Frases sobre manos
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“Volvía a ser de noche. En la posada Roca de Guía reinaba el silencio, un silencio triple.
El primer silencio era una calma hueca y resonante, constituida por las cosas que faltaban. Si hubiera habido caballos en los establos, estos habrían piafado y mascado y lo habrían hecho pedazos. Si hubiera habido gente en la posada, aunque solo fuera un puñado de huéspedes que pasaran allí la noche, su agitada respiración y sus ronquidos habrían derretido el silencio como una cálida brisa primaveral. Si hubiera habido música… pero no, claro que no había música. De hecho, no había ninguna de esas cosas, y por eso persistía el silencio.
En la posada Roca de Guía, un hombre yacía acurrucado en su mullida y aromática cama. Esperaba el sueño con los ojos abiertos en la oscuridad, inmóvil. Eso añadía un pequeño y asustado silencio al otro silencio, hueco y mayor. Componían una especie de aleación, una segunda voz.
El tercer silencio no era fácil reconocerlo. Si pasabas una hora escuchando, quizá empezaras a notarlo en las gruesas paredes de piedra de la vacía taberna y en el metal, gris y mate, de la espada que colgaba detrás de la barra. Estaba en la débil luz de la vela que alumbraba una habitación del piso de arriba con sombras danzarinas. Estaba en el desorden de unas hojas arrugadas que se habían quedado encima de un escritorio. Y estaba en las manos del hombre allí sentado, ignorando deliberadamente las hojas que había escrito y que había tirado mucho tiempo atrás.
El hombre tenía el pelo rojo como el fuego. Sus ojos eran oscuros y distantes, y se movía con la sutil certeza de quienes saben muchas cosas.
La posada Roca de Guía era suya, y también era suyo el tercer silencio. Así debía ser, pues ese era el mayor de los tres silencios, y envolvía a los otros dos. Era profundo y ancho como el final del otoño. Era grande y pesado como una gran roca alisada por la erosión de las aguas de un río. Era un sonido paciente e impasible como el de las flores cortadas; el silencio de un hombre que espera la muerte.”

The Name of the Wind

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“Mimi era una mujer encantadora y con un carácter que entonaba muy bien en las aficiones plásticas y poéticas de Rodolphe. Tenía veintidós años, era baja de estatura, menuda, mimosa. El rostro parecía el apunte de una cara aristocrática, pero los rasgos, bastante delicados y a los que parecía prestar un dulce resplandor el fulgor de los ojos azules y límpidos, tenían, en algunos momentos de contrariedad o de mal humor, un aspecto brutal, casi feroz, en el que un fisiólogo habría descubierto quizá el indicio de un hondo egoísmo o de una gran insensibilidad. Pero se le veía casi siempre un rostro adorable, de sonrisa joven y lozana, de mirada tierna o rebosante de imperiosa coquetería. La sangre joven le corría, cálida y rápida, por las venas y le teñía de tonos sonrosados la piel translúcida, blanca como las camelias. Aquella belleza enfermiza seducía a Rodolphe y, por las noches, pasaba con frecuencia muchas horas coronando de besos la frente pálida de su amante dormida, cuyos ojos húmedos y cansados brillaban, entornados, bajo la cortina de la espléndida cabellera morena. Pero lo que contribuyó a que Rodolphe se enamorase locamente de la señorita Mimi fueron sus manos, que, pese a los trabajos del hogar, sabía conservar más blancas que las de la diosa Ociosidad. Pero aquellas manos tan frágiles y tan bonitas, tan suaves bajo los labios que las acariciaban, aquellas manos de niña entre las que había depositado Rodolphe el corazón, otra vez en flor, aquellas manos blancas de la señorita Mimi no iban a tardar en mutilarle el corazón al poeta con sus uñas de color de rosa.”

Henri Murger (1822–1861) escritor francés

Escenas de la vida bohemia

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“El poder de las viejas es inmenso. No es verdad que las manden a esta Casa para que pasen sus últimos días en paz, como dicen ellos. Esto es una prisión, llena de celdas, con barrotes en las ventanas, con un carcelero implacable a cargo de las llaves. Los patrones las mandan a encerrar aquí cuando se dan cuenta de que les deben demasiado a estas viejas y sienten pavor porque estas miserables, un buen día, pueden revelar su poder y destruirlos. Los servidores acumulan los privilegios de la miseria. Las conmiseraciones, las burlas, las limosnas, las ayuditas, las humillaciones que soportan los hacen poderosos. Ellas conservan los instrumentos de la venganza porque van acumulando en sus manos ásperas y verrugosas esa otra mitad de sus patrones, la mitad inútil, descartada, lo sucio y lo feo que ellos, confiados y sentimentales, les han ido entregando con el insulto de cada enagua gastada que les regalan, cada camisa chamuscada por la plancha que les permiten que se lleven. ¿Cómo no van a tener a sus patrones en su poder si les lavaron la ropa, y pasaron por sus manos todos los desórdenes y suciedades que ellos quisieron eliminar de sus vidas? Ellas barrieron de sus comedores las migas caídas y lavaron los platos y las fuentes y los cubiertos, comiéndose lo que sobró. Limpiaron el polvo de sus salones las hilachas de sus costuras, los papeles arrugados de sus escritorios y sus oficinas. Restablecieron el orden en las camas donde hicieron el amor legítimo o ilegítimo, satisfactorio o frustrador, sin sentir asco ante esos olores y manchas ajenos. Cosieron los jirones de sus ropas, les sonaron las narices cuando niños, los acostaron cuando llegaron borrachos y limpiaron vómitos y meados, zurcieron sus calcetines y lustraron sus zapatos, les cortaron las uñas y los callos, les escobillaron la espalda en el baño, los peinaron, les pusieron lavativas y les dieron purgantes y tisanas para la fatiga, el cólico o la pena. Desempeñando estos menesteres, las viejas fueron robándose algo integral de las personas de sus patrones al colocarse en su lugar para hacer algo que ellos se negaban a hacer… y la avidez de ellas crece al ir apoderándose de más cosas, y codician más humillaciones y más calcetines viejos regalados como dádivas, quieren apoderarse de todo.”

The Obscene Bird of Night

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“Pero ¿no te das cuenta de que la noción de la muerte entre nosotros es muy poca cosa, Claire? —susurró.

Mis manos se cerraron contra su pecho. No, no pensaba que fuera poca cosa.

—Todo el tiempo, cuando me dejaste después de Culloden, estuve muerto, ¿no es así?

—Creí que estabas muerto. Por eso…

—Dentro de doscientos años seguro que estaré muerto, Sassenach —dijo sonriendo—. A causa de los indios, los animales salvajes, una plaga, la cuerda de la horca o sólo por la bendición de una edad avanzada, pero estaré muerto.

—Sí.

—Y mientras tú estabas allí, en tu propio tiempo… yo estaba muerto, ¿no?

Asentí sin palabras. Incluso ahora puedo mirar hacia atrás y ver el abismo de desesperación en el que aquella partida me sumió y del que salí trepando penosamente centímetro a centímetro.

—«El hombre es como la hierba del campo —citó, frotando mis manos—. Hoy florece; mañana se seca y se tira al horno.»

Levantó el penacho verde y se lo llevó a los labios, para luego pasarlo por mi boca.

—Estaba muerto, Sassenach, y sin embargo todo ese tiempo te amé.

Cerré los ojos sintiendo la leve picazón de la hierba en mis labios.

—Yo también te amaba —susurré—. Siempre lo hice.

—Mientras mi cuerpo y el tuyo vivan, seremos una sola carne —susurró.

Sus dedos me tocaron el pelo, la barbilla, el cuello y los pechos; respiré su aliento y lo sentí en mis manos.

—Y cuando mi cuerpo perezca, mi alma todavía será tuya, Claire. Juro por mi esperanza de ganarme el cielo que no seré separado de ti. Nada se pierde, Sassenach; sólo se transforma.

—Eso es la primera ley de la termodinámica —dije secándome la nariz.

—No —respondió—. Eso es fe.”

Drums of Autumn

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“Vi a mi madre en su ataúd—dijo por fin—. Las mujeres le habían trenzado el pelo para que tuviera un aspecto decoroso, pero mi padre no lo permitió. Quería verla por última vez tal como era para él. Fue personalmente al ataúd, le deshizo las trenzas y extendió la cabellera con las manos, cubriendo la almohada.

Hizo una pausa; su pulgar quedó inmóvil.

—Yo estaba allí, quieto en el rincón. Cuando todos salieron para recibir al cura me acerqué sigilosamente. Era la primera vez que veía a una persona muerta.—Dejé que mis dedos se cerraran sobre su antebrazo.— Una mañana mi madre me dio un beso en la frente; luego volvió a colocarme la horquilla que se me había desprendido de mi pelo ensortijado y salió. Jamás volví a verla. La velaron con el ataúd cerrado.

—¿Era…ella?

—No.—Contemplaba el fuego con los ojos entornados—. No del todo. Se le parecía, pero nada más. Como si alguien la hubiera tallado en madera de abedul. Pero su pelo… eso aún tenía vida. Eso todavía era…ella.

Lo oí tragar saliva y carraspear un poco.

—La cabellera le cruzaba el pecho, cubriendo al niño que yacía con ella. Pensé que a él no le gustaría sofocarse de ese modo. Y retiré las guedejas rojas para dejarlo a la vista. Mi hermanito, acurrucado en sus brazos, con la cabeza en su seno, abrigado y en sombras bajo la cortina de pelo. Y enseguida pensé que no, que estaría más contento si lo dejaba así. Y volví a alisar la cabellera de mi madre para cubrirle la cabeza.

Su pecho se elevó bajo mi mejilla. Deslizó lentamente las manos por mi pelo.

—No tenía una sola cana, Sassenach. Ni una.

Ellen Fraser había muerto de parto a los treinta y ocho años. Mi madre, a los treinta y dos. Y yo… yo tenía la riqueza de todos esos años largos que ellas habían perdido. Y más aún.

—Para mí es un gozo ver cómo te tocan los años, Sassenach—susurró—, pues significa que vives.”

Diana Gabaldon (1952) Escritora estadounidense

The Fiery Cross

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“Parece que va siendo evidente que la distopía que nos corresponde no es 1984, de Orwell, sino Un mundo feliz, de Aldous Huxley, en el que hay consenso para que desaparezca por nocivo y peligroso el “amor romántico”, ese pleonasmo (como el agua húmeda). Sin amor sólo quedará el sexo como placer y fiesta, una especie de amor sin espinas, como los filetes de pescado congelado. Punto final a esa manía alucinatoria de buscar nuestra otra mitad, el cariño absoluto que da sentido a la vida o compensa de no encontrarlo, los celos y recelos, las cóleras y reconciliaciones, la pérdida, la fatiga asombrosa de querer. “Si duele no es amor”, han decretado los coachs(esos psicólogos para quienes no tienen ya psique). Así podemos despachar el estorbo de casi toda la literatura occidental, basada en que solo es amor si duele. Y sus contradicciones: el poeta que se queja de la espina en el corazón clavada y cuando se la quitan protesta porque ya no siente el corazón… ¡Bah, no tienen pensamiento positivo, no saben pasarlo bien! Así les va a las pobres chicas, Emma, Ana, Desdémona… el último beso de Otelo. ¡Otelo! ¡Cómo no le da vergüenza a Shakespeare ser tan romántico al hablar de la violencia de género! Necesitamos menos poetas y más pilates: hay que decírselo a los adolescentes enseguida, para que no se amarguen la vida.
Olvidemos el bárbaro pasado y sus neuróticos arrebatos. Adiós a morbosas torturas como las que describe T. S. Eliot (trad. Andreu Jaume): “¿Quién concibió pues el tormento? El Amor. / El Amor es el nombre más siniestro / escondido en las manos que bordaron / la insoportable camisa de fuego / que las fuerzas humanas no quitaron. / Tan solo suspiramos, tan solo vivimos / por fuego y por el fuego consumidos”.”

Fernando Savater (1947) filósofo español
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“Levántate. Tengo tres cosas para ti. Es lo justo.
Me puse en pie y Auri me tendió una cosa envuelta en un trozo de tela. Era una vela gruesa que olía a lavanda.
—¿Qué hay dentro? —pregunté.
—Sueños felices. Los he puesto ahí para ti.
Di vueltas a la vela en mis manos, y una sospecha empezó a formarse en mi mente.
—¿La has hecho tú misma?
Auri asintió con la cabeza y sonrió feliz.
—Sí. Soy tremendamente lista.
Me guardé la vela con cuidado en uno de los bolsillos de la capa.
—Gracias, Auri.
—Ahora —dijo ella poniéndose seria— cierra los ojos y agáchate para que pueda darte tu segundo regalo.
Cerré los ojos, desconcertado, y me doblé por la cintura preguntándome si también me habría hecho un sombrero.
Noté las manos de Auri a ambos lados de mi cara, y entonces me dio un beso suave y delicado en la frente.
Abrí los ojos, sorprendido. Pero Auri ya se había apartado varios pasos, y, nerviosa, se cogía las manos detrás de la espalda. No se me ocurrió nada que decir.
Auri dio un paso adelante.
—Eres especial para mí —dijo con seriedad y con gesto grave—. Quiero que sepas que siempre cuidaré de ti. —Estiró un brazo, vacilante, y me secó las mejillas—. No, nada de eso esta noche.
»Este es tu tercer regalo. Si te van mal las cosas, puedes quedarte conmigo en la Subrealidad. Es un sitio agradable, y allí estarás a salvo.
—Gracias, Auri —dije en cuanto pude—. Tú también eres especial para mí.
—Claro —dijo ella con naturalidad—. Soy adorable como la luna.”

The Wise Man's Fear

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“Pues hemos nacido para colaborar, al igual que los pies, las manos, los párpados, las hileras de dientes, superiores e inferiores. Obrar, pues como adversarios los unos de los otros es contrario a la naturaleza. Y es actuar como adversario el hecho de manifestar indignación y repulsa.”

Fuente: [Aurelio] (2018), p. 17. https://books.google.es/books?id=G3dqDwAAQBAJ&pg=PA83&dq=El+arte+de+vivir+se+asemeja+m%C3%A1s+a+la+lucha+que+a+la+danza&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjT08nFt6rfAhXoyIUKHfdhA08Q6AEIKTAA#v=snippet&q=pies&f=false En Google Books. Consultado el 9 de diciembre de 2019.
Fuente: Meditaciones.

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“Las manos que ayudan son más santas que los labios que oran.”

Robert Green Ingersoll (1833–1899) político, activista, orador y abogado estadounidense

Los niños del escenario (1899)
Fuente: THE CHILDREN OF THE STAGE., 5 de agosto de 2018, Robert Green Ingersoll, http://www.infidels.org/, en http://www.infidels.org/library/historical/robert_ingersoll/stage_children.html,

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“No aceptes nunca como compañero de viaje a quien no conozcas como a tus manos.”

Rómulo Gallegos (1884–1969) Presidente y escritor venezolano

Fuente: Señor, Luis (editor). Diccionario de citas. Editorial Espasa Calpe, 2005. ISBN 8423992543, p. 587.

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“La globalización capitalista ha sido impulsada por los propios ejecutivos estatales, transfiriendo elementos clave de los Estados-nación a la esfera privada, a manos y corporaciones privadas. Este proceso es constitutivo de lo que llamamos la privatización de la democracia.”

Jule Goikoetxea Mentxaka (1981) filósofa política y escritora vasca

Fuente: El Salto, 2018.
Fuente: Goikoetxea, Jule. « Estado, territorio y soberanía: obstáculos para la democracia privada o neoliberal».25 de octubre de 2018 https://www.elsaltodiario.com/polirika/estado-territorio-y-soberania-obstaculos-para-la-democracia-privada-o-neoliberal El Salto. Consultado el 2 de junio de 2019.

“Cuando te das cuenta que el poder de las masas es la única baza que tienes, y que además se moviliza rápido y en bloque, la gente toma conciencia y aprende que tiene la decisión en sus manos.”

Ruth Mumbi (1980) activista en favor de los derechos humanos de Kenia

Fuente: Ruth Mumbi: "Europa protege su imperio mientras se sacrifican vidas de refugiados" http://www.lavanguardia.com/local/terrassa/20151007/54437884366/ruth-mumbi-defensora-derechos-humanos.html, La Vanguardia, 07 de octubre de 2015

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“Algo que resulta evidente y a la vista
cortar el vicio del cigarro por lo sano,
cual primer día en un campo nudista
no sabes qué hacer con las manos.”

Fuente: https://www.autoreseditores.com/libro/10576/hermes-varillas-labrador/la-vida-sin-buen-humor-no-es-vida.html

“No se necesita ser un genio para adivinar el mensaje implícito de un artista que esculpe dos manos y entre ellas un árbol en crecimiento…
¡Trátese con sumo cuidado, es un ser vivo!”

Fuente: “Lecciones y moralejas por escrito en gotas de cariño” - Hermes Varillas Labrador
#FormandoCiudadanía & #ElArcoIrisDeLosNiños

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“What Crowley's writing, what he was getting, what he was pointing to, is that the entire reason you are here is to do what, wathever you wanna call it, god, the divine mind, whatever, put you here to do. That's what he meant when he said "Do what thou wilt shall be the whole of the Law", it means if you do what you are here to do, everything else is going to fall into place, but before you know what your will is a lot of times, you have to go through the awakening process, you know, what they call enlightenment in the east, or crossing the abyss in the west. Well, whenever you go trough this process, suddenly everything that is not you, everything that is ego, starts to fall away, and you start to see what you truly are, and what you really truly are not. Now when that happens, it will cause profound changes in your life, because ninety nine percent of what we do in our lives is ego driven, and by ego i don´t mean when you think about people that are full of themselves, that's not what it means. Ego is anything within your psyche, anything within your consciousness that creates the illusion that you are separate from other people, from god, from the universe, from anything. Any sense of separation that you have is ego. Well, what happens whenever you transcend that, whenever that starts to disintegrate, whenever you start to see through the illusion of ego, you start to see what you're here for, and your first clue to what you're here for, for what your will is, is what really makes you happy, what is it that when you do you lose yourself in it, you get so immersed in it, that you don't thing about anything else, that's what your will is. Well, when you start to reach that point you start to look around you and realize the mess you've made of your life. It could be something as profound as, like, the example that i give as i've seen people that say whenever they go trough this process they realize they were born on the wrong sex, like "Suddenly i'm awake and i realize i don't want to be a man, i want to have the expierence of being a woman, that's what i'm here for", well, if you suppress that and you say that would upend my entire life, and you start pressing that down, then it's going to create psychic tension, force and pressure that is going to manifest in all sources of ways(Duncan answers: "Disease") it´s going to make you even more miserable in life… Yes! It could be anything from cancer to just all of your relationships to disintegrate, you lose your job, whatever it is because you are basically fighting againts god.”

Damien Echols (1974)

Fuente: The Duncan Trussell Family Hour Podcast #314 with Damien Echols.

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“Cuando un poeta canta estamos en sus manos: él es el que sabe despertar en nosotros aquellas fuerzas secretas; sus palabras nos descubren un mundo maravilloso que antes no conocíamos.”

Novalis (1772–1801) poeta alemán

Fuente: Citado en Ibáñez Avendaño, Begoña. El símbolo en "La realidad y el deseo" de Luis Cernuda: el aire, el agua, el muro y el acorde como génesis literaria. Edición ilustrada. Edition Reichenberger, 1994. ISBN 9783928064958. p. 226.

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“Haz pues mi querido Lucilio lo que dices que tú mismo me dices que haces: agárrate a las horas con ambas manos. Dependerás menos del día de mañana si tuvieses bien asido el de hoy.”

Lucio Anneo Seneca (-4–65 a.C.) filósofo, político, orador y escritor romano

Fuente: Cartas de Séneca a Lucilio, Carta I.

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“¿Preguntas qué es la libertad? No ser esclavo de nada, de ninguna necesidad, de ningún accidente y conservar la fortuna al alcance de la mano.”

Lucio Anneo Seneca (-4–65 a.C.) filósofo, político, orador y escritor romano

Fuente: [Pumarega], Manuel. Frases célebres de hombres célebres. 3.ª Edición. Editorial México, 1949, p. 140.

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“Los hombres poderosos tienen manos que alcanzan lejos.”

William Shakespeare (1564–1616) escritor inglés

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“Son muchas las manos y los corazones que contribuyen al éxito de una persona.”

Walt Disney (1901–1966) Empresario, productor, director, guionista y animador estadounidense
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“A los ídolos no hay que tocarlos: se queda el dorado en las manos.”

Gustave Flaubert (1821–1880) escritor francés (1821-1900)

Página 223.
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“Cómo es que cuando quiero un par de manos también me traen un ser humano.”

Henry Ford (1863–1947) empresario industrial estadounidense

De Henry Ford

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“Estamos llamados a hablar por los débiles, por los que no tienen voz, por las víctimas de nuestro país y por aquellos a los que llama "enemigo", porque ningún documento de manos humanas pueden hacer que estas personas sean "menos" nuestros hermanos […] He tratado en estos últimos minutos de dar una voz a los que no tienen voz en Vietnam y entender los argumentos de los que son llamados "enemigo”

Martin Luther King (1929–1968) líder del movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos de América

... ]. De alguna manera esta locura debe cesar. Tenemos que parar ahora. Hablo como un hijo de Dios y hermano de los que sufren en Vietnam. Hablo por todos aquellos cuya tierra está siendo devastada, cuyas casas están siendo destruidas, cuya cultura está siendo subvertida. Hablo de los - por los pobres de Estados Unidos que están pagando el precio doble de sus esperanzas rotas en el país, y la muerte y la corrupción en Vietnam.

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“La caridad es una virtud del corazón, no de las manos.”

Thomas Alva Edison (1847–1931) inventor y empresario de estados unidos

Fuente: Amate Pou, Jordi. Paseando por una parte de la Historia: Antología de citas. Editorial Penguin Random House Grupo Editorial España, 2017. ISBN 9788417321871. p. 110.

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