Frases sobre organismo

Una colección de frases y citas sobre el tema del organismo, ser, puede, mismo.

Frases sobre organismo

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“Sólo si dos organismos o especies de la misma raza se unen, la descendencia de estos será de raza pura, y las diferencias entre padres y descendencia serán mas leves.”

Gregor Mendel (1822–1884) monje agustino católico y naturalista nacido en Heinzendorf, Austria

Segunda ley de Mendel, 1945

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“El hombre es un organismo excesivamente complicado. Si está condenado a la extinción morirá por falta de simplicidad.”

Ezra Pound (1885–1972) poeta, ensayista, músico y crítico estadounidense

Frases célebres

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“El primado del papa no puede entenderse de acuerdo con el modelo de una monarquía absoluta, como si el obispo de Roma fuera el monarca sin limitaciones de un organismo estatal sobrenatural llamado Iglesia y de constitución centralista.”

Benedicto XVI (1927) papa Nº 265 de la Iglesia católica

Catolicismo e Iglesia
Fuente: Ratzinger, Joseph. El nuevo pueblo de Dios: Esquemas para una eclesiología. Traducido porDaniel Ruiz Bueno. Edición reimpresa. Herder Editorial, 1972. ISBN 9788425405884, p. 51.
Fuente: El nuevo pueblo de Dios, 1969

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“Un punto de vista sobre la constitución de la materia que recomendé a Faraday como preferible al que habitualmente se tiene me parece que sería exactamente el punto de vista que trato de imaginar sobre la constitución de los seres espirituales. Los centros de la inteligencia, voluntad, energía y potencia, todos son mutuamente penetrables, mientras que al mismo tiempo impregnan lo que llamamos el espacio, pero cada centro mantiene su propia individualidad, persistencia de sí mismo, y memoria. Si estos centros inteligentes de la diversas fuerzas espirituales que, en conjunto, van a constituir el carácter del hombre o karma también están asociados de alguna manera con las formas de energía que, centradas, forman el átomo material - si estas entidades espirituales son materiales, no en el sentido crudo, bruto de Lucrecio, sino el material que sublima a través del intelecto penetrante de Faraday - es uno de esos misterios que para nosotros los mortales, tal vez siempre siga siendo un problema sin resolver. Mi especulación siguiente es más difícil, y está dirigida a aquellos que no sólo toman un punto de vista demasiado terrestre, sino que niegan la verosimilitud - es más, la posibilidad - de la existencia de un mundo invisible en absoluto. Yo respondo que se puede demostrar que estamos a punto de, como sea, descubrir un mundo invisible. No hablo aquí de un mundo inmaterial o espiritual. Me refiero al mundo de lo infinitamente pequeño, que debe todavía ser llamado un mundo material, aunque la materia en él existente o perceptible, es algo que no nos permiten concebir nuestras limitadas facultades. Es el mundo - no digo de las fuerzas moleculares en contraposición a molares, sino de las fuerzas cuya acción se encuentra principalmente fuera del límite de la percepción humana, a diferencia de las fuerzas evidentes para la percepción bruta de los organismos humanos.”

William Crookes (1832–1919)

Disertación ante la Society for Psychical Research (1897)

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“Sufrió mucho […] por la acción de hombres y organismos de la Iglesia.”

Juan Pablo II (1920–2005) 264º papa de la Iglesia Católica

En referencia a Galileo

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“Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad. La observación de este caso, y sus consecuencias psicológicas, concuerda con un hecho que el médico del campo me hizo notar: la tasa de mortandad semanal durante las Navidades de 1944 y el Año Nuevo de 1945 superó en mucho las estadísticas habituales del campo. En su opinión, la explicación de este aumento de mortalidad no había que buscarla en el empeoramiento de las condiciones de trabajo, ni en una disminución de la ración alimenticia, ni en un cambio climatológico, ni en el brote de nuevas epidemias. A su entender, se trataba sencillamente de la ingenua esperanza que abrigaron la mayoría de los presos de ser liberados por las fiestas navideñas. Según se acercaba esa fecha, y al no recibir ninguna noticia alentadora, los prisioneros perdieron su valor y les venció el desaliento. Muchos de ellos murieron al debilitarse su capacidad de resistencia. Ya advertimos”

El hombre en busca de sentido

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“Una vez fui testigo del estrecho nexo entre la pérdida de la fe en el futuro y este peligroso darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día: «Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería conocer y mis preguntas serían satisfechas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados los de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos». «¿Y cuándo tuvo usted ese sueño?», le pregunté. «En febrero de 1945», contestó. Por entonces estábamos a principios de marzo. «¿Qué respondió la voz en su sueño?» En voz baja, casi furtivamente, me susurró: «El treinta de marzo.» Cuando F. me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la certeza y veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El veintinueve de marzo, de repente, F. cayó enfermo con una fiebre muy alta. El treinta de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar y perdió la conciencia. El treinta y uno de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus… Los que conocen la estrecha relación entre el estado de ánimo de una persona su valor y su esperanza, o su falta de ambos y el estado de su sistema inmunológico comprenderán cómo la pérdida repentina de la esperanza y el valor pueden desencadenar un desenlace mortal. La causa última de la muerte de mi amigo fue la honda decepción que le produjo no ser liberado en el día señalado. De pronto se debilitó la resistencia de su organismo y sus defensas disminuyeron, dejándole a merced de la infección tifoidea latente. Su esperanza en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron, y su cuerpo sucumbió víctima de la enfermedad. Después de todo, la voz de sus sueños se hizo realidad.”

El hombre en busca de sentido

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“Véase la preocupación de uno de esos salteadores políticos en obtener a ruegos el asentimiento de la mayoría para, en cualquier momento, poder alienar la responsabilidad. Pues ésta una de las principales razones por las que esa especie de actividad política es despreciable y odiosa a todo hombre de sentimientos decentes y, por tanto, también de valor, al tiempo que atrae a todos los caracteres miserables - aquellos que no quieren asumir la responsabilidad de sus acciones, sino que antes procuran huir, no pasando de cobardes villanos. Las consecuencias se dejarán sentir tan pronto como tales mediocres formen el gobierno de una Nación. Faltará entereza para obrar y se preferirá aceptar las más vergonzosas humillaciones antes de erguirse para adoptar una actitud resuelta, pues nadie habrá allí que por sí solo esté personalmente dispuesto a arriesgarlo todo en pro de la ejecución de una medida radical. Existe una verdad que no debe ni puede olvidarse: es la de que tampoco en este caso una mayoría estará capacitada para sustituir a la personalidad en el gobierno. La mayoría no sólo representa siempre la estupidez, sino también la cobardía. Y del mismo modo que de cien cabezas huecas no se hace un sabio, de cien cabezas no surge nunca una decisión heroica. Cuanto menos grave sea la responsabilidad que pese sobre el Jefe, mayor será el número de aquellos que, dotados de ínfima capacidad, se crean igualmente llamados a poner al servicio de la Nación sus "imponderables fuerzas". Con impaciencia esperan que les llegue el turno; forman una larga fila y cuentan, con doloridos lamentos, el número de los que esperan delante de ellos y casi calculan la hora sobre cuándo, posiblemente, alcanzarán su deseo. De ahí que sea para ellos motivo de regocijo el cambio frecuente de funcionarios en los cargos que ellos apetecen y que celebren todo escándalo que reduzca la fila de los que por delante esperan. En el caso de que uno de ellos no quiera dejar la posición alcanzada, casi se considera eso como una quiebra de una combinación sagrada de solidaridad común. Entonces es cuando ellos se vuelven intrigantes y no descansan hasta que el desvergonzado, al final vencido, pone su lugar nuevamente a disposición de todos. Por eso mismo, no alcanzará él tan pronto esa posición. Cuando una de estas criaturas es forzada a desistir de su puesto, procurará inmediatamente entrometerse de nuevo en la hilera de los que están a la expectativa, a no ser que lo impidan, entonces, los gritos y las injurias de los demás. La consecuencia de todo esto es la espeluznante rapidez con que se producen modificaciones en las más importantes jefaturas y oficinas públicas de un organismo estatal semejante, con un resultado que siempre tiene influencia negativa y que muchas veces llega a ser hasta catastrófico, porque no sólo el estúpido y el incapaz son lesionados por esos métodos de proceder, sino incluso los verdaderos jefes, si algún día el Destino los sitúa en esas posiciones de mando. Después que se verifica la aparición de un hombre excepcional, inmediatamente se forma un frente cerrado de defensa, sobre todo si una cabeza tal, no saliendo de las propias filas, osara penetrar en esa sublime sociedad. Lo que ellos quieren fundamentalmente es permanecer entre sí, y es considerado enemigo común todo aquél que pueda sobresalir en medio de tales nulidades. En este sentido, el instinto es tanto más agudo cuanto es inoperante en otros aspectos. El resultado será siempre un creciente empobrecimiento espiritual de las clases dirigentes. Cualquiera, desde el momento que no pertenece a ese clan de `jefes", puede juzgar cuáles serán las consecuencias para la Nación y para el Estado.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

Mi Lucha

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“Es mejor vivir en una condición de amor permanente. La desafección envejece y mata prematuramente el organismo humano.”

Waldo Vieira (1932–2015) Autor e investigador parapsicólogo brasileño

Nuestra evolución. 1997. Pág. 37.

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“Finalmente, la conciencia en sí misma puede terminar o desaparecer en una humanidad que se ha vuelto completamente eterealizada, perdiendo el tejido organismo, convirtiéndose en masas de átomos en el espacio que se comunican por radiación y, en última instancia, tal vez resolviéndose por completo en la luz. Eso puede ser un final o un comienzo, pero desde aquí está fuera de la vista.”

John Desmond Bernal (1901–1971) autor español

Original: «Finally, consciousness itself may end or vanish in a humanity that has become completely etherealized, losing the close-knit organism, becoming masses of atoms in space communicating by radiation, and ultimately perhaps resolving itself entirely into light. That may be an end or a beginning, but from here it is out of sight».
Fuente: The End Of Science: Facing The Limits Of Knowledge In The Twilight Of The Scientific Age. Autor John Horgan. Editorial Hachette UK, 2015. ISBN 9780465050857. https://books.google.es/books?id=81U4DgAAQBAJ&printsec=frontcover&dq=The+End+Of+Science:+Facing+The+Limits+Of+Knowledge+In+The+Twilight+Of+The+...&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwiTqaqL-cjgAhVNzRoKHXJDA7cQ6AEIKDAA#v=onepage&q=Finally%2C%20consciousness%20itself%20may%20end%20or%20vanish%20in%20a%20humanity%20that%20has%20become%20completely%20etherealized%2C%20losing%20the%20close-knit%20&f=false

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“Una reacción exagerada o excesiva delata, en cualquier organismo vivo, miedo e inseguridad; y la esclerosis no sólo es signo de vejez sino de incapacidad para cambiar.”

Octavio Paz (1914–1998) poeta, escritor, ensayista y diplomático mexicano

Sobre la matanza de estudiantes en Tlatelolco en 1968 en Postdata de El laberinto de la soledad

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“A finales del siglo XX -nuestra era, un tiempo mítico-, todos somos quimeras, híbridos teorizados y fabricados de máquina y organismo; en unas palabras, somos cyborgs.”

Donna Haraway (1944)

Fuente: Manifiesto Cyborg, Donna Haraway http://www.icesi.edu.co/blogs/antro_conocimiento/files/2012/02/Haraway_MANIFIESTO-CYBORG.pdf

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Esta frase esperando revisión.
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“Las urbes son organismos vivos que se cruzan en la piel del lenguaje.”

José Baroja (1983) Escritor y editor chileno

Fuente: Entrevista a José Baroja. https://terraignotaediciones.com/entrevista-a-jose-baroja/