Frases sobre placer
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“El amor propio, al igual que el mecanismo de reproducción del género humano, es necesario, nos causa placer y debemos ocultarlo.”

Voltaire (1694–1778) escritor, historiador, filósofo y abogado francés

Fuente: [Palomo Triguero] (2013), p. 41. https://books.google.es/books?id=He9BAwAAQBAJ&printsec=frontcover&dq=Palomo+Triguero,+Eduardo+(2013).+Cita-log%C3%ADa.&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwir5LT71c3lAhXK8uAKHb7gAnoQ6AEIKzAA#v=onepage&q=voltaire&f=false

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“Tuvimos un hermoso sueño y eso fue todo. El interés de mi hijo es la única guía que tengo, y a pesar de cualquier felicidad que pueda lograr al estar libre de este lugar, no puedo consentir en separarme de él. No podría tener ningún placer en el mundo si abandono a mis hijos. Ni siquiera tengo ningún arrepentimiento.”

María Antonieta de Austria (1755–1793) Reina consorte de Francia y Navarra, y Archiduquesa de Austria. Murió en la guillotina en 1793 víctima de…

María Antonieta al caballero Jarjayes que trataba de persuadirla para escapar sola de la torre.
Original: «We had a beautiful dream and that was all. The interest of my son is the only guide I have, and whatever happiness I could acheive by being free of this place I cannot consent to separate my self from him. I could not have any pleasure in the world if I abandoned my children.I do not even have any regrets».
Fuente: Citado en Fraser, Antonia. Marie Antoinette. Edición ilustrada. Editorial Hachette UK, 2010. ISBN 9780297857945. p. 433.

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“Todos trabajamos por tres cosas: la fama, el oro y el placer. Tengo fama, no necesito oro, y los placeres de antaño me aburren…”

Gioacchino Rossini (1792–1868) músico italiano

respuesta de Rossini a la pregunta sobre el motivo de que hubiera dejado de componer óperas.

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“Algunos buscan el placer en el dolor; y otros no pueden limpiarse sino con suciedad.”

Gibran Jalil Gibran (1883–1931) poeta libanés

Fuente: Gibran Khalil Gibran. Dichos Espirituales. Traducido por Natalie Montoto. Editorial CreateSpace Independent Publishing Platform, 2015. ISBN 9781517272456.
Fuente: Dichos espirituales, 1963 (póstuma).

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“El placer más seguro es el menos placentero.”

Ovidio (-43–17 a.C.) poeta en lengua latina

Sin fuentes

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“Cuando pinto, uno de mis mayores sentimientos de placer es la conciencia de que estoy creando oro.”

Gustav Klimt (1862–1918) pintor simbolista de Austria

Fuente: http://archive.is/20121218022139/cristiarte.blogspot.es/tags/FRASES/

“De la victoria el placer, de la derrota aprender.”

Héctor del Mar (1942–2019) locutor de radio y televisión español de origen argentino
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“Los hombres son más prestos a devolver un agravio que un favor, porque la gratitud es una carga y la venganza un placer. TÁCITO, ca. 55-120 d. C.”

Robert Greene (1959) Escritor estadounidense de origen judio

Guía rápida de las 48 leyes del poder (Alta definición)
Variante: Los hombres son más prestos a devolver un agravio que un favor, porque la gratitud es una carga y la venganza un placer.

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“Es gran lectora, y no encuentra placer en otra cosa.”

Jane Austen (1775–1817) novelista británica

Orgullo y Prejuicio

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“Solo aquí, qué bien, me parece que estoy encima de todo. No me puede pasar nada. Yo soy el que paso. Vivo. Vivo. Fuera de tantas preocupaciones, fuera del dinero que tenía que ganar, fuera de la mujer con la que me tenía que casar, fuera de la clientela que tenía que conquistar, fuera de los amigos que me tenían que estimar, fuera del placer que tenía que perseguir, fuera del alcohol que tenía que beber. Si estuvieras así. Manténte ahí. Ahí tienes que estar. Tengo que estar aquí, en esta altura, viendo cómo estoy solo, pero así, en lo alto, mejor que antes, más tranquilo, mucho más tranquilo. No caigas. No tengo que caer. Estoy así bien, tranquilo, no me puede pasar nada, porque lo más que me puede para es seguir así, estando donde quiero estar, tranquilo, viendo todo, tranquilo, estoy bien, estoy bien, estoy muy bien así, no tengo nada que desear.

Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo la maté. ¿Por qué? ¿Por qué? Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no fui. No pensar. No pensar. No pienses. No pienses en nada. Tranquilo, estoy tranquilo. No me pasa nada. Estoy tranquilo así. Me quedo así quieto. Estoy esperando. No tengo que pensar. No me pasa nada. Estoy tranquilo, el tiempo pasa y yo estoy tranquilo porque no pienso en nada. Es cuestión de aprender a no pensar en nada, de fijar la mirada en la pared, de hacer que tú quieras hacer porque tu libertad sigue existiendo también ahora. Eres un ser libre para dibujar cualquier dibujo o bien para hacer una raya cada día que vaya pasando como han hecho otros, y cada siete días una raya más larga, porque eres libre de hacer las rayas todo lo largas que quieras y nadie te lo puede impedir.”

Tiempo de silencio

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“Blanca, en cambio, se había acostumbrado a vivir sola. Terminó por encontrar paz
en sus quehaceres de la gran casa, en su taller de cerámica y en sus Nacimientos de
animales inventados, donde lo único que correspondía a las leyes de la biología era la
Sagrada Familia perdida en una multitud de monstruos. El único hombre de su vida era
Pedro Tercero, pues tenía vocación para un solo amor. La fuerza de ese
inconmovible sentimiento la salvó de la mediocridad y de la tristeza de su destino.
Permanecía fiel aun en los momentos en que él se perdía detrás de algunas ninfas de
pelo lacio y huesos largos, sin amarlo menos por ello. Al principio creía morir cada vez
que se alejaba, pero pronto se dio cuenta de que sus ausencias duraban lo que un
suspiro y que invariablemente regresaba más enamorado y más dulce. Blanca prefería
esos encuentros furtivos con su amante en hoteles de cita, a la rutina de una vida en
común, al cansancio de un matrimonio y a la pesadumbre de envejecer juntos
compartiendo las penurias de fin de mes, el mal olor en la boca al despertar, el tedio
de los domingos y los achaques de la edad. Era una romántica incurable. Alguna vez
tuvo la tentación de tomar su maleta de payaso y lo que quedaba de las joyas del
calcetín, e irse con su hija a vivir con él, pero siempre se acobardaba. Tal vez temía
que ese grandioso amor, que había resistido tantas pruebas, no pudiera sobrevivir a la
más terrible de todas: la convivencia. Alba estaba creciendo muy rápido y comprendía
que no le iba a durar mucho el buen pretexto de velar por su hija para postergar las
exigencias de su amante, pero prefería siempre dejar la decisión para más adelante.
En realidad, tanto como temía la rutina, la horrorizaba el estilo de vida de Pedro
Tercero, su modesta casita de tablas y calaminas en una población obrera, entre
cientos de otras tan pobres como la suya, con piso de tierra apisonada, sin agua y con
un solo bombillo colgando del techo. Por ella, él salió de la población y se mudó a un
departamento en el centro, ascendiendo así, sin proponérselo, a una clase media a la
cual nunca tuvo aspiración de pertenecer. Pero tampoco eso fue suficiente para Blanca.
El departamento le pareció sórdido, oscuro, estrecho y el edificio promiscuo. Decía que
no podía permitir que Alba creciera allí, jugando con otros niños en la calle y en las
escaleras, educándose en una escuela pública. Así se le pasó la juventud y entró en la
madurez, resignada a que los únicos momentos de placer eran cuando salía
disimuladamente con su mejor ropa, su perfume y las enaguas de mujerzuela que a
Pedro Tercero cautivaban y que ella escondía, arrebolada de vergüenza, en lo más
secreto de su ropero, pensando en las explicaciones que tendría que dar si alguien las
descubría. Esa mujer práctica y terrenal para todos los aspectos de la existencia,
sublimó su pasión de infancia, viviéndola trágicamente. La alimentó de fantasías, la idealizó, la defendió con fiereza, la depuró de las verdades prosaicas y pudo convertirla
en un amor de novela.”

The House of the Spirits

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“Diré cómo nacisteis, placeres prohibidos,
Como nace un deseo sobre torres de espanto”

Luis Cernuda (1902–1963) poeta español

Los Placeres Prohibidos: Version Original del Texto y Manuscritos

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“Te haré sentir todos los placeres, pero no puedo hacerte pensar.”

Jordi Sierra i Fabra (1947) escritor y periodista

Rabia

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“En mi opinión, no hay placer mayor que la lectura.”

Jane Austen (1775–1817) novelista británica

Orgullo y Prejuicio

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“Parece que va siendo evidente que la distopía que nos corresponde no es 1984, de Orwell, sino Un mundo feliz, de Aldous Huxley, en el que hay consenso para que desaparezca por nocivo y peligroso el “amor romántico”, ese pleonasmo (como el agua húmeda). Sin amor sólo quedará el sexo como placer y fiesta, una especie de amor sin espinas, como los filetes de pescado congelado. Punto final a esa manía alucinatoria de buscar nuestra otra mitad, el cariño absoluto que da sentido a la vida o compensa de no encontrarlo, los celos y recelos, las cóleras y reconciliaciones, la pérdida, la fatiga asombrosa de querer. “Si duele no es amor”, han decretado los coachs(esos psicólogos para quienes no tienen ya psique). Así podemos despachar el estorbo de casi toda la literatura occidental, basada en que solo es amor si duele. Y sus contradicciones: el poeta que se queja de la espina en el corazón clavada y cuando se la quitan protesta porque ya no siente el corazón… ¡Bah, no tienen pensamiento positivo, no saben pasarlo bien! Así les va a las pobres chicas, Emma, Ana, Desdémona… el último beso de Otelo. ¡Otelo! ¡Cómo no le da vergüenza a Shakespeare ser tan romántico al hablar de la violencia de género! Necesitamos menos poetas y más pilates: hay que decírselo a los adolescentes enseguida, para que no se amarguen la vida.
Olvidemos el bárbaro pasado y sus neuróticos arrebatos. Adiós a morbosas torturas como las que describe T. S. Eliot (trad. Andreu Jaume): “¿Quién concibió pues el tormento? El Amor. / El Amor es el nombre más siniestro / escondido en las manos que bordaron / la insoportable camisa de fuego / que las fuerzas humanas no quitaron. / Tan solo suspiramos, tan solo vivimos / por fuego y por el fuego consumidos”.”

Fernando Savater (1947) filósofo español
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“El gusto del placer existía todavía, mas la pasión había desaparecido.”

Jean Jacques Rousseau (1712–1778) escritor, filósofo y músico franco-helvético definido como un ilustrado

LAS CONFESIONES

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“Aprende el placer de hacer el bien.”

Oliver Goldsmith (1728–1774)

The Traveller (1764)

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