Frases sobre van
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“El ateísmo y una especie de segunda inocencia van juntos.”

La genealogía de la moral (1887)
Fuente: II, 20.

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“La rinoscopía, el pelo corto… Un día los muchachos de la Selección se van a rascar un huevo y Passarella se los va a mandar a cortar.”

Diego Armando Maradona (1960) futbolista y entrenador de fútbol argentino

1995
Del libro Dijo Diego

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“Te voy a pegar así una torta que se te van a poner los ojos igual que un sonajero.”

José Mota (1965) actor y humorista

Momentos muertos de la historia

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“¡Te voy a pegar un guantazo que te van a quedar menos dientes que a una pava!”

José Mota (1965) actor y humorista

Momentos muertos de la historia

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“Se te van a hacer los tobillos morcillas.”

José Mota (1965) actor y humorista

Momentos muertos de la historia

“Aquí las compañías de seguros van a echar a más de uno…”

tras un accidente).

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“Con los años, me van a estar pidiendo que vuelva el gobierno militar.”

Augusto Pinochet (1915–2006) militar y dictador chileno

Fuente: Agencia Efe, reproducido en prensa internacional como Las Provincias http://especiales.lasprovincias.es/2006/pinochet/noticia04.html.

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“Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir.”

Coplas a la muerte de su padre
Variante: Nuestra vida son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir

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“En el cielo hay playas donde ves la vida pasar; donde los recuerdos no hacen llorar, vienen muy despacio y se van”

Amaia Montero (1976) Cantautora española

Amaia Montero, Pablo Benegas y Xabi SanMartin, "Vestido Azul"
Lo que te conté mientras te hacías la dormida

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“Todos los errores van a un puerto”

Amaia Montero (1976) Cantautora española

Amaia Montero, Pablo Benegas y Xabi SanMartín, "Perdida"
Guapa

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“Cuando los hombres honrados se van a su casa, los pillos entran en la de gobierno.”

Domingo Faustino Sarmiento (1811–1888) político, escritor, docente, periodista y militar argentino

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“¿Hay algo bueno aún en las especies que pueblan la biosfera? Aún quedan individuos que llevan a cabo actos de compasión con todo su corazón, en la iglesia, en los hospitales, en la atención social. Hay gente similar en la vida privada, buenos en el más profundo sentido de la palabra, que alegran y animan a toda la comunidad a su alrededor, que no se dejan influenciar por los "caprichos pasajeros del mundo". Todas estas personas buscan la cercanía, dar su amor fraternar. La verdadera grandeza se encuentra en todas estas escasas personas que luchan también por proteger y preservar toda la creación, la parte viva del planeta. Entre la muchedumbre rabiosa y vociferante, entre los frenéticos häkkinens y mäkkinens, aún queda un pequeño grupo de ecologistas que defienden la vida. Algunos tratan de influir en clubs o partidos, otros van por su cuenta. Es milagroso que este pequeño grupo de personas que pueden combinar conocimiento y emoción aún se las arregle para intentar preservar lo que es justo y bueno lo máximo posible, y además sean capaces de ser pacientes entre tantísimo alboroto. Pero estas personas no pueden arreglarlo todo; se agarran a los últimos pedazos de naturaleza aún no violada por el hombre, se aferran a los últimos restos del bosque, intentan retrasar el final, dar un poco de tiempo más a la biosfera, aunque sólo sea un segundo más. Estas personas aún piensan, discuten, escriben, negocian, intentan redactar programas de conservación de la naturaleza que después terminan hechos pedazos por los terratenientes y su ignorante hatajo de bestias. El mayor milagro de este comienzo de milenio es que aún queden protectores; que la fe, la esperanza y el amor aún ardan en su interior.”

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“Hoy el inglés se ha convertido en un idioma tan importante que hasta los norteamericanos van a tener que aprenderlo.”

Alejandro Casona (1903–1965) dramaturgo español

Los árboles mueren de pie

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“El poder de las viejas es inmenso. No es verdad que las manden a esta Casa para que pasen sus últimos días en paz, como dicen ellos. Esto es una prisión, llena de celdas, con barrotes en las ventanas, con un carcelero implacable a cargo de las llaves. Los patrones las mandan a encerrar aquí cuando se dan cuenta de que les deben demasiado a estas viejas y sienten pavor porque estas miserables, un buen día, pueden revelar su poder y destruirlos. Los servidores acumulan los privilegios de la miseria. Las conmiseraciones, las burlas, las limosnas, las ayuditas, las humillaciones que soportan los hacen poderosos. Ellas conservan los instrumentos de la venganza porque van acumulando en sus manos ásperas y verrugosas esa otra mitad de sus patrones, la mitad inútil, descartada, lo sucio y lo feo que ellos, confiados y sentimentales, les han ido entregando con el insulto de cada enagua gastada que les regalan, cada camisa chamuscada por la plancha que les permiten que se lleven. ¿Cómo no van a tener a sus patrones en su poder si les lavaron la ropa, y pasaron por sus manos todos los desórdenes y suciedades que ellos quisieron eliminar de sus vidas? Ellas barrieron de sus comedores las migas caídas y lavaron los platos y las fuentes y los cubiertos, comiéndose lo que sobró. Limpiaron el polvo de sus salones las hilachas de sus costuras, los papeles arrugados de sus escritorios y sus oficinas. Restablecieron el orden en las camas donde hicieron el amor legítimo o ilegítimo, satisfactorio o frustrador, sin sentir asco ante esos olores y manchas ajenos. Cosieron los jirones de sus ropas, les sonaron las narices cuando niños, los acostaron cuando llegaron borrachos y limpiaron vómitos y meados, zurcieron sus calcetines y lustraron sus zapatos, les cortaron las uñas y los callos, les escobillaron la espalda en el baño, los peinaron, les pusieron lavativas y les dieron purgantes y tisanas para la fatiga, el cólico o la pena. Desempeñando estos menesteres, las viejas fueron robándose algo integral de las personas de sus patrones al colocarse en su lugar para hacer algo que ellos se negaban a hacer… y la avidez de ellas crece al ir apoderándose de más cosas, y codician más humillaciones y más calcetines viejos regalados como dádivas, quieren apoderarse de todo.”

The Obscene Bird of Night

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“Cuando el que viaja por el norte de la región central de Massachusetts se equivoca de dirección al llegar al cruce de la carretera de Aylesbury nada más pasar Dean’s Corners, verá que se adentra en una extraña y apenas poblada comarca. El terreno se hace más escarpado y las paredes de piedra cubiertas de maleza van encajonando cada vez más el sinuoso camino de tierra. Los árboles de los bosques son allí de unas dimensiones excesivamente grandes, y la maleza, las zarzas y la hierba alcanzan una frondosidad rara vez vista en las regiones habitadas. Por el contrario, los campos cultivados son muy escasos y áridos, mientras que las pocas casas diseminadas a lo largo del camino presentan un sorprendente aspecto uniforme de decrepitud, suciedad y ruina. Sin saber exactamente por qué, uno no se atreve a preguntar nada a las arrugadas y solitarias figuras que, de cuando en cuando, se ve escrutar desde puertas medio derruidas o desde pendientes y rocosos prados. Esas gentes son tan silenciosas y hurañas que uno tiene la impresión de verse frente a un recóndito enigma del que más vale no intentar averiguar nada. Y ese sentimiento de extraño desasosiego se recrudece cuando, desde un alto del camino, se divisan las montañas que se alzan por encima de los tupidos bosques que cubren la comarca. Las cumbres tienen una forma demasiado ovalada y simétrica como para pensar en una naturaleza apacible y normal, y a veces pueden verse recortados con singular nitidez contra el cielo unos extraños círculos formados por altas columnas de piedra que coronan la mayoría de las cimas montañosas.”

The Dunwich Horror and Others

“Las niñas decentes se van a la cama a las seis de la tarde para llegar temprano a su casa”.”

Sara Sefchovich (1949) historiadora mexicana

La suerte de la consorte: Las esposas de los gobernantes de México:historia de un olvido y relato de un fracaso

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“Conclusión A lo largo de estas páginas, hemos visto cómo se desarrollan los procesos perversos en algunos contextos, pero es evidente que nuestra lista no es exhaustiva y que estos fenómenos van más allá del mundo de la pareja, de la familia o de la empresa. Los volvemos a encontrar en todos los grupos en donde los individuos pueden establecer rivalidades, especialmente en las escuelas y en las universidades. La imaginación humana no tiene límites cuando pretende aniquilar la buena imagen que el otro tiene de sí mismo; sirve para enmascarar las propias debilidades y para colocarse en una posición de superioridad. La cuestión del poder atañe a toda la sociedad. En todas las épocas ha habido seres carentes de escrúpulos, calculadores y manipuladores, y para los que el fin justifica los medios. Sin embargo, la multiplicación actual de los actos de perversidad en las familias y en las empresas es un indicador del individualismo que domina en nuestra sociedad. En un sistema que funciona según la ley del más fuerte, o del más malicioso, los perversos son los amos. Cuando el éxito es el valor principal, la honradez parece una debilidad y la perversidad adopta un aire de picardía. Con el pretexto de la tolerancia, las sociedades occidentales renuncian poco a poco a sus propias prohibiciones. Pero, al aceptar demasiado, como lo hacen las víctimas de los perversos narcisistas, permiten que se desarrollen en su seno los funcionamientos perversos. Numerosos dirigentes o políticos, que ocupan no obstante una posición de modelo para la juventud, no muestran ninguna preocupación moral a la hora de liquidar a un rival o de mantenerse en el poder. Algunos de ellos abusan de sus prerrogativas y utilizan presiones psicológicas, y razones y secretos de Estado, para proteger su vida privada. Otros se enriquecen gracias a una delincuencia astuta hecha de abusos de bienes sociales, de estafas o de fraudes fiscales. La corrupción se ha convertido en una moneda corriente. Ahora bien, basta con que un grupo, una empresa o un gobierno cuenten con uno o con varios individuos perversos para que todo el sistema se vuelva perverso. Si esta perversión no se denuncia, se extiende subterráneamente mediante la intimidación, el miedo y la manipulación. Efectivamente, para atar psicológicamente a un individuo, basta con inducirlo a la mentira o a ciertos compromisos para convertirlo en cómplice del proceso perverso. Sin ir más lejos, ésta es la base del funcionamiento de la mafia o de los regímenes totalitarios. Tanto en las familias como en las empresas y los Estados, los perversos narcisistas se las arreglan para atribuir a los demás los desastres que provocan, se presentan luego como salvadores y se hacen así con el poder. En lo sucesivo, para mantenerse en él, les basta con no tener escrúpulos. La historia nos ha mostrado hombres que se niegan a reconocer sus propios errores, que no asumen sus responsabilidades, y que falsean las cosas y manipulan la realidad a fin de borrar las huellas de sus fechorías. Más allá del aspecto individual del acoso moral, se nos plantean dilemas más generales. ¿Cómo restablecer el respeto entre los individuos? ¿Qué límites debemos poner a nuestra tolerancia? Si los individuos no pueden detener por sí mismos estos procesos destructivos, la sociedad deberá intervenir y establecer una legislación. Recientemente, se ha presentado un proyecto de ley que proponía instituir un delito de novatada para reprimir cualquier acto degradante y humillante en el ámbito escolar y socioeducativo. Si no queremos que nuestras relaciones humanas acaben completamente reglamentadas por leyes, es esencial prevenir a los niños.”

El acoso moral: El maltrato psicológico en la vida cotidiana

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“Al final descubrí un delgado volumen, titulado El libro de los secretos, enterrado en lo más profundo de Catálogos Muertos. Era un libro extraño: estaba organizado como un bestiario, pero escrito como un abecedario para niños. Tenía ilustraciones en que aparecían seres de cuentos de hadas como ogros, troles y resinillos. Cada entrada tenía una ilustración acompañada de un poema breve e insípido.
La entrada de los Chandrian era la única que no llevaba ilustración, por supuesto. En su lugar solo había una página vacía enmarcada con volutas decorativas. El poema no aportaba absolutamente nada:
De un sitio a otro los Chandrian van, pero nunca dejan rastro ni sabes dónde están.
Guardan sus secretos con mucho cuidado, pero nunca te arañan ni te pegan un bocado.
No montan peleas ni arman jaleos.
De hecho con nosotros son bastante buenos.
Llegan y se van, te vuelves y se han ido, como un rayo en el cielo, como un suspiro.
Pese a lo irritante que resultaba un texto tan superficial, al menos dejaba algo muy claro: para el resto de la gente, los Chandrian no eran más que cuentos de hadas infantiles. Tan irreales como los engendros o los unicornios.
Yo sabía otra cosa, por supuesto. Los había visto con mis propios ojos. Había hablado con Ceniza, el de los ojos negros. Había visto a Haliax, envuelto en un manto de sombra.
Continué mi infructuosa búsqueda. No me importaba lo que creyera el resto de la gente. Yo sabía la verdad, y no soy de los que se rinden fácilmente.”

The Wise Man's Fear

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“De Emanuel Swedenborg, al que Kant llamó “visionario”, cuenta Borges que “hablaba con los ángeles por las calles de Londres”. Aunque fue un científico notable (hizo los planos de un avión y un submarino, descubrió el funcionamiento de las glándulas endocrinas, lanzó la hipótesis de la formación nebulosa del Sistema Solar, etcétera…), su verdadera especialidad fue el Mas Allá, la posvida en el Cielo y el Infierno. Explicó que al comienzo los condenados no son conscientes de su muerte y creen que continúan en su esfera cotidiana: les rodean los muebles y utensilios familiares, los paisajes conocidos. Poco a poco, van produciéndose desapariciones —la butaca favorita, el piano, una ventana, las flores del jardín…— y luego surgen en lugar de lo desvanecido formas equivocadas o amenazadoras. Por fin se dan cuenta de que no están en casa sino en el Infierno y empieza su eterna condena.
Creo poder confirmar esta tesis de Swedenborg. Hace tiempo que las cosas de mi mundo se van difuminando, pierden sustancia. Los libros siguen presentes y tentadores, pero al abrirlos algo ha drenado su savia hasta dejarlos huecos, exánimes. Las películas nuevas son peores que las antiguas, las antiguas peores de lo que las recordaba: sentado ante el televisor con desasosiego ya no siento la expectativa feliz porque ahora nadie apoya sus pies en mi regazo. Se fue el disfrute… Y los sitios que recorrimos juntos están hoy cubiertos de sudarios, como esas sábanas que tapan las formas incómodas de los muebles en una casa abandonada. Los platos más sabrosos, crujientes, aromáticos… comienzan a deleitarme la boca pero luego adquieren insipidez y amargura de ceniza. Llega el infierno y se revela mi condena, la más atroz: creer que estoy vivo y que es ella la que ha muerto. Hoy hace ya dos años.”

Fernando Savater (1947) filósofo español
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“Levántate. Tengo tres cosas para ti. Es lo justo.
Me puse en pie y Auri me tendió una cosa envuelta en un trozo de tela. Era una vela gruesa que olía a lavanda.
—¿Qué hay dentro? —pregunté.
—Sueños felices. Los he puesto ahí para ti.
Di vueltas a la vela en mis manos, y una sospecha empezó a formarse en mi mente.
—¿La has hecho tú misma?
Auri asintió con la cabeza y sonrió feliz.
—Sí. Soy tremendamente lista.
Me guardé la vela con cuidado en uno de los bolsillos de la capa.
—Gracias, Auri.
—Ahora —dijo ella poniéndose seria— cierra los ojos y agáchate para que pueda darte tu segundo regalo.
Cerré los ojos, desconcertado, y me doblé por la cintura preguntándome si también me habría hecho un sombrero.
Noté las manos de Auri a ambos lados de mi cara, y entonces me dio un beso suave y delicado en la frente.
Abrí los ojos, sorprendido. Pero Auri ya se había apartado varios pasos, y, nerviosa, se cogía las manos detrás de la espalda. No se me ocurrió nada que decir.
Auri dio un paso adelante.
—Eres especial para mí —dijo con seriedad y con gesto grave—. Quiero que sepas que siempre cuidaré de ti. —Estiró un brazo, vacilante, y me secó las mejillas—. No, nada de eso esta noche.
»Este es tu tercer regalo. Si te van mal las cosas, puedes quedarte conmigo en la Subrealidad. Es un sitio agradable, y allí estarás a salvo.
—Gracias, Auri —dije en cuanto pude—. Tú también eres especial para mí.
—Claro —dijo ella con naturalidad—. Soy adorable como la luna.”

The Wise Man's Fear

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“No se debería permitir a ninguna mujer que se quedara en casa para criar a sus hijos. La sociedad tendría que ser completamente distinta. Las mujeres no deberían tener esa opción, precisamente porque si existe tal opción, demasiadas mujeres la van a tomar.”

Simone de Beauvoir (1908–1986) escritora, intelectual, filósofa existencialista, activista política, feminista y teórica social francesa

Reflexiones
Fuente: De un diálogo con Betty Friedan en Saturday Review, 14 de junio de 1975, pág. 18, citado en Sommers, 1994, pág. 18. Tomada del libro "La tabla rasa" de Steven Pinker.

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“Ahora, en el siglo XXI, los límites que separan la química, la física y la medicina se han desdibujado, y como sucedió durante el Renacimiento, los científicos siguen sus curiosidades incluso cuando van más allá de los límites formales de su formación.”

Peter Agre (1949) quimico, profesor y biólogo molecular

Original: «Now in the 21st century, the boundaries separating chemistry, physics, and medicine have become blurred, and as happened during the Renaissance, scientists are following their curiosities even when they run beyond the formal limits of their training».
Fuente: Discurso en el Banquete del Premio Nobel, 10 de diciembre de 2003. https://www.nobelprize.org/prizes/chemistry/2003/agre/25850-peter-agre-banquet-speech-2003/

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“Cuando las cosas no van bien, nada como cerrar los ojos y evocar intensamente una cosa bella.”

André Maurois (1885–1967) escritor francés

Fuente: [Señor] (1997), p. 72.

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“Sé que mis obras son un valor para esta nación y me atrevo a decir que van a perdurar más tiempo que la ley McCarran.”

Arthur Miller (1915–2005) dramaturgo estadounidense

Fuente: New York Herald Tribune (31 de marzo de 1954)

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“¡Si en la historia no hubiera más que batallas; si sus únicos actores fueran las celebridades personales, cuán pequeña sería! Está en el vivir lento y casi siempre doloroso de la sociedad, en lo que hacen todos y en lo que hace cada uno. En ella nada es indigno de la narración, así como en la Naturaleza no es menos digno de estudio el olvidado insecto que la inconmensurable arquitectura de los mundos. Los libros que forman la capa papirácea de este siglo, como dijo un sabio, nos vuelven locos con su mucho hablar acerca de los grandes hombres, de si hicieron esto o lo otro, o dijeron tal o cual cosa. Sabemos por ellos las acciones culminantes, que siempre son batallas, carnicerías horrendas, o empalagosos cuentos de reyes y dinastías, que preocupan al mundo con sus riñas o con sus casamientos; y entretanto la vida interna permanece oscura, olvidada, sepultada. Reposa la sociedad en el inmenso osario sin letreros ni cruces ni signo alguno: de las personas no hay memoria, y sólo tienen estatuas y cenotafios los vanos personajes… Pero la posteridad quiere registrarlo todo: excava, revuelve, escudriña, interroga los olvidados huesos sin nombre; no se contenta con saber de memoria todas las picardías de los inmortales desde César hasta Napoleón; y deseando ahondar lo pasado quiere hacer revivir ante sí a otros grandes actores del drama de la vida, a aquellos para quienes todas las lenguas tienen un vago nombre, y la nuestra llama Fulano y Mengano.”

Benito Pérez Galdós (1843–1920) novelista, dramaturgo, cronista y político español
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“Hay muchos que se van por las ramas, por uno que va directamente a la raíz.”

Henry David Thoreau (1817–1862) escritor, poeta y filósofo estadounidense

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“Las virtudes que se ostentan son vanas y falsas virtudes.”

Jacques Bénigne Bossuet (1627–1704) Clerigo frances

Fuente: Trejo Paiz, Marco Tulio. ¿Libertad de expresión?. Editora Educativa, 2009. p. 232.

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“Los recuerdos se van si dejan de evocarse una y otra vez en las conversaciones entre amigos.”

Milan Kundera (1929–2023) Novelista y poeta checo

Novelas, La ignorancia (1995)

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“Los que se enamoran de la práctica sin la teoría son como los pilotos sin timón ni brújula, que nunca podrán saber a dónde van.”

Leonardo Da Vinci (1452–1519) pintor y polímata del Renacimiento

Fuente: [Palomo Triguero] (2013), p. 274.

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“Son vanas y están plagadas de errores las ciencias que no han nacido del experimento, madre de toda certidumbre.”

Leonardo Da Vinci (1452–1519) pintor y polímata del Renacimiento

Fuente: [Red]Samuel. Las mejores citas de provocación/Best provocation sayings: contra todo y contra todos. Coña fina. Editorial Grasindo, 2008. ISBN 9788479277802, p. 125.