Frases sobre roja

Una colección de frases y citas sobre el tema del roja, vida, veces, vida.

Frases sobre roja

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“¿Qué culpa tengo yo de tener la sangre roja y el corazón a la izquierda?”

Ernesto Guevara (1928–1967) político e ideólogo argentino-cubano

Atribuidas

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“Este partido está pudriéndose por la inmensa gusanera de caciques y caciquillos. Tienen más que los monárquicos. En cada capital hay cincuenta que quieren imponer los caprichos de su vanidad y de su ambición a todos sus correligionarios… Y si nada más hubiera esos cincuenta, menos mal. Luego vienen los caciques de distrito y los de barrio… ¡Oh!! Esos vejestorios endiosados de Comité local y de barriada! ¡Papas rojos, que se creen infalibles e indiscutibles!
Para hacer la revolución, lo primero, lo indispensable, sería degollarlos a todos. Si éstos trajeran la República, estaríamos peor que ahora. Sería cosa de emigrar. Suerte que no hay miedo a que la traigan. ¡Hay cada revolucionario que tiene un miedo feroz a la revolución!… Hubiera usted visto a algunos de ellos cuando la semana roja de Barcelona, cuando aquí se dijo que iba a estallar la huelga general, irse huyendo de Madrid como ratas… No sé qué diablos ocurría entonces, que a todos les salían negocios en provincias, o tenían por esas tierras de dios parientes enfermos de gravedad, que los llamaban… ¡Y para ver este espectáculo me vine yo de Santander e interrumpí mi veraneo!… Luego, son muchos los republicanos que no quieren que venga la República, porque no les conviene; van muy bien en el machito, haciendo la farsa de la oposición, sirviendo de comparsas en esta política repugnante, representando su papel de diputados o de concejales, u otros papeles peores.
En este partido son muy pocos los directores que trabajan desinteresadamente por el ideal; la desorganización es indescriptible, no se puede imaginar; no hay espíritu de disciplina, ni siquiera instinto de conservación… Si no fuera porque veo esos caciquitos ir a su avío, sin saber disimularlo, creería que estaban locos. No se puede hacerlo peor para facilitar la victoria al adversario e imposibilitar la propia… Estoy harto de luchar sin esperanza de salvación entre tanta miseria. Así están disgregando la masa republicana, infiltrando el escepticismo entre los soldados de fila… ¡Oh! Usted no puede darse idea de lo que aquí se persiguen unos odios a otros y unas vanidades a otras… ¡Con qué ensañamiento, con qué perfidia, empleando todos los medios, hasta la difamación y la calumnia!
Ha habido día que pensé meterme en casa y no ocuparme de política. Pero lo he pensado mejor. Voy a irme con Pablo Iglesias. Él y su partido son lo único serio, disciplinado, admirable, que hay en la España política. […] ¡Es por el socialismo por donde llega la aurora!”

Benito Pérez Galdós (1843–1920) novelista, dramaturgo, cronista y político español

Fuente: Anales Galdosianos, volúmenes 19-20. Colaborador University of Pittsburgh. Editorial University of Pittsburgh, 1984, pp. 92-93.
Fuente: El Imparcial, 13 de mayo de 1910, siendo diputado de la Conjunción Republicano-Socialista.

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“Ponerse la roja es decirles a nuestros rivales que este es mi país, mi casa y me respetas.”

Marcelo Salas (1974) futbolista chileno

Comercial de Sodimac Chile.

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“De la tierra en que yo muera, surgirá cómo una espiga, roja y negra, de la pólvora y la sangre, mi bandera.”

Agustín Agualongo (1780–1824) caracteristicas de su personalidad

Sin fuentes

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“«Venían del muelle Morland, sin corbatas, sin sombreros, sofocados, mojados por la lluvia, con los ojos brillantes. Gavroche les abordó con calma.
- ¿Adónde vamos? - preguntó.
- Ven - contestó Courfeyrac.
Detrás de Feuilly marchaba, o más bien saltada Bahorel, como un pez en el agua del motín. Llevaba un chaleco carmesí y profería palabras de esas que lo rompen todo. Su chaleco impresionó a un transeúnte, que gritó asustado:
- ¡Aquí están los rojos!
- ¡El rojo, los rojos! - replicó Bahorel -. ¡Vaya un temor gracioso, burgués! Por lo que a mí respecta, no tiemblo ante una amapola, la caperucita roja no me inspira pavor alguno. Créame, burgués, dejemos el miedo al rojo para los animales con cuernos.»”

Les Misérables
Variante: Venían del muelle Morland, sin corbatas, sin sombreros, sofocados, mojados por la lluvia, con los ojos brillantes. Gavroche les abordó con calma.
- ¿Adónde vamos? - preguntó.
- Ven - contestó Courfeyrac.
Detrás de Feuilly marchaba, o más bien saltada Bahorel, como un pez en el agua del motín. Llevaba un chaleco carmesí y profería palabras de esas que lo rompen todo. Su chaleco impresionó a un transeúnte, que gritó asustado:
- ¡Aquí están los rojos!
- ¡El rojo, los rojos! - replicó Bahorel -. ¡Vaya un temor gracioso, burgués! Por lo que a mí respecta, no tiemblo ante una amapola, la caperucita roja no me inspira pavor alguno. Créame, burgués, dejemos el miedo al rojo para los animales con cuernos.

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“Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja.”

Francisco de Quevedo (1584–1645) escritor español

La reina era coja, y nadie en la corte se atrevía a nombrar siquiera el tema. Sin embargo, Quevedo apostó con sus amigos a que se lo diría en público y en la corte. Entonces cogió un ramo de claveles blancos y otro de rosas rojas y se dirigió a la reina con la mencionada frase. Por supuesto ganó la apuesta.[Sin fuentes]
Fuente: VV. AA. Curiosidades históricas de España. Editorial Litres, 2017. ISBN 978-5-17-085099-0, p. 38.

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“No me representa esa puta bandera, pon una estrella roja y saca la corona fuera.”

Pablo Hasél (1988) MC y poeta español

« Muerte a los Borbones http://www.youtube.com/watch?v=qYgEWhpYyb0» en El Che disparaba.

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“La cartulina roja es asesina.”

Paco Collado (1960) actor y humorista español

La Hora de José Mota, El Aberroncho

“A Ramiro Ledesma y sus camaradas les viene mejor la camisa roja de Garibaldi que la negra de Mussolini.”

Ramiro Ledesma Ramos (1905–1936) filósofo, escritor y político español

cita alusiva a la fascistización de Falange Española en el libro ¿Fascismo en España?, firmado con el pseudónimo Roberto Lanzas.

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“Me miré al espejo con la camiseta roja y dije: ¡Este color me sienta bien!”

Giancarlo Fisichella (1973) piloto de automovilismo italiano

tras fichar por Ferrari en 2009

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“Periodista: «¿Qué le pareció la roja a Reyes?.”

Enrique Cerezo (1947) productor cinematográfico español y presidente del Atlético de Madrid
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“Se siente como un payaso de circo que se despierta una mañana y ya no quiere colocarse la nariz de goma roja.”

Christina Baker Kline (1964) escritora estadounidense

El tren de los huérfanos

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“––“Llora por una rosa roja” ––dijo el ruiseñor.”

Oscar Wilde (1854–1900) escritor irlandés

El Ruisenor y la Rosa

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“Jaiva

La Jaiva color de violeta
acecha en un rincon del mar:
sus tenazas son dos enigmas:
su apetito es un agujero.

Luego agoniza su armadura
en la sopera del infierno
y ahora no es mas que una rosa:
la rosa roja comestible.”

Pablo Neruda (1904–1973) poeta

Maremoto, Aun, La Espada Encendida, Las Piedras del Cielo / Seaquake, Still, The Flaming Sword, The Stones of the Sky

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“Se quedan un momento inmóviles y en silencio, mirándose, hasta que Wenceslao sacude la cabeza en dirección al cordero y dice:
—Lo despenamos y en paz.
Más adelante será una res roja, vacía, colgando de un gancho, después se dorará despacio al fuego de las brasas, sobre la parrilla, al lado del horno, después será servido en pedazos sobre las fuentes de loza cachada, repartido, devorado, hasta que queden los huesos todavía jugosos, llenos de filamentos a medio masticar que los perros recogerán al vuelo con un tarascón rápido y seguro y enterrarán en algún lugar del campo al que regresarán en los momentos de hambruna y comenzarán a roer tranquilos y empecinados sosteniéndolos con las patas delanteras e inclinando de costado la cabeza para morder mejor, dando tirones cortos y enérgicos, hasta dejarlos hechos unas láminas o unos cilindros duros y resecos que los niños dispersarán, pateándolos o recogiéndolos para tirárselos entre ellos en los mediodías calcinados en que atravesarán el campo para comprar soda y vino en el almacén de Berini, objetos ya irreconocibles que quedarán semienterrados y ocultos por los yuyos en diferentes puntos del campo durante un tiempo incalculable, indefinido, en el que arados, lluvias, excavaciones, cataclismos, la palpitación de la tierra que se mueve continua bajo la apariencia del reposo, los pasearán del interior a la superficie, de la superficie al interior, cada vez más despedazados, más irreconocibles, hechos fragmentos, pulverizados, flotando impalpables en el aire o petrificados en la tierra, sustancia de todos los reinos tragada incesantemente por la tierra o incesantemente vuelta a vomitar, viajando por todos los reinos —vegetal, animal, mineral— y cristalizando en muchas formas diferentes y posibles, incluso en la de otros corderos, incluso en la de infinitos corderos, menos en la de ese cordero hacia el que ahora se dirige Wenceslao llevando el cuchillo y la palangana.”

Juan José Saer (1937–2005) escritor argentino

El limonero real

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“Entonces, mira, a veces una muchacha parte en bicicleta,
la ves de espaldas alejándose por un camino (¿la Gran Vía,
King´s Road, la Avenue de Wagran, un sendero
entre álamos, un paso entre colinas?), hermosa y joven la
ves de espaldas yéndose, más pequeña ya, resbalando en la
tercera dimensión y yéndose,

y te preguntas si llegará, si salió para llegar, si salió
porque quería llegar, y tienes miedo como siempre has
tenido miedo por ti mismo, la ves irse tan frágil y
blanca en una bicicleta de humo, te gustaría estar con ella,
alcanzarla en algún recodo y apoyar una mano en el
/manubrio
y decir que también tú has salido, que también tú quieres
llegar al sur,

y sentirte por fin acompañado porque la estás acompañando,
larga será la etapa pero allí en lo alto el aire es limpio
y no hay papeles y latas en el suelo, hacia el fondo del
valle se dibujará por la mañana el ojo celeste de un lago.
Sí, también eso lo sueñas despierto en tu oficina o en
la cárcel, mientras te aplauden en un escenario o una
cátedra, bruscamente ves el rumbo posible, ves la chica
yéndose en su bicicleta o el marinero con su bolsa al
hombro, entonces es cierto, entonces hay gente que se
va, que parte para llegar, y es como un azote de palomas
que te pasa por la cara, por qué no tú, hay tantas
bicicletas, tantas bolsas de viaje, las puertas de la
ciudad están abiertas todavía,

y escondes la cabeza en la almohada, acaso lloras.
Porque, son cosas que se saben, la ruta del sur lleva
a la muerte,
allá, como la vio un poeta, vestida de almirante espera
o vestida de sátrapa o de bruja, la muerte coronel o
general espera
sin apuro, gentil, porque nadie se apura en los aeródromos,
no hay cadalsos ni piras, nadie redobla los tambores
para anunciar la pena, nadie venda los ojos de los reos
ni hay sacerdotes que le den a besar el crucifijo a la
mujer atada a la estaca, eso no es ni siquiera Ruán y no
es Sing-Sing, no es la Santé,

allá la muerte espera disfrazada de nadie, allá nadie
es culpable de la muerte, y la violencia

es una vacua acusación de subversivos contra la disciplina
y la tranquilidad del reino,

allá es tierra de paz, de conferencias internacionales,
copas de fútbol, ni siquiera los niños revelarán que
el rey marcha desnudo en los desfiles, los diarios
hablarán de la muerte cuando la sepan lejos, cuando se
pueda hablar de quienes mueren a diez mil kilómetros,
entonces sí hablarán, los télex y las fotos hablarán sin
mordaza, mostrarán cómo el mundo es una morgue
/maloliente
mientras el trigo y el ganado, mientras la paz del sur,
mientras la civilización cristiana.

Cosas que acaso sabe la muchacha perdiéndose a lo lejos,
ya inasible silueta en el crepúsculo, y quisieras estar
y preguntarle, estar con ella, estar seguro de que sabe,
pero cómo alcanzarla cuando el horizonte es una sola
línea roja ante la noche, cuando en cada encrucijada
hay múltiples opciones engañosas y ni siquiera una
esfinge para hacerte las preguntas rituales.

¿Habrá llegado al sur?
¿La alcanzarás un día?
Nosotros, ¿llegaremos?

(Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos, una lista de desaparecidos, un viento en el tejado - )

¿Llegaremos un día?

Ella partió en su bicicleta, la viste a la distancia,
no volvió la cabeza, no se apartó del rumbo. Acaso entró
en el sur, lo vio sucio y golpeado en cuarteles y calles
pero sur, esperanza de sur,

sur esperanza. ¿Estará sola ahora, estará hablando
con gente como ella, mirarán a lo lejos por si otras
bicicletas apuntaran filosas?

( - un grito allá abajo en la calle, esa foto del Newsweek - )

¿Llegaremos un día?”

Julio Cortázar (1914–1984) escritor argentino
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“Yo no puedo decir España, yo no puedo utilizar la bandera roja y gualda.”

Pablo Iglesias Turrión (1978) político español

Dicho en una conferencia de la Universidad de La Coruña el día 19 de septiembre de 2013.
Fuente: http://www.libertaddigital.com/espana/2015-12-10/pablo-iglesias-no-puedo-decir-espana-no-puedo-utilizar-la-bandera-roja-y-gualda-1276563448/

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“La escena de mi primera toma de conciencia de la existencia de diferencias de color entre las personas fue mi lugar de nacimiento en una granja aislada en las profundidades del bosque de pinos de las colinas de arcilla roja del condado de Coweta en el centro de Georgia. Mi introducción a la realidad de una línea divisoria entre personas de piel blanca y personas de piel negra fue abrupta.”

Erskine Caldwell (1903–1987)

Original: «The scene pf my first becoming aware of the existence of color differences among people was my birthplace on an isolated farm deep in the piney.wood country of the red clay hills of Coweta County in Middle Georgia. My introduction to the reality of a dividing line between white-skin people and black-skin people was abrupt».
Fuente: In Search of Bisco: A Memoir. Erskine Caldwell. Editorial Open Road Media, 2011. ISBN 9781453217221. Primeras líneas del libro. https://books.google.es/books?id=7dVBx3myS9gC&printsec=frontcover&dq=Erskine+Caldwell&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwiw5duYucXgAhUL4YUKHZTaBWAQ6AEIKzAA#v=onepage&q=Erskine%20Caldwell&f=false

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“Oh, pequeña rosa roja, el hombre miente en la gran miseria, el hombre miente en el mayor dolor.”

Gustav Mahler (1860–1911) compositor austríaco

Imglés: «Oh, little red rose, man lies in great misery, man lies in greatest pain».
Parte de la canción Urlicht, cuya música fue compuesta por Mahler, pero cuya letra está tomada de Des Knaben Wunderhorn, una extensa antología de textos pertenecientes a canciones alemanas anónimas.
Citas apócrifas
Fuente: Cummins III, George M. Mahler Re-Composed. Editorial iUniverse, 2011. ISBN 9781450289795, p. 137. https://books.google.es/books?id=46AmahNH_BEC&pg=PA137&dq=Man+lives+in+greatest+pain.+Gustav+Mahler&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwiwppT59_PgAhWkDGMBHTRfA8EQ6AEISDAE#v=onepage&q=Oh%2C%20little%20red%20rose%2C%20man%20lies%20in%20great%20misery%2C%20man%20lies%20in%20great%20pain&f=false