Frases sobre hueco

Una colección de frases y citas sobre el tema del hueco, veces, vida, hombres.

Frases sobre hueco

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“Give me hueco, give me hueco, que habiendo hueco, yaaa, yoo yaa…”

José Mota (1965) actor y humorista

El último superviviente

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“Muchas personas son demasiado educadas para no hablar con la boca llena, pero no se preocupan de hacerlo con la cabeza vacía.”

Orson Welles (1915–1985) actor, director, guionista y productor de cine estadounidense

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“Siempre que haya un hueco en tu vida, llénalo con amor.”

Amado Nervo (1870–1919) poeta y prosista mexicano

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“¿Cómo hacer que este valle de huecos no suba más por mí?”

Luis Alberto Spinetta (1950–2012) Músico argentino

Citas de canciones por banda, Pescado Rabioso
Fuente: Pescado Rabioso, Pescado 2, "Cristálida", 1973.

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“Cuando en la mañana me haya ido. No tendrás mío ni un recuerdo, solo un hueco en la almohada donde meter tu olvido.”

Enrique Bunbury (1967) músico español

Lejos de la tristeza - Pequeño
En solitario, Pequeño

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“Recuerdo el rostro de mi padre como un hueco en la muralla, sábanas manchadas de barro, piso de tierra. Mi madre día y noche trabajando, llantos y gritos.”

Víctor Jara (1932–1973) artista y activista político chileno

La luna siempre es muy Linda (1962)
Textos de canciones, Víctor Jara [Canto a lo humano] (1966)

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“Tu abreme el hueco que…….. ya ire yo”

José Mota (1965) actor y humorista

Blasa

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“En las cabezas huecas se puede tocar bien el tambor. Y cuanto más hueca la cabeza, mayor el eco.”

Karlheinz Deschner (1924–2014)

Discurso en ocasión de la recogida del premio alternativo Büchner 1993.
Fuente: MIZ Materialien und Informationen zur Zeit. Politisches Magazin für Konfessionslose und AtheistINNen, ISSN 0170-6748, Heft 3, 1993, ibka.org http://www.ibka.org/artikel/miz93/preis.html

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“Volvía a ser de noche. En la posada Roca de Guía reinaba el silencio, un silencio triple.
El primer silencio era una calma hueca y resonante, constituida por las cosas que faltaban. Si hubiera habido caballos en los establos, estos habrían piafado y mascado y lo habrían hecho pedazos. Si hubiera habido gente en la posada, aunque solo fuera un puñado de huéspedes que pasaran allí la noche, su agitada respiración y sus ronquidos habrían derretido el silencio como una cálida brisa primaveral. Si hubiera habido música… pero no, claro que no había música. De hecho, no había ninguna de esas cosas, y por eso persistía el silencio.
En la posada Roca de Guía, un hombre yacía acurrucado en su mullida y aromática cama. Esperaba el sueño con los ojos abiertos en la oscuridad, inmóvil. Eso añadía un pequeño y asustado silencio al otro silencio, hueco y mayor. Componían una especie de aleación, una segunda voz.
El tercer silencio no era fácil reconocerlo. Si pasabas una hora escuchando, quizá empezaras a notarlo en las gruesas paredes de piedra de la vacía taberna y en el metal, gris y mate, de la espada que colgaba detrás de la barra. Estaba en la débil luz de la vela que alumbraba una habitación del piso de arriba con sombras danzarinas. Estaba en el desorden de unas hojas arrugadas que se habían quedado encima de un escritorio. Y estaba en las manos del hombre allí sentado, ignorando deliberadamente las hojas que había escrito y que había tirado mucho tiempo atrás.
El hombre tenía el pelo rojo como el fuego. Sus ojos eran oscuros y distantes, y se movía con la sutil certeza de quienes saben muchas cosas.
La posada Roca de Guía era suya, y también era suyo el tercer silencio. Así debía ser, pues ese era el mayor de los tres silencios, y envolvía a los otros dos. Era profundo y ancho como el final del otoño. Era grande y pesado como una gran roca alisada por la erosión de las aguas de un río. Era un sonido paciente e impasible como el de las flores cortadas; el silencio de un hombre que espera la muerte.”

The Name of the Wind

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“Cuando muere lo más puro Cualquier gozo se invalida Queda el pecho como hueco, Y hay sombras por donde mires.”

Michel Houellebecq (1956) Poeta y novelista francés

Configuración de la última orilla

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“De Emanuel Swedenborg, al que Kant llamó “visionario”, cuenta Borges que “hablaba con los ángeles por las calles de Londres”. Aunque fue un científico notable (hizo los planos de un avión y un submarino, descubrió el funcionamiento de las glándulas endocrinas, lanzó la hipótesis de la formación nebulosa del Sistema Solar, etcétera…), su verdadera especialidad fue el Mas Allá, la posvida en el Cielo y el Infierno. Explicó que al comienzo los condenados no son conscientes de su muerte y creen que continúan en su esfera cotidiana: les rodean los muebles y utensilios familiares, los paisajes conocidos. Poco a poco, van produciéndose desapariciones —la butaca favorita, el piano, una ventana, las flores del jardín…— y luego surgen en lugar de lo desvanecido formas equivocadas o amenazadoras. Por fin se dan cuenta de que no están en casa sino en el Infierno y empieza su eterna condena.
Creo poder confirmar esta tesis de Swedenborg. Hace tiempo que las cosas de mi mundo se van difuminando, pierden sustancia. Los libros siguen presentes y tentadores, pero al abrirlos algo ha drenado su savia hasta dejarlos huecos, exánimes. Las películas nuevas son peores que las antiguas, las antiguas peores de lo que las recordaba: sentado ante el televisor con desasosiego ya no siento la expectativa feliz porque ahora nadie apoya sus pies en mi regazo. Se fue el disfrute… Y los sitios que recorrimos juntos están hoy cubiertos de sudarios, como esas sábanas que tapan las formas incómodas de los muebles en una casa abandonada. Los platos más sabrosos, crujientes, aromáticos… comienzan a deleitarme la boca pero luego adquieren insipidez y amargura de ceniza. Llega el infierno y se revela mi condena, la más atroz: creer que estoy vivo y que es ella la que ha muerto. Hoy hace ya dos años.”

Fernando Savater (1947) filósofo español
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“En el pecho de Hitler, en el lugar donde debía existir un corazón, había solo un hueco.”

Albert Speer (1905–1981) arquitecto alemán y Ministro de Armamento y Guerra del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial
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“Una palabra muda es mas palabra que una palabra hueca”

Juan Carlos Baglietto (1956) músico argentino

Canción de Silencio

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“Esto es más que rimarte, es más que entretenerte, es tenerte frente a frente y hacerme un hueco en tu mente.”

Nach (1974) Rapero Español.

(Rap vida 2002) Poesía Difusa

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“Mi vida es la música y la música soy yo, no hay hueco para ti cariño. Ya lo he dicho to'.”

ToteKing (1978) cantante de rap español (n. 1978)

Canción: "Ya Lo Creo", El Lado Oscurdo de Ghandi, 2010

“Estuve en un Festival de Acapulco, en México, y mientras cantaba me caí en un hueco del escenario y quedé con las paticas arriba y como estaba de falda todo el mundo me vio las pantaletas”

Karina (cantante venezolana) (1968) cantante y actriz de telenovelas venezolana

(la peor vergüenza) Diario Panorama, 8 de enero de 2005
Citas de Karina

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“Si su civilización consiste en la agresión, en oprimir a pueblos sin hogar, en sofocar la voz de la justicia y en llevar la pobreza a la mayoría de los pueblos del mundo, les decimos con rotundidad que odiamos su hueca civilización.”

Mahmud Ahmadineyad (1956) político iraní

Fuente:Prensa española como El Correo. http://servicios.elcorreodigital.com/vizcaya/pg051214/actualidad/internacional/200512/14/RC-holocausto.html
Año 2005
Fuente: Discurso del 14 de diciembre de 2005 en Zahedán.

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“Tengo la evidencia de que en general el hombre, excepción hecha de casos singulares de talento, no debe actuar en política antes de los 30 años, porque hasta esa edad se está formando en su mentalidad una plataforma desde la cual podrá después analizar los diversos problemas políticos y definir su posición frente a ellos. Sólo entonces, después de haber adquirido una concepción ideológica fundamental y con esto logrado afianzar su propio modo de pensar acerca de los diferentes problemas de la vida diaria, debe o puede el hombre, conformado por lo menos así espiritualmente, participar en la dirección política de la colectividad en que vive. De otro modo corre el peligro de tener que cambiar un día de opinión en cuestiones fundamentales o de quedar - en contra de su propia convicción - estratificado en un criterio ya relegado por la razón y el entendimiento. El primer caso resulta muy penoso para él, personalmente, pues si él mismo vacila, no puede ya esperar le pertenezca en igual medida que antes la fe de sus adeptos, para quienes la claudicación del caudillo significa desconcierto y no pocas veces les provoca el sentimiento de una cierta vergüenza frente a sus adversarios políticos. En el segundo caso ocurre aquello que hoy se observa con mucha frecuencia: en la misma escala en que el Jefe perdió la convicción sobre lo que sostenía, su dialéctica se hace hueca y superficial, en tanto que se deprava en la elección de sus métodos. Mientras él personalmente no piensa ya arriesgarse en serio en defensa de sus revelaciones políticas (no se inmola la vida por una causa que uno mismo no profesa), las exigencias que les impone a sus correligionarios se hacen, sin embargo, cada vez mayores y más desvergonzadas, hasta el punto de acabar por sacrificar el último resto del carácter que inviste el Jefe y descender así a la condición del "político", es decir, a aquella categoría de hombres cuya única convicción es su falta de convicción, aparejada a una arrogante insolencia y a un arte refinadísimo en el mentir.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

Mi Lucha

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“Véase la preocupación de uno de esos salteadores políticos en obtener a ruegos el asentimiento de la mayoría para, en cualquier momento, poder alienar la responsabilidad. Pues ésta una de las principales razones por las que esa especie de actividad política es despreciable y odiosa a todo hombre de sentimientos decentes y, por tanto, también de valor, al tiempo que atrae a todos los caracteres miserables - aquellos que no quieren asumir la responsabilidad de sus acciones, sino que antes procuran huir, no pasando de cobardes villanos. Las consecuencias se dejarán sentir tan pronto como tales mediocres formen el gobierno de una Nación. Faltará entereza para obrar y se preferirá aceptar las más vergonzosas humillaciones antes de erguirse para adoptar una actitud resuelta, pues nadie habrá allí que por sí solo esté personalmente dispuesto a arriesgarlo todo en pro de la ejecución de una medida radical. Existe una verdad que no debe ni puede olvidarse: es la de que tampoco en este caso una mayoría estará capacitada para sustituir a la personalidad en el gobierno. La mayoría no sólo representa siempre la estupidez, sino también la cobardía. Y del mismo modo que de cien cabezas huecas no se hace un sabio, de cien cabezas no surge nunca una decisión heroica. Cuanto menos grave sea la responsabilidad que pese sobre el Jefe, mayor será el número de aquellos que, dotados de ínfima capacidad, se crean igualmente llamados a poner al servicio de la Nación sus "imponderables fuerzas". Con impaciencia esperan que les llegue el turno; forman una larga fila y cuentan, con doloridos lamentos, el número de los que esperan delante de ellos y casi calculan la hora sobre cuándo, posiblemente, alcanzarán su deseo. De ahí que sea para ellos motivo de regocijo el cambio frecuente de funcionarios en los cargos que ellos apetecen y que celebren todo escándalo que reduzca la fila de los que por delante esperan. En el caso de que uno de ellos no quiera dejar la posición alcanzada, casi se considera eso como una quiebra de una combinación sagrada de solidaridad común. Entonces es cuando ellos se vuelven intrigantes y no descansan hasta que el desvergonzado, al final vencido, pone su lugar nuevamente a disposición de todos. Por eso mismo, no alcanzará él tan pronto esa posición. Cuando una de estas criaturas es forzada a desistir de su puesto, procurará inmediatamente entrometerse de nuevo en la hilera de los que están a la expectativa, a no ser que lo impidan, entonces, los gritos y las injurias de los demás. La consecuencia de todo esto es la espeluznante rapidez con que se producen modificaciones en las más importantes jefaturas y oficinas públicas de un organismo estatal semejante, con un resultado que siempre tiene influencia negativa y que muchas veces llega a ser hasta catastrófico, porque no sólo el estúpido y el incapaz son lesionados por esos métodos de proceder, sino incluso los verdaderos jefes, si algún día el Destino los sitúa en esas posiciones de mando. Después que se verifica la aparición de un hombre excepcional, inmediatamente se forma un frente cerrado de defensa, sobre todo si una cabeza tal, no saliendo de las propias filas, osara penetrar en esa sublime sociedad. Lo que ellos quieren fundamentalmente es permanecer entre sí, y es considerado enemigo común todo aquél que pueda sobresalir en medio de tales nulidades. En este sentido, el instinto es tanto más agudo cuanto es inoperante en otros aspectos. El resultado será siempre un creciente empobrecimiento espiritual de las clases dirigentes. Cualquiera, desde el momento que no pertenece a ese clan de `jefes", puede juzgar cuáles serán las consecuencias para la Nación y para el Estado.”

Adolf Hitler (1889–1945) Führer y Canciller Imperial de Alemania. Líder del Partido Nazi

Mi Lucha

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“El rodaría por el mundo arrastrando sus recuerdos, y hasta tal vez llegase a olvidarlos, porque la vida sólo es posible a fuerza de olvidos; pero al disolverse sin dolor con los años, quedaría como un hombre hueco, como un autómata sonriente, incapaz de otros afectos que los materiales. Y así viviría hasta que envejeciese y muriese.”

Vicente Blasco Ibáñez (1867–1928) autor español

Citas por obras, Luna Benamor
Fuente: Luna Benamor. https://books.google.es/books?id=9bUrDwAAQBAJ&printsec=frontcover&dq=Luna+Benamor&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjVk-X0xqLgAhXGgM4BHXqPBswQ6AEIKDAA#v=onepage&q=aut%C3%B3mata&f=false

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