestros muertos, tan mayoritariamente muertos, tan democráticamente muertos de pena porque nadie hacía nada, porque todos los muertos, nuestros muertos, se iban así nomás, sin que nadie llevara la cuenta, sin que nadie dijera, por fin, el "¡YA BASTA!", que devolviera a esas muertes su sentido, sin que nadie pidiera a los muertos de siempre, nuestros muertos, que regresaran a morir otra vez pero ahora para vivir? ¿Los que nos negaron el derecho y don de nuestras gentes de gobernar y gobernarnos? ¿Los que negaron el respeto a nuestra costumbre, a nuestro color, a nuestra lengua? ¿Los que nos tratan como extranjeros en nuestra propia tierra y nos piden papeles y obediencia a una ley cuya existencia y justeza ignoramos? ¿Los que nos torturaron, apresaron, asesinaron y desaparecieron por el grave "delito" de querer un pedazo de tierra, no un pedazo grande, no un pedazo chico, sólo un pedazo al que se le pudiera sacar algo para completar el estómago?

¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?

¿El presidente de la república? ¿Los secretarios de estado? ¿Los senadores? ¿Los diputados? ¿Los gobernadores? ¿Los presidentes municipales? ¿Los policías? ¿El ejército federal? ¿Los grandes señores de la banca, la industria, el comercio y la tierra? ¿Los partidos políticos? ¿Los intelectuales? ¿Galio y Nexos? ¿Los medios de comunicación? ¿Los estudiantes? ¿Los maestros? ¿Los colonos? ¿Los obreros? ¿Los campesinos? ¿Los indígenas? ¿Los muertos de muerte inútil?

¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?”

Subcomandante Marcos (1957) ideólogo del EZLN
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