Frases sobre regresar

Una colección de frases y citas sobre el tema del regresar, puede, veces, vida.

Frases sobre regresar

Jorge Eliécer Gaitán Foto
Anahí Puente Foto

“No es justo que tú quieras regresar, ¡Si ya me había olvidado de ti!”

Anahí Puente (1983) celular

Para Qué
Fragmento de canciones

Alejandro Dolina Foto
Milan Kundera Foto

“En griego, «regreso» se dice nostos. Algos significa “sufrimiento”. La nostalgia es, pues, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar. La mayoría de los europeos puede emplear para esta noción fundamental una palabra de origen griego (nostalgia) y, además, otras palabras con raíces en la lengua nacional: en español decimos “añoranza”; en portugués, saudade. En cada lengua estas palabras poseen un matiz semántico distinto. Con frecuencia tan sólo significan la tristeza causada por la imposibilidad de regresar a la propia tierra. Morriña del terruño. Morriña del hogar. En inglés sería homesickness, o en alemán Heimweh, o en holandés heimwee. Pero es una reducción espacial de esa gran noción. El islandés, una de las lenguas europeas más antiguas, distingue claramente dos términos: söknudur: nostalgia en su sentido general; y heimfra: morriña del terruño. Los checos, al lado de la palabra “nostalgia” tomada del griego, tienen para la misma noción su propio sustantivo: stesk, y su propio verbo; una de las frases de amor checas más conmovedoras es styska se mi po tobe: “te añoro; ya no puedo soportar el dolor de tu ausencia”. En español, “añoranza” proviene del verbo “añorar”, que proviene a su vez del catalán enyorar, derivado del verbo latino ignorare (ignorar, no saber de algo). A la luz de esta etimología, la nostalgia se nos revela como el dolor de la ignorancia. Estás lejos, y no sé qué es de ti. Mi país queda lejos, y no sé qué ocurre en él. Algunas lenguas tienen alguna dificultad con la añoranza: los franceses sólo pueden expresarla mediante la palabra de origen griego (nostalgie) y no tienen verbo; pueden decir: je m? ennuie de toi (equivalente a «te echo de menos» o “en falta”), pero esta expresión es endeble, fría, en todo caso demasiado leve para un sentimiento tan grave. Los alemanes emplean pocas veces la palabra “nostalgia” en su forma griega y prefieren decir Sehnsucht: deseo de lo que está ausente; pero Sehnsucht puede aludir tanto a lo que fue como a lo que nunca ha sido (una nueva aventura), por lo que no implica necesariamente la idea de un nostos; para incluir en la Sehnsucht la obsesión del regreso, habría que añadir un complemento: Senhsucht nach der Vergangenheit, nach der verlorenen Kindheit, o nach der ersten Liebe (deseo del pasado, de la infancia perdida o del primer amor).”

Ignorance

Virginia Woolf Foto
Sylvia Plath Foto

“Lo hice nuevamente.
Uno de cada diez años
puedo soportarlo…

una especie de milagro ambulante, mi piel
brilla como una pantalla nazi,
mi pie derecho

un pisapapeles,
mi rostro sin forma, delgado
lienzo judío.

Retira la compresa,
¡ah, enemigo mío!
¿te doy miedo?…

¿La nariz, la fosa de los ojos, toda la dentadura?
El aliento agrio
un día se desvanecerá.

Pronto, pronto la carne
que alimentó la grave sepultura me será
familiar

y yo seré una mujer sonriente,
sólo tengo treinta.
Y como el gato tengo nueve vidas que morir.

Ésta es la Número Tres.
Qué basura
para la aniquilación de cada década.

Qué millón de filamentos.
La multitud como maní prensado
se atropella para ver

desenvuelven mis manos y pies…
el gran strip tease
señoras y señores

éstas son mis manos
mis rodillas.
Puede que esté piel y huesos,

sin embargo, soy la misma e idéntica mujer.
La primera vez que ocurrió, tenía diez.
Fue un accidente.

La segunda vez quise
que fuera definitivo y no regresar jamás.
Me mecí doblada sobre mí misma

como una concha.
Tuvieron que llamar y llamar
y quitarme uno a uno los gusanos como perlas viscosas.

Morir
es un arte, como cualquier otro,
yo lo hago de maravillas.

Hago que se sienta como un infierno.
Hago que se sienta real.
Creo que podrían llamarlo un don.

Es tan fácil que puedes hacerlo en una celda.
Es tan fácil que puedes hacerlo y quedarte ahí, quietita.
Es el teatral

regreso a pleno día
al mismo lugar, a la misma cara, al mismo grito
brutal y divertido

“¡Milagro!”
que me deja fuera de combate.
Hay un precio a pagar

para mirar las escaras, hay un precio a pagar
para auscultar mi corazón…
late de veras.

Y hay un precio a pagar, un precio mayor
por una palabra o un contacto
o un poquito de sangre

o una muestra de mi cabello o de mi ropa.
Bueno, bueno, Herr Doctor.
Bueno, Herr Enemigo.

Soy vuestra opus,
soy vuestra valiosa
niña de oro puro

que se funde en un chillido.
Giro y ardo.
No crean que no estimo su enorme preocupación.

Cenizas, cenizas…
Ustedes atizan y remueven.
Carne, hueso, no hay nada allí…

Un pan de jabón,
un anillo de bodas,
un empaste de oro.

Herr dios, Herr Lucifer
tengan cuidado
tengan cuidado.

Sobre las cenizas
me elevo con mi cabello rojo
y devoro hombres como aire.”

Sylvia Plath (1932–1963) escritora Estadounidense

Ariel

Philip K. Dick Foto
Will Rogers Foto
Nicolás de Cusa Foto
James Russell Lowell Foto
Morihei Ueshiba Foto
Albert Hofmann Foto

“Yo creo que, poco después del descubrimiento del LSD, fue reconocido como de gran valor para el psicoanálisis y la psiquiatría. No se consideraba una vía de escape. Fue un descubrimiento muy importante en ese momento, y durante quince años pudo ser utilizado legalmente en tratamientos psiquiátricos y para el estudio científico de los seres humanos. Durante ese tiempo, Delysid, el nombre que se daba al LSD, fue utilizado de forma segura, y fue objeto de miles de publicaciones en la literatura profesional. De hecho, la semana pasada, tuve visitantes de la Fundación Albert Hofmann, a quienes les di toda la documentación original, que había sido almacenada en los laboratorios Sandoz. Estos primeros trabajos estuvieron muy bien documentados, y muestran la buena investigación que se hizo con LSD hasta que pasó a formar parte del mundo de las drogas en la década de 1960. Así, de formar parte inicialmente de la farmacopea terapéutica, el LSD se convirtió en una droga de calle e inevitablemente fue declarada ilegal. Debido a esta reputación, dejó de estar disponible para el campo de la medicina, por lo que la investigación, que había sido muy abierta, se detuvo. Ahora parece que esta investigación puede comenzar de nuevo. La importancia de estas investigaciones parece ser reconocida por las autoridades sanitarias, por lo que es mi esperanza que, finalmente, la prohibición esté llegando a su fin, y que el campo de la medicina pueda regresar a las exploraciones que se vieron obligados a dejar hace treinta años.”

Albert Hofmann (1906–2008) químico suizo

Entrevista en MAPS (1998)

Carlos Ruiz Zafón Foto
Juan Carlos Onetti Foto

“Cuando volví a verlo, cuando iniciamos esta segunda amistad que espero no terminará ya nunca, dejé de pensar en toda forma de ataque. Quedó resuelto que no le hablaría jamás de Inés ni del pasado y que, en silencio, yo mantendría todo aquello viviente dentro de mí. Nada más que esto hago, casi todas las tardes, frente a Roberto y las caras familiares del café. Mi odio se conservará cálido y nuevo mientras pueda seguir viviendo y escuchando a Roberto; nadie sabe de mi venganza, pero la vivo, gozosa y enfurecida, un día y otro. Hablo con él, sonrío, fumo, tomo café. Todo el tiempo pensando en Bob, en su pureza, su fe, en la audacia de sus pasados sueños. Pensando en el Bob que amaba la música, en el Bob que planeaba ennoblecer la vida de los hombres construyendo una ciudad de enceguecedora belleza para cinco millones de habitantes, a lo largo de la costa del río; el Bob que no podía mentir nunca; el Bob que proclamaba la lucha de los jóvenes contra los viejos, el Bob dueño del futuro y del mundo. Pensando minucioso y plácido en todo eso frente al hombre de dedos sucios de tabaco llamado Roberto, que lleva una vida grotesca, trabajando en cualquier hedionda oficina, casado con una mujer a quien nombra “mi señora”; el hombre que se pasa estos largos domingos hundido en el asiento del café, examinando diarios y jugando a las carreras por teléfono.

Nadie amó a mujer alguna con la fuerza con que yo amo su ruindad, su definitiva manera de estar hundido en la sucia vida de los hombres. Nadie se arrobó de amor como yo lo hago ante sus fugaces sobresaltos, los proyectos sin convicción que un destruido y lejano Bob le dicta algunas veces y que sólo sirven para que mida con exactitud hasta donde está emporcado para siempre.

No sé si nunca en el pasado he dado la bienvenida a Inés con tanta alegría y amor como diariamente le doy la bienvenida a Bob al tenebroso y maloliente mundo de los adultos. Es todavía un recién llegado y de vez en cuando sufre sus crisis de nostalgia. Lo he visto lloroso y borracho, insultándose y jurando el inminente regreso a los días de Bob. Puedo asegurar que entonces mi corazón desborda de amor y se hace sensible y cariñoso como el de una madre. En el fondo sé que no se irá nunca porque no tiene sitio donde ir; pero me hago delicado y paciente y trato de conformarlo. Como ese puñado de tierra natal, o esas fotografías de calles y monumentos, o las canciones que gustan traer consigo los inmigrantes, voy construyendo para él planes, creencias y mañanas distintos que tienen luz y el sabor del país de juventud de donde él llegó hace un tiempo. Y él acepta; protesta siempre para que yo redoble mis promesas, pero termina por decir que sí, acaba por muequear una sonrisa creyendo que algún día habrá de regresar al mundo de las horas de Bob y queda en paz en medio de sus treinta años, moviéndose sin disgusto ni tropiezo entre los cadáveres pavorosos de las antiguas ambiciones, las formas repulsivas de los sueños que se fueron gastando bajo la presión distraída y constante de tantos miles de pies inevitables.”

Juan Carlos Onetti (1909–1994) Escritor uruguayo

Cuentos completos

María Zambrano Foto

“Meses después, cuando fue llamada a filas la quinta de mi compañero, decidimos regresar a España, en el momento en que era más evidente que nunca la derrota de la causa en la que creíamos. ¿Y por qué vuelven ustedes a España si saben muy bien que su causa está perdida? Pues por esto, por esto mismo.”

María Zambrano (1905–1991) Filósofa y ensayista española

Reflexiones, recuerdos y pensamientos
Fuente: María Zambrano en Poesía y filosofía, 1987.[referencia incompleta]
Fuente: [Zambrano], María. Poesía y filosofía, 1987; pág. 9.

Harpo Marx Foto
Esta traducción está esperando su revisión. ¿Es correcto?
Jan Hus Foto
Osho Foto
Ambrose Bierce Foto
Carl Sagan Foto
Laocio Foto
María Valverde Foto
Roque Valero Foto

“No hay palabra dicha que se pueda regresar. No hay silencio cobarde que se deba respetar" Frases sueltas.”

Roque Valero (1974)

Variante: No hay palabra dicha que se pueda regresar. No hay silencio cobarde que se deba respetar." Frases sueltas.

Arturo Pérez-Reverte Foto
Anne Rice Foto
Nick Vujicic Foto
Amaia Montero Foto

“Sin ti, ya no regresaré al lugar donde te conocí, lo sé; prohibido recordar, muy bien; seré sincera…”

Amaia Montero (1976) Cantautora española

Amaia Montero, Pablo Benegas y Xabi SanMartin, "Cuidate"
El viaje de Copperpot

Manny Pacquiao Foto
Liam Gallagher Foto
Jimmy Page Foto
Enrique Vila-Matas Foto
Cassandra Clare Foto

“No podías saber cuanto se había cambiado hasta que intentabas regresar a casa.”

Cassandra Clare (1973) escritora estadounidense

Tales from the Shadowhunter Academy

Gabriel García Márquez Foto
Cassandra Clare Foto
Gabriel García Márquez Foto
Carlos Ruiz Zafón Foto

“En una ocasión oí comentar a un cliente habitual en la librería de mi padre que pocas cosas marcan tanto a un lector como el primer libro que realmente se abre camino hasta su corazón. Aquellas primeras imágenes, el eco de esas palabras que creemos haber dejado atrás, nos acompañan toda la vida y esculpen un palacio en nuestra memoria al que, tarde o temprano--no importa cuántos libros leamos, cuántos mundos descubramos, cuánto aprendamos u olvidemos--, vamos a regresar.”

The Shadow of the Wind
Variante: Pocas cosas marcan tanto a un lector como el primer libro que realmente se abre camino hasta su corazón. Aquellas primeras imágenes, el eco de esas palabras que creemos haber dejado atrás, nos acompañan toda la vida y esconden un palacio en nuestra memoria al que, tarde o temprano –no importa cuántos libros leamos, cuántos mundos descubramos, cuánto aprendamos u olvidemos–, vamos a regresar.

Kathleen E. Woodiwiss Foto
Denise Dresser Foto
Gillian Flynn Foto
Juan Rulfo Foto
José Antonio Fortea Foto
Ayn Rand Foto
Giambattista Vico Foto
Isabel Allende Foto
Fernando del Paso Foto
Albert Hofmann Foto
Isaac Asimov Foto
Paulo Coelho Foto
Carlos Ruiz Zafón Foto
Carlos Ruiz Zafón Foto
Pier Paolo Pasolini Foto
Julio Cortázar Foto
Robert Green Ingersoll Foto
Ernest Renan Foto
Amin Maalouf Foto

“Soy el hijo del camino, mi país es una caravana y mi vida es un viaje más inesperado. Pertenezco a la tierra y al dios y es a ellos a los que pronto regresaré.”

Amin Maalouf (1949) escritor libanes francófono

Original: «I am the son of the road , my country is a caravan and my life is the most unexpected of voyages. i belong to earth and to the god and it is to them that I will one day soon return».
Fuente: Leo The African. Amin Maalouf. Editorial Hachette UK, 2012. ISBN 9780748131235. https://books.google.es/books?id=am0CSVuIvCoC&printsec=frontcover&dq=074813123X,+9780748131235&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjCy9-p0evgAhUQkxQKHYXYBvUQ6AEIKDAA#v=onepage&q=I%20am%20the%20son%20of%20the%20road%20%2C%20my%20country%20is%20a%20caravan%20and%20my%20life%20is%20the%20most%20unexpected%20of%20voyages&f=false