Frases sobre categoría

Una colección de frases y citas sobre el tema del categoría, hombre, hombro, mismo.

Frases sobre categoría

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“Si, pues, el Estado es la vasta maquinaria de la delincuencia y de la agresión institucionalizadas, la "organización de los medios políticos" con el objetivo de enriquecerse, esto quiere decir que nos hallamos ante una organización criminal y que, por consiguiente, su categoría moral es radicalmente distinta de la de cualquiera de los legítimos dueños de propiedades. (…) Significa, por poner un ejemplo, que nadie tiene la obligación moral de obedecerle. En cuanto que es una organización criminal, cuyas rentas e ingresos proceden de impuestos delictivos, el Estado no puede poseer ningún justo derecho de propiedad. De donde se concluye que no puede ser ni inmoral ni injusto negarse a pagar los impuestos del Estado, ni adueñarse de sus propiedades (porque son propiedades en manos de agresores), ni rechazar órdenes, ni quebrantar contratos hechos con él (ya que no puede ser injusto romper pactos con criminales). En el terreno de la moral, y desde el punto de vista de una auténtica filosofía política, 'robar' al Estado significa arrancar la propiedad a unas manos criminales. (…). También es, a fortiori, moralmente lícito engañar al Estado. (…) Lo dicho no significa, por supuesto, que aconsejemos ni menos que exijamos la desobediencia civil, ni incitamos a la rebelión fiscal ni a robar y mentir al Estado. Estas actitudes son poco recomendables, sobre todo si se tiene en cuenta que el aparato estatal dispone de una 'force majeure'. Lo que pretendemos decir es que estas acciones son justas y moralmente lícitas. Las relaciones con el Estado deben guiarse por consideraciones de simple prudencia y pragmatismo, que implican que los individuos deben tratar con el Estado como un enemigo que es, por el momento, más poderoso.”

La ética de la libertad

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“lo que la convivencia prolongada entre dos personas sobre todo segrega es una relación de dependencia entre ellas. Me digo también que muy pocas veces esa relación está basada en el amor, un sentimiento que, en el mejor de los casos, dura lo que dura una aparición (lo dijo La Rochefoucauld y lo repite Marcelo y es verdad: el amor es como los fantasmas: todo el mundo habla de él pero nadie lo ha visto); tampoco está basada, contra lo que suele pensarse, en el miedo a la soledad, porque la verdad es que casi siempre estamos solos. No: lo más probable es que esa relación de dependencia se funde en una serie de vínculos de apariencia insignificante pero de enorme poder, un sistema de signos que no está sujeto a nuestra voluntad ni a ninguna ley previsible sino a la química azarosa de dos idiosincrasias dispares, y que (como el acuario para el pez que vive en él) constituye una especie de ecosistema o de mundo en miniatura, un ecosistema que posee sus reglas, dimensiones y seguridades, regido por apelativos que sólo en la intimidad compartida no resultan ridículos y palabras de secreto significado y erizado de cotidianas incomodidades y obligaciones que también son ritos, ceremonias y gestos, hábitos y formas ocultas de complicidad. Lo curioso es que, mientras la convivencia dura, el desagrado pequeño pero permanente de estos vínculos parece el peaje que hay que pagar para instalarse en el matrimonio como en una casa a medida, razonablemente confortable y acogedora, pero, una vez que la convivencia se rompe, una nostalgia embrutecida por el desamparo suele convertirlos en condición sine qua non del matrimonio, de manera que abandonan su ingrata categoría de peajes para convertirse en los lugares preferidos de la casa y en la fuente de todas las felicidades que depara. Por eso, tal vez más difícil que prescindir de la persona amada es prescindir de esos vínculos, de ese sistema de signos, de ese mundo en miniatura sin sentir el mismo vértigo de orfandad, de intemperie y de asfixia que siente el pez cuando lo sacan del acuario.”

El vientre de la ballena

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“Lo que más me preocupó en la cuestión del parlamentarismo fue la notoria falta de un elemento responsable. Por funestas que pudieran ser las consecuencias de una ley sancionada por el Parlamento, nadie lleva la responsabilidad ni a nadie le es posible exigirle cuentas. ¿O es que puede llamarse asumir responsabilidad el hecho de que después de un fiasco sin precedentes dimita el gobierno culpable, o cambie la coalición existente, o, por último, se disuelva el Parlamento? ¿Puede acaso hacerse responsable a una vacilante mayoría? ¿No es cierto que la idea de responsabilidad presupone la idea de la personalidad? ¿Puede prácticamente hacerse responsable al dirigente de un gobierno por hechos cuya gestión y ejecución obedecen exclusivamente a la voluntad y al arbitrio de una pluralidad de individuos? ¿O es que la misión del gobernante - en lugar de radicar en la concepción de ideas constructivas y planes- consiste más bien en la habilidad con que éste se empeñe en hacer comprensible a un hato de borregos lo genial de sus proyectos, para después tener que mendigar de ellos mismos una bondadosa aprobación? ¿Cabe en el criterio del hombre de Estado poseer en el mismo grado el arte de la persuasión, por un lado, y por otro la perspicacia política necesaria para adoptar directivas o tomar grandes decisiones? ¿Prueba acaso la incapacidad de un Führer el solo hecho de no haber podido ganar en favor de una determinada idea el voto de mayoría de un conglomerado resultante de manejos más o menos honestos? ¿Fue acaso alguna vez capaz ese conglomerado de comprender una idea, antes de que el éxito obtenido por la misma revelara la grandiosidad de ella? ¿No es en este mundo toda acción genial una palpable protesta del genio contra la indolencia de la masa? ¿Qué debe hacer el gobernante que no logra granjearse el favor de aquel conglomerado para la consecución de sus planes? ¿Deberá sobornar? ¿O bien, tomando en cuenta la estulticia de sus conciudadanos, tendrá que renunciar a la realización de medidas reconocidas como vitales, dejando el gobierno, o quedarse en él a pesar de todo? ¿No es cierto que en un caso tal el hombre de verdadero carácter se coloca frente a un conflicto insoluble entre su comprensión de la necesidad y su rectitud de criterio o, mejor dicho, su honradez? ¿Dónde acaba aquí el límite entre la noción del deber para la colectividad y la noción del deber para la propia dignidad personal? ¿No debe todo Führer de verdad rehusar que de ese modo se le degrade a la categoría de traficante político? ¿O es que, inversamente, todo traficante deberá sentirse predestinado a "especular" en política, puesto que la suprema responsabilidad jamás pesará sobre él, sino sobre un anónimo e inaprensible conglomerado de gentes? Sobre todo, ¿no conducirá el principio de la mayoría parlamentaria a la demolición de la Idea-Führer? Pero, ¿es que aún cabe admitir que el progreso del mundo se debe a la mentalidad de las mayorías y no al cerebro de unos cuantos? ¿O es que se cree que tal vez en el futuro se podría prescindir de esta condición previa, inherente a la cultura humana? ¿No parece, por el contrario, que ella es hoy más necesaria que nunca?”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

Mi Lucha

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“Un filósofo es el hombre en quien la intimidad se eleva a categoría racional; sus conflictos sentimentales, su encuentro con el mundo, se resuelve y se transforma en una teoría.”

María Zambrano (1905–1991) Filósofa y ensayista española

Fuente: Dictados y sentencias.
Fuente: [Zambrano], María: Dictados y sentencias, pág. 46. Edición de ‎Antoni Marí, Edhasa, 1999. ISBN 8435091430, 9788435091435 https://books.google.es/books?hl=es&id=6GhfAAAAMAAJ&focus=searchwithinvolume&q=sentimentales. En Google Books. Consultado el 22 de noviembre de 2019.

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“‬Todos los sistemas de gobierno,‭ ‬incluso la federación,‭ ‬pueden ser reducidos a esta sola formula; ‬contrapeso de la autoridad por la libertad,‭ ‬y viceversa; ‬a que,‭ ‬por consecuencia,‭ ‬las categorías adoptadas desde el tiempo de Aristóteles por los autores,‭ ‬categorías con cuyo auxilio se clasifica a los gobiernos,‭ ‬se diferencia a los Estados y se distingue a las naciones en monarquía,‭ ‬aristocracia,‭ ‬democracia,‭ ‬etc.,‭ ‬se reducen,‭ ‬salvo aquí la federación,‭ ‬a construcciones hipotéticas y empíricas en las que la razón y‭ ‬la justicia no quedan satisfechas,‭ ‬a que todos esos gobiernos,‭ ‬compuestos de elementos iguales e igualmente incompletos,‭ ‬no difieren unos de otros sino en materia de intereses,‭ ‬de preocupación,‭ ‬de rutina,‭ ‬y en el fondo se parecen y se equivalen; ‬a que si,‭ ‬si no fuese debido a la aplicación de tan falsos sistemas,‭ ‬el malestar social que se acusan unas a otras las pasiones irritadas,‭ ‬los intereses lastimados y el amor propio burlado y ofendido,‭ ‬estaríamos respecto al fondo de las cosas cerca de entendernos; ‬a que,‭ ‬por fin,‭ ‬todas esas divisiones de partidos entre los que abre nuestra imaginación abismos,‭ ‬toda esa contrariedad de opiniones que nos parece irresoluble,‭ ‬todos esos antagonismos de fortuna que creemos sin remedio,‭ ‬van a encontrar pronto en la teoría del gobierno federal su ecuación definitiva.”

Pierre Joseph Proudhon (1809–1865) político francés

Sin fuentes

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“La obras de arte se dividen en dos categorías: las que me gustan y las que no me gustan. No conozco ningún otro criterio.”

Antón Chéjov (1860–1904) escritor ruso

Fuente: Gil, Vanessa. Las perlas de Sofía: citas para estudiosos de la vida. Editor Corona Borealis, 2016. ISBN 978-84-1546-528-7. p. 61.

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“Ya en el escaparate de la librería localizaste la portada con el título que buscabas. Siguiendo esa huella visual te abriste paso en la tienda a través de la tupida barrera de los Libros Que No Has Leído que te miraban ceñudos desde mostradores y estanterías tratando de intimidarte. Pero tú sabes que no debes dejarte acoquinar, que entre ellos se despliegan hectáreas y hectáreas de los Libros Que Puedes Prescindir De Leer, de los Libros Hechos Para Otros Usos Que La Lectura, de los Libros Ya Leídos Sin Necesidad Siquiera De Abrirlos Pues Pertenecen A La Categoría De Lo Ya Leído Antes Aun De Haber Sido Escrito. Y así superas el primer cinturón de baluartes y te cae encima la infantería de los Libros Que Si Tuvieras Más Vidas Que Vivir Ciertamente Los Leerías También De Buen Grado Pero Por Desgracia Los Días Que Tienes Que Vivir Son Los Que Son. Con rápido movimiento saltas sobre ellos y caes entre las falanges de los Libros Que Tienes Intención De Leer Aunque Antes Deberías Leer Otros, de los Libros Demasiado Caros Que Podrías Esperar A Comprarlos Cuando Los Revendan A Mitad De Precio, de los Libros Idem De Idem Cuando Los Reediten En Bolsillo, de los Libros Que Podrías Pedirle A Alguien Que Te Preste, de los Libros Que Todos Han Leído, Conque Es Casi Como Si Los Hubieras Leído También Tú. Eludiendo estos asaltos, llegas bajo las torres del fortín, donde ofrecen resistencia.
los Libros Que Hace Mucho Tiempo Tienes Programado Leer,
los Libros Que Buscabas Desde Hace Años Sin Encontrarlos,
los Libros Que Se Refieren A Algo Que Te Interesa En Este Momento,
los libros Que Quieres Tener Al Alcance De La Mano Por Si Acaso,
los Libros Que Podrías Apartar Para Leerlos A Lo Mejor Este Verano,
los Libros Que Te Faltan Para Colocarlos Junto A Otros Libros En Tu Estantería,
los Libros Que Te Inspiran Una Curiosidad Repentina, Frenética Y No Claramente Justificable.
Hete aquí que te ha sido posible reducir el número ilimitado de fuerzas en presencia a un conjunto muy grande, sí, pero en cualquier caso calculable con un número finito, aunque este relativo alivio se vea acechado por las emboscadas de los Libros Leídos Hace Tanto Tiempo Que Sería Hora De Releerlos y de los Libros Que Has Fingido Siempre Haber Leído Mientras Que Ya Sería Hora De Que Te Decidieses A Leerlos De Veras.”

Italo Calvino (1923–1985) Escritor y periodista italiano

If on a Winter's Night a Traveler

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“Ante el abuso del poder económico, de las crueldades del capitalismo que degrada al hombre a la categoría de mercancía, hemos comenzado a comprender mejor el peligro que supone la riqueza y entendemos de manera nueva lo que Jesús quería decir al prevenirnos ante ella, ante el dios Mammon que destruye la hombre, estrangulando despiadadamente con sus manos una gran parte del mundo.”

Política
Fuente: Citado en Reflexión y liberación, Volumen 18. Colaborador Centro de Estudios Políticos Latinoamericanos Simón Bolívar. Editor Centro de Estudios Políticos Latinoamericanos Simón Bolivar, 2006.
Fuente: Jesús de Nazaret, 2007, primera edición, pag. 128. ISBN 978-84-974-636-8

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“Bauer, evidentemente, confunde la nación, que es una categoría histórica, con la tribu, que es una categoría étnica.”

Iósif Stalin (1879–1953) Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética

Enero de 1913; refiriendose a la nación de los judíos).
Cronología de citas, 1913

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“Elevar a la categoría política de normal, lo que a nivel de calle es plenamente normal”

Adolfo Suárez (1932–2014) político español

Primer discurso televisivo, 1976
Fuente: *[Tusell Gómez, Javier, Barcelona: Ediciones Folio, Historia de España, 2009, 114]

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“Yo diría que lo apropiado sería crear una nueva categoría, como cuando Walt Disney hizo la primera película de animación. Le dieron un premio especial ya que nadie había hecho eso antes.”

Robert Zemeckis (1952) guionista, productor y director de cine estadounidense

con motivo del estreno de su película de animación A Christmas Carol.
Fuente: Blogdecine.com http://www.blogdecine.com/frases-citas/frases-de-cine-22-de-noviembre-perlas-de-robert-zemeckis-daniel-monzon-colin-farrell-y-de-la-proxima-ganadora-del-nobel-megan-fox

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“Tanto la propiedad privada como la herencia son categorías de sistemas sociales en los que ya se han formado familias aisladas poco numerosas (monogámicas), y ha empezado a desarrollarse el intercambio.”

Lenin (1870–1924) político ruso, teórico comunista, líder de la facción bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rus…

1894

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“Evidentemente, el cálculo por categorías jurídicas solo encubre las enormes diferencias existentes. Es claro, por lo mismo, que no sirve para nada.”

Lenin (1870–1924) político ruso, teórico comunista, líder de la facción bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rus…

1894

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“Lo que ahora es el título general es el de 10 viajes y dentro del de 10 viajes hay muchas categorías: hay un metrobús como puede haber otras cuestiones”

José Ignacio Echeverría (1946) político español

Fuentes:
« José Ignacio Echeverría 'El metrobús no existe' http://www.elpais.com/articulo/espana/Jose/Ignacio/Echeverria/metrobus/existe/elpepuesp/20110310elpepunac_36/Tes», El País;

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“Contar con un hombre extrovertido e infinitamente talentoso como Valentino en una categoría que se tornó tan monótona como la Fórmula Uno Internacional, revitalizaría el espectáculo.”

Bernie Ecclestone (1930) empresario

Fuente: Noticias sobre Valentino Rossi (Funo!) http://www.funof1.com.ar/tx/pe200403001_esp_maxi_.htm

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“Hoy esos hombres y mujeres van a Tailandia, a Filipinas, a Botswana, a Bolivia y a cualquier parte donde esperan encontrar gentes que necesitan con desesperación un trabajo. Van a esos países con la intención deliberada de explotar a los desdichados, a seres que tienen hijos desnutridos o famélicos, que viven en barrios de chabolas y que han perdido toda esperanza de una vida mejor; que incluso han dejado de soñar en un futuro. Esos hombres y mujeres salen de sus fastuosos despachos de Manhattan, de San Francisco o de Chicago, se desplazan entre los continentes y los océanos en lujosos jets, se alojan en hoteles de primera categoría y se agasajan en los mejores restaurantes que esos países puedan ofrecer. Luego salen a buscar gente desesperada.
Son los negreros de nuestra época. Pero ya no tienen necesidad de aventurarse en las selvas de África en busca de ejemplares robustos para venderlos al mejor postor en las subastas de Charleston, Cartagena o La Habana. Simplemente reclutan a esos desesperados y construyen una fábrica que confeccione las cazadoras, los pantalones vaqueros, las zapatillas deportivas, las piezas de automoción, los componentes para ordenadores y los demás miles de artículos que aquéllos saben colocar en los mercados de su elección. O tal vez prefieren no ser los dueños de esas fábricas, sino que se limitan a contratar con los negociantes locales, que harán el trabajo sucio por ellos.
Esos hombres y mujeres se consideran gente honrada. Regresan a sus países con fotografías de lugares pintorescos y de antiguas ruinas, para enseñárselas a sus hijos. Asisten a seminarios en donde se dan mutuas palmadas en las espaldas e intercambian consejos sobre cómo burlar las arbitrariedades aduaneras de aquellos exóticos países. Sus jefes contratan abogados que les aseguran la perfecta legalidad de lo que ellos y ellas están haciendo. Y tienen a su disposición un cuadro de psicoterapeutas y otros expertos en recursos humanos, para que les ayuden a persuadirse de que, en realidad, están ayudando a esas gentes desesperadas.
El esclavista a la antigua usanza se decía a sí mismo que su comercio trataba con una especie no del todo humana, a cuyos individuos ofrecía la oportunidad de convertirse al cristianismo. Al mismo tiempo, entendía que los esclavos eran indispensables para la supervivencia de su propia sociedad, de cuya economía constituían el fundamento. El esclavista moderno se convence a sí mismo (o a sí misma) de que es mejor para los desesperados ganar un dólar al día que no ganar absolutamente nada. Y además se les ofrece la oportunidad de integrarse en la más amplia comunidad global. Él o ella también comprenden que esos desesperados son esenciales para la supervivencia de sus compañías, y que son los fundamentos del nivel de vida que sus explotadores disfrutan. Nunca se detienen a reflexionar sobre las consecuencias más amplias de lo que ellos y ellas, su nivel de vida y el sistema económico en que todo eso se asienta están haciéndole al planeta, ni sobre cómo, finalmente, todo eso repercutirá en el porvenir de sus propios hijos.”

Confesiones de un gángster económico

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“No se estudia, por consiguiente, la Historia para no recordar sus enseñanzas, cuando llega la hora de aplicarlas prácticamente, o para pensar que las cosas ahora son diferentes y que, por tanto, sus verdades no son aplicables. Se aprende de ella justamente la enseñanza útil para el presente. Quien no consiga eso, no debe tener la pretensión de ser un Jefe político; será en realidad un ser superficial, aunque muy convencido, y toda su buena voluntad no le disculpará su incapacidad práctica. El arte de todos los grandes conductores de pueblos, en todas las épocas, consiste, en primer lugar, en no dispersar la atención de un pueblo y sí en concentrarla contra un único adversario. Cuanto más concentrada esté la voluntad combativa de un pueblo, tanto mayor será la atracción magnética de un Movimiento y más formidable el ímpetu del golpe. Forma parte de la genialidad de un gran conductor hacer que parezcan pertenecer a una sola categoría incluso adversarios diferentes, por cuanto el reconocimiento de varios enemigos fácilmente conduce a la duda sobre el derecho de su propia causa. Después que la masa vacilante se ve en lucha contra muchos enemigos, surge inmediatamente la objetividad y la pregunta de sí realmente todos están equivocados o sólo el propio pueblo o el propio Movimiento es el que tiene la razón. Con esto aparece el primer colapso de la propia fuerza. de ahí que sea necesario que una mayoría de adversarios sea siempre considerada en bloque, de manera que la masa de los propios adeptos estime que la lucha se dirige contra un enemigo único. Esto fortalece la fe en la propia causa y aumenta la indignación contra el enemigo.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

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“La psicología, al fin y al cabo, y en este sentido guarda claras similitudes tanto con el marxismo como con la tradición judeocristiana, propone una narración de autoengaño, sufrimiento necesario, declive y caída, seguida del alumbramiento de una conciencia y conocimiento de uno mismo, autosuperación y, en última instancia, recuperación. A mí me llama la atención, en las memorias de los centroeuropeos nacidos en torno al cambio de siglo, el número de personas (judíos sobre todo) que comentan lo en boga que estaban en aquella época el análisis, la «explicación», las categorías de la nueva disciplina (neurosis, represión, etcétera). Esta fascinación por profundizar más allá de la explicación superficial, por desmontar mistificaciones, por encontrar una historia que resultaba tanto más verdadera cuanto más la negaran aquellos a quienes describía, guarda una asombrosa semejanza con los procedimientos del marxismo.
En la versión freudiana, como en la marxista, la consideración clave es una fe ilimitada en el inevitable éxito del resultado si el proceso en sí mismo es correcto: dicho de otra forma, si se ha entendido correctamente y se ha superado el daño o el conflicto previo, se llega necesariamente a la tierra prometida. Y esta garantía de éxito es de por sí suficiente para justificar el esfuerzo necesario para llegar ahí. En palabras del propio Marx, él no se dedicaba a escribir las recetas de los libros de cocina del futuro; él simplemente prometía que esos libros de cocina futuros existirían si utilizábamos correctamente los ingredientes de hoy.”

Tony Judt (1948–2010) historiador británico

Thinking the Twentieth Century

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“Tengo la evidencia de que en general el hombre, excepción hecha de casos singulares de talento, no debe actuar en política antes de los 30 años, porque hasta esa edad se está formando en su mentalidad una plataforma desde la cual podrá después analizar los diversos problemas políticos y definir su posición frente a ellos. Sólo entonces, después de haber adquirido una concepción ideológica fundamental y con esto logrado afianzar su propio modo de pensar acerca de los diferentes problemas de la vida diaria, debe o puede el hombre, conformado por lo menos así espiritualmente, participar en la dirección política de la colectividad en que vive. De otro modo corre el peligro de tener que cambiar un día de opinión en cuestiones fundamentales o de quedar - en contra de su propia convicción - estratificado en un criterio ya relegado por la razón y el entendimiento. El primer caso resulta muy penoso para él, personalmente, pues si él mismo vacila, no puede ya esperar le pertenezca en igual medida que antes la fe de sus adeptos, para quienes la claudicación del caudillo significa desconcierto y no pocas veces les provoca el sentimiento de una cierta vergüenza frente a sus adversarios políticos. En el segundo caso ocurre aquello que hoy se observa con mucha frecuencia: en la misma escala en que el Jefe perdió la convicción sobre lo que sostenía, su dialéctica se hace hueca y superficial, en tanto que se deprava en la elección de sus métodos. Mientras él personalmente no piensa ya arriesgarse en serio en defensa de sus revelaciones políticas (no se inmola la vida por una causa que uno mismo no profesa), las exigencias que les impone a sus correligionarios se hacen, sin embargo, cada vez mayores y más desvergonzadas, hasta el punto de acabar por sacrificar el último resto del carácter que inviste el Jefe y descender así a la condición del "político", es decir, a aquella categoría de hombres cuya única convicción es su falta de convicción, aparejada a una arrogante insolencia y a un arte refinadísimo en el mentir.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

Mi Lucha

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“Evidentemente existen las luchas de clases, porque el capitalismo es una sociedad basada en la concurrencia - siempre hay una lucha en torno a la distribución del valor. Pero hoy en día esa lucha ya no tiene - y en el pasado raramente lo ha tenido - el carácter de una lucha a favor o en contra del capitalismo. Casi siempre sus participantes han presupuesto y aceptado la existencia del valor, del dinero y de la mercancía. Se trata entonces, en gran medida, de luchas al interior de la esfera de la circulación. Desde luego, estas luchas de clases han tenido una gran importancia histórica y han permitido que muchas personas vivan un poco mejor. Sin embargo, salvo en raras ocasiones, su horizonte no era la emancipación con respecto a la forma social fetichista. Se había aceptado ya la existencia y la pretendida necesidad del trabajo. Las acciones reivindicativas de los trabajadores simplemente quisieron liberar al trabajo de los “parásitos” que se encontraban en la esfera de la circulación (trátese de los jefes de fábrica o de los banqueros) Con la decadencia del proletariado clásico, la izquierda ha señalado muchos otros posibles “sujetos revolucionarios” - sean los trabajadores informáticos, los trabajadores precarios, las mujeres o aun la gente del tercer mundo, etc. Pero hemos visto que ninguna categoría que participa en el ciclo del trabajo y del capital está, en tanto que tal, al margen del capital. Por la sola razón de que pertenecen a una clase social, sus miembros no están interesados en la abolición de esas formas sociales o del valor. Al mismo tiempo, esto no quiere decir que no haya conflictos sociales. Por el contrario, el capitalismo crea todos los días situaciones invivibles en el plano económico y ecológico, en el plano del urbanismo, de la vida cotidiana… Todo el tiempo el capitalismo se ve contestado en términos implícitos o explícitos. Pero muy a menudo estos conflictos permanecen en el marco de la lógica abstracta de la valorización. Esta pretende someter todas las exigencias a la sola lógica de la ganancia y se encuentra en conflicto con la buena vida e incluso con la supervivencia de la humanidad. Ya no es posible leer estos tipos de conflictos a través del prisma de las clases sociales ya constituidas. Lo que queda en las fábricas de la antigua capa obrera suele haberse convertido en un grupo social bastante conservador que solamente quiere defender sus intereses materiales inmediatos.”

Anselm Jappe (1962)

Variante: Evidentemente existen las luchas de clases, porque el capitalismo es una sociedad basada en la competencia - siempre hay una lucha en torno a la distribución del valor. Pero hoy en día esa lucha ya no tiene - y en el pasado raramente lo ha tenido - el carácter de una lucha a favor o en contra del capitalismo. Casi siempre sus participantes han presupuesto y aceptado la existencia del valor, del dinero y de la mercancía. Se trata entonces, en gran medida, de luchas al interior de la esfera de la circulación. Desde luego, estas luchas de clases han tenido una gran importancia histórica y han permitido que muchas personas vivan un poco mejor. Sin embargo, salvo en raras ocasiones, su horizonte no era la emancipación con respecto a la forma social fetichista. Se había aceptado ya la existencia y la pretendida necesidad del trabajo. Las acciones reivindicativas de los trabajadores simplemente quisieron liberar al trabajo de los “parásitos” que se encontraban en la esfera de la circulación (trátese de los jefes de fábrica o de los banqueros) Con la decadencia del proletariado clásico, la izquierda ha señalado muchos otros posibles “sujetos revolucionarios” - sean los trabajadores informáticos, los trabajadores precarios, las mujeres o aun la gente del tercer mundo, etc. Pero hemos visto que ninguna categoría que participa en el ciclo del trabajo y del capital está, en tanto que tal, al margen del capital. Por la sola razón de que pertenecen a una clase social, sus miembros no están interesados en la abolición de esas formas sociales o del valor. Al mismo tiempo, esto no quiere decir que no haya conflictos sociales. Por el contrario, el capitalismo crea todos los días situaciones invivibles en el plano económico y ecológico, en el plano del urbanismo, de la vida cotidiana… Todo el tiempo el capitalismo se ve contestado en términos implícitos o explícitos. Pero muy a menudo estos conflictos permanecen en el marco de la lógica abstracta de la valorización. Esta pretende someter todas las exigencias a la sola lógica de la ganancia y se encuentra en conflicto con la buena vida e incluso con la supervivencia de la humanidad. Ya no es posible leer estos tipos de conflictos a través del prisma de las clases sociales ya constituidas. Lo que queda en las fábricas de la antigua capa obrera suele haberse convertido en un grupo social bastante conservador que solamente quiere defender sus intereses materiales inmediatos.

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“El dramaturgo cuyas obras maestras nunca tienen éxito debería considerar con calma la hipótesis de que sus obras son malas; no debería rechazarla de antemano por ser evidentemente insostenible. Si descubre que encaja con los hechos, debería adoptarla como haría un filósofo inductivo. Es cierto que en la historia se han dado casos de mérito no reconocido, pero son mucho menos numerosos que los casos de mediocridad reconocida. Si un hombre es un genio a quien su época no quiere reconocer como tal, hará bien en persistir en su camino aunque no reconozcan su mérito. Pero si se trata de una persona sin talento, hinchada de vanidad, hará bien en no persistir. No hay manera de saber a cuál de estas dos categorías pertenece uno cuando le domina el impulso de crear obras maestras desconocidas. Si perteneces a la primera categoría, tu persistencia es heroica; si perteneces a la segunda, es ridícula. […] En el auténtico artista, el deseo de aplauso, aunque suele existir y ser muy fuerte, es secundario, en el sentido de que el artista desea crear cierto tipo de obra y tiene la esperanza de que dicha obra sea aplaudida, pero no alterará su estilo aunque no obtenga ningún aplauso. En cambio, el hombre cuyo motivo primario es el deseo de aplauso carece de una fuerza interior que le impulse a un modo particular de expresión, y lo mismo podría hacer un trabajo diferente.”

Bertrand Russell (1872–1970) filósofo, matemático, lógico y escritor británico
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“La amorfa capacidad de impresionarse adquiere categoría bajo el nombre de "temperamento creativo”

Francis Scott Fitzgerald (1896–1940) escritor estadounidense

The Great Gatsby

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“El mundo se divide en dos categorías: los que tienen el revólver cargado y los que cavan. Tú cavas.”

Clint Eastwood (1930) actor y director de cine estadounidense

Fuente: The Good The Bad and the Ugly.

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