Frases sobre principio
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“La mente flexible mantiene opiniones, tiene creencias y principios, pero está dispuesta al cambio y en pleno contacto con la realidad.”

Walter Riso (1951)

El poder del pensamiento flexible: De una mente rígida a una mente libre y abierta al cambio

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“A la inversa de los intereses, para el hombre cabal los principios y el honor no son negociables.”

Roberto Alifano (1943) periodista argentino

Yo, Dante Alighieri: En mitad del camino de la vida

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“CONTROLAR EL DESEO DE DEMOCRACIA Todo eso ocurrió hace ciento cincuenta años; en Inglaterra, antes. Se han dedicado esfuerzos enormes a inculcar el Nuevo Espíritu de la Época y hay industrias fundamentales consagradas a la labor: relaciones públicas, publicidad y márketing en general, todo lo cual suma una parte enorme del producto interior bruto. Esas industrias se aplican en lo que el gran economista político Thorstein Veblen llamó «fabricación de deseos».14 En palabras de los propios empresarios, la labor consiste en dirigir a la gente hacia «cosas superficiales» de la vida, como el «consumo en moda». De esa forma la gente puede atomizarse, se pueden separar unos de otros, ya que solo se busca el beneficio personal, y se aleja a las personas del peligroso esfuerzo de pensar por sí mismas y enfrentarse a la autoridad. Edward Bernays, uno de los fundadores de la industria moderna de las relaciones públicas, denominó «ingeniería del consentimiento» al proceso de modelar opiniones, actitudes y percepciones. Bernays era un respetado progresista, al estilo de Wilson, Roosevelt y Kennedy, igual que su coetáneo, el periodista Walter Lippmann, el intelectual público más destacado de Estados Unidos en el siglo XX y alabó «la ingeniería del consentimiento» como «un nuevo arte» en la práctica de la democracia. Ambos reconocieron que la ciudadanía debe ser «puesta en su lugar», marginada y controlada; por su propio interés, por supuesto. La gente era demasiado «estúpida e ignorante» para que se le permita gobernar sus propios asuntos. Esa tarea tenía que dejarse a una «minoría inteligente», a la que hay que proteger «de las trampas y el rugido [del] rebaño desorientado» los «independientes ignorantes y entrometidos»; la «multitud traviesa», como la llaman sus predecesores del siglo XVII. El papel de la población general en una sociedad democrática que funcionara como es debido consistía en ser «espectadores» no «participantes en la acción».15 Y a los espectadores no se les debe permitir ver demasiado. El presidente Obama ha impuesto nuevos criterios para salvaguardar este principio. De hecho, Obama ha castigado a más gente que tira de la manta que todos los presidentes anteriores juntos, todo un éxito para un gobierno que llegó al poder prometiendo transparencia. Entre los muchos temas que no son asunto del rebaño desorientado están las relaciones exteriores. Cualquiera que haya estudiado documentos secretos desclasificados habrá descubierto que, en gran medida, su clasificación se concibió para proteger a las autoridades del escrutinio público. A escala nacional, la plebe no tenía que oír el consejo de los tribunales a grandes empresas: que deberían consagrar algunos esfuerzos muy visibles a buenas obras, de manera que una «opinión pública excitada» no descubriera los enormes beneficios que el Estado niñera les proporcionaba.16”

Noam Chomsky (1928) lingüista, filósofo y activista estadounidense

¿Quién domina el mundo?

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“Blanca, en cambio, se había acostumbrado a vivir sola. Terminó por encontrar paz
en sus quehaceres de la gran casa, en su taller de cerámica y en sus Nacimientos de
animales inventados, donde lo único que correspondía a las leyes de la biología era la
Sagrada Familia perdida en una multitud de monstruos. El único hombre de su vida era
Pedro Tercero, pues tenía vocación para un solo amor. La fuerza de ese
inconmovible sentimiento la salvó de la mediocridad y de la tristeza de su destino.
Permanecía fiel aun en los momentos en que él se perdía detrás de algunas ninfas de
pelo lacio y huesos largos, sin amarlo menos por ello. Al principio creía morir cada vez
que se alejaba, pero pronto se dio cuenta de que sus ausencias duraban lo que un
suspiro y que invariablemente regresaba más enamorado y más dulce. Blanca prefería
esos encuentros furtivos con su amante en hoteles de cita, a la rutina de una vida en
común, al cansancio de un matrimonio y a la pesadumbre de envejecer juntos
compartiendo las penurias de fin de mes, el mal olor en la boca al despertar, el tedio
de los domingos y los achaques de la edad. Era una romántica incurable. Alguna vez
tuvo la tentación de tomar su maleta de payaso y lo que quedaba de las joyas del
calcetín, e irse con su hija a vivir con él, pero siempre se acobardaba. Tal vez temía
que ese grandioso amor, que había resistido tantas pruebas, no pudiera sobrevivir a la
más terrible de todas: la convivencia. Alba estaba creciendo muy rápido y comprendía
que no le iba a durar mucho el buen pretexto de velar por su hija para postergar las
exigencias de su amante, pero prefería siempre dejar la decisión para más adelante.
En realidad, tanto como temía la rutina, la horrorizaba el estilo de vida de Pedro
Tercero, su modesta casita de tablas y calaminas en una población obrera, entre
cientos de otras tan pobres como la suya, con piso de tierra apisonada, sin agua y con
un solo bombillo colgando del techo. Por ella, él salió de la población y se mudó a un
departamento en el centro, ascendiendo así, sin proponérselo, a una clase media a la
cual nunca tuvo aspiración de pertenecer. Pero tampoco eso fue suficiente para Blanca.
El departamento le pareció sórdido, oscuro, estrecho y el edificio promiscuo. Decía que
no podía permitir que Alba creciera allí, jugando con otros niños en la calle y en las
escaleras, educándose en una escuela pública. Así se le pasó la juventud y entró en la
madurez, resignada a que los únicos momentos de placer eran cuando salía
disimuladamente con su mejor ropa, su perfume y las enaguas de mujerzuela que a
Pedro Tercero cautivaban y que ella escondía, arrebolada de vergüenza, en lo más
secreto de su ropero, pensando en las explicaciones que tendría que dar si alguien las
descubría. Esa mujer práctica y terrenal para todos los aspectos de la existencia,
sublimó su pasión de infancia, viviéndola trágicamente. La alimentó de fantasías, la idealizó, la defendió con fiereza, la depuró de las verdades prosaicas y pudo convertirla
en un amor de novela.”

The House of the Spirits

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“En su Teofanía, Teccam habla de los secretos y los llama «tesoros dolorosos de la mente». Explica que lo que la mayoría de la gente considera secretos no lo son en realidad. Los misterios, por ejemplo, no son secretos. Tampoco lo son los hechos poco conocidos ni las verdades olvidadas. Un secreto, explica Teccam, es un conocimiento cierto activamente ocultado.
Los filósofos llevan siglos cuestionando su definición. Señalan los problemas lógicos, las lagunas, las excepciones. Pero en todo este tiempo ninguno ha conseguido presentar una definición mejor. Quizá eso nos aporte más información que todas las objeciones juntas.
En un capítulo posterior, menos conocido y menos discutido, Teccam expone que existen dos tipos de secretos. Hay secretos de la boca y secretos del corazón.
La mayoría de los secretos son secretos de la boca. Chismes compartidos y pequeños escándalos susurrados. Esos secretos ansían liberarse por el mundo. Un secreto de la boca es como una china metida en la bota. Al principio apenas la notas. Luego se vuelve molesta, y al final, insoportable. Los secretos de la boca crecen cuanto más los guardas, y se hinchan hasta presionar contra tus labios. Luchan para que los liberes.
Los secretos del corazón son diferentes. Son íntimos y dolorosos, y queremos, ante todo, escondérselos al mundo. No se hinchan ni presionan buscando una salida. Moran en el corazón, y cuanto más se los guarda, más pesados se vuelven.
Teccam sostiene que es mejor tener la boca llena de veneno que un secreto del corazón. Cualquier idiota sabe escupir el veneno, dice, pero nosotros guardamos esos tesoros dolorosos. Tragamos para contenerlos todos los días, obligándolos a permanecer en lo más profundo de nosotros. Allí se quedan, volviéndose cada vez más pesados, enconándose. Con el tiempo, no pueden evitar aplastar el corazón que los contiene.
Los filósofos modernos desprecian a Teccam, pero son buitres picoteando los huesos de un gigante. Cuestionad cuanto queráis: Teccam entendía la forma del mundo.”

The Wise Man's Fear
Variante: En su Teofanía, Teccam habla de los secretos y los llama "tesoros dolorosos de la mente". Explica que lo que la mayoría de la gente considera secretos no lo son en realidad. Los misterios, por ejemplo, no son secretos. Tampoco lo son los hechos poco conocidos ni las verdades olvidadas. Un secreto, explica Teccam, es un conocimiento cierto activamente ocultado.

Los filósofos llevan siglos cuestionando su definición. Señalan los problemas lógicos, las lagunas, las excepciones. Pero en todo este tiempo ninguno ha conseguido presentar una definición mejor. Quizá eso nos aporte más información que todas las objeciones juntas.

En un capítulo posterior, menos conocido y menos discutido, Teccam expone que existen dos tipos de secretos. Hay secretos de la boca y secretos del corazón.

La mayoría de los secretos son secretos de la boca. Chismes compartidos y pequeños escándalos susurrados. Esos secretos ansían liberarse por el mundo. Un secreto de la boca es como una china metida en la bota. Al principio apenas la notas. Luego se vuelve molesta, y al final, insoportable. Los secretos de la boca crecen cuanto más los guardas, y se hinchan para presionar contra tus labios. Luchan para que los liberes.

Los secretos del corazón son diferentes. Son íntimos y dolorosos, y queremos, ante todo, escondérselos al mundo. No se hinchan ni presionan buscando una salida. Moran en el corazón, y cuanto más se los guarda, más pesados se vuelven.

Teccam sostiene que es mejor tener la boca llena de veneno que un secreto del corazón. Cualquier idiota sabe escupir el veneno, dice, pero nosotros guardamos esos tesoros dolorosos. Tragamos para contenerlos todos los días, obligándolos a permanecer en lo más profundo de nosotros. Allí se quedan, volviéndose cada vez más pesados, enconándose. Con el tiempo, no pueden evitar aplastar el corazón que los contiene.

Los filósofos modernos desprecian a Teccam, pero son buitres picoteando los huesos de un gigante. Cuestionad cuanto queráis: Teccam entendía la forma del mundo.

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“Nunca puedes perder algo que es realmente tuyo, ni ganar algo que no lo es. El dinero aparecerá. Y si no lo hace, es porque nunca fue mío desde el principio".”

Yehuda Berg (1972) escritor estadounidense

El poder de la Kabbalah. 13 principios para superar los desafíos y alcanzar la realización

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“A Leopoldo Lugones

Los rumores de la plaza quedan atrás y entro en la Biblioteca. De una manera casi física siento la gravitación de los libros, el ámbito sereno de un orden, el tiempo disecado y conservado mágicamente. A izquierda y a derecha, absortos en su lúcido sueño, se perfilan los rostros momentáneos de los lectores, a la luz de las lámparas estudiosas, como en la hipálage de Milton. Recuerdo haber recordado ya esa figura, en este lugar, y después aquel otro epíteto que también define por el contorno, el árido camello del Lunario, y después aquel hexámetro de la Eneida, que maneja y supera el mismo artificio:

Ibant obscuri sola sub nocte per umbram.

Estas reflexiones me dejan en la puerta de su despacho. Entro; cambiamos unas cuantas convencionales y cordiales palabras y le doy este libro. Si no me engaño, usted no me malquería, Lugones, y le hubiera gustado que le gustara algún trabajo mío. Ello no ocurrió nunca, pero esta vez usted vuelve las páginas y lee con aprobación algún verso, acaso porque en él ha reconocido su propia voz, acaso porque la práctica deficiente le importa menos que la sana teoría.

En este punto se deshace mi sueño, como el agua en el agua. La vasta biblioteca que me rodea está en la calle México, no en la calle Rodríguez Peña, y usted, Lugones, se mató a principios del treinta y ocho. Mi vanidad y mi nostalgia han armado una escena imposible. Así será (me digo) pero mañana yo también habré muerto y se confundirán nuestros tiempos y la cronología se perderá en un orbe de símbolos y de algún modo será justo afirmar que yo le he traído este libro y que usted lo ha aceptado.”

Jorge Luis Borges (1899–1986) escritor argentino
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Esta traducción está esperando su revisión. ¿Es correcto?
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“Desde el principio de los tiempos, el artista ha siempre expresado las aspiraciones y sueños de su pueblo. Si silencias al artista, habrás silenciado la voz más articulada del pueblo.”

Katherine Hepburn (1907–2003) actriz estadounidense

Durante un mitin en protesta contra el Comité de Actividades Antiestadounidenses, mayo de 1947
Original: «The artist since the beginning of time has always expressed the aspirations and dreams of his people. Silence the artist and you have silenced the most articulate voice the people have».
Fuente: [Edwards], Anne (en inglés). Katharine Hepburn: A Remarkable Woman, pp. 252, 254. Rowman & Littlefield, 2019. ISBN 1493039202, 9781493039203. https://books.google.es/books?id=qemTDwAAQBAJ&q=Kate+Capra#v=snippet&q=Kate%20Capra&f=false En Google Books. Consultado el 18 de diciembre de 2019.
Fuente: [Edwards], Anne (en inglés). Katharine Hepburn: A Remarkable Woman, pp. 252, 254. Rowman & Littlefield, 2019. ISBN 1493039202, 9781493039203. https://books.google.es/books?id=qemTDwAAQBAJ&q=Kate+Capra#v=snippet&q=Kate%20Capra&f=false En Google Books. Consultado el 18 de diciembre de 2019.

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“Es indispensable fijar como condición irreductible que la moral política es la base de todos los progresos y de todas sus formas eficientes, restableciendo el poder, siempre vivificante de sus principios.”

Hipólito Yrigoyen (1852–1933) político argentino

Fuente: Yrigoyen, Hipólito. Mi Vida y Mi Doctrina. Editorial Raigal, Buenos Aires, 1957. pp..

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“El primer principio es que no te debes engañar a ti mismo - y tú eres la persona que más fácilmente te engaña. Así que hay que tener mucho cuidado con eso. Una vez que no te engañas a ti mismo, es fácil que no engañes a los otros científicos.”

Richard Feynman (1918–1988) físico estadounidense y premio Nobel

Fuente: En una conferencia de 1974, sobre la diferencia entre ciencia y pseudociencia. Cargo Cult Science http://neurotheory.columbia.edu/~ken/cargo_cult.html. Richard Feynman.

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“Es más fácil combatir por un principio que practicarlo.”

Alfred Adler (1870–1937)

Fuente: Sarmiento, J. M. Mil y una frases célebres. Editorial Planet House Editorials, 2016.

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“Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros.”

Groucho Marx (1890–1977) humorista estadounidense

La atribución de la cita a Groucho se publicó por primera vez en el Legal Times del 7 de febrero de 1983, algunos años después de su fallecimiento.
Atribuidas
Variante: Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros
Fuente: The Yale Book of Quotations. Editor Fred R. Shapiro. Edición ilustrada. Editor Yale University Press, 2006. ISBN 9780300107982. p. 498.

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“Precisamente, es característico del filósofo este estado de ánimo: el de la maravilla, pues el principio de la filosofía no es otro, y aquél que ha dicho que Iris (la filosofía) es hija de Thaumante (la maravilla), no ha establecido mal la genealogía.”

Platón (-427–-347 a.C.) filósofo griego clásico que creo la teoría de las ideas

Fuente: Bol Cecilio; OLLIRUM LEUGIM. Mis conversaciones con ellos. Editor Bubok 2010. ISBN 978-84-90096-34-5, p. 36.

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“‭«‬La monarquía,‭ ‬por si y en virtud de su principio,‭ ‬no conoce limites a su desarrollo y que otro tanto sucede con la democracia.‭ ‬Esa facultad de expansión ha pasado de los gobiernos simples o a priori‭; ‬a los gobiernos mixtos o de hecho,‭ ‬democracias y aristocracias,‭ ‬imperios democráticos y monarquías constitucionales,‭ ‬gobiernos todos que en este particular han obedecido fielmente a su idea.‭ ‬De aquí los sueños mesiánicos y todos los ensayos de monarquía o república universal.‭ ‬Donde reinan esos sistemas,‭ ‬la absorción no tiene limites.‭ ‬Allí es donde puede decirse que la idea de fronteras naturales es una ficción,‭ ‬o mejor una superchería política‭; ‬allí es donde los ríos,‭ ‬las montañas y los mares están considerados,‭ ‬no como limites naturales,‭ ‬sino como obstáculos que debe ir venciendo la libertad de la nación y la del soberano.‭ ‬Así lo exige la razón del principio mismo:‭ ‬la facultad de poseer,‭ ‬de acumular,‭ ‬de mandar y de explotar es indefinida‭; ‬no tiene por limites sino el universo.‭ ‬El más famoso ejemplo de esa absorción de territorios y pueblos ha sido el Imperio romano,‭ ‬que tenía su centro y su capital en una península,‭ ‬en medio de una mar dilatado,‭ ‬y sus provincias hasta donde podían alcanzar los ejércitos y los agentes del fisco»‭.”

Pierre Joseph Proudhon (1809–1865) político francés

Sin fuentes

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“En pocos minutos no hubo dudas sobre ello. Los rayos que salían del tubo tenían un efecto luminiscente en el papel. Lo he probado con éxito a distancias cada vez mayores, incluso a dos metros. En principio parecía una nueva clase de luz invisible. Era claramente algo nuevo, algo no registrado.”

Wilhelm Röntgen (1845–1923) físico alemán

Citado en « The New Marvel in Photography http://www.gutenberg.org/dirs/1/4/6/6/14663/14663-h/14663-h.htm#page403», por H. J. W. Dam, en McClure's Magazine, Vol. 6, No. 5 (abril de 1896), p. 416.

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“Por lo que a mí respecta, creo que los principios teóricos del comunismo son falsos, y pienso que la práctica de sus máximas aumenta inconmensurablemente la miseria humana.”

Bertrand Russell (1872–1970) filósofo, matemático, lógico y escritor británico

Fuente: En Retratos de memoria y otros ensayos (1956), trad. Manuel Suárez, en Escritos básicos II (B. Russell), Barcelona, 1985, ISBN 84-395-0010-6

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“Yo no soy filósofo ni científico. No creo que haya un principio del mal ni del bien. Lo único que sé es que todo está dentro de nuestro cerebro.”

José Saramago (1922–2010) escritor, novelista, poeta, periodista y dramaturgo portugués

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